Universidad del Zulia
Facultad de Humanidades y Educación
Centro de Estudios Filosócos
“Adolfo García Díaz”
Maracaibo - Venezuela
Esta publicación cientíca en formato digital
es continuidad de la revista impresa
Depósito legal pp 197402ZU34 / ISSN 0798-1171
Dep. Legal ppi 201502ZU4649
99
2021-3
Septiembre-Diciembre
I. ÉTICA, GLOBALIDAD CRÍTICA Y BIENESTAR HUMANO
II. DIMENSIÓN EPISTÉMICA Y DESARROLLOS CULTURALES
III. LA EDUCACIÓN EN CONTEXTO INTERCULTURAL Y
DECOLONIAL
IV. REPENSAR LA EDUCACIÓN SUPERIOR: TEORÍAS Y
PRÁCTICAS
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Revista de Filosofía
Vol. 38, N°99, (Sep-Dic) 2021-3, pp. 558 - 569
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
ISSN: 0798-1171 / e-ISSN: 2477-9598
Interculturalidad y decolonialidad: fundamentos teóricos de la
etnoeducación
Interculturality and Decoloniality: Theoretical Toundations of
Ethnoeducation
Rubis Mercedes Blanco Diaz
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7445-4142
Universidad de La Guajira Riohacha - Colombia
rblanco@uniguajira.edu.co
Melani Carime Vasquez Maestre
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3514-1546
Universidad de la guajira Riohacha - Colombia
Mcvasquezm@uniguajira.edu.co
Yenifeth Blanco Torres
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5530-8526
Universidad de la guajira Riohacha - Colombia
Yoblancot@uniguajira.edu.co
Resumen
Interculturalidad y decolonialidad constituyen en la actualidad dos propuestas en los
ámbitos de la intelectualidad latinoamericana que desde sus críticas a la globalización y al
neoliberalismo procuran ser alternativas al discurso hegemónico de occidente y sirven de
fundamento teóricos a los proyectos etnoeducativos. El presente ensayo destaca la
impronta, durante largos siglos, de continuos procesos de occidentalización de los pueblos
latinoamericanos dados a través de los sistemas educativos importados. Además, analiza la
contribución que, desde ambas perspectivas, contribuyen a visibilizar la diversidad cultural
de nuestra América y a la emergencia de propuestas etnoeducativas. Los aportes de ambas
perspectivas en la construcción de un mundo nuevo, son alternativas que procuran resaltar
la diversidad y el respeto a lo diverso, entendiendo que la capacidad de crear mundos
posibles se da en toda cultura capaz de reconocerse como otra.
Palabras clave: interculturalidad; decolonialidad; etnoeducación.
_______________________________
Recibido 20-05-2021 Aceptado 17-08-2021
Este trabajo está depositado en Zenodo:
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.5630665
Blanco, R., Vásquez, M., Blanco, Y. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 558 569 559
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Abstrac
Interculturality and decoloniality currently constitute two proposals in the fields of the
Latin American intelligentsia that, from their criticisms of globalization and neoliberalism,
seek to be alternatives to the hegemonic discourse of the West and serve as a theoretical
foundation for ethno-educational projects. This essay highlights the imprint, over long
centuries, of continuous processes of westernization of the Latin American peoples given
through imported educational systems. In addition, it analyzes the contribution that, from
both perspectives, contributes to making the cultural diversity of our America visible and
to the emergence of ethno-educational proposals. The contributions of both perspectives in
the construction of a new world are alternatives that seek to highlight diversity and respect
for diversity, understanding that the ability to create possible worlds occurs in every
culture capable of recognizing itself as another.
Keywords: interculturality; decoloniality; ethnoeducation.
Introducción: largos siglos de un proceso de occidentalización
El quehacer educativo se presenta siempre sometido al debate en torno a si sus
prácticas pedagógicas constituyen acciones que legitiman las estructuras del poder
establecido o por el contrario, si están orientadas a deslegitimar esquemas o paradigmas
que parecen eternos, innovando en visiones sobre un mundo mejor y más incluyente.
Ambas perspectivas ponen en evidencia la naturaleza política del hecho educativo que
niega per se la supuesta neutralidad del conocimiento.
Desde los tiempos remotos de la civilización humana a la educación le han sido
asignados objetivos y propósitos siempre ajustados a los ideales de hombre que cada etapa
de la historia imponía a la sociedad. Quien a nuestro entender mejor resume la naturaleza
histórica del hecho educativo es precisamente un pedagogo latinoamericano de quien se
conmemoran sus cien años de nacimiento: Pablo Freire (1921-1997).
La obra de Freire fundamenta su reflexión en la noción de apertura e inacabamiento
del ser humano. Este no es un ser acabado, su capacidad de pensarse lo dota de una
conciencia de que volcada sobre el mundo es capaz de trasformar su presente. Quehacer
que se consuma gracias a la capacidad de los seres humanos de actuar sobre la realidad a
partir de unos propósitos, de unos fines determinados, impregnándola de este modo de
“humanidad”, a través de su trabajo. Esta praxis tributa sobre el mundo la creatividad
humana, sus efectos pueden contribuir a su humanización o a la degradación cuando se
reafirman o niegan los imperativos éticos para una vida digna.
1
América latina constituye un escenario en el cual pueden apreciarse -en su historia-
la concreción de los ideales educativos que se impusieron sobre sus sociedades desde el
inicio mismo de la colonización de estas tierras por parte de los europeos.
1
Cfr. Freire, Pablo: Pedagogía de la esperanza. Siglo XXI. Buenos Aires.1993. Cfr. Guichot R.
Virginia://www.redalyc.org/pdf/1341/134116859002.pdf
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La llegada de los europeos al Nuevo Mundo significó, más que una
interrupción, una fractura en los procesos de desarrollo que tenían lugar en
América. La imposición de sus propios modelos por parte de los
conquistadores se realizó violentando los estilos de vida de los aborígenes,
quienes, de todos modos, continuaron siendo partícipes de la historia (…)
Dicho sea esto sin olvidar tampoco el exterminio al que fueron sometidos por
diversos factores; de todas maneras quedaron marginados como
protagonistas, desbaratadas sus instituciones, desarticuladas sus formas de
organización, perseguidas sus creencias como idolatrías abominables,
subvertidos sus valores.
2
Estos acontecimientos hunden sus raíces en los orígenes de la modernidad, propuesta
dentro de la cual emerge la disputa sobre la humanidad de todos aquellos seres habitantes
de geografías diferentes a la europea y por ende portadores de un imaginario reñido con la
idea de cultura.
3
La colonización significó la imposición de la cultura occidental sobre los
pueblos originarios de nuestra América.
Tratábase, por tanto, de una cultura impuesta por sus contenidos
(celosamente resguardados éstos por la ortodoxia religiosa), por sus
procedimientos (protegidos por una legislación minuciosa de inspiración
salmantina) y por sus formas exteriores (que la tradición consolidaba y
revestía de un complejo y costoso tejido ceremonial). Todo esto contribuía,
una vez más, a distanciar la institución (educativa) del resto de la población,
reafirmando el papel de la educación formal como legitimadora de una
sociedad rígidamente estratificada. Más aún, la educación en todos sus
niveles se convirtió, paulatinamente, en un importante factor de
diferenciación social que se sumaba a los muchos ya existentes.
4
En los marcos del período colonial irrumpe en nuestra América el pensamiento
político, cultural y educativo de la ilustración. Aun cuando se resguarda en las
Universidades la filosofía escolástica, la realidad dirige el pensamiento hacia temas y
problemas políticos, sociales y culturales que difícilmente podían encontrar respuestas
desde los senderos especulativos de la escolástica. La realidad imponía la acogida de
nuevos imaginarios que nuevamente venían impuestos por la Europa portadora de la
civilización, pero que sirvieron para alimentar las razones de las guerras por la
independencia. Sobre el ideario ilustrado emergen las nuevas Repúblicas, en ese andar
entre la invención y los errores, reconociendo tímidamente la gran diversidad cultural de
nuestros pueblos, pero imponiendo sobre todos la perspectiva cultural occidental.
5
2
Cfr. https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/28622/S8100586_es.pdf?sequence=1
3
Cfr. Morán, Lino: Visión del indio en la obra de Juan Ginés de Sepúlveda en Revista de Filosofía, N"42,
2002-3, pp. 127-14. La tesis de Sepúlveda expone el espíritu de su época. El ve en España y en el español, la
cultura y lo humano por antonomasia respectivamente. España representa el patrón bajo el cual será medido
el desarrollo cultural de los pueblos indígenas de América y así se puede constatar en los textos del
Democrates Alter “no sólo carecen de cultura, sino que ni siquiera usan o conocen las letras ni conservan
monumentos de su historiad...carecen de leyes escritas y tienen instituciones y costumbres bárbaras"
4
Cfr. https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/28622/S8100586_es.pdf?sequence=1
5
Cfr. Morán, L.- Méndez J. Pensamiento filosófico venezolano. Una aproximación a su historia. Universidad
del Zulia. Maracaibo. 2012
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A finales del siglo XIX, también es trasterrada una emergente filosofía europea: el
positivismo. Propuesta ideológica que si bien asumió matices propios de nuestra América,
conservó en esencia sus postulados clásicos: ciencia positiva, orden, progreso, evolución.
Postulados que unidos al poder político dieron a las Repúblicas cimientos sobre los cuales
se desarrollaron abundantes debates entre la intelectualidad que en términos generales no
pudieron deslastrarse de los modelos culturales europeos. Migraciones masivas, lavado de
sangre, dominación de la naturaleza, se alentaron a fin de hacer de nuestras Repúblicas
reflejo de la cultura europea.
Las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX fueron escenario
hegemónico del positivismo. Aún así, influyeron en nuestra América diversas propuestas
ideológicas también europeas- que tuvieron relativo impacto en la intelectualidad:
antipositivismo, marxismo, existencialismo, entre otras. Todas ellas fueron tropicalizadas,
impregnándose de originalidad y autenticidad. Muchos de sus intelectuales volvieron sus
miradas sobre los rasgos particulares de nuestra realidad, pero aun así, sin poder
deslastrarse del imaginario europeo y su hegemonía cultural.
Fue durante las últimas décadas del siglo XX, cuando ante las inolvidables imágenes
de la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el derrumbe del
Muro del Berlín, la emergencia de los movimientos sociales que irrumpe en nuestra
América una férrea preocupación por la hegemonía cultural occidental en los planes y
proyectos educativos de la región. Durante la década de los años noventa se impone la
preocupación por la interculturalidad como propuesta que busca revitalizar la diversidad y
riqueza de nuestra cultura, el diálogo como fusión de horizontes culturales y la necesidad
de enjuiciar críticamente la hegemonía occidental a nivel planetario.
Desde los años 90, la interculturalidad se ha convertido en un tema de moda.
Está presente en las políticas públicas y en las reformas educativas y
constitucionales, y es eje importante tanto en la esfera nacional-institucional
como en el ámbito inter/transnacional. Aunque se puede argumentar que
esta atención es efecto y resultado de las luchas de los movimientos sociales-
políticos-ancestrales y sus demandas por reconocimiento, derechos y
transformación social, también puede ser vista, a la vez, desde otra
perspectiva: la que la liga a los diseños globales del poder, el capital y el
mercado.
6
Estas últimas décadas del siglo XX vieron emerger la globalización como proyecto
económico, político y cultural. La propuesta de los pueblos ante el vasallaje del
neoliberalismo y la homogenización cultural fue la interculturalidad. Esta en esencia se
trata de una propuesta contra los rasgos hegemónicos de occidente: patriarcado, racismo,
depredación de la naturaleza.
Desde los años 90, existe en América Latina una nueva atención a la
diversidad étnico-cultural, una atención que parte de reconocimientos
jurídicos y de una necesidad cada vez mayor de promover relaciones positivas
6
Cfr. Walsh, Catherine: Interculturalidad crítica y educación intercultural.
file:///D:/interculturalidad/interculturalidad-critica-y-educacion-intercultural_150569_4_4559.pdf
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entre distintos grupos culturales, de confrontar la discriminación, el racismo
y la exclusión, de formar ciudadanos conscientes de las diferencias y capaces
de trabajar conjuntamente en el desarrollo del país y en la construcción de
una sociedad justa, equitativa, igualitaria y plural. La interculturalidad se
inscribe en este esfuerzo.
7
Ante el proyecto cultural de la globalización la interculturalidad es una alternativa
que procura resaltar la diversidad y el respeto a lo diverso, entendiendo que la capacidad
de crear mundos posibles se da en toda cultura capaz de reconocerse como otra. En ello,
sus dioses, sus mitos, sus tradiciones, sus idiomas, configuran un ideario particular que los
sitúa en el mundo y los trasciende.
La interculturalidad insiste en consecuencia en la necesidad de promover una
pedagogía que, en lugar de despreciar los llamados saberes tradicionales
generados en y para los diversos mundos de vida de la humanidad recupere
esos saberes contextuales como parte indispensable de la diversidad cognitiva
que debemos seguir fomentando de cara a la universalización de la
humanidad.
8
La interculturalidad: emancipación cultural de nuestros pueblos.
No es posible distinguir entre la globalización y el neoliberalismo. Como proceso
concreto la globalización viene unida a las nuevas tecnologías de la informática y la
comunicación las cuales tributan a la reconfiguración del mercado mundial, el que a su vez
impone grandes abismos entre la maximización de las riquezas concentradas en los países
del Norte y la miseria cada vez más acentuada en sus regiones periféricas, trágicamente
ubicadas al Sur.
Como parte de ese proceso, el neoliberalismo se concibe como ideología tecnocrática.
Este se ofrece como discurso sobre la viabilidad del crecimiento económico a partir del
levantamiento de todas las barreras que impidan la mercantilización de todos los ámbitos
de la sociedad. El neoliberalismo fortalece el mercado y su lógica, bajo su perspectiva se
afirma que el crecimiento económico es un fin en mismo, que no debe responder a los
costos sociales y culturales que pueda infligir.
9
Teniendo los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la informática bajo
su control, el neoliberalismo se presenta como hegemónico a escala planetaria. Es una
ideología que va de la mano de los valores que occidente -como civilización- enarbola como
lidos universalmente; siendo precisamente aquí donde emergen los retos que desde la
7
Ibídem.
8
Betancourt Fornet, Raul: La interculturalidad a prueba.
file:///D:/interculturalidad/la%20interculturalidad%20a%20prueba.pdf
9
Cfr. Gallardo, Helio: Democratización y democracia en América Latina. Ediciones Desde Abajo..
Bogotá.2007. “Ante la globalización se plantean tres tipos de actitud: quienes la valoran como un momento
de oportunidades. En el otro polo, quienes ven en su despliegue el apocalipsis, en el sentido del final de los
tiempos. Lo correcto es valorarla como un período de desafíos que tienen que ser ética y políticamente
transformados en problemas.” p. 25.
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interculturalidad revalorizan la innegable diversidad cultural existente aún sobre la Tierra.
Ante el vasallaje del neoliberalismo insurge la filosofía intercultural como:
(…) expresión de mundos culturales concretos, (…) que acompaña los
procesos y las prácticas culturales con que la gente trata de dar cuenta y de
justificar su vida y sus aspiraciones, sus miedos y esperanzas, en los contextos
de su vida diaria o de la cotidianidad. (…) es un proyecto de diálogo de
contextos; es decir que no aspira a constituirse como la palabra de las
muchas voces contextuales, sino más bien (…) ser como un concierto en el
que se escuchan y armonizan, sin reduccionismos dirigistas, las voces de las
culturas y sus contextos.
10
En lugar de la universalidad de la cultura occidental, la defensa de la diversidad
cultural; ante la imposición de verdades apodícticas, el dialogo de saberes; frente la
mercantilización de la naturaleza, la defensa de los ambientes y la vida de los pueblos que
en ellos habitan; he aquí el recorrido por el cual se ha venido construyendo la resistencia
cultural de quienes se niegan a claudicar ante la globalización y el neoliberalismo como
destino único de los pueblos. Emerge así una manera diferente de apreciar la vida y las
expresiones de esta donde se han manifestado otros logos diferentes a la razón de
occidente. Estas otras voces no tienen la pretensión de desplazar a occidente sino
respetadas, no privilegian los textos escritos sobre la oralidad como tradición de miles de
culturas existentes. Sus verdades no pretenden ser hegemónicas pero si valoradas en su
ancestralidad.
Esa perspectiva pone de manifiesto en los fundamentos económicos, financieros,
políticos y culturales de la globalización y el neoliberalismo una violencia estructural que
avasalla la diversidad, es lo que en palabras de Fornet Betancourt constituye un asalto
totalitario a la pluralidad de los mundos contextuales de los pueblos y sus respectivas
tradiciones.
11
Es una violencia expresada en los diversos ámbitos de la vida: patriarcado
que somete los horizontes existenciales de la mujer, racismo y discriminación, depredación
ambiental.
Unido a esa violencia existe y se propaga la política que desprecia y margina los
conocimientos tradicionales contextuales, a su vez que dogmatiza el saber producido en los
centros hegemónicos de la cultura occidental. En esto subyace una pedagogía que
invisibilizando otros saberes y otras tradiciones, impone una nueva manera de aprehender
el mundo. Tarea en la que la escuela bajo el discurso de las competencias homogeniza el
perfil de todos sus alumnos. El fin supremo es capacitar para la competencia y el mercado,
no ya para la vida.
Esa violencia propia de la globalización y el neoliberalismo impone la urgente tarea
de trabajar por la paz. Los límites extremos a los que la vida está sometida en la actualidad,
dado que su existencia está amenazada, imponen a la interculturalidad el desafío de ser
10
Fornet B. Raúl: Filosofar para nuestro tiempo en clave intercultural. Concordia. Tomo 37. Aachen-
Alemania. 2004
11
Ibídem. p 101.
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una alternativa a la violencia. Se trata del anhelo histórico de la paz, de la construcción de
un mundo donde muchos mundos puedan reconocerse en su diversidad. De la esperanza
como utopía concreta en el reconocimiento y respeto a todas las culturas.
La paz en la esperanza de equilibrar el mundo, y un camino hacia ese
equilibrio intercultural, ya que nos encamina hacia un nuevo tipo de
relaciones de convivencia y con ello hacia una universalidad solidaria y
compartida; una universalidad en equilibrio, sin ninguna firma cultural
determinada, porque todo intento de firmarla (…) representaría (…) una
recaída en la violencia y en los hábitos de dominación.
12
La propuesta decolonial en clave educativa.
En la actualidad se desarrolla en nuestra América una vasta producción bibliográfica
que delibera en perspectiva crítica sobre lo que representa entender y debatir los procesos
históricos que han dado lugar a la colonialidad, como expresión de la dominación que
ejercen centros culturales hegemónicos basados en su episteme, y en las prácticas de
subordinación y negación de otros contextos culturales como portadores de saberes
diferentes a la cultura occidental.
Esta producción teórica ha sido capitalizada por intelectuales como Aníbal Quijano,
Santiago Castro Gómez, Ramón Grosfoguel, Edgardo Lander, Catherine Walsh, Enrique
Dussel y Nelson Maldonado, logrando estimular un gran debate en todo el continente y
fuera de él.
Este grupo, consolidado a inicios de 2000 como Grupo Modernidad colonialidad,
esgrime su crítica a la modernidad, sobre todo en la racionalidad que la caracteriza, una
racionalidad que tiene su fundamento en la seguridad de que la verdad es solo producto
del conocimiento científico y su método, lo que le proporciona al hombre la potestad de
dominio sobre la naturaleza, capaz de soportar toda manipulación para el confort humano.
Ahora bien, la modernidad como producto de la cultura occidental, y dado el hecho
histórico de la expansión europea sobre la geografía planetaria, esa manera de hacer
ciencia y producir conocimiento, procura a su vez, autoridad universal. Pretensión que, en
principio niega la posibilidad de otros horizontes culturales capaces de engendrar modos
diversos de conocer y saberes diferentes. Se trata de denunciar la hegemonía de esa
racionalidad y con ello la imposición de los valores económicos, religiosos, raciales,
culturales, políticos y ambientales de occidente.
En los ámbitos de ese debate, la pedagogía adquiere un lugar preeminente, o mejor
dicho, el debate en torno a una nueva pedagogía. Dado que la educación se entiende como
uno de los mecanismos más eficientes para la imposición de valores, se presume el
argumento que considera que, a través de planes y proyectos educativos, los valores
12
Ibídem. p. 104.
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hegemónicos de occidente han contribuido a la occidentalización de los sistemas
educativos y con ello han desarrollado un efectivo programa de colonización sobre otros
horizontes culturales.
Desde el debate proveniente de los defensores del giro decolonial, se analiza el
proceso de colonización de América como fenómeno que potencia la modernidad en todas
sus expresiones. Una de ellas, la de considerar el tema racial como elemento fundante de
esa racionalidad occidental. Y es que, ante la invasión a estas tierras, el hombre blanco y
cristiano no supo reconocer la humanidad de los indios, mucho menos comprender el
horizonte cultural sobre el que habían edificado sus vidas. Se asumió sí, el blanco europeo,
como ser superior, portador de valores culturales, económicos y sociales, que debían ser
impuestos a estos subhombres, para lo cual recrearon viejas tesis aristotélicas desde las
cuales procuraron justificar la guerra contra los indios con argumentos tales como la
superioridad racial, la verdadera religión, la civilización sobre la barbarie.
Uno de los ejes fundamentales de ese patrón de poder es la clasificación
social de la población mundial sobre la idea de raza, una construcción mental
que expresa la experiencia básica de la dominación colonial y que desde
entonces permea las dimensiones más importantes del poder mundial,
incluyendo su racionalidad específica, el eurocentrismo. Dicho eje tiene,
pues, origen y carácter colonial, pero ha probado ser más duradero y estable
que el colonialismo en cuya matriz fue establecido. Implica, en consecuencia,
un elemento de colonialidad en el patrón de poder hoy mundialmente
hegemónico.
13
En ese texto de Quijano se corrobora el etnocentrismo propio de la modernidad, pero
a su vez se introducen otras categorías que forman parte del ideario de los teóricos de la
decolonialidad que han de ser explicados para procurar su fusión posterior con el
horizonte teórico de Pablo Freire, muy anterior en tiempo al “guiño” teórico del GMC.
En primer lugar, es oportuno aclarar los términos de colonialismo y colonialidad, que
con justicia ponen de relieve los autores de la decolonialidad. El colonialismo se expresa en
un perfil de dominación y control económico y político que ejerce un poder constituido
sobre regiones y poblaciones fuera de sus fronteras. Mientras que la colonialidad, expresa
el poder que permea medularmente la esfera cultural, religiosa, política y económica de los
colonizados, sometiéndolos a la racionalidad del colonizador.
Por ello, una vez se alcance superar el colonialismo a través de guerras de
independencia- por lo general, persiste la colonialidad como sistema de pensamiento
(ideología) que legitima la superioridad de una cultura sobre otras, de una raza sobre otras,
de un modelo económico sobre otros, imaginario que se manifiesta aún a más de 200 años
de la derrota de las metrópolis coloniales europeas.
13
Quijano, Aníbal: Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. CLACSO, Argentina.2014. p.777.
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Ese fenómeno de la colonialidad tiene en sus fuentes otro aspecto referido por
Quijano en el texto supra citado, el eurocentrismo. Elemento central del discurso y la
reflexión decolonial, el eurocentrismo se presenta como la expresión por antonomasia de
la humanidad, la cultura, el conocimiento y por ende de la razón.
Y es que la modernidad, una vez convencida de la supremacía racial del hombre
blanco-cristiano europeo, de posicionarse como colonizadora y portadora de la civilización,
se erige como centro de la cultura universal, portadora de valores que han de ser acogidos
o impuestos. Pretensión que a su vez impone a la economía, la política, el arte, la
educación, exclusivamente los patrones europeos.
Ahora bien, unido a esos aspectos arriba brevemente planteados, está además la
expresión material de esa colonialidad, manifiesta en el modo de producción capitalista
como el modelo supremo de organización de las fuerzas productivas alcanzado por la
“humanidad”. Todo, absolutamente todo, ha de ser racionalmente organizado por los
principios rectores del mercado.
El capitalismo, consolidado con el proceso de expansión colonial de Europa, hoy se
presenta en la era de la globalización neoliberal- como el momento superior y último de
la historia. Aspecto que para los intelectuales de la decolonialidad reviste de importancia
dado que es la expresión más violenta de la colonialidad. Así lo expresa Quijano cuando
afirma: La globalización en curso es, en primer término, la culminación de un proceso
que comenzó con la constitución de América y la del capitalismo colonial/moderno y
eurocentrado como un nuevo patrón de poder mundial.
14
Esta senda por la que transita en la actualidad la preocupación decolonial de muchos
intelectuales fue abordada unas décadas antes por Pablo Freire desde su perspectiva
pedagógica. La crítica a la modernidad, al eurocentrismo y al capitalismo, es medular en
sus tesis, que lo ubican en los derroteros o como antecedente fundamental del
pensamiento decolonial.
El Primer Mundo siempre ha sido ejemplar en escándalos de todo tipo,
siempre ha sido modelo de maldad y de explotación. Basta pensar en el
colonialismo, en la matanza de los pueblos invadidos, sometidos,
colonizados; en las guerras de este siglo, en la discriminación racial,
vergonzosa y envilecedora, en el saqueo que ha perpetrado. No, no tenemos el
privilegio de la deshonestidad, pero ya no podemos tolerar los escándalos que
nos hieren en lo más profundo de nuestro ser.
15
Este elocuente texto es reflejo de su reflexión que emerge en medio de la
circunstancia de un mundo jerarquizado, donde los poderosos ejercen violencia contra los
desposeídos e imponen sus designios. Su perspectiva es la del profeta que denuncia las
injusticias, a la vez que anuncia la esperanza de un mundo más humano.
14
Ibídem. p. 776
15
Freire, Pablo: Pedagogía de la esperanza. Siglo XXI. Buenos Aires.1993. p. 26
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Etnoeducación: proceso pedagógico en clave intercultural y decolonial
En los marcos de la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad
Cultural, se enfatiza en la necesidad de garantizar los derechos humanos a quienes forman
partes de las minorías étnicas. Este trascendental documento recoge:
Artículo 4 Los derechos humanos, garantes de la diversidad cultural.
La defensa de la diversidad cultural es un imperativo ético, inseparable del
respeto de la dignidad de la persona humana. Ella supone el compromiso de
respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales, en particular
los derechos de las personas que pertenecen a minorías y los de los pueblos
indí-genas. Nadie puede invocar la diversidad cultural para vulnerar los
derechos humanos garantizados por el derecho internacional, ni para limitar
su alcance.
16
Desde la perspectiva de la UNESCO, la defensa de la diversidad cultural está orientada por
el derecho a la vida como imperativo irrenunciable de todos los pueblos. Se inscribe esta
diversidad en el campo de los derechos humanos y en el anhelo de expresar sin límites el
imaginario cultural que caracteriza a todos los pueblos.
En su Anexo II, el mencionado documento, destaca la importancia de la educación como
proceso que debe revitalizar y protegen la diversidad cultural. Tarea que impone evaluar
las prácticas educativas que invisibilizan la diversidad en sus expresiones pedagógicas
tradicionales dentro de los imaginarios epistémicos que dichas culturas han acumulado en
sus historias.
7. Alentar, a través de la educación, una toma de conciencia del valor positivo de la
diversidad cultural y mejorar, a esos efectos, la formulación de los programas
escolares y la formación de los docentes.
8. Incorporar al proceso educativo, tanto como sea necesario, métodos pedagógicos
tradicionales, con el fin de preservar y optimizar métodos culturalmente adecuados
para la comunicación y la transmisión del saber.
14. Respetar y proteger los sistemas de conocimiento tradicionales, especialmente
los de los pueblos indígenas; reconocer la contribución de los conocimientos
tradicionales, en particular por lo que respecta a la protección del medio ambiente y
a la gestión de los recursos naturales, y favorecer las sinergias entre la ciencia
moderna y los conocimientos locales.
17
En los marcos de estas orientaciones irrumpe la etnoeducación. Esta debe concebirse
como el proyecto pedagógico que se engendra dentro de los valores culturales de cada
pueblo o grupo étnico con el propósito de preservar la vida y los espacios geográficos
donde esta se desarrolla, así como el imaginario espiritual que los caracteriza. Esta
propuesta pedagógica esta llamada a fortalecer los valores de una comunidad a fin de que
pueda dialógicamente reconocer la otredad.
16
Cfr. http://portal.unesco.org/es/ev.php-
URL_ID=13179&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html
17
Ibid.
Blanco, R., Vásquez, M., Blanco, Y. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 558 569 568
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional
(CC BY-SA 4.0)
https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/deed.es
La etnoeducación se sitúa así en una perspectiva decolonial, dado que irrumpe con la
carga epistémica que la colonización occidental sembró en las almas de los diversos
pueblos existentes. Como lo alertara en su momento Frantz Fanon es necesario ayudar al
negro a liberarse de los complejos impregnados en la época colonial.
18
. Esta propuesta
educativa
(…) debe ser un encuentro con nuestra propia historia para promover la
eliminación de los prejuicios culturales establecidos por una cultura
dominante que se fundamenta en una única realidad, educación que debe
socializar en la diversidad con nuestra propia historia para fundamentar la
interculturalidad y la democracia.
19
El colonialismo ha dejado su impronta en todas las culturas que lo han padecido. La
resistencia cultural de los pueblos que ha emergido cuestionando el haber sido silenciados
e invisibilizados, se inscribe dentro de los principios políticos y epistémicos de la
decolonialidad como proyecto emancipador que procura el reconocimiento del derecho de
todo pueblo, de toda cultura a expresar en verbo propio su proyecto vital.
Es en esos proyectos vitales donde interculturalidad y decolonialidad coinciden. Es
en la resistencia ante toda dominación que se reconocen los pueblos como diversos y
portadores de una tradición cultural que les ha permitido vivir a pesar de la violencia
también diversa- en sus manifestaciones que imponen siempre los centros culturales con
pretensiones de universalidad y hegemonía.
Si bien la interculturalidad y la decolonialidad contribuyen a enriquecer la
perspectiva pedagógica de la etnoeducación, es fundamental reconocer que ambas le
imprimen una fundamentación política al hecho educativo. No solo se trata de preservar la
diversidad, sino de impulsar el dialogo con lo diverso sin pretensiones de imponer
verdades apodícticas. De hacer conciencia de la historia de las injusticias cometidas en
nombre de una verdad que les es ajena, de defender los entornos naturales como espacios
donde la vida continúe su reproducción.
La etnoeducación no pretende imponer su visión del mundo sobre los otros, no la
anima la superioridad. Eso sí, la cuestiona y enfrenta. Para ello hace valer los aportes
amasados por generaciones que aun llevados al límite de la extinción resisten y son hoy
una alternativa válida para preservar la vida de todos.
Se trata de procesos epistémicos diferentes a cada pueblo y cultura, pero movidos por
el interés común de reconstruir y fortalecer pensamientos y conocimientos propios, no
como un saber folklórico local, sino como epistemología sistemas de conocimientos,
que procuran revertir la colonialidad del poder y del saber. Papel urgente que han de
encarnar las Escuela en una perspectiva de interculturalidad, con toda la carga política que
18
Cfr. Frantz, F. Piel negra mascaras blancas . SHAPIRE. Argentina. 1977.
19
Artunduaga, L. La etnoeducación: una dimensión de trabajo para la educación en comunidades indigenas
de Colombia . Revista Iberoamericana De Educacion. NUMERO 13. 1997. p.13.
Blanco, R., Vásquez, M., Blanco, Y. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 558 569 569
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional
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implica exigir diálogo en los marcos del reconocimiento y respeto de la diversidad cultural.
Pudiera afirmarse en palabras de Walsh que:
La educación requiere tomar con seriedad tanto las contribuciones como las
implicaciones de historias locales y de epistemologías negadas,
marginalizadas y subalternizadas. Requiere también una atención a la
formación de conexiones dialógicas entre ambas. Pero tal vez más importante
aún, una atención política y ética a nuestras propias prácticas y lugares de
enunciación con relación a estas historias y epistemologías, a las
intervenciones que podemos emprender para construir y generar conciencias
políticas, metodologías descolonizadoras y pedagogías críticas. Para
confrontar la hegemonía y colonialidad del pensamiento occidental, es
necesario, además, enfrentar y hacer visible nuestras propias subjetividades y
prácticas, incluyendo nuestras prácticas pedagógicas
20
20
Walsh, Catherine: Interculturalidad, colonialidad y educación. Revista Educación y Pedagogía, vol. XIX,
núm. 48, Mayo - Agosto de 2007. P. 33.
www.luz.edu.ve
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REVISTA DE
FILOSOFÍA
Esta revista fue editada en formato digital y publicada
en octubre de 2021, por el Fondo Editorial Serbiluz,
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
Nº 99-3