Universidad del Zulia
Facultad de Humanidades y Educación
Centro de Estudios Filosócos
“Adolfo García Díaz”
Maracaibo - Venezuela
Esta publicación cientíca en formato digital
es continuidad de la revista impresa
Depósito legal pp 197402ZU34 / ISSN 0798-1171
Dep. Legal ppi 201502ZU4649
99
2021-3
Septiembre-Diciembre
I. ÉTICA, GLOBALIDAD CRÍTICA Y BIENESTAR HUMANO
II. DIMENSIÓN EPISTÉMICA Y DESARROLLOS CULTURALES
III. LA EDUCACIÓN EN CONTEXTO INTERCULTURAL Y
DECOLONIAL
IV. REPENSAR LA EDUCACIÓN SUPERIOR: TEORÍAS Y
PRÁCTICAS
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Revista de Filosofía
Vol. 38, N°99, (Sep-Dic) 2021-3, pp. 81-97
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
ISSN: 0798-1171 / e-ISSN: 2477-9598
Las éticas centradas en el sufrimiento y sus implicaciones para el
cuestionamiento del uso de los animales
Suffering-Focused Ethics and their Implications for the Critique of the Use
of Animals
Mateo Rozas
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8161-188X
Universidad de Santiago de Compostela - España
Ángeles Cancino Rodezno
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4034-7589
Universidad Nacional Autónoma de México
Oscar Horta
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1001-9632
Universidad de Santiago de Compostela - España
Resumen
En este artículo se explica en qué consisten las éticas centradas en el sufrimiento, presenta
algunas de las principales razones a su favor y expone cuáles son sus implicaciones con
respecto a la consideración moral de los animales. Se argumenta que conforme a estas
éticas los usos como recursos de los animales lesivos para estos deberán ser rechazados. A
continuación, se examinan las posiciones que aceptan el uso de los animales siempre que
este tenga lugar reduciendo los daños infligidos a estos. Se presentarán una serie de
razones por las que tales posiciones resultan cuestionables y por las que van a entrar en
conflicto con las implicaciones de las éticas centradas en el sufrimiento.
Palabras clave: antropocentrismo; éticas centradas en el sufrimiento; especismo;
bienestar animal; sufrimiento.
Abstract
This paper explains what suffering-focused ethics are, and presents some of the main
reasons in their support. It then discusses their implications for the moral consideration of
Este trabajo está depositado en Zenodo:
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.5639795
Rozas, M., Cancino, A., Horta, O. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 81-97 82
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animals. The paper argues that under according to these views, the harmful use as
resources of animals should be rejected. It then examines those positions that accept the
use of animals as long as it takes place in ways that reduce the harm inflicted by them. The
paper presents several reasons why such positions can be challenged and why they conflict
with what suffering-focused ethics imply.
Keywords: anthropocentrism; suffering-focused ethics; speciesism; animal welfare;
suffering.
1. Introducción
El término “éticas centradas en el sufrimiento” se ha empleado para nombrar de
manera general a todas aquellas posiciones en ética, por dispares que sean entre sí, que
aceptan que impedir el sufrimiento tiene mayor importancia que promover otros valores o
evitar otros desvalores (Mayerfeld 1999; Leighton 2011; Ryder 2015; Mathison 2018; Gloor
2019 [2016]; Vinding 2020; véase también Tranöy 1967; Hurka 2010). Tradicionalmente
estas han recibido una atención relativamente escasa, pero en épocas recientes están
siendo objeto de un interés cada vez mayor.
Un ámbito en el que estas posiciones pueden tener consecuencias importantes es el
de la consideración moral de los animales.
1
Ello se debe a que en nuestra relación con ellos
los seres humanos les infligimos cantidades notables de sufrimiento para la satisfacción de
algunos de nuestros intereses. Esto sucede en particular en el caso de su empleo para la
obtención de productos y servicios de origen animal. Las éticas centradas en el sufrimiento
nos proporcionarán una base para cuestionar tal utilización, que puede ser más
significativa que la aportada por aquellas posiciones que ponderan del mismo modo
valores positivos como el disfrute y desvalores como el sufrimiento, tal y como sucede en el
caso del utilitarismo clásico.
Ahora bien, podría pensarse que estas éticas solamente ofrecerían una protección
parcial a los animales no humanos, e incluso que podrían considerar justificado el uso de
estos en formas dañinas, si su sufrimiento se ve reducido en ciertas maneras. En este
artículo argumentamos contra esta conclusión, indicando que desde el punto de vista de
las éticas centradas en el sufrimiento tendremos razones para cuestionar toda práctica que
1
Esta ha sido defendida anteriormente desde múltiples posiciones normativas, incluyendo posiciones
utilitaristas (Singer 1980; Matheny 2006); igualitaristas (Horta 2010; Faria 2016 [2014); suficientistas y
prioritaristas (Crisp 2003; Holtug 2007) neokantianas (Franklin 2005, Korsgaard 2020), contractualistas
(VanDeVeer 1979; Rowlands 2009 [1998]), deontológicas de otro tipo (Regan 1983, Pluhar 1995); de la
virtud (Hursthouse 2000, Nobis 2002); de las capacidades (Nussbaum 2006; Torres 2009); del cuidado
(Adams & Donovan 2007; Velasco Sesma 2017); pluralistas (Clark 1977; Sapontzis 1987) y apelando a la no
maleficencia; Singer (2011 [1975]); véase también Dorado 2010.
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aumente nuestro disfrute a costa de incrementar el sufrimiento de los individuos
utilizados.
Para ello, el apartado 2 expondrá en qué consisten las éticas centradas en el
sufrimiento, presentando algunas razones a su favor. El apartado 3 explicará qué
diferentes tipos de ética centradas en el sufrimiento puede haber. Expuesto esto, el
apartado 4 presentará las razones para cuestionar el antropocentrismo, que compartirán
las éticas centradas en el sufrimiento. El apartado 5 pasará entonces a exponer las
posiciones que aceptan los usos lesivos de los animales siempre y cuando se lleven a cabo
reduciendo aquellos daños causados que no sean inherentes a dicho uso. El apartado 6
argumentará que estas posiciones no pueden ser evaluadas como justificadas por las éticas
centradas en el sufrimiento, dado que aceptan que tengan lugar formas muy notables de
sufrimiento animal cuando el empleo de estos lo requiera. El apartado 7 argumentará que
este tipo de posiciones favorables al uso de los animales bajo ciertas condiciones no puede
ser realmente fundamentado apelando, como se hace comúnmente, al concepto de
bienestar. El apartado 8 defenderá que, incluso si aceptamos un punto de vista
antropocéntrico, en la medida en que demos consideración moral a los animales, sus usos
como recursos dañinos para ellos pueden ser rechazados. Asimismo, apuntará que esto es
así particularmente en el caso de las éticas centradas en el sufrimiento. Por último, el
apartado 9 expondrá algunas conclusiones que se seguirán de lo expuesto anteriormente.
2. Qué defienden las éticas centradas en el sufrimiento
Consideremos los siguientes experimentos mentales:
Comparación intrapersonal entre sufrimiento y placer. Supongamos que fuésemos a
pasar un cierto período de tiempo (por ejemplo, un mes) padeciendo el sufrimiento
más extremo posible (como el causado por la peor tortura que podamos concebir), así
como un período de tiempo de idéntica duración experimentando el placer más leve
posible (como el causado por un olor ligeramente agradable aunque casi
imperceptible). Supongamos ahora que nos dan a elegir entre dos opciones en las que
nuestra situación podría mejorar. La primera afecta al disfrute; la segunda, al
sufrimiento.
Conforme a la primera opción, padeceríamos el sufrimiento extremo, pero
mejoraríamos la calidad del disfrute. En lugar de experimentar el disfrute más
reducido posible, experimentaríamos el placer más extremo posible (por ejemplo, el
placer equivalente a la sensación de máxima felicidad que pueden causar algunas
drogas).
Conforme a la segunda opción, experimentaríamos el disfrute más leve posible,
pero no experimentaríamos el sufrimiento extremo. En su lugar, experimentaríamos
durante un mes un sufrimiento mínimo. De hecho, experimentaríamos el sufrimiento
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más reducido posible (por ejemplo, la sensación causada por un olor igual de tenue
que el anterior pero ligeramente desagradable).
Comparación interpersonal entre sufrimiento y placer. Pensemos en un caso en el
que pudiésemos actuar de dos formas posibles:
En primer lugar, podríamos causar un sufrimiento muy considerable a una
persona desconocida a la vez que ocasionamos un disfrute de idéntica magnitud a otra
persona igualmente desconocida.
En segundo lugar, podríamos no hacer nada, de manera que esas dos personas no
serían afectadas de ningún modo por nuestras acciones.
¿Cuál de las dos opciones presentadas en cada caso sería mejor, o más correcto, elegir?
Mucha gente considera que en ambos casos la segunda opción sería preferible. Esto supone
que, tanto cuando consideran sus propios intereses como cuando consideran los intereses
del resto entienden que la importancia de evitar o mermar el sufrimiento es mayor que la
de promover o aumentar el disfrute.
Hay otros motivos en favor de esta conclusión. Por ejemplo, muchas personas, tras
sufrir tortura extrema, han renunciado a todo aquello que consideraban importante en su
vida, confesando cosas que de lo contrario mantendría ocultas. Han comprometido con su
testimonio, muy a su pesar, a causas en las que se encontraban profundamente vinculadas,
a seres queridos o a mismas. Sin embargo, no habrían hecho esto en modo alguno a
cambio de poder disfrutar cualquier clase de placer extremo. Podría parecer que hay gente
que que hace cosas semejantes a estas a cambio de recibir un gran disfrute. Por ejemplo,
cabría pensar que ello sucedería en el caso de aquellas personas con adicción a la heroína,
pues pueden llegar a hacer cosas tales como robar, o incluso dañar, a sus seres queridos
para conseguir una dosis. Sin embargo, parece que el motivo por el que estas personas
actúan de tal modo no es el anhelo del disfrute, sino el notable sufrimiento ocasionado por
la abstinencia. Si ello es así, quiere decir que las cualidades negativas del sufrimiento nos
afectan de forma más significativa que las cualidades positivas del disfrute (Baumeister et
al. 2001).
2
Ello implicaría que, permaneciendo todo lo demás igual, el desvalor del
sufrimiento es mayor que el valor del disfrute.
Si aceptamos esta conclusión, estaremos de acuerdo con aquello que define a las
éticas centradas en el sufrimiento. Estas posiciones en ética descansan en la idea de que el
sufrimiento es algo especialmente negativo y de particular importancia. Por ello, dan
prioridad a la reducción del sufrimiento por encima de la promoción de otros posibles
2
Asimismo, puede por otra parte argumentarse que las cosas negativas tienen una tendencia a prevalecer
mayor que las positivas. Esta no sería una consideración normativa, sino fáctica, pero sugeriría que los
efectos de aceptar una posición centrada en el sufrimiento podrían ser especialmente beneficiosos (Rozin &
Royzman 2001).
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valores positivos o negativos, o incluso en ocasiones niegan la importancia de estos
últimos.
3. Distintos tipos de éticas centradas en el sufrimiento
Dentro de las éticas entradas en el sufrimiento podemos encontrar posiciones muy
variadas. Algunas de éstas pueden defender que lo único que importa en realidad es evitar
el sufrimiento (Benatar 2006). Otras no concuerdan necesariamente con esta idea, y, en su
lugar, aceptan que existen otras cosas desvaliosas y valiosas diferentes del sufrimiento
(Arrhenius & Bykvist 1995). Aún así, estas posiciones sostienen que la reducción del
sufrimiento es más importante que la de otras cosas negativas o que la promoción de cosas
positivas. Asimismo, algunas posiciones tienen en cuenta de manera especial el
sufrimiento extremo (Mayerfeld 1999), asignando un valor extra (que puede ser absoluto o
simplemente mucho más significativo) a su prevención. Otras, en cambio, dan a cada
sufrimiento un peso proporcional a su intensidad y duración sin atribuir prioridad extra a
los sufrimientos más extremos, más allá del peso que tengan por su magnitud (Mathison
2018).
Por lo común, las éticas centradas en el sufrimiento atribuyen desvalor a la
experiencia del sufrimiento. No obstante, existen también posiciones antifrustracionistas
que podrían ser encuadradas dentro de estas (Fehige 1998). Tales posiciones sostienen que
es negativo tener deseos frustrados, mientras que no es positivo sino neutral que estos se
satisfagan (ello sería equivalente a no haberlos tenido nunca). Desde estas posiciones
puede sostenerse que cuando tenemos una experiencia de sufrimiento lo que sucede es que
desarrollamos un deseo de que esta finalice, que se verá frustrado mientras no la dejemos
de padecer.
Junto a estas distinciones relativas a la consideración que las éticas centradas en el
sufrimiento dan a este, hay otras diferencias sustanciales entre este tipo de posiciones.
Tales diferencias vienen dadas por los contrastes que existen entre los distintos
posicionamientos normativos desde los que podríamos defender una ética centrada en el
sufrimiento. Estos posicionamientos son muy diversos y cubren una parte muy importante
de los paradigmas actualmente aceptados en ética. Así, las éticas centradas en el
sufrimiento de carácter consecuencialista simplemente parten de considerar que el
sufrimiento tiene mayor magnitud que el valor positivo (Walker 1974). Estas posiciones
han sido en ocasiones defendidas en la literatura filosófica con el nombre de
“consecuencialismo negativo” (si bien este término podría denotar también a otras
posturas consecuencialistas centradas en otros desvalores además del sufrimiento). A su
vez, mucha gente acepta la idea de que hay restricciones deontológicas contra provocar o
permitir que alguien sufra, y que estas tienen prioridad sobre cualquier norma que
prescriba aumentar el disfrute (Mayerfeld 1999). Asimismo, tiene perfecto sentido pensar
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que, para alguien con un carácter moral adecuado, las virtudes dirigidas a evitar el
sufrimiento de otros sujetos tendrían una relevancia mucho mayor que la disposición a
promover su placer. Y algo así sucede de manera incluso más significativa en el caso de las
éticas del cuidado, para las que ayudar a quienes están sufriendo sería algo especialmente
prioritario (Adams 1996).
Por último, en el plano distributivo estas posiciones son compatibles con
planteamientos muy diversos. Cabe defenderlas, por ejemplo, desde posturas que presten
especial atención a quienes se encuentran en la peor situación.
3
Podemos sostener, así, una
posición igualitarista conforme a la cual busquemos reducir las desigualdades existentes
entre distintos individuos, a la vez que damos más importancia a la reducción del
sufrimiento que a la promoción del placer. Y podemos también defender una concepción
semejante desde una postura prioritarista o suficientista. Pero también podríamos
defender una ética de este tipo de carácter utilitarista, o en combinación con otras
concepciones normativas dispares, como las perfeccionistas o las libertarias.
4
De este modo, diferentes éticas centradas en el sufrimiento pueden implicar
corolarios muy distintos. No obstante, como veremos a continuación, todas ellas nos
permiten llegar a una conclusión semejante en lo que respecta a la cuestión de la
consideración moral de los animales.
4. El cuestionamiento del antropocentrismo
Las actitudes de desconsideración hacia los animales no humanos, aceptadas sin
cuestionamiento hasta épocas recientes, han sido objeto de una profunda revaluación en la
filosofía moral contemporánea. Quienes han cuestionado dichas actitudes han sostenido
que constituyen un ejemplo de especismo. El término “especismo” se ha empleado para
nombrar la discriminación (esto es, la consideración o trato desventajoso injustificado)
hacia aquellos individuos que no pertenecen a una cierta especie o conjunto de especies
(Horta & Albersmeier 2020). La forma más común de especismo sería la antropocéntrica.
Según esta, la consideración moral debida a los animales que no pertenecen al género
Homo o, más en concreto, a la especie Homo sapiens, sería menor que la debida a los que
sí pertenecen a estos grupos.
Por su parte, la idea de que la consideración desfavorable hacia los animales no
humanos se encuentra justificada, de modo que no constituye una forma de especismo, ha
sido defendida de distintas maneras. En ocasiones, esto se lleva a cabo de manera
definicional, sin entrar a examinar los argumentos a favor y en contra del
3
Estas serían las posiciones que sostendríamos en nuestro caso, si bien en este artículo no entraremos a
defender dichas perspectivas frente a otras.
4
Comúnmente, todas estas posiciones valoran la reducción agregada de la suma total de sufrimiento, si bien
también se ha defendido la reducción de la media del sufrimiento existente (véase Chao 2012).
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antropocentrismo, y asumiendo simplemente que este es correcto (Lynch & Wells 1998;
Williams 2011 [2006]; Hui 2014). Tal posición puede ser rechazada, ya que no existe un
consenso a su favor. En la medida en que esto es así, quienes no estén de acuerdo con ella
no van a tener ningún motivo para aceptarla, dado que quienes la sostienen no apelan a
ningún tipo de razón ulterior que la justifique, asumiéndola simplemente por defecto. Ante
esto, a menudo se argumenta que los animales no humanos no poseen ciertos atributos
que, se sostiene, serían moralmente relevantes. En ciertos casos se mantiene que dichos
atributos serían ciertas capacidades singulares. Esto sucede cuando se apunta que no
poseen ciertas facultades intelectuales, u otras relacionadas con estas, como la capacidad
de tener un lenguaje (Frey 1980; Leahy 1991). En otras ocasiones, los atributos a los que se
apela consisten en ciertas relaciones especiales. Esto ocurre cuando se afirma que no
tenemos una relación de simpatía o solidaridad con los animales no humanos (Midgley
1993; Petrinovich 1999). En contraste, se asume que todos estos criterios que estarían
presentes en el caso de los seres humanos. Ello justificaría, así, que se a estos una
consideración moral mayor, o que no se ninguna consideración moral a los demás
animales.
Se han presentado diferentes argumentos contra estas defensas del antropocentrismo
(Pluhar 1995; Bernstein 2015). El argumento de la superposición de especies se basa en el
hecho de que no todos los seres humanos cumplen con los criterios para la
considerabilidad moral arriba indicados. A su vez, conforme al que podemos llamar
argumento de la imparcialidad, deberíamos rechazar el antropocentrismo porque así lo
haríamos si procediésemos de forma no interesada. Según el argumento, si
reflexionásemos con honestidad sobre los principios normativos que deberíamos aceptar
en condiciones imparciales, no aceptaríamos los criterios arriba indicados (Rowlands 2009
[1998]). A fin de cuentas, si supiésemos que en el futuro vamos a perder nuestras
capacidades y relaciones actuales, seguiríamos queriendo que nuestros intereses fuesen
respetados. Por otra parte, el argumento de la relevancia indica que ninguno de los
criterios previamente mencionados es moralmente relevante (Bernstein 1998). Esto se
seguiría si aceptamos que la capacidad de tener experiencias es la que constituye el criterio
relevante para la consideración moral. Tal posición será la que aceptaremos también si
consideramos lo que defienden las éticas centradas en el sufrimiento (solo que
entenderemos que las experiencias negativas en concreto son más importantes que las
positivas).
Por supuesto, sería perfectamente concebible una concepción antropocéntrica que
defendiese que solo importa el sufrimiento de los seres humanos, o que el sufrimiento de
los seres humanos es más importante que el que padecen otros seres. Pero esa no sería
propiamente una ética centrada en el sufrimiento. El motivo de esto no consiste
simplemente en que tal posición sería una ética centrada únicamente en ciertos tipos de
sufrimiento, sino también, sobre todo, en que descansaría en una concepción del desvalor
distinta de la de las perspectivas centradas en el sufrimiento. Hemos visto que estas
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descasan en la idea de que la naturaleza del sufrimiento hace de este algo especialmente
negativo y de particular importancia. Ello implica que, conforme a estas posiciones,
tendremos razones para tratar de evitar todas las instancias de sufrimiento, y no
únicamente el padecido por algunos individuos. En consecuencia, las éticas centradas en el
sufrimiento resultan incompatibles con una posición antropocéntrica.
Todo esto tiene consecuencias importantes relativas a la legitimidad de las prácticas
humanas perjudiciales para los animales, como su explotación como recursos. Si el
antropocentrismo está injustificado, parece que no vamos a poder aceptar aquellas
prácticas que causen a los animales no humanos daños (incluido el sufrimiento) que
resultarían inaceptables si sus víctimas fuesen seres humanos.
5. La aceptación del uso de los animales no humanos apelando al concepto del
bienestar
Las actitudes mantenidas comúnmente hacia los animales no humanos tienen
consecuencias muy importantes para estos, que consisten fundamentalmente en su uso
sistemático como recursos para la obtención de productos y servicios de origen animal
(Singer 2011 [1975]), así como en la desconsideración de los intereses de los demás
animales, incluidos aquellos que viven en el mundo silvestre (Ética Animal 2020). En
concreto, el uso de los animales les causa daños muy notables a cada uno de ellos, que
además en conjunto son de enorme magnitud debido a las cifras de animales afectados se
ha estimado que entre uno y más de dos billones de vertebrados y entre uno y diez billones
de invertebrados serían matados para su uso directo anualmente (FAO 2017; Fishcount
2019a; 2019b; Rowe 2020).
Las posiciones que niegan que los animales no humanos deban recibir cualquier clase
de consideración moral concluyen que resulta legítimo emplear a estos de cualquier modo
que nos plazca, sin restricción alguna más allá del modo en que ello afecte a los seres
humanos. No obstante, estas posiciones han recibido un apoyo escaso entre quienes han
examinado la cuestión (para excepciones véase (Narveson 1977; Carruthers 1995 [1992]).
Normalmente, quienes defienden el uso de los animales lo hacen de forma distinta:
indicando que este debería realizarse de maneras no excesivamente dañinas para los
animales. La posición subyacente parece que sería la combinación de dos ideas: está
justificado usar en nuestro beneficio animales no humanos, pero estos son pese a todo
moralmente considerables.
En la literatura en ética animal y estudios animales, esta postura ha recibido el
nombre de “perspectiva del bienestar animal” (veremos más adelante por qué esta
terminología no es muy adecuada), y ha sido definida como la posición que acepta el uso
de los animales no humanos siempre y cuando el sufrimiento de estos sea minimizado
(Francione 1995; 1996; Dunayer 2004). Siendo esto así, podríamos pensar que quizás las
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éticas centradas en el sufrimiento no tendrían nada que objetar a tal posición, o incluso la
implicarían. Veremos a continuación que esto, sin embargo, no es así, y que tales éticas
llevan a rechazar tal posición.
6. La distinción entre daños inherentes y no inherentes al uso de los animales
Para examinar esta cuestión podemos comenzar cuestionando la supuesta
adecuación de la definición que hemos visto de la posición que acepta con restricciones el
uso de animales. Un primer problema consiste en que quienes defienden tal posición no
tienen por qué aceptar la minimización del sufrimiento de los animales. Esto se debe a que
tal sufrimiento muchas veces es inherente al uso de animales. Ello sucede, por ejemplo, en
el caso de la producción de leche (que necesariamente causa sufrimiento a los animales
implicados, ya que conlleva la separación de vacas y terneros) o en el de su empleo como
fuerza de trabajo (por ejemplo, tirando de carros). De este modo, la posición
antropocéntrica mayoritaria a favor del uso de animales no puede ser descrita
adecuadamente indicando que pone como condición para la justificabilidad de tal uso la
reducción del sufrimiento de los animales (pues la única forma de evitar el sufrimiento que
este causa consistiría en eliminarlo).
A su vez, un segundo problema consiste en que los daños que se busca minimizar no
tienen por qué consistir en el sufrimiento de los animales. Esto sucede, por ejemplo,
cuando se busca evitar que este mate a los animales. Por ejemplo, puede defenderse que
los animales empleados en procedimientos dolorosos en laboratorios puedan, al finalizar
estos, poder vivir en paz el resto de sus vidas, en lugar de ser marcados como se hace de
forma habitual.
Una manera s adecuada de describir esta posición pasa por distinguir entre los
daños inherentes y no inherentes a un cierto uso de los animales. Los primeros serían
aquellos sin los cuales sería imposible en modo alguno que tal uso pudiese tener lugar,
mientras que los segundos serían aquellos cuya eliminación sería compatible con tal uso.
Así, la perspectiva llamada “del bienestar animal” podría caracterizarse como la idea de
que los daños que son inherentes al uso de los animales como recurso se encuentran
justificados siempre y cuando los daños no inherentes a tal uso sean minimizados. No
obstante, incluso esta descripción quizá sea demasiado restringida. Quienes defienden esta
posición pueden considerar aceptable toda una serie de formas de usar a los animales no
humanos incluso cuando impliquen dañar a estos de formas no inherentes a dicho uso. La
condición para aceptar tales daños radicaría en que estos resultasen suficientemente
difíciles de evitar.
Consideremos, por ejemplo, el caso de la captura de animales acuáticos para su
consumo como comida. Tal uso implica necesariamente la muerte de estos animales, pero,
estrictamente hablando, no implica necesariamente su sufrimiento. Sin embargo, en el
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mundo real resulta imposible capturar animales acuáticos en grandes números sin
causarles sufrimiento en el proceso. Por ello, esta posición aceptaría ocasionar a los
animales al menos una cierta cantidad de sufrimiento. Pero tendría que rechazar cualquier
sufrimiento adicional que pudiese ser evitado si evitar dicho sufrimiento fuese compatible
con la captura de un gran número de estos animales.
De este modo, una descripción más exacta de esta posición apuntaría que esta acepta
los daños padecidos por los animales no humanos durante su uso como recursos siempre y
cuando estos no puedan ser evitados de manera suficientemente sencilla en relación a su
magnitud (Curtis 1986; Dolan 1999).
A la luz de esto, podemos entender que la perspectiva llamada “del bienestar animal”
no tiene una relación necesaria con un enfoque centrado en el sufrimiento. Sin duda hay
ciertos usos de los animales, como por ejemplo los dirigidos a la obtención de productos
como pieles o carne, para los que la muerte sería un daño inherente, mientras que el
sufrimiento no. Sin embargo, en la práctica es imposible que tales usos sucedan sin hacer
que los animales sufran. En otros casos, como en el empleo de los animales en espectáculos
circenses, sucede de forma distinta. La muerte de los animales empleados en circos,
cuando ya son mayores o cuando su uso deja de ser rentable, no sería un daño inherente a
dicho uso. Pero el sufrimiento sí sería inherente a tal uso, pues para que este tenga lugar es
necesario amaestrar a los animales, y esto es imposible sin causarles grandes cantidades de
sufrimiento. De este modo, las éticas centradas en el sufrimiento tendrán razones para
rechazar esta perspectiva. Esto sucedería no solamente en el caso de aquellas que aceptan
la existencia de otros valores o desvalores además del sufrimiento. Incluso las que
solamente incluyen en sus consideraciones al sufrimiento tendrán que concluir esto, dado
que, como hemos visto, la perspectiva que acepta los daños necesarios para el uso de
animales acepta, por tanto, que se les inflija sufrimiento a estos.
7. Problemas de la apelación al concepto de bienestar para justificar el uso de
animales
Hemos indicado antes que esta posición ha sido conocida comúnmente como la
perspectiva “del bienestar animal”. A veces es también conocida como “bienestarismo”. La
idea subyacente parece que es, pues, que la minimización de los daños no imprescindibles
para el uso de animales se debe a una consideración por el bienestar de estos. Esta idea
puede ser rechazada. Para ver el motivo por el que esto es así examinaremos en qué
consiste el bienestar.
Sobre esto cabe decir, en primer lugar, que en filosofía moral se entiende por
bienestar aquello que es intrínsecamente positivo o negativo para los individuos, esto es,
para aquellas entidades diferenciadas del resto de las cosas por estar dotadas de una
perspectiva propia (Fletcher 2016; Crisp 2017 [2001]). Tener en consideración el bienestar
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de un individuo supone, por lo tanto, tener en cuenta todos aquellos factores que pueden
ser positivos o negativos para este, y no solamente algunos de ellos. Sin embargo, parece
que la posición que estamos considerando aquí únicamente tiene en consideración algunos
de los intereses de los animales.
Por otra parte, el término “bienestar animal” se emplea también para nombrar a la
llamada ciencia del bienestar animal, que se ocupa de estudiar qué cosas son dañinas o
beneficiosas para los animales, incluyéndose en esto la investigación de cuáles de ellos son
sintientes. Por este motivo, el sentido que tiene dicho término en este caso se corresponde
con el que también tiene en filosofía, y no con el de la posición que estamos examinando
aquí (Fraser 2008; Broom 2014; véase también Ng 1995). La ciencia del bienestar animal
puede ser empleada, sin duda, para estudiar mejor las maneras económicamente rentables
de explotar como recursos a los animales no humanos. Pero también puede ser utilizada
con fines contrarios, pues en misma se ocupa únicamente de examinar aquello que
pueda ser beneficioso o perjudicial para los animales.
Asimismo, se llama “bienestarismo” en filosofía a la posición que dice que las únicas
cosas valiosas son aquellas que son valiosas para los individuos, de modo que no hay nada
que pueda ser valioso si no tiene relación con los intereses de nadie (Holtug 2003; Keller
2009). De nuevo, esta posición no tiene ninguna relación con la postura relativa a los
animales que estamos examinando aquí.
Por último, el sentido coloquial que la mayoría de la gente entiende cuando hablamos
de bienestar es el expresado por los lexemas que conforman la palabra: “bien-estar”. Se
entiende que el bienestar consiste en lo que es bueno para alguien, y, en consecuencia, que
la defensa del bienestar animal es la defensa de lo que es bueno para los animales (Haynes
2008).
Ello supone, por una parte, que el uso de términos como “bienestar animal” o
“bienestarismo” para nombrar la perspectiva que estamos examinando aquí no es correcto,
y es susceptible de generar mucha confusión entre quienes lo lean u oigan (Sztybel 2006;
Raerdon 2011). Pero también tiene otra implicación más allá de la lingüística. Supone que
la apelación a lo que conocemos como bienestar no serviría para defender esta posición. En
línea con lo que hemos visto en la sección anterior, una consideración real por el bienestar
de los animales llevaría a censurar sus diferentes usos. Esto ocurriría tanto en el caso del
llamado bienestar positivo (las cosas beneficiosas en mismas para las entidades con una
perspectiva propia) como en el del bienestar negativo (las cosas dañinas en mismas para
tales entidades). De este modo, quienes acepten una ética centrada en el sufrimiento y, por
ello, se preocupen por el bienestar negativo de los animales, tendrán que ver problemático
tanto que se dañe a estos, como que se considere que eso es compatible con el respeto por
aquello en lo que propiamente constituiría su bienestar.
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8. El cuestionamiento de la justificación del uso de animales
Por otra parte, la perspectiva que acepta el uso con restricciones de los animales no es
fácil de justificar de forma clara (pese a que resulte intuitiva para mucha gente), y las éticas
centradas en el sufrimiento van a implicar su rechazo. Ya hemos visto que existen distintos
argumentos de peso contra la idea de que los intereses de los animales no humanos no
merecen plena consideración. Si concordamos con esto, parece que no vamos a poder
aceptar aquellas prácticas que causen a los animales no humanos daños (incluido el
sufrimiento) que resultaría inaceptable infligir a seres humanos. Por este motivo, una ética
centrada en el sufrimiento no puede ser compatible con la justificación de dichas prácticas.
De hecho, incluso si aceptásemos una posición antropocéntrica, pero que diese una
cierta consideración a los animales no humanos, tendríamos problemas para proporcionar
una justificación válida del uso de animales. Conforme a tal posición, habría que comparar
los beneficios que reciben los seres humanos con los daños que padecen los animales no
humanos, y asignar a estos últimos un peso menor. Pero, incluso teniendo en cuenta ese
peso desigual de los intereses de los seres humanos y los demás animales, muchos
planteamientos seguirían viendo problemática la explotación de estos últimos. Este será el
caso de toda una serie de teorías deontologistas, del carácter moral, o de las
consecuencialistas centradas en los individuos que están peor (tales como las prioritaristas
o las igualitaristas no consecuencialistas, por ejemplo). Ello se debe a la protección especial
que estas dan a quien pueda sufrir daños. Y sucederá sobre todo cuando estas teorías
consideren especialmente el sufrimiento. Además, en el caso de cualquier otra posición
ética se podrá llegar también a esta misma conclusión si se da peso extra al sufrimiento.
Pensemos, por ejemplo, en una teoría que, como el utilitarismo, compare de manera
agregada daños y beneficios, pero que, a diferencia de lo que podría ser aceptable para el
utilitarismo (Singer 1980), un peso mayor a los de los seres humanos. Supongamos que
esta teoría da alguna consideración al sufrimiento de los animales (aunque menor que la
dada al sufrimiento de los seres humanos). Aún así, esta teoría podría dar perfectamente
mayor peso al sufrimiento de los animales que al disfrute de los seres humanos. Tal
posición no sería propiamente un tipo de ética centrada en el sufrimiento (al aceptar la
idea antropocéntrica de que el sufrimiento humano cuenta más que el de otros individuos),
pero tendría consecuencias semejantes en este caso.
Lo que acabamos de ver sería también un motivo por el cual el uso de animales,
incluso cuando se intentan minimizar los daños que se les causan, no puede ser defendido
apelando a una posición que a los animales no humanos una cierta consideración moral
pero menor que la dada los seres humanos. Pero hay también otra razón por la que esto es
así. Supongamos que consideramos que los intereses de los animales no humanos cuentan,
por ejemplo, diez, cien o mil veces menos que los de los seres humanos. En tal caso, para
que fuese legítimo dañar a los animales no humanos, los beneficios obtenidos por los seres
humanos tendrían que ser diez, cien o mil veces mayores que tales daños.
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Un método de evaluación como este no tiene nada que ver con el que prescribiría la
perspectiva llamada “del bienestar animal”. Esta no establece distinciones meramente de
grado entre el modo en que se han de considerar los intereses de los seres humanos y de
los animales no humanos. Si fuese así, esta perspectiva podría rechazar ciertos usos de los
animales no humanos cuando los daños que estos ocasionan necesariamente fuesen
suficientemente importantes. Sin embargo, como hemos visto, no hay nada que pueda
llevar a esta perspectiva a censurar los daños inherentes al uso de animales. Lo que define
a esta perspectiva es que priva de total consideración a los animales no humanos cuando lo
que está en cuestión es la legitimidad de su uso y que da una cierta consideración a estos
cuando lo que está en cuestión es la legitimidad de ciertas formas en las que tiene lugar tal
uso.
5
Esta distinción entre ambos tipos de daños (entre los cuales se puede incluír al
sufrimiento) se da por factores independientes de la naturaleza de dichos años. Es una
distinción que depende únicamente del propósito con el que se infligen los daños en
cuestión. Esto, de nuevo, sería incompatible con lo prescrito por las éticas centradas en el
sufrimiento.
9. Conclusión
En este artículo hemos presentado las éticas centradas en el sufrimiento y
argumentado que estas resultan incompatibles con el antropocentrismo y las
consecuencias prácticas que este tiene. Por ello, han de implicar también el rechazo de la
perspectiva que defiende como justificado el uso de animales bajo ciertas circunstancias en
las que se reducen algunos de los daños infligidos a estos. Dicha defensa del uso de
animales ha sido presentada en ocasiones como una posición centrada en la minimización
del sufrimiento, pero ello se debe, como hemos visto, a un serio error.
Esta preocupación por el sufrimiento de los animales no solo no supone ningún
apoyo al uso, bajo ciertas condiciones, de los animales, sino que, como hemos visto, supone
un rechazo de este. Así las cosas, las diferentes éticas centradas en el sufrimiento, sean
igualitaristas, prioritaristas, de los derechos, utilitaristas, del carácter moral, pluralistas, o
de cualquier otro tipo, pueden proporcionar una base firme al cuestionamiento del
especismo y la defensa práctica de la plena consideración de los seres sintientes. La
atención cada vez mayor que se da a estas posiciones hace que podamos esperar que en el
futuro su desarrollo se vea en aumento.
Por otra parte, cabe indicar que al menos una parte importante de lo que estas
posiciones defienden podrá ser también compartido desde otras posturas. El sufrimiento
de los animales es muy importante, y la consideración moral de estos implica que debemos
preocuparnos por impedir que tenga lugar. Esto es algo de sentido común que incluso
quienes no concuerden con una ética centrada en el sufrimiento aceptarán, pues tendrán
5
Este es un motivo por el cual, pese a lo que en ocasiones se asume (véase por ejemplo Francione 1996), la
perspectiva llamada “del bienestar animal” no podría ser aceptada desde una posición utilitarista consistente.
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que convenir en que uno de los intereses fundamentales que tenemos los seres sintientes,
al margen de la especie a la que pertenezcamos, es el interés en no sufrir. Parece que
cualquier posición que niegue esto resultará implausible.
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REVISTA DE
FILOSOFÍA
Esta revista fue editada en formato digital y publicada
en octubre de 2021, por el Fondo Editorial Serbiluz,
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
Nº 99-3