Solano, K., Palacio, L., Alturo, S. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 472 – 482 476
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realizar inferencias, el uso reiterado de la repetición por no utilizar la sustitución léxica y
gramatical, entre otros.
Dichos indicadores responden a un manejo inadecuado de la pedagogía de la
palabra, de la enseñanza del lenguaje y de la escritura como parte de un proceso
epistémico complejo. El lenguaje y la escritura marcan el comienzo de los procesos
dialógicos de las sociedades latinoamericanas con su historia. En tal sentido, la enseñanza
de la lengua debe orientarse a la construcción y afirmación de identidades colectivas, de
intersubjetividades que trascienden la unidimensionalidad del eurocentrismo académico y
de aspectos propios de la colonialidad lingüística.
En el lenguaje encontramos más que fonemas que se articulan entre sí; en la
escritura se plasma más que signos pictóricos. En estos elementos se dejan ver los aspectos
que definen al hombre como ser social, ontológico, estético, económico, complejo, sin el
cual no existiría la humanidad como tal. Si bien el lenguaje y la palabra escrita no
configuran todo el cosmos humano, aproximan a la comprensión y cuestionamiento de la
realidad, al desarrollo del pensamiento crítico y a levantar la voz contra los procesos de
dominación y marginación que se encuentran de forma perenne en diversos contextos
latinoamericanas.
La realidad social en América Latina ha sido evaluada por diversos filósofos,
pedagogos, entidades educativas y por las políticas de algunas naciones latinoamericanas,
lo cual ha dado pie al auge de proyectos y programas para la transformación social, la
participación política, la equidad ciudadana y en el ámbito educativo, la instauración de
cátedras como Comunicación Lingüística, Filosofía del Lenguaje, Pensamiento Decolonial,
así como otra serie de unidades curriculares y uso de textos que aproximen al estudiante a
la comprensión del contexto histórico, político y social que les rodea, con el propósito de
formar un individuo que cumpla con las exigencias del siglo XXI.
Estas metas van más allá de lo académico, apuntan al trabajo dentro de las
comunidades, a la participación activa en procesos de enseñanza de la lengua y de la
palabra escrita de los pueblos. Ello redundará en el desarrollo del pensamiento crítico, el
carácter axiológico, la comprensión histórica, el fortalecimiento de la identidad cultural,
entre otros elementos que aproximan a los individuos a la resolución de grandes
problemas que aquejan a nuestra América.
II. La importancia de la escritura y la comunicación
Aristóteles