Villasana, P., Álvarez, M., Monteverde, A. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 41-48 46
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organizaciones religiosas, organizaciones no gubernamentales y empresariales, y sobre todo
la mano no tan invisible del Mercado, somete y confina la Libertad a reglas y normas que
parecen concebidas para garantizar el sostenimiento de la desigualdad, todo en nombre de
la Libertad.
La imposición/naturalización del dilema entre Competencia o Convivencia, en nombre
de las leyes del Mercado, consolida en el imaginario colectivo la idea de prevalecer sobre el
otr@, sujeto sólo a la regla del vale todo, en una suerte de síndrome de Estocolmo colectivo,
mediante el cual pasamos del control al autocontrol. Competencia homogeneizante en
esencia, y que excluye, invisibiliza, y si está a su alcance aniquila lo diverso o diferente. Así,
los gobiernos, asumen una postura cómplice, hegemónica y totalitaria que atenta contra la
Diversidad, manifestándose en patriarcado, racismo, sexismo, homofobia, lesbofobia,
transfobia ..., y otra serie de violaciones, siempre en nombre de la Libertad. Parece necesario
resolver las confusiones e imposturas del neoliberalismo para que la Libertad sea posible; y
la tarea pareciera ser ¿el re-descubrimiento de la Modernidad y el Liberalismo en su más
amplio sentido?, quizás pensando en ¿una remordernización de esta impostura de
modernidad a la cual nos han conducido?, o quizas ¿Una transmodernización? ¿Un modelo
civilizatorio autónomo, propio?
Algunos horizontes… ¿un mundo más allá del modelo civilizatorio de la
Modernidad Occidental en crisis?
Diego de Landa, conocido como el obispo destructor, declaraba: “Hallámosles gran
número de libros de estas sus letras, y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición
y falsedades del demonio, se los quemamos todos, lo cual sentían a maravilla y les daba
pena”.
Esta expresión del colonialismo puro y duro que rechaza y aniquila lo diferente con el
afán del control de territorios, riquezas y almas, nos permite contrastar con las nuevas y
sofisticadas formas en las cuales se concreta la (en esencia) misma práctica en nuestros días.
Podemos constatar que con la caída del bloque socialista, la polarización (capitalista -
socialista) de la sociedad moderna no devino unificación sino uniformización, de la
economía, de la ciencia social... hacia el neoliberalismo. Y posiblemente debía ser así pues,
ambos “polos” en esencia tributaban al modelo civilizatorio de la Modernidad, con ciertos
matices. Sin lucha, sin contienda, sin discusión y sin reflexión; la noción de método, ciencia
y realidad social que tiene y presupone la economía de mercado neoliberal se ha estado
imponiendo disimuladamente, porque pareciera que el que no está de acuerdo con esta
forma de producir conocimiento y de ver el mundo, ya no existe. El pensamiento
latinoamericano terminó migrando en su mayoría a corrientes mas o menos sintonizadas
con la Modernidad para recibir la bendición de la ciencia y las migajas que los organismos