Universidad del Zulia
Facultad de Humanidades y Educación
Centro de Estudios Filosócos
“Adolfo García Díaz”
Maracaibo - Venezuela
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Depósito legal pp 197402ZU34 / ISSN 0798-1171
Dep. Legal ppi 201502ZU4649
99
2021-3
Septiembre-Diciembre
I. ÉTICA, GLOBALIDAD CRÍTICA Y BIENESTAR HUMANO
II. DIMENSIÓN EPISTÉMICA Y DESARROLLOS CULTURALES
III. LA EDUCACIÓN EN CONTEXTO INTERCULTURAL Y
DECOLONIAL
IV. REPENSAR LA EDUCACIÓN SUPERIOR: TEORÍAS Y
PRÁCTICAS
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Revista de Filosofía
Vol. 38, N°99, (Sep-Dic) 2021-3, pp. 547 - 557
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
ISSN: 0798-1171 / e-ISSN: 2477-9598
Educación medioambiental en perspectiva decolonial:
Desafíos ante el modelo civilizatorio occidental
Environmental Education in Decolonial Perspective:
Challenges to the Western Civilization Model
Maldis Liani Iguarán Magdaniel
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8598-8921
Universidad de La Guajira - Colombia
miguaran@uniguajira.edu.co
José Del Carmen Jaimes Morales
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4827-2473
Universidad de Cartagena Colombia
jjaimesm@unicartagena.edu.co
Yatsira Jaramillo Peñaloza
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8598-8921
Universidad de la Guajira Colombia
yjaramillo@uniguajira.edu.co
_______________________________
Recibido 08-05-2021 Aceptado 19-09-2021
Resumen
En la actualidad, la educación medioambiental se constituye como un espacio
necesario para la reflexión de diversos grupos académicos interdisciplinares, cuyo interés
es la promoción del ejercicio responsable de la ciudadanía ante el entorno ecológico.
Responde al interés ético de preservar la continuidad de la vida en el planeta, al señalar la
dimensión moral de la naturaleza, así como la necesidad de su cuidado y protección.
Empero, el discurso civilizatorio occidental, sustentado en propuestas educativas
antropocéntricas, continúan vivos en nuestro tiempo, manifestándose en formas coloniales
de percibir el medioambiente. Ante esta realidad, surge la biocolonialidad, entendida como
la colonialidad de la naturaleza, una forma de ejercer poder y control, enmascarando
postulados coloniales en los espacios educativos y en legislaciones medioambientales; por
esta razón, resulta necesario descolonizar la educación medioambiental, desmontar los
patrones eurocéntricos modernos, propiciando políticas educativas y cambios en las leyes
ecológicas, insistiendo que las mismas deben provenir de las comunidades, escuelas y
Este trabajo está depositado en Zenodo:
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.5630319
Iguarán, M., Jaimes, J., Jaramillo, Y. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 547 557 548
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universidades, así como desde la comprensión y encuentro ontológico del hombre con la
naturaleza. El trabajo se aborda desde el enfoque hermenéutico-documental, no
pretendiendo ser conclusivo, sino servir de aporte a esta amplia discusión.
Palabras clave: Educación medioambiental; naturaleza; antropocentrismo ecológico;
civilización occidental; biocolonialidad.
Abstract
At present, environmental education is constituted as a necessary space for the
reflection of various interdisciplinary academic groups, whose interest is the promotion of
the responsible exercise of citizenship in the face of the ecological environment. It
responds to the ethical interest of preserving the continuity of life on the planet, by
pointing out the moral dimension of nature, as well as the need for its care and protection.
However, the Western civilizing discourse, supported by anthropocentric educational
proposals, continues to live in our time, manifesting itself in colonial ways of perceiving
the environment. Faced with this reality, biocoloniality arises, understood as the
coloniality of nature, a way of exercising power and control, masking colonial postulates in
educational spaces and in environmental legislation; For this reason, it is necessary to
decolonize environmental education, dismantle modern Eurocentric patterns, promoting
educational policies and changes in ecological laws, insisting that they must come from
communities, schools and universities, as well as from the understanding and ontological
encounter of the man with nature. The work is approached from the hermeneutical-
documentary approach, not pretending to be conclusive, but to serve as a contribution to
this broad discussion.
Key Words: Environmental Education; Nature; Ecological Anthropocentrism; Western
Civilization; Biocoloniality.
Introducción
Los efectos de la modernidad siguen visualizándose en el siglo XXI. Su alcance
trasciende los aspectos económicos, llegando a trastocar el medioambiente y la
relacionalidad ontológica hombre/naturaleza. La dimensión de esta problemática no
pueden medirse cuantitativamente; sin embargo, tiene un pronunciado impacto social, que
se deja ver en la explotación de los recursos naturales, el desplazamiento de pueblos
originarios, la extinción de especies, el calentamiento global, entre otros aspectos que
definen la realidad actual.
En la era de la globalización, mantener el desarrollo y los estándares de progreso,
son indispensables. La civilización occidental queda encadenada a criterios de desarrollo
impuestos por la economía de mercado, por políticas educativas eurocentradas y por el
avance del sistema mundo moderno; consecuentemente, América Latina ve frenado su
crecimiento humano, debido a la explotación de sus riquezas naturales, lo cual acentúa las
desigualdades y asimetrías sociales.
Iguarán, M., Jaimes, J., Jaramillo, Y. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 547 557 549
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La lógica antropocéntrica y el capitalismo avanza a pasos agigantados, resultando en
la crisis del modelo civilizatorio de Occidente, que es sostenido a través de relaciones de
dominación económica y de colonialidad política, epistémica y ontológica, que actúan de
forma enmascarada. La premisa del desarrollo sostenible se vende ocultando intereses
comerciales, científicos y empresariales, que ven en tierras americanas fuente de
explotación de recursos naturales Por ello, la presente investigación concuerda con los
lineamientos del pensamiento decolonial, que denuncia el usufructo ilegitimo que han
sufrido las tierras americanas, producto de la violencia colonial, que da legitimidad a una
lógica totalizadora.
A partir de este contexto disyuntivo, se presenta una reflexión teórica que dilucida
de manera crítica el tema de la educación medioambiental, que junto a la ética ecológica,
configuran un espacio de acción contrahegemónico, que denuncia la conformación de la
biocolonialidad, entendida como la colonialidad del poder, ejercida sobre la naturaleza.
I. Educación medioambiental: sustentos teóricos
La educación medioambiental examina, desde un punto de vista racional, los
problemas de la naturaleza, en tanto se encuentran vinculados a los asuntos humanos.
Dicha postura considera necesario atribuir valor y respeto al entorno natural; pero, llegar a
esta comprensión holística sólo puede ser asumida a través de una articulación con la ética
ecológica, que permite ahondar en cuestionamientos trascendentales que van más allá de
los elaborados por la ecología y la educación; es decir, la educación medioambiental y la
ética ecológica, se preocupan por la dimensión moral que afecta el entorno natural, por el
bienestar de la alteridad, por el respeto a la vida, por las obligaciones del ser humano hacia
otros entes y por la responsabilidad del mismo hacia las generaciones futuras
1
.
Abordar estos temas implica entrar en una dimensión ontológica de los asuntos
naturales, de igual manera, en la formulación de normativas morales que contemplen los
intereses de las generaciones no nacidas. Se trata de trasmitir, a través de la educación, el
patrimonio cultural, natural e histórico a descendencias futuras; por tal motivo, la
educación medioambiental tiende al fomento de sociedades sustentables, verdes, a la
transformación de estructuras sociales y rupturas con patrones coloniales de poder
epistémico
2
.
En efecto, trata de trascender los problemas netamente ecológicos, la dimensión
administrativa y burocrática de la educación, proponiendo cambios radicales, perfilándose
a la construcción de un mundo sostenible. Expresado en otros términos, la educación
medioambiental no puede verse separada de la dimensión teórica/filosófica, de la ética
1
Cfr. FRANCO DA COSTA, Carlos Alberto. “¿Ética ecológica o medioambiental?” Acta Amazónica. Vol. 39
(1), 2009.
2
Cfr. RIECHMANN, J. Todos los animales somos hermanos. Ensayos sobre el lugar de los animales en las
sociedades industrializadas. Universidad de Granada, España, 2003.
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ecológica, del accionar político/educativo ni de la praxis social. Todos estos elementos
conjugados tienen una finalidad: garantizar la vida en el planeta
3
.
La educación medioambiental puede verse como un modelo educativo otro e
insurgente, con una ética normativa intrínseca, basada en la responsabilidad humana y en
el continuo análisis de cómo sus actos afectan la vida natural. No obstante, también
requiere de una ética del cuidado, que procura el bienestar, el desarrollo sostenible y una
vida digna. A través de la ética del cuidado, conduce al bien común y, por medio de la ética
normativa, establece lineamientos sociales que han de asumirse responsablemente ante los
desafíos coyunturales actuales, caracterizados por la explotación, el avance del capitalismo,
la globalización, entre otros aspectos destacables.
La educación medioambiental encuentra sus cimientos en la ética ecológica, en el saber
filosófico, sin perder de vista el carácter interdisciplinar en el que se sustenta,
articulándose con otros campos del saber como el derecho, la sociología, la economía, la
biología, entre otros. Esta disciplina amalgama una serie de elementos humanos y
naturales, tratando de prescribir lineamientos teóricos que orienten el accionar humano.
Esta praxis humana, se caracteriza por una serie de valores que incluyan la
responsabilidad, el cuidado, la preservación, solidaridad, entre otros
4
.
Las discusiones en torno a la ética ecológica se remontan a la década del 60 del siglo
pasado. Surge ante el impacto negativo que trajo consigo la industrialización de la
economía; pero no es hasta la década del 70 cuando se comienzan a visualizar avances en
esta materia: se da la primera conferencia de la Organización de las Naciones Unidas sobre
el medioambiente en Estocolmo (1972), se publicó el informe del Club Roma, “Los límites
del Crecimiento” (1972), Peter Singer presenta su libro “Liberación Animal” (1975) y el
ambientalista norteamericano, Aldo Leopold, la obra titulada “Ética de la Tierra”, donde
concluye que el objeto de reflexión de la ética necesita ser ampliado, al considerar de vital
importancia que el pensamiento moral se ocupe de las necesidades del medio ambiente
5
.
El encuentro entre estas posturas conduce a considerar el valor intrínseco de la vida,
desembocando en el nacimiento de movimientos sociales medioambientales, discusiones
políticas en organismos internacionales que mostraron preocupación por el cuidado de la
naturaleza y el fortalecimiento de la educación medioambiental
6
. De esta manera, la
educación medioambiental se amalgama a la ética ecológica, constituyéndose en una
propuesta ético/educativa global; concibe al ser humano como parte de la naturaleza,
inmerso en un cosmos que tiene que compartir con otras especies para mantener la
armonía simbiótica del ecosistema. Abarca aspectos más amplios que la dimensión
administrativa y gerencial de los problemas ecológicos-educativos, planteando una
3
Cfr. FRANCO DA COSTA, Carlos Alberto. Op. Cit.
4
Cfr. LIGHT, Andrew. Environmental Ethics: an anthology. Blackwell Publishers Ltd, 2003.
5
Cfr. LECAROS, Juan Alberto. “La ética medio ambiental: principios y valores para una ciudadanía
responsable en la sociedad global”. Acta bioeth. Vol.19, N° 2, 2013 y SÁNCHEZ ROMERO, José Manuel. “El
antropocentrismo en la ecología occidental”. La Albolafia, Revista de Humanidades y Cultura, N° 10, 2017.
6
Cfr. Ibíd.
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existencia sustentable, cambios radicales en las relaciones hombre/naturaleza, así como
una práctica social más equilibrada
7
.
El sentido y dimensión moral al que apunta la educación medioambiental lleva al
resguardo de la comunidad biótica, al desafío de superar las dimensiones catastróficas de
la crisis en la naturaleza; por tal motivo, plantea la ampliación de la comunidad moral;
expresado en otros términos, busca la empatía, cooperación y resguardo de la vida más allá
de los asuntos humanos. Atendiendo a esto, la educación medioambiental se dimensiona
como una propuesta política, que lleva a establecer una serie de normativas para la
cooperación biótica; por consiguiente, regula las condiciones para una convivencia
universal
8
.
Dicha convivencia implica la creación de una comunidad biótica intertemporal e
intergeneracional. Busca otorgar valor moral a todos los individuos que constituyen esta
comunidad. No obstante, las obligaciones morales, límites y disposiciones, pertenecen
exclusivamente a los seres racionales. Expresado en otras palabras, el ser humano es el
único capaz de mantener vivas las relaciones ecológicas con los demás miembros de la
comunidad biótica, garantizar sus derechos, pero, para ello requiere limitar su autonomía,
con la finalidad de hacer posible la cooperación interespecífica
9
.
El hombre es un ser autónomo, posee derechos y obligaciones en torno a la naturaleza.
No obstante, desde la dimensión de la ética ecológica, la naturaleza se considera como
sujeto y objeto moral; requiere protección, cuidado y la garantía de preservar su
existencia
10
. Ante esto, los seres racionales han de adecuar sus conductas a las obligaciones
morales que tienen hacia la naturaleza, pero esta actitud debe provenir de su propia
racionalidad y libre arbitrio
11
.
La educación medioambiental valora si los paradigmas éticos tradicionales están en la
capacidad de actuar ante las demandas de la sociedad global, capitalista y explotadora de
los recursos de la naturaleza. Responde a necesidades reales planetarias, que han surgido a
través de la expansión práctica de ideales teóricos, como el antropocentrismo
12
.
II. Antropocentrismo ecológico y modernidad
La modernidad se ha formado en términos humanos, donde la racionalidad se
convierte en regente del cosmos y de la dualidad hombre/naturaleza. Ante esta realidad, el
hombre se define como pilar fundamental para la historia y desenvolvimiento planetario;
7
Cfr. DA COSTA, Franco. Op. Cit.
8
Cfr. GARRIDO PEÑA, Francisco. “La ética ecológica”. Anduli, N° 10, 2011.
9
Cfr. Ibíd.
10
Cfr. Ibíd.
11
Cfr. MARTÍNEZ DE ANGUITA, Pablo; MARTÍN, María Ángeles; ACOSTA, Miguel. “Desafíos de la ética
ambiental”. Comunicación para el V Congreso de Católicos y Vida Pública, “¿Qué cultura?”, Fundación
Universitaria San Pablo-CEU, 2003. Disponible en:
https://www.researchgate.net/publication/251923192_LOS_DESAFIOS_DE_LA_ETICA_AMBIENTAL
12
Cfr. Ibíd.
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se presenta como el único ente capaz de definir lineamientos para el cuidado o explotación
del medioambiente.
El ser humano centra especial interés en la naturaleza, dada su fuente de riqueza
económica, ideológica, política y comercial. A través de ella es posible la expansión de la
colonialidad del poder, la acumulación de riquezas, la cosificación de la vida, incluyendo
poblaciones aborígenes pertenecientes a regiones periféricas, esclavizadas por el proceso
de dominación colonial en la conquista y ahora subyugados por la lógica totalizadora de la
globalización
13
.
La lógica de la modernidad tiene pretensiones universales y hegemónicas; impone una
racionalidad univoca al resto del mundo, negando otras formas de concebir la realidad, de
afrontar el saber y plantear el cuidado de la naturaleza. Fija al hombre como centro de la
vida, pero es el hombre blanco-occidental el epicentro de los discursos antropocéntricos y
educativos de la modernidad, quienes se asumen como redentores de la humanidad
14
.
En este período histórico convergen una serie de elementos que impulsan el avance de
la racionalidad instrumental: el desarrollo de las fuerzas productivas e industriales, la
capitalización del planeta, el nacimiento del Estado Nación, las revoluciones burguesas,
entre otros. Por este motivo, orienta el desarrollo hacia aspiraciones occidentales, el
desarrollismo, al establecimiento de centros hegemónicos de poder, que deja excluidos a
quienes no se adapten a estas nuevas dinámicas sociales
15
.
La modernidad sitúa a Europa como centro de la cultura mundial, al igual que al
hombre blanco-occidental como sujeto de derecho y racionalidad. Esta lógica perpetúa
patrones coloniales y de desconocimiento de la alteridad, cosa que se ha visto desde las
polémicas por la humanidad aborigen en la época colonial, hasta nuestro tiempo. Las
pretensiones antropocéntricas legitiman la explotación de la naturaleza, la explotación
humana, el genocidio y la figura redentora del conquistador. En otras palabras, la
modernidad impone categorías universales, teniendo como referente del saber a Europa y
a los ideales antropocéntricos como norte
16
.
En la civilización occidental, el tema de la naturaleza ha tenido gran significación y
relevancia, dado el impacto negativo que se ha dado sobre ella. A pesar de esto, es el
mundo contemporáneo donde se resalta una peculiar preocupación por la educación
medioambiental, que nace como una urgencia a causa del deterioro planetario y del
13
Cfr. ROMERO CABALLERO, Belén. “La colonialidad de la naturaleza. Visualizaciones y contra-
visualizaciones decoloniales para sostener la vida”. Extravío. Revista Electrónica de Literatura Comparada,
N° 8, 2015.
Disponible en: https://roderic.uv.es/bitstream/handle/10550/47790/5213119.pdf?sequence=1&isAllowed=y
14
Cfr. MÉNDEZ REYES, Johan; MORÁN BELTRÁN, Lino. “Pensar más allá de la modernidad eurocéntrica
en perspectiva decolonial”. Revista de Filosofía, N° 78, 2014.
15
Cfr. Ibíd.
16
Cfr. DUSSEL, Enrique.1492: El encubrimiento del Otro. Hacia el origen del mito de la Modernidad, Nueva
Utopía, Madrid. 1992.
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crecimiento de la economía moderna
17
. Dichas problemáticas no son uniformes, pero todas
derivan de los mismos aspectos: el avance del antropocentrismo moderno y del modelo
económico capitalista.
En la ética ecológica, el antropocentrismo es definido como la causa fundamental de la
crisis ecológica actual. En este contexto, el ser humano ha explotado y maltratado la
naturaleza, causando daños irreparables en el ecosistema y rompiendo con tradiciones
ancestrales, que reconocen la dualidad intrínseca hombre/naturaleza. Esto puede notarse a
través de las diversas modificaciones en zonas naturales, el cambio climático, la pérdida de
hábitats, la extinción de especies, así como la modificación de patrones de pensamientos
en poblados autóctonos
18
.
Plantea la superioridad y centralidad humana sobre la naturaleza; privilegia su posición
con respecto a los demás seres vivos, a los cuales ve como bienes explotables, propiciando
un logos instrumental, negando toda cualidad moral al medioambiente. Dicha postura
tiene un origen utilitarista, con marcadas tendencias económicas, que generan un valor
subjetivo a la naturaleza. Esta concepción presenta una serie de aporías indisolubles, ya
que por un lado adjudica un valor comercial a la naturaleza, al concebirla como propiedad
y parte de los asuntos humanos y, por otro lado, la imposibilidad de medir, en términos
cuantificables, su valor de uso.
Desde esta perspectiva, el medio ambiente carece de valor propio, cualquier valor que
pueda atribuirse, deriva exclusivamente de los intereses del hombre, único ser que goza de
cualidades morales y de racionalidad para emitir juicios valorativos sobre otras especias;
por tal motivo, animales, plantas, sirven a sus intereses consumistas. En virtud de lo
anterior, se da una visión utilitarista, donde prevalece el cálculo material, sobre la
perspectiva ética y del cuidado sobre la naturaleza. Esta visión lleva a que los temas de
educación medioambiental y en ética ecológica, se midan en términos de utilidad y
provechoso para el hombre
19
.
El antropocentrismo da prioridad los asuntos humanos; niega todo interés por las
generaciones futuras, con la finalidad de maximizar el placer que pueda obtenerse en el
presente. Este hedonismo ético se fusiona con otras perspectivas, como la incertidumbre
ante el futuro, el avance de la ciencia, de las tecnologías, el crecimiento económico, de la
concepción bancaria de la educación, que fijan demandas y requerimientos inmediatos
20
.
Empero, una visión más moderada del antropocentrismo afirma que, tanto el hombre
como la naturaleza, se necesitan y complementan para completar su desarrollo. Esta
17
Cfr. SÁNCHEZ ROMERO, José Manuel. Op. Cit.
18
Cfr. VALERA, Luca. “El retorno de la naturaleza: la ética ambiental y la cuestión antropológica
contemporánea”. Artigos, 43(2), 2020.
19
Cfr. BEGOÑA, Román. “Ética ecológica y responsabilidad mundial: del por qué al cómo”. Ars Breve:
anuario de la Cátedra Ramón Llull Blanquerna, N° 9, 2003
20
Cfr. Ibíd.
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dualidad ontológica define la existencia del mundo natural; por ello, en la actualidad, la
relación hombre/naturaleza se encuentra distorsionada por la lógica occidental, por
modelos consumistas, donde el hombre y la naturaleza se convierten en víctimas del
avance de razón moderna
21
.
No obstante, no puede restarse importancia al papel que el ser humano ha
desempeñado en el deterioro natural. No es suficiente con plantear responsabilidad en
perspectiva intergeneracional, señalar la incidencia negativa de la ciencia y la tecnología en
contextos globales, sino que estos elementos precisan ser ampliados, llevados a una
dimensión político-educativa, a una responsabilidad civil y global, que conduzcan a una
nueva racionalidad. Se trata de promover la responsabilidad mundial, donde los individuos
puedan actuar desde sus propios espacios: comunidades, empresas, escuelas,
universidades, no pasando por alto el avance de la sociedad global, que lleva a una
emergencia en cuanto a las formas de actuar se refiere
22
.
De las críticas al antropocentrismo deriva el biocentrismo, postura teórica que
reconoce el valor intrínseco de la naturaleza, el cual posee por mismo, sin importar su
contribución o utilidad a cualquier otro ente. Es un valor originario, no medible en
términos de utilidad, independiente de cualquier perspectiva extrínseca. Dicho paradigma
engloba la vida en amplitud, tanto de animales como organismos no sintientes, ya que
rescata la idea de interconectividad de la tierra con toda entidad natural
23
.
Esta postura reconoce el valor de cada ser vivo, otorgándole fines más elevados que la
utilidad; desplaza al hombre del sitial de honor otorgado por la modernidad, para colocarlo
en el entramado de relaciones complejas de todos los seres naturales. Plantea el valor de la
vida, el respeto y la necesidad de restablecer la relación ontológica hombre/naturaleza,
violentada por la modernidad occidental
24
.
El biocentrismo concibe la vida como un sistema complejo de relaciones simbióticas,
que lucha por preservar y realizar el bien común. Reconoce el funcionamiento como un
entramado de conexiones internas y externas, que tienden a mantener la existencia
planetaria a lo largo del tiempo, así como conservar operativo el mundo biológico, a pesar
de los cambios y acontecimientos externos, producto de la intervención humana
25
.
Empero, tanto el antropocentrismo como el biocentrismo deben equilibrarse y ello
sólo será posible a través de un adecuado empleo y praxis de la educación medioambiental
. Esto tiene como propósito lograr un efecto positivo en la naturaleza. Si bien es cierto, las
decisiones humanas afectan el entorno natural, también pueden impulsar acciones
colectivas positivas, proporcionando equilibrio en sus relaciones con la naturaleza. Bajo
esta perspectiva, la ética ecológica y la educación medioambiental van más allá de los
21
Cfr. VELAYOS, Carmen. La dimensión moral del ambiente natural: ¿Necesitamos una nueva ética?
Comares, Granada, 1996.
22
Cfr. BEGOÑA, Román. Op. Cit.
23
9 Cfr. RIECHMANN, J. Op. Cit.
24
Cfr. VELAYOS, Carmen. Op. Cit.
25
Cfr. TAYLOR, P. “The Ethics of Respect for Nature”. En: BRENNAN, A. (Ed.). The Ethics of the
Environment, 1995.
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sistemas medios/fines impuesta por la modernidad, establecen una relacionalidad, donde
las tendencias desproporcionadas no tienen cabida
26
.
III. La biocolonialidad
La consolidación del sistema mundo moderno viene gestándose a través de diversos
factores que permiten su permanencia en el tiempo. Entre estos podemos mencionar el
antropocentrismo, que ha creado rupturas en la dualidad ancestral entre el hombre y la
naturaleza, derivando en distanciamientos epistémicos y ontológicos, producto de la lógica
occidental. Esta racionalidad tuvo un crecimiento exacerbado, que fue materializado a
través de la expansión científica e industrial y la colonialidad en los países
latinoamericanos.
Dichos factores se conjugaron como elementos esenciales para legitimar la
biocolonialidad, una forma reduccionista de concebir la naturaleza como fuente de
explotación, presta a los intereses humanos. Esto se ve apoyado a través de políticas y
normativas internacionales que, a partir de la década de los ochenta del siglo pasado, han
adoptado lineamientos en favor de la biodiversidad y la naturaleza, pero manteniendo
intereses y aspiraciones hegemónicas
27
.
La biocolonialidad hace referencia a patrones coloniales vigentes sobre la
naturaleza; desde la perspectiva de los teóricos del pensamiento decolonial se denomina
colonialidad de la naturaleza, siendo una clara manifestación de la colonialidad del poder.
Marca una acentuada importancia a la producción de la naturaleza, en concordancia con
las exigencias del capitalismo contemporáneo, lo cual lleva a acrecentar las brechas
sociales y las asimetrías de poder, cualidades propias de la modernidad
28
.
Estas discusiones generan tensiones entre los teóricos de la ética ecológica y los
defensores de la educación medioambiental, ya que, por un lado, se encuentran ante la
apremiante necesidad de preservar la naturaleza y la biodiversidad, cosa que se ha venido
dando a través de agendas regionales e internacionales, como el Convenio sobre la
Diversidad Biológica (CDB) , el Informe Brundtland en 1987, entre otros, pero, con esto
también se configura un espacio político de control de la vida (humana y no humana), que
podría permear los espacios planetarios, formando un ente supraestatal totalitario
29
26
Cfr. ALVARADO, José. “Horizontes de la ética medioambiental: Consideraciones intergeneracionales”.
Revista de Filosofía, N° 91, 2019.
27
Cfr. BELTRÁN BARRERA, Yilson. “La biocolonialidad: una genealogía decolonial”. Nómadas, N° 50, 2019.
28
Cfr. CAJIGAS ROTUNDO, Juan Camilo. “Anotaciones sobre la biocolonialidad del poder”. Revista
Pensamiento Jurídico, N° 18, 2007.
29
Cfr. BELTRÁN BARRERA, Yilson. Op. Cit.
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La biocolonialidad identifica el ejercicio del poder colonial, particularmente en
tierras latinoamericanas, que desde la época de la conquista, ha servido de reservorio de
riquezas naturales para las grandes potencias europeas. Esto lleva a la construcción de
metarrelatos que proclaman la muerte de cualquier cualidad moral en la naturaleza. Busca
una ruptura tajante entre la naturaleza y el contexto humano, al definir la historia, la
educación y la existencia fuera de toda vinculación con el medioambiente. Para lograr este
objetivo, la racionalidad moderno-occidental, colocó en relación de subordinación al
indígena, a la mujer, al campesino, al obrero, subyugando sus identidades, ligándolos al
subdesarrollo, al saber anecdótico, frente al saber totalizador, que es blanco, europeo y
occidental
30
.
Esto promueve la formación de un nuevo ordenamiento mundial, que se da como
parte del avance del capitalismo, exteriorizado en formas de ecocapitalismo; es decir, a
través de discursos en defensa del desarrollo sostenible y políticas educativas no cónsonas
con la realidad, sin prescindir de categorías propias de la modernidad, del
antropocentrismo y de la explotación económica, producto del fenómeno neoliberal. La
discursividad moderno/colonial, tiene su praxis en el saqueo, destrucción y depredación
del medioambiente.
Partiendo del análisis de esta realidad, se generan aspectos teóricos para el debate
sobre las formas adecuadas de preservar y mantener vivas las relaciones del hombre con la
naturaleza, así como el papel del Estado y los organismos internacionales en la misma
31
. Es
una realidad tangible que se hace evidente en los países periféricos, donde, a partir del
siglo XX, la explotación de los recursos naturales se ha acentuado considerablemente.
Estas prácticas han sido institucionalizadas a través de planes y ajustes en las políticas
internacionales y regionales en materia ecológica, de donde se sigue que, en medio de una
falacia desarrollista y cooperativista, se da la explotación de la naturaleza, tras falsos
argumentos sobre la defensa de la biodiversidad, con miras en mantener activo el
desarrollo del mercado.
32
De esta forma, la globalización y las políticas neoliberales mutaron para presentar
una cara más verde, sin reestructurar los fundamentos de la sociedad industrial ni la lógica
que mueve y dirige la instrumentalización de la naturaleza. Esta situación agiganta las
brechas entre el Sur y el Norte global, a través de postulados distorsionados del desarrollo
sostenible, donde las voces, creencias y formas de ver la naturaleza han ido
desapareciendo
33
.
El desarrollo sostenible se promueve a través de codificaciones coloniales, tomando
como bandera las asimetrías sociales, escases de recursos naturales y agotamiento
planetario, señalando el impacto negativo de estos fenómenos en los países del tercer
30
Cfr. ROMERO CABALLERO, Belén. Op. Cit.
31
Cfr. CAJIGAS ROTUNDO, Juan Camilo. Op. Cit.
32
Cfr. JURADO ESTRADA, Armando Jairo. “Ecocapitalismo y pensamiento crítico. Disyuntivas entre
socialismo y barbarie”. Revista Izquierda, N° 7, 2010.
33
Cfr. Ibíd.
Iguarán, M., Jaimes, J., Jaramillo, Y. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 547 557 557
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mundo, por lo cual se hace aún más necesario llevar el “desarrollo” a estos lugares, dejando
implícito el metarrelato colonizador, moderno y de escasez que se ha gestado desde la
sociedad occidental
34
.
Los tratados internacionales sobre la naturaleza y la biodiversidad, dan una
acentuada importancia a la noción de ciencia con pertinencia empresarial, individual y
fragmentada. Esta visión epistémica de la naturaleza responde a postulados coloniales que
llevan patrones raciales de conocimiento
35
, así como el desconocimiento de las relaciones
ontológicas entre hombre y naturaleza
36
.
Por tal motivo, la biocolonialidad marca la necesidad de trascender las normativas,
convenios y tratados internacionales. No se trata de negar lo positivo de estos aspectos, por
el contrario, se plantea la reinvención de estos modelos, que parta del reconocimiento del
valor moral de la naturaleza y de la comprensión de la misma que tienen los pueblos
autóctonos de la región. Desde estos lineamientos, se plantea la construcción de
ciudadanías divergentes, en permanente diálogo de saberes, en integración permanente
con los procesos de cambios sociales estructurales, con incidencia positiva en las
comunidades
37
.
Superada la visión moderna del desarrollo, se trasciende hacia prácticas
antihegemónicas y antisistémicas, a políticas educativas divergentes, que toman como
referente la naturaleza, como principio esencial para la vida, al mismo tiempo que señalan
las diferencias coloniales, junto a una definición variada de naturaleza, que parte de
identidades alternativas: feminismos críticos, campesinos, afrodescendientes, de
imaginarios distintos a los concebidos por la razón hegemónica, fuera de estructuras y
jerarquizaciones modernas de género, raza y nacionalidad, establecidas en el día a día
38
.
La biocolonialidad denuncia los patrones hegemónicos impuestos a través de
discursos medioambientales. De igual forma, plantea la necesidad de fortalecer el trabajo
ecológico realizado desde las comunidades, las escuelas y las universidades. Lleva a la
preservación de la naturaleza desde el pensar y el sentir la tierra, desde un
sentipensamiento ajeno al discurso individualista de la modernidad. La educación
medioambiental trata de reconocer las voces silenciadas, las cosmovisiones originarias y
ancestrales, que hacen frente cada día a la visión colonizadora inserta en la sociedad.
Reivindicar el valor de las culturas, nos aparta de la occidentalización del saber, de la
epistemología hegemónica, que niega lo diferente y no comprende la dualidad
hombre/naturaleza.
34
Cfr. Ibíd.
35
Cfr. WALSH, Catherine. “Interculturalidad, conocimientos y decolonialidad”. Signos y Pensamientos.
26, Vol. XXIV, 2005. Para Walsh, el saber forma parte de un enramado colonizador, que está determinado
geohistóricamente, geopolíticamente, y geoculturalmente,; es decir, tiene el valor (es tasable), color (blanco-
patriarcal) y lugar de origen (Europa).
36
Cfr. CAJIGAS ROTUNDO, Juan Camilo. Op. Cit.
37
Cfr. MEJÍA GONZÁLEZ, Lorely; CUJÍA BERRÍO, Sileny; LIÑAN CUELLO, Yuly. “Desarrollo Sostenible:
Crítica al Modelo de Civilización Occidental”. Revista de Filosofía, Vol. 38, N° Especial, 2021.
38
Cfr. ROMERO CABALLERO, Belén. Op. Cit.
Esta revista fue editada en formato digital y publicada
en octubre de 2021, por el Fondo Editorial Serbiluz,
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
Nº 99-3