Universidad del Zulia
Facultad de Humanidades y Educación
Centro de Estudios Filosócos
“Adolfo García Díaz”
Maracaibo - Venezuela
Esta publicación cientíca en formato digital
es continuidad de la revista impresa
Depósito legal pp 197402ZU34 / ISSN 0798-1171
Dep. Legal ppi 201502ZU4649
99
2021-3
Septiembre-Diciembre
I. ÉTICA, GLOBALIDAD CRÍTICA Y BIENESTAR HUMANO
II. DIMENSIÓN EPISTÉMICA Y DESARROLLOS CULTURALES
III. LA EDUCACIÓN EN CONTEXTO INTERCULTURAL Y
DECOLONIAL
IV. REPENSAR LA EDUCACIÓN SUPERIOR: TEORÍAS Y
PRÁCTICAS
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional
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Revista de Filosofía
Vol. 38, N°99, (Sep-Dic) 2021-3, pp. 602 - 612
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
ISSN: 0798-1171 / e-ISSN: 2477-9598
Educación y formación ciudadana:
dimensiones filosóficas para su consideración
Citizen Education and Training:
Philosophical Dimensions for Consideration
Raúl José Martelo Gómez
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4951-0752
Universidad de Cartagena - Colombia
rmartelog1@unicartagena.edu.co
Yesid Marrugo
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2998-2795
Universidad de Cartagena - Colombia
ymarrugol@unicartagena.edu.co
David Antonio Franco Borré
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7500-0206
Universidad de Cartagena - Colombia
dfrancob@unicartagena.edu.co
Resumen
La educación ciudadana ha sido un tema de notable interés para las ciencias sociales, en
especial en el contexto actual, determinado por notables patrones de exclusión, marginación y
asimetrías existentes en las regiones periféricas del planeta. Por esta razón, una educación para
una ciudadanía global, intercultural y sustentable, se presenta como la oportunidad para pensar en
imaginarios distintos a los impuestos por la racionalidad moderna, determinada por la explotación
humana y natural, así como por un modelo económico, político y social sustentado en el
liberalismo económico, dando una acentuada preponderancia a los intereses individuales y
privados, sobre los bienes comunes de la humanidad. Ante esta realidad, la confección de una
educación ciudadana, se convierte en sinónimo de lucha por la consolidación de un modelo
educativo en concordancia con los objetivos del desarrollo sostenible, la promoción del diálogo
intercultural y el avance hacia el reconocimiento universal de la diversidad y la dignidad humana.
Palabras clave: ciudadanía; modernidad; educación ciudadana; globalización;
interculturalidad; desarrollo sostenible.
________________________________________
Recibido 02-08-2021 Aceptado 22-10-2021
Este trabajo está depositado en Zenodo:
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.5676414
Martelo, R., Marrugo, Y., Franco, D. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 602 -612 603
Abstract
Citizenship education has been a subject of notable interest for the social sciences,
especially in the current context, determined by notable patterns of exclusion,
marginalization and asymmetries existing in the peripheral regions of the planet. For this
reason, an education for a global, intercultural and sustainable citizenship is presented as
the opportunity to think in imaginary different from those imposed by modern rationality,
determined by human and natural exploitation, as well as by an economic, political and
economic model based on economic liberalism, giving an accentuated preponderance to
individual and private interests, over the common goods of humanity. Faced with this
reality, the creation of a citizenship education becomes synonymous with the struggle for
the consolidation of an educational model in accordance with the objectives of sustainable
development, the promotion of intercultural dialogue and progress towards the universal
recognition of diversity and diversity human dignity.
Keywords: Citizenship; Modernity; Citizenship Education; Globalization;
Interculturality; Sustainable Development.
Introducción
A partir del siglo XX, el avance de la globalización, acompañado de los efectos
adversos de la misma sobre poblaciones, la naturaleza y la ciudadanía, han codificado la
existencia humana, sus formas de comunicación y la dimensión axiológica que acompaña
los asuntos cotidianos. Expresado en otros términos, nos encontramos en presencia de un
fenómeno macro social, con efectos en todos los ámbitos de la vida ciudadana. Estos
supuestos conceptuales, conducen a la necesidad de orientar la educación hacia la
deconstrucción del saber, al rompimiento con paradigmas eurocéntricos que cosifican la
naturaleza, las identidades y soslayan la divergencia.
Por este motivo, rescatamos la necesidad de pensar en una educación
comprometida con la descolonización epistémica, con la creación de espacios e imaginarios
otros, donde la vida ciudadana esté caracterizada por un talante ético evidente. Desde esta
perspectiva, la academia debe cuestionar su propia racionalidad y propósito dentro de la
construcción de una sociedad más justa e inclusiva. Alcanzado este objetivo, será posible
asumir la educación como un fin en mismo, donde la formación para el ejercicio de la
ciudadanía global, intercultural y sustentable, sea el telos que oriente el accionar político,
epistémico y ontológico de los asuntos académicos.
La praxis ciudadana apunta a la construcción de un mundo diferente, a patrones de
convivencia, al establecimiento de vínculos humanos, así como a la capacidad de
cooperación recíproca en un entorno enriquecedor, desarrollando las capacidades
humanas; es decir, atreverse a pensar la realidad fuera de los lineamientos instrumentales
impuestos por la modernidad. Empero, la lógica aplastante de Occidente dificulta alcanzar
las utopías del pensamiento crítico latinoamericano, los cuales aspiran lograr, a través de
la educación, una sociedad equilibrada, sustentada en la, justicia, solidaridad y respeto.
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En virtud de lo anterior, la presente investigación, desarrollada bajo el enfoque
hermenéutico-documental, evalúa los constructos teóricos del concepto de ciudadanía
moderna, articulándole con la necesidad ética de formar en valores positivos, con
incidencia en la sociedad, sobre sujetos reales, que han sido invizibilizados por el avance
del logos occidental.
I. Ciudadanía y modernidad
A lo largo de los siglos, el concepto de ciudadanía ha sufrido múltiples cambios y
transformaciones. En la antigüedad, estuvo sustentado por la relación indisoluble del
ciudadano frente al gobierno, pasando en la modernidad a tendencias liberales, que
señalaban la importancia de la representación y la participación política. El enfoque
moderno de la democracia, dio lugar a la intervención directa de los ciudadanos sobre los
asuntos políticos, pero ejercidos a través de la representación, condición necesaria que hizo
posible la evolución del modelo político de la democracia a nivel global. La unión entre
democracia y representación, da lugar a profundas transformaciones en el accionar
ciudadano, desplazando sus intereses hacia los asuntos privados y no al interés común
como sociedad. La autonomía, las libertades personales, se vuelven indiscutibles, a cambio
de delegar en otros la toma de decisiones en asuntos políticos
1
.
La modernidad centra sus esfuerzos en la búsqueda del bienestar privado y la seguridad
de las posesiones. Origina una ciudadanía que tiende a formar un individuo sin interés en
el bien colectivo, definiendo una serie de normativas y derechos, que si bien buscan tener
un carácter universal, su aplicación y garantía no resulta del todo efectiva, en especial en
contextos contradictorios y divergentes, donde el pensamiento y pretensiones
universalistas de la modernidad, no terminan por solventar diferentes desafíos humanos.
De esta forma, el individualismo define la ciudadanía moderna, sobre la cual se sientan los
fundamentos de diversas doctrinas jurídicas contemporáneas
2
.
Dichos ideales dan un vuelco en la conceptualización de la ciudadanía y,
consecuentemente, en todos los escenarios de la vida política. Los planteamientos
filosóficos de la Ilustración impulsaron el avance de las democracias representativas y a
una nueva conceptualización del ejercicio del poder, así como al tema de los derechos, más
allá de la efectividad o no de sus planteamientos. Las adecuaciones ocurridas sobre el
concepto de ciudadanía tuvieron profundas repercusiones históricas, al dar inicio a la
pugna entre liberalismo y republicanismo
3
, además de incidir en la formación de ideales
utópicos que impulsaron la Revolución Francesa y la Revolución Americana
4
.
1
Cfr. ZÚÑIGA AÑAZCO, Yanira. “Ciudadanía y género: conceptualizaciones en el pensamiento moderno y
contemporáneo”. Revista de Derecho, Año 17, N° 2, 2010.
2
Cfr. Ibíd.
3
Cfr. DELGADO PARRA, María Concepción. “Ciudadanía moderna y derechos humanos en contextos de
fragilidad democrática”. Reflexión Política, Vol. 17, 34, 2015. Desde el punto de vista del liberalismo, los
procesos democráticos organizan el gobierno en función de la sociedad. El gobierno se convierte en
representante de la administración pública y, a su vez, la sociedad se estructura como una red que funciona
de acuerdo a los intereses privados, condicionados por el mercado. En materia de derecho, la libertad, la
soberanía y demás derechos adquiridos, dependen enteramente de la protección del Estado, proporcionando
un espacio en el cual pueden hacer valer los mismos a través de diversos órganos parlamentarios. Por su
parte, el republicanismo ve en la política más que un medio de administración, sino un instrumento en el
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Los cambios en la noción de ciudadanía, impulsaron la legitimación de ideales
políticos, donde la participación ciudadana era fundamental para el ejercicio del poder
soberano. Estos ideales fueron asimilados en los documentos políticos de la Francia
revolucionaria, en la Declaración de Derechos de 1789 y en la Constitución de 1791,
sustentados en una noción de asociación política, en un sentido de pertenencia y
vinculación fáctica hacia el Estado, lo que confiere derechos de participación política a los
integrantes de dicha asociación. Consecuentemente, la modernidad estableció una relación
indisoluble entre Estado, nación y ciudadanía, conformando la más alta aspiración jurídica
a seguir, en la cual la ciudadanía fue entendida como un ente participativo que opera y
ejerce su poder democrático en el Estado-Nación, dentro de los espacios de acción social y
territorial. Por ello, la ciudadanía moderna se ejerce en concordancia con la participación
política, trayendo consigo el avance de libertades individuales, el derecho a defensa de las
grandes propiedades y monopolios políticos, además de la libertad de participación
política, a través de la representación
5
.
La Constitución francesa de 1795 llevó a ampliar el concepto de ciudadanía al tomarlo
como sinónimo de nacionalidad y como una actividad política activa. De ello derivó la
mutación en su concepto, al dar paso de un carácter homogéneo, a la toma del mismo
como sentido de pertenencia al Estado-Nación. Expresado en otros términos, la ciudadanía
tiene un cambio radical en este período histórico, al adecuar dicha conceptualización
teórica y amalgamarla con el concepto de nacionalidad, con participación activa dentro del
Estado-Nación, como parte del poder soberado. Con esto la modernidad aspiraba la
complementariedad de los conceptos ciudadanía y nacionalidad, creando tensiones en
diversos ámbitos socio-políticos y en la creación de demarcación de fronteras geográficas y
humanas, con criterios identitarios
6
.
De manera progresiva, el concepto de ciudadanía fue evolucionando, dejando de lado
los orígenes grecorromanos, para dar paso a la visión liberal moderna, que descansa en los
derechos de seguridad, propiedad, libertad e igualdad que poseen los hombres integrantes
del Estado-Nación. Esta conceptualización teórica encontrará asidero en los individuos de
un Estado, que viven bajo un régimen democrático representativo, a quien le corresponde
conformar el cuerpo político nacional. La lucha por los ideales del derecho, condujo a la
institucionalización de las libertades civiles, dando garantía al ejercicio del poder
ciudadano
7
.
Desde una perspectiva filosófica e histórica, el tema de la ciudadanía no puede
considerarse como algo nuevo. Su avance se encuentro condicionado a la evolución de los
cual los integrantes de las naciones adquieren consciencia sobre su necesaria dependencia hacia otros, lo que
lleva a establecer relaciones de reconocimiento y asociación de iguales, bajo leyes comunes. El énfasis central
del republicanismo estará en las libertades positivas de los individuos, es decir, por el ejercicio de una praxis
común, en la que los ciudadanos son libres, autónomos e iguales.
4
Cfr. HORRACH MIRALLES, Juan Antonio. Sobre el concepto de ciudadanía: historia y modeles”.
Factótum, Revista de Filosofía, N° 6, 2009.
5
Cfr. RODRÍGUEZ RUÍZ, Blanca. “Las dos caras de la ciudadanía moderna: entre la nacionalidad y el estatus
participativo”. Revista Europea de Derechos Fundamentales, N° 27, 2016.
6
Cfr. Ibíd.
7
Cfr. VÁZQUEZ, Belín. Del ciudadano en la nación moderna a la ciudadanía nacionalista”. Utopía y Praxis
Latinoamericana. Vol. 10, N° 31, 2005.
Martelo, R., Marrugo, Y., Franco, D. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 602 -612 606
derechos civiles, constructos jurídicos que existen desde la antigüedad, pero que fueron
ampliados y universalizados, para dar cumplimiento al ideal cosmopolita existente en el
período ilustrado
8
. Esto crea una ilusión de ciudadanía ideal, de igualdad de condiciones
para el progreso y para el ejercicio de las libertades ciudadanas. Sin embargo, la
modernidad enmascara las asimetrías sociales, las diferencias abismales entre naciones,
así como otros efectos negativos que el capitalismo ha dejado en la definición de
ciudadanía moderna
9
.
En la actualidad, se hace evidente el avance del capitalismo, de la sociedad global y de
ideales modernos que invaden los espacios de la vida humana, pero, a pesar de ello, la
esencia del capitalismo continua siendo la misma: la colonialidad de la vida, donde no hay
lugar para la igualdad y para el accionar social. A partir de la guerra fría, dimensionar el
concepto de ciudadanía toma un nuevo interés, pero esta vez vinculado al concepto de
soberanía, considerada como una ciudadanía libre de la autoridad externa, capaz de
decidir sobre su espacio territorial, sin perder de vista la conceptualización de ciudadanía
global
10
.
Los avances en materia de telecomunicaciones, el auge del internet, la aparición de las
redes sociales, permiten tener acceso a una visión diferente de la ciudadanía, a la
ciudadanía del mundo. Ello significa una transformación histórica multidimensional,
organizativa y cultural, que ha tenido como base la revolución tecnológica, causante de un
crecimiento exponencial de los ideales de ciudadanía global, los cuales atravesaron
diversas latitudes geográficas, así como fronteras económicas, científicas, culturales y
jurídicas, hasta configurar una red de relaciones a nivel planetario
11
.
Pero ello no deja de lado las crecientes problemáticas sociales en el contexto del siglo
XXI. El avance de las políticas comerciales, los monopolios financieros, la pobreza
extrema, los daños al medio ambiente, las disparidades sociales, son escenarios que no son
exclusivos de una región determinada del mundo, sino que se expanden a todo el globo.
Los ideales modernos afectan la democracia y como resultado de esto, el ejercicio de la
ciudadanía, se convierten en temas pendientes para el avance de las sociedades
latinoamericanas y periféricas. La ciudadanía, toma un rol instrumental, al servir como
instrumento para manifestar el ejercicio inadecuado de la política. Para evitar el avance
hacia sociedades de control y de opresión, es necesaria una adecuada formación axiológica,
con un elevado compromiso ético de los actores involucrados en el proceso, que hagan
frente a los efectos adversos de la globalización excluyente, que tiende a la homogenización
y a la desaparición de formas distintas de cultura
12
.
8
Cfr. PELFINI, Alejandro. “La reconfiguración de la ciudadanía en América Latina”. Nueva Sociedad,
212, 2007.
9
Cfr. REYES SARMIENTO, Lucila. “Reflexiones acerca de la democracia, ciudadanía y educación en América
Latina”. Misión Jurídica, Vol. 3, N° 3, 2010.
10
Cfr. Ibíd.
11
Cfr. CASTELLS, Manuel “Panorama de la era de la información en América Latina ¿Es sostenible la
globalización de América Latina?”. En: Debates con Manuel Castells. Fondo de Cultura Económica, México,
2003.
12
Cfr. REYES SARMIENTO, Lucila. “Reflexiones acerca de la democracia, ciudadanía y educación en
América Latina”. Op. Cit.
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II. Educar para la ciudadanía global
Si bien es cierto, las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), el avance del
internet, así como la aparición de numerosas redes sociales, han facilitado el acceso a
nuevas realidades y formas diferentes de ver la vida, temas acuciantes para la humanidad
siguen estando en la palestra pública, como la paz, la tolerancia, el respeto, la inclusión, y
diversos temas de carácter más sensible como la desigualdad social, la violación de
derechos humanos, las migraciones masivas, el feminicidio, entre otros. Como propuesta
de cambio ante estas condiciones sociales, la educación juega un papel fundamental, al ser
generadora de pensamiento crítico, humano y humanizante.
No podemos pasar por alto los aspectos moderno-coloniales en los que se ve inmersa la
educación; por el contrario, se trata de señalar los aspectos negativos del entorno, forjando
una actitud crítica ante la realidad, con el objetivo de aproximarnos a una genuina praxis
liberadora, donde se evalúe el pasado, el presente, con proyecciones acerca del futuro y el
progreso social. Consecuentemente, la educación ciudadana a la que se tiende, está libre de
la lógica aplastante de la modernidad, con un criterio emancipador, que permite la
reafirmación del ser humano
13
.
En lo tocante al tema de la ciudadanía, el mismo ha tenido una evolución histórica,
teniendo su punto álgido en la modernidad, caracterizado por la influencia del desarrollo
en derechos civiles, políticos y sociales. En la actualidad, el concepto de ciudadanía es
variable, depende de diversos factores nacionales, de la solidez democrática de los Estados,
entre otros aspectos. A pesar de vivir en una época de interconexión global y de avances en
legislaciones internacionales, no se ha logrado una definición única de ciudadanía global,
más allá de las restricciones del Estado-Nación, de la interdependencia económica,
política, social y cultural a la que se ven restringidos los pueblos, sobre todo, aquellos que
aún son subyugados por la lógica de la racionalidad moderno-instrumental
14
.
A la luz de esto, surge el interés por una educación axiológica para la ciudadanía global,
como desafío para el nuevo milenio. Entre las propuestas globales que se articulan a un
proyecto de promoción en valores, encontramos: Educación para la Ciudadanía Mundial
(ECM) de la UNESCO, la cual está pensada para fomentar la reflexión acerca de los retos
planetarios, buscando, a su vez, una actitud proactiva, que conduzca a la resolución de
conflictos, promoviendo un entorno más tolerante, seguro y proyectado hacia el desarrollo
sostenible. Se trata de articular los esfuerzos que se tienen en materia educativa, dando
lugar a estrategias que permitan la formación en valores, la promoción de la cultura y la
construcción de una ciudadanía consciente de los problemas humanos
15
.
La Educación para Ciudadanía Mundial, tiene como finalidad la construcción de la
cultura de paz, la promoción de los derechos humanos, así como el alcance de los objetivos
13
Cfr. ALVARADO, José. “Pensar la educación en clave decolonial”. Revista de Filosofía, N° 81, 2015.
14
Cfr. ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA
(UNESCO). “Educación para la ciudadanía mundial. Temas y objetivos de aprendizaje”. Documento
disponible en: http://www.iin.oea.org/pdf-iin/RH/docs-
interes/2019/Resumen_Educacion_para_la_Ciudadania_UNESCO.pdf
15
Cfr. ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA
(UNESCO). “Educación para la ciudadanía mundial”. Documento disponible en:
https://es.unesco.org/themes/ecm
Martelo, R., Marrugo, Y., Franco, D. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 602 -612 608
propuestos para el desarrollo sostenible en el año 2030. Va más allá de la dimensión
instrumental de la educación, al constituirse en difusora del pensamiento crítico,
convirtiéndose en un instrumento para la prevención de la violencia, el genocidio y la
difusión de la interculturalidad, la cultura del respeto y la tolerancia
16
Aspira a ser un elemento de transformación de la realidad social, inculcando una serie
de valores para contribuir en la formación de un mundo más inclusivo, adoptando un
enfoque diferente, ampliando la metodología educativa tradicional, fomentando el
accionar práctico de los derechos humanos, teniendo como norte el alcance de objetivos
comunes para la humanidad. Para lograr esto, la Educación para la Ciudadanía Mundial
debe aplicar un enfoque educativo diferente, que va desde la infancia hasta la vida adulta,
trascendiendo los mecanismos tradicionales, innovando en la enseñanza y dando lugar al
encuentro del ser humano con la alteridad, con la naturaleza y consigo mismo
17
.
Entre las metas planteadas por la UNESCO
18
para la consecución de la ciudadanía
mundial, la formación ciudadana debe llevar al educando a demostrar competencia en los
siguientes aspectos:
Reconocer las estructuras de gobierno, los derechos, deberes y responsabilidades
que existen a nivel local y global.
Comprender la diversidad cultural, lingüística, religiosa, de género, a la vez que
puede asumir los aspectos comunes que hacen a todos seres humanos.
Demostrar destreza en el pensamiento crítico, en la resolución de problemas, en la
negociación, en la responsabilidad social, así como en el manejo adecuado de
diversas tecnologías de la información.
Valorar de las diversas percepciones acerca de la sociedad y de la justicia social.
Manifestar valores como el respeto, la tolerancia y la empatía hacia a la alteridad, el
medio ambiente y la diversidad.
Reconocer el valor de la justicia social, señalando, críticamente, las desigualdades
basadas en aspectos socioeconómicos, religiosos, culturales, de género, entre otros.
Los planteamientos de la UNESCO conducen a la construcción de una sociedad basada
en la justicia social, en la igualdad entre hombres y mujeres, permitiendo el paso hacia la
cultura de no discriminación. Respalda el trato igualitario, mediante el fomento de valores
que lleven al respeto, la tolerancia y a superar actitudes nocivas que alientan la
discriminación y diversos estereotipos sociales.
III. Educar para la ciudadanía intercultural
Educar para la ciudadanía intercultural ha sido un tema pendiente para los países
latinoamericanos. En efecto, los esfuerzos han estado concentrados en dar prioridad al
16
Cfr. Ibíd.
17
Cfr. ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA
(UNESCO). “Educación para la ciudadanía mundial. Temas y objetivos de aprendizaje”. Op. Cit.
18
Cfr. Ibíd.
Martelo, R., Marrugo, Y., Franco, D. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 602 -612 609
desarrollo de planes para la educación en ciudadanía global, desatendiendo a poblaciones
periféricas, excluidos y marginados por la racionalidad moderno instrumental. América
Latina goza de una gran riqueza cultural, de diversas étnicas, lenguas y creencias, que
luchan por mantener vivas sus formas de vida. Este contexto lleva a valorar la importancia
de la educación para el ejercicio de una ciudadanía intercultural; proyecto que trasciende
las limitaciones y el racismo epistémico existente en la educación intercultural bilingüe, al
dimensionar esta propuesta desde lo político, desde la diversidad de los grupos y pueblos
que integran diversas latitudes de la región.
En efecto, el avance de la globalización atenta contra el sentido de pertenencia de los
pueblos; por ende, es necesario promover valores interculturales, entendidos como usos y
costumbres que definen la pluralidad ciudadana. Se trata de ir más allá de las asimetrías
sociales y de pugnas por el poder político, permitiendo el fortalecimiento identidades e
imaginarios distintos a los propuestos por la civilización occidental. Esto es posible de
lograr a través de una educación intercultural, con una proyección hacia una sociedad justa
e inclusiva, con profundo arraigo a la identidad cultural, en la libertad ciudadana y en el
sentimiento de pertenencia. No obstante, el mundo moderno ha configurado una
racionalidad blanco occidental, que desplaza todo saber diferente.
Para Cortina, es papel del Estado hacer visible las identidades divergentes, con la
finalidad de promover la convivencia pacífica entre diversos grupos culturales.
Evidentemente, el diálogo intercultural lleva a la comprensión profunda de los intereses de
cada cultura, dando material para suscitar una sociedad más justa
19
. Se trata de hacer
patente el derecho colectivo de los pueblos, impulsando políticas públicas que lleven a la
resolución de las necesidades reales de los diversos grupos autóctonos de la región.
A nivel educativo, se debe promover la ciudadanía intercultural, entendida como el
ejercicio de la pluralidad cultural; es decir, un ejercicio democrático de reconocimiento
igualitario de los derechos y deberes políticos de los habitantes que tienen en común un
territorio de residencia. Esto sin perder de vista que educar para la ciudadanía
intercultural, engloba procesos que deben ser contextualizados. Expresado en otros
términos, la educación intercultural no sólo debe responder a las necesidades de
poblaciones con presencia de habitantes autóctonos; por el contrario, debe constituirse en
una realidad y parte de todo proceso educativo, independiente de la geolocalización,
permitiendo así la revitalización de la heterogeneidad cultural, haciendo patente la lucha
contra la homogenización cultural, propia de la globalización
20
.
Para Cornejo
21
, formar para una ciudadanía intercultural remite a tres funciones que
debe cumplir el acto educativo:
19
Cfr. CORTINA, Adela. Ciudadanos del Mundo. Hacia una teoría de la ciudadanía. Editorial Alianza,
Madrid, 1999.
20
Cfr. CORNEJO ESPEJO, Juan. “Educación, interculturalidad y ciudadanía”. Educar em Revista, 43,
2012.
21
Cfr. Ibíd.
Martelo, R., Marrugo, Y., Franco, D. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 602 -612 610
Función transformadora: aquella que promueve la igualdad ciudadana,
independientemente del origen étnico, nacional o la condición legal del residente en
un país.
Función de control de procesos: se refiere a la retroalimentación que debe
darse en el acto educativo, además de prever las posibles desviaciones que pueden
producirse en la enseñanza. Permite el trabajo mancomunado, sistemático y la
educación en valores, así como el fortalecimiento del pensamiento crítico.
Función prospectiva de los objetivos: implica que formar para una ciudadanía
intercultural lleva a un choque con las realidades y creencias preestablecidas,
abriendo campo hacia la construcción de diversas realidades, fuera de la
cosificación e instrumentalización promovida por la racionalidad moderna.
No se trata solamente de indicar la diferencia étnica o racial, sino de promover un
proyecto epistémico otro, que demuestre el grado de compromiso de educar en valores
interculturales, respetando la diversidad humana. Permite conocer la dimensión
heterogénea del saber, aproximándonos a un concepto más amplio de cultura, lo que
garantiza el cumplimiento de objetivos cónsonos con la realidad social. Para ello es
necesario contextualizar la realidad, definir los marcos de acción epistémica, política y
ontológica, desenmascarando la cara oculta de la modernidad: el colonialismo. Educar
para una ciudadanía intercultural, no se refiere exclusivamente al ámbito académico, se
tiende a la promoción del pensamiento crítico e inclusivo, el cual debe ejercitarse en el día
a día y en todo espacio social. Es un reconocimiento a la diversidad humana, a la riqueza
cultural y a las relaciones ontológicas existentes entre individuos de diversos entornos
culturales
22
.
IV. Educar para el desarrollo sostenible
La pandemia COVID-19, ha generado una crisis en todos los ámbitos. En lo
concerniente a la educación, ha dado lugar al cierre masivo de actividades presenciales en
instituciones educativas, afectando el derecho a la educación, incidiendo negativamente
sobre la región latinoamericana, al aumentar las disparidades sociales. La crisis tiene
efectos adversos sobre la población, en particular sobre las zonas más vulnerables, lo cual
deja en evidencia la desigualdad de oportunidades de estudio, el nulo acceso de estudiantes
a la educación en línea, el poco acceso de comunidades indígenas a la educación, entre
otros aspectos.
En este escenario, educar para la ciudadanía global e intercultural es un asunto
prioritario, pero también lo es señalar los patrones de marginación y opresión social
existente en las regiones periféricas. No se trata de dar lugar a un estado global totalitario,
sino reconocer la igualdad de todos como humanos, a la vez que las diferencias, la
alteridad, forma parte de la vida diaria. La formación ciudadana debe reconfigurar los
espacios del saber, servir como un instrumento para la descolonización epistémica, para el
22
Cfr. Ibíd.
Martelo, R., Marrugo, Y., Franco, D. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 602 -612 611
progreso del desarrollo sostenible y del bienestar social, comunitario y ambiental.
Evidentemente, la transmisión de valores en la educación debe ser un compromiso
político, epistémico y ontológico, en el cual intervienen las altas esferas gubernamentales,
la academia, pero, prioritariamente, las comunidades
23
.
Son los sujetos reales, victimizados y excluidos por los patrones hegemónicos de la
globalización, los que reclaman equidad, inclusión, justicia, sin los cuales no podemos
hablar de ciudadanía global, diálogo intercultural ni de desarrollo sostenible. Superar las
disparidades sociales, las desigualdades, el racismo, la marginación, la exclusión, la
misoginia, son metas fundamentales en las cuales se deben trabajar. La educación
ciudadana que planteamos, está ligada a la Agenda para el desarrollo sostenible del año
2030. Es un trabajo inacabado, pero proyectado a corto plazo, que tiene como
destinatarios los grupos de oprimidos, marginalizados y victimizados por los sistemas
políticos corrompidos de la región
24
.
La Agenda 2030 para el desarrollo sostenible
25
está sustentada en 17 objetivos
comunes, los cuales deben servir de orientación para trazar la nueva perspectiva de la
educación ciudadana:
1. Erradicar la pobreza en el mundo
2. Poner fin al hambre, así como promover la seguridad alimentaria y la
agricultura sostenible
3. Garantizar el acceso a la salud
4. Garantizar el acceso a la educación inclusiva y equitativa
5. Alcanzar la igualdad de géneros y el empoderamiento de mujeres y niñas
6. Garantizar el acceso al agua potable
7. Asegurar el acceso a energías sostenibles
8. Fomentar el crecimiento económico y el empleo a través de un modelo
sostenible e inclusivo
9. Promover la industrialización, la innovación y las infraestructuras resilientes
10. Reducir las desigualdades entre los países
11. Promover ciudades seguras, inclusivas y sostenibles
12. Garantizar el consumo de productos sostenibles
13. Frenar el avance del cambio climático
14. Conservar y utilizar de forma sostenible los océanos, mares y demás recursos
marinos
15. Restaurar el ecosistema, combatir la desertificación, detener la degradación
de los suelos y frenar la pérdida de la diversidad biológica
16. Promover sociedades pacificas, permitiendo el acceso equitativo a la justicia
23
Cfr. COMISIÓN ECONÓMICA PARA AMÉRICA LATINA (CEPAL); ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES
UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA (UNESCO). “La educación en tiempos de
pandemia COVID-19”. Documento disponible en:
https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45904/1/S2000510_es.pdf
24
Cfr. Ibíd.
25
Cfr. ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS (ONU). “Transformar nuestro mundo: La Agenda
2030 para el Desarrollo Sostenible”. Documento disponible en:
https://www.cooperacionespanola.es/sites/default/files/agenda_2030_desarrollo_sostenible_cooperacion
_espanola_12_ago_2015_es.pdf
Martelo, R., Marrugo, Y., Franco, D. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 602 -612 612
17. Fortalecer las alianzas para lograr el desarrollo sostenible.
Los objetivos para el desarrollo sostenible incorporan una serie de necesidades
reales que afectan a la humanidad en general. Ante esta realidad, es requerido adecuar la
formación ciudadana hacia un accionar pedagógico sensible, hacia la comprensión de la
ética ecológica, de la diversidad lingüística e intercultural, de género, religiosa, hacia la
comprensión del otro marginado y excluido en la realidad social, a la protección del
medioambiente, de los mares y de la diversidad biológica, al reconocimiento de la política y
la educación como medios necesarios para las alianzas estratégicas y la cooperación
internacional a futuro.
Sin acceso a la educación, sin superar los contextos de marginación social, la
hambruna, el deterioro medioambiental, no se puede hablar de una educación para la
ciudadanía global y menos del desarrollo en términos de sostenibilidad. La educación se
convierte en factor determinante para la formación del pensamiento crítico y para la
ruptura con modelos depredadores y consumistas del medioambiente y de la humanidad.
En síntesis, la educación ciudadana, vica o moral, debe ser cónsona con la dignidad
humana, con la promoción de la interculturalidad y el respeto hacia el medio ambiente.
Debe ser un compromiso educativo, político, epistémico y ontológico otro, que procura la
construcción de un mundo mejor, donde el antropocentrismo y la depredación del
capitalismo, son superados por una visión más humana, inclusiva e incluyente.
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REVISTA DE
FILOSOFÍA
Esta revista fue editada en formato digital y publicada
en octubre de 2021, por el Fondo Editorial Serbiluz,
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
Nº 99-3