Volumen 32 Nº 4 (octubre/diciembre) 2023, pp.215-228

ISSN 1315-0006. Depósito legal pp 199202zu44

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.10107887

Amor en tránsito. Hacia una Sociología del Amor a la venezolana

Erly J. Ruiz

Resumen

Migrar es entrar en una trama de significado novel que, en ciertos casos, puede ser abiertamente hostil. La presentación del sí mismo en una inicial extraña cotidianidad constituye un reto que solicita una calibración astuta de la actuación y de las expresiones públicas usadas. El objetivo del artículo consiste en explorar la constitución del amor a la venezolana a través de una metodología cualitativa y un enfoque microsociológico. Se inicia con una aproximación a la cultura con la mira en la comprensión de las costumbres y tradiciones. Se aborda el emplazamiento fundamental de la indagación, la circunstancia cotidiana. A continuación, se introduce el amor como la temática ejemplar a ser tratada en función a la realidad actual del emigrante venezolano. Posteriormente, se analiza la constitución del amor a la venezolana mediante trece entrevistas hechas a connacionales con mínimo cinco años fuera del país. Se concluye que el amor a la venezolana se expresa en cuatro categorías relacionadas: idealización, cortejo, caballerosidad y servicio. La circunstancia migratoria presenta una oportunidad de expandir y sopesar los roles que se seguían irreflexivamente en el país de origen. Si bien hablar sobre el amor es versar sobre la relación de parejas, existe asimismo una vinculación muy interesante al gentilicio: El venezolano se da cuenta fuera de su terruño cuán amorosa es su forma de ser.

Palabras clave: Amor; Cotidianidad; Cultura; Interacción; Migración; Venezolanidad

Universidad Central. Caracas, Venezuela

E-mail: erly.dolli@gmail.com ORCID: 0000-0001-9830-0615

Recibido: 11/06/2023 Aceptado: 24/09/2023

Love in transit: Towards a Sociology of venezuelan Love

Abstract

To migrate is to enter into a plot of new meaning that unfortunately in many cases as is shown globally can be openly hostile. The presentation of the self in an initial strange daily life constitutes a challenge that requires an astute calibration of the performance and the public expressions used. The objective of the following article is to explore the constitution of Venezuelan love through a qualitative methodology and a microsociological approach. It begins with an approach to culture with a view to understanding customs and traditions. The fundamental location of the inquiry, the daily circumstance, is addressed. Next, love is introduced as the exemplary theme to be treated based on the current reality of the Venezuelan emigrant. Subsequently, the constitution of the Venezuelan love is analyzed through thirteen interviews with nationals who have been outside the country for at least three years. It is concluded that Venezuelan love is expressed in four related categories: idealization, courtship, chivalry and service. The migratory circumstance presents an opportunity to expand and weigh the roles that were thoughtlessly followed in the country of origin. Although talking about love is about the relationship of couples, there is also a very interesting link to the gentile: The Venezuelan realizes outside his homeland how loving his way of being is.

Keywords: Love; Everyday life; Culture; Interaction; Migration; Venezuelan identity

Introducción

Aunque el amor es considerado típicamente una temática popular (Schopenhauer, 1993:41; Frith, 2001:424), la Sociología del siglo XX (Luhmann, 2008; Bauman, 2005) se ha ocupado de la misma proponiendo importantes vínculos con el desarrollo y caracterización de las sociedades contemporáneas. La interacción que implica el asunto influye tanto en la formación material de la propia sociedad (Schopenhauer, 1993) así como en la conformación de la identidad narrativa (Ricoeur, 1996) de sus integrantes. Sus fundamentos se encuentran en la cotidianidad la cual, por su carácter irreflexivo, en algunos casos pone cuesta arriba su comprensión. La emigración implica una salida de la cotidianidad que demanda una recalibración casi absoluta de lo conocido hasta el momento. Dicho en menos, emigrar es tener que redefinir lo que se creía ya definido. El objetivo del artículo consiste en explorar la constitución del amor a la venezolana y se encuentra dividido en tres partes consecutivas.

Circunstancia, contingencia. Explora panoramicamente la diversidad situacional que supone la existencia. Se inicia con una aproximación a la cultura con la mira en la comprensión de las costumbres y tradiciones. A continuación, se aborda el emplazamiento fundamental de la indagación, la circunstancia cotidiana y la importancia del lenguaje en su desarrollo y mantenimiento. Finalmente, se propone la migración venezolana actual como una oportunidad ideal para reflexionar sobre la venezolanidad a partir del contacto inevitable con una novel alteridad.

All you need is love. Introduce la temática ejemplar a ser tratada en función a la realidad actual del emigrante venezolano. Empieza con la presencia del amor dentro de las narrativas populares y académicas haciendo énfasis en la noción comunicativa simbólica propuesta por Luhmann en El amor como pasión (2008). Se examina la distinción entre lo ideal y lo imaginario, reconociendo el papel fundamental del último en la contemporaneidad. Posteriormente, se aborda la rectoría de la pasión y su oscilación imaginaria entre lo sexual y seductor. Por último, se examina la relación del amor con el sexo, el poliamor y la supuesta dispersión que caracteriza a las sociedades posmodernas.

Si no bailo a ese son, no entro a esa pista. Constituye la parte interpretativa de la indagación. Se aborda la constitución del amor a la venezolana mediante trece entrevistas a profundidad hechas a connacionales con mínimo cinco años fuera del país. Vale enfatizar que la investigación no busca generalizar. Apunta a proponer, de una manera exploratoria, a través de una perspectiva cualitativa y un enfoque microsociológico, una dimensión significativa que puede ayudarnos a darnos mas pistas sobre la conformación de la venezolanidad en la contemporaneidad. El interés se dirige a la comprensión del amor mediante la vivencia particular y no a través de una lectura total estadística de carácter representativo. El talante es hermenéutico, la interpretación conduce las inquietudes en búsqueda del sentido que le otorgan los protagonistas a sus actos y experiencias. Tal como señala Moreno:

Un horizonte para la interpretación, hermenéutico, está constituido por todo el sistema de símbolos, estructuras matrices del pensar, contenidos culturales de referencia, convicciones asumidas incluso fuera de la conciencia comunes a todos los que comparten con nosotros existencia social, paradigmas de todo tipo, representaciones, conceptos, actitudes y todo aquello que interviene en dar significado y sentido a lo que pensamos y conocemos (2013:43).

1. Circunstancia, contingencia

Desde una perspectiva antropológica clásica es posible definir tentativamente la noción de la cultura local como una serie de quehaceres típicos llevados a cabo por una comunidad en una circunstancia geográfica particular. Si bien lo territorial es lo evidentemente determinante, es preciso comprender asimismo tanto el rol fundamental de la temporalidad como el de la propia actividad humana. La cultura no se reduce a lo objetual, constituye una situación vivencial que se extiende desde lo material hasta ciertas posiciones ideológicas o metafísicas comúnmente conocidas como creencias. Es, por consiguiente, una creación auténticamente humana así como una reproducción colectiva, y, en este sentido, un asunto sociológicamente relevante.

Otra forma de abordar la discusión se encuentra en su relación con la tradición y las costumbres. En cuanto a la tradición, y siguiendo a Popper (1991), podemos tener dos actitudes. La primera, acrítica, donde en algunos casos ni nos damos cuenta que estamos inmersos en una. La segunda, crítica, en un esfuerzo por su reconocimiento, podemos posteriormente aceptar o rechazar. La posición acrítica surge como una zona significativa de confort, la ignorancia permite la continuidad del fluir vivencial cotidiano. La ausencia reflexiva promueve la típica comprensión de las tradiciones en vinculación a la coerción. Las costumbres locales adquieren, mediante el proceso de reificación (Berger & Luckmann, 2001), un aparente estado natural como ajeno. Aunque, tal como indica Schutz (2012), la experiencia de la realidad involucra al otro en todas sus facetas temporales, olvidamos ser los creadores y nos dejamos dominar por las criaturas materiales e ideológicas.

En referencia a lo local es justo explorar su relación con lo global. Existen al menos dos posiciones. La postura antagónica, usualmente exhibida por Estados autocráticos tal como el bolivariano, propone un férreo nacionalismo como respuesta a la supuesta destrucción de lo propio que implica cualquier forma de vida fuera de sus fronteras. Dicho de otra manera, acentúa frenéticamente el forjamiento de lo unidimensional. En el otro extremo se encuentra la posición complementaria, la cual, orientada hacia la integración. expresa como lo reconstructivo prima sobre la muy mentada deconstrucción. El nexo local-global es asimismo un instanciamiento moderno. Mientras el caso antagónico expresa la comprensión de lo local como algo plenamente sustancial, la complementaria manifiesta la primacía de lo relacional (Gergen, 2006), por ello para algunos, la globalización es una clara manifestación de la posmodernidad.

Desde una perspectiva pragmática, en el plano de la cotidianidad lo constante es la falta de reflexividad. El conocimiento está distribuido socialmente (Schutz, 2012) tomando la forma de recetas típicas para situaciones típicas donde se esperan resultados típicos. El dominio de lo recetario influye en el proceso de reificación mencionado previamente, otorgándole a la circunstancialidad un rango de concreción inusitado. Aunque todas las identidades son precarias (Berger, 2007) lo dado denota sustancialidad brotando como demanda a partir de la ausencia reflexiva. Si bien la racionalidad es estimulada teórica e históricamente dista de ser aplicada cotidianamente, para muchos surge como una actividad consumidora de tiempo o como una suerte de desvío innecesario. El presente no exige el ejercicio constante de la razón, el discernimiento se resuelve en la selección de lo típico con el fin de mantener una actitud frente a lo real sin sobresaltos.

El lenguaje constituye un elemento clave en la construcción colectiva de la realidad (Berger y Luckmann, 2001; Nietzsche, 2003). Va mucho más allá de nombrar o denotar; crea, mantiene y desarrolla la vida en común (Nietzsche, 2003). Existen expresiones orales, escritas y gestuales que en su aplicación pueden identificar una cultura determinada. Una buena ilustración de ello se encuentra en el debate que surgió en torno al reconocimiento de la indicación con la boca como un elemento auténticamente latinoamericano en la película Encanto (2020). La expresión crea un nosotros, otorga un aprehensible sentido de pertenencia. En la oralidad el tono influye en la identificación. En referencia a la geografía de habla hispana, es posible escuchar palabras comunes pero que, entonadas de una manera particular, aluden a un gentilicio particular. La musicalidad de la oralidad es una innegable cualidad local. Dentro de una nación conviven una serie de entonaciones reconocidas mutuamente.

En cuanto al contenido de lo dicho es posible ubicar su potencia identificatoria. El uso de ciertas palabras y proposiciones fungen como expresiones de un sí mismo que se construye en relación perenne con la otredad. Así, chamo nos orienta hacia lo venezolano como wey a lo mexicano o parce a la colombianidad. En este sentido, la comunicación con la alteridad es indudablemente constituyente. Su dinámica demanda constantes actualizaciones e incluso, en casos de rupturas geográficas tales como la migración, exigentes e inusitadas recomposiciones. Asistimos al paso de la preeminencia del contenido al de las palabras claves, la cual exhibe la importancia del lenguaje imaginario que posee la capacidad de crear un paisaje común (una zona de significatividad), mediante una síntesis (tipificación) que proporciona seguridad y concreción para los participantes durante una interacción determinada. Por ello los migrantes, aunque muy lejos estén de su terruño, siempre llevan a su país en la boca.

La circunstancia migratoria venezolana actual propiciada por la instalación permanente del régimen bolivariano es, a todas luces, un acontecimiento excepcional en la historia del país. De acuerdo a la Plataforma de Coordinación Interagencial de Naciones Unidas, la cifra de migrantes y refugiados venezolanos en el mundo aumentó a 7,2 millones al 28 de marzo de 2023 (R4V, 2023). Muchos connacionales fueron tomados por sorpresa en cuanto al desarrollo de su ser auténticamente venezolano producto de un tránsito geográfico inesperado. Para efectos de la presente investigación el ser venezolano es considerado como una serie de comportamientos, actitudes y expectativas que parten originariamente de la interacción con la alteridad de Venezuela. Vale la pena enfatizar el rol fundamental de la alteridad en la composición, desarrollo y mantenimiento así como la permanente exigencia de la actualización. Una buena ilustración de ello se encuentra en la presencia de la expresión veneco dentro de las narrativas populares contemporáneas sobre la nación. Para algunos veneco es la indicación de una venezolanidad inadvertida que se revela en el contacto con los residentes (locales) de un país extranjero. La revelación causa tanto orgullo como vergüenza de acuerdo a la circunstancia geográfica particular.

Migrar es entrar en una trama de significado novel que, en ciertos casos, puede ser abiertamente hostil. La presentación del sí mismo en una inicial extraña cotidianidad constituye un reto que solicita una calibración astuta de la actuación (Goffman, 1997) y de las expresiones públicas usadas. La expresión formula dos asuntos pertinentemente sociológicos. Por un lado, el asunto de la libertad, la posibilidad de actuar espontáneamente y, en este sentido, genuinamente donde se este. Por el otro, la cuestión de la asociación, la capacidad de generar o evitar vínculos con la otredad local y migrante. La instalación en una extranjera cotidianidad plantea la situación ideal para abordar la venezolanidad. El tránsito sacude lo dado demandando un discernimiento sobre nuestra manera de existir con los demás.

2. All you need is love

El amor es un asunto indudablemente constituyente y, por ende, sociológicamente relevante. Su presencia en lo popular contribuye directamente a su evasión. Tal como sostiene Schopenhauer (1993) la temática es el asunto predilecto de artistas y poetas, por lo cual, desde la perspectiva racional-científica, sus definiciones, sujetas por el engaño y el error de la apariencia, no son dignas de otro tipo de valoración mas que estética. Pero la cuestión tiene consecuencias mucho mas prácticas tal como el mismo Schopenhauer intuye en su disertación filosófica. El amor y la amistad son expresiones de la filiación, constituyen formas de sociabilidad que inciden en el crecimiento y decrecimiento de las sociedades concretamente. No obstante, ambas son formas de relacionarse con la alteridad pésimamente valoradas por el mundo académico. Escribir sobre ellas es perder, además del respeto de muchos colegas, ¨la seriedad ̈ y la objetividad, estandartes primordiales de la vida en el claustro (Precht, 2012).

Siendo un tema predilecto de artistas y poetas su expresión es, en muchos casos, abiertamente metafórica. Sin embargo, y ahora con Popper (1991), la definición metafórica, tal como el mito, constituye una auténtica explicación de primer rango, la diferencia de la razón radica en su posterior discusión crítica. De alguna manera, es posible abordar la explicación metafórica como una clarificación mediante la difuminación. Comprendemos, tanto a modo de entendimiento, nuestros pensamientos y emociones, pasando a formar parte de una trama significativa compartida. En el momento adecuado una sola frase puede ser el asidero necesario para clarificar una circunstancia filial particular. La explicación metafórica provee dos dimensiones comprensivas, la exaltación y la disección. Mientras la primera presenta el principal atolladero para la discusión racional académica, la segunda expresa la construcción de la realidad en su sentido terapéutico tal como es formulado en Berger & Luckmann (2001), comprendemos la realidad porque pasamos a formar parte de ella como participantes activos en su confección.

Retomando su presencia en lo popular, no sería injusto afirmar que la temática es tanto fuertemente idealizada como imaginada. Es necesario clarificar ambas categorías, ya que si bien típicamente son usadas como sinónimos, para efectos de la siguiente investigación poseen cualidades particulares que las diferencian y complementan. En referencia a la idealización, la expresión común indica a lo romántico, cuestión que será tratada a profundidad posteriormente con Luhmann (2008). En cuanto a la imaginación, es crucial la posición de Debord (2009) en torno a la espectacularidad de las sociedades y la mediatización de sus interacciones a partir de la imagen. Aunque lo ideal consta como una expresión predilecta de la temática, su presencia como salvación es históricamente innegable. Una buena ilustración se encuentra en la participación del amor como fundamento dentro de la narrativa y cosmovisión religiosa católica cristiana. Lo único necesario es el amor, tal como reza la canción All you need is love (1967) de los Beatles.

Vale la pena recalcar el carácter constante de las expresiones y definiciones del amor. Un precedente muy valioso para la discusión lo ofrece el sociólogo Niklas Luhmann en su obra El amor como pasión (2008). Allí el autor circunscribe la temática a una dimensión comunicativa la cual además, constantemente se está actualizando. Mas que una emoción, nos encontramos frente a un sistema de significados que parte de un contexto geográfico y espacial particular. Desde tal perspectiva es posible darle cuerpo a una investigación en torno a la temática mas allá de la típica crónica o el ensayo. El fundamento sociológico radica en la aproximación a la expresión en un periodo determinado. De igual forma, el carácter comunicativo no actúa en detrimento de una lectura antropológica. La conjugación de ambas posiciones permite inclusive, formular de una manera mas directa, la inquietud transversal de la investigación. ¿Existe una expresión del amor a la venezolana?

Si bien la literatura es el área primordial en la argumentación de Luhmann en torno a la temática, es preciso considerar la importancia de la imagen dentro de los sistemas significativos amorosos contemporáneos. En este sentido, la televisión, el cine y las redes sociales forman los dominios concretos donde se expresa la actual comunicación amorosa, ofrecen (y reflejan) los elementos necesarios para la comprensión y construcción del amor en la cotidianidad (Schutz, 2012; Berger y Luckmann, 2001). No obstante, las expresiones amorosas en los medios contemporáneos no se alejan de lo propuesto por el sociólogo alemán. A partir del siglo XIX la literatura europea empieza a reflejar el asunto y su audiencia primordial la constituyen mujeres de clases acomodadas. La ideología, presentada en forma de novela, incidía en la construcción de expectativas en cuanto a las relaciones amorosas de pareja. El talante ideal pasa a ser conocido popularmente como romance, aunque la noción pre existiese en la era medieval.

La preeminencia de la imagen es pertinente a la discusión en la medida que influye tanto en la inmediatez de los mensajes como en la condición interpretativa que solicita. Con Schutz (2012) es posible comprender que los medios actuales aceleran y popularizan la existencia de recetas típicas para conseguir resultados típicos por medios típicos. En este caso, presentan un arsenal de expresiones de como es y se vive el amor, bien sea en la dimensión de la pareja, la familiar, la religiosa e inclusive, la de sí mismo. La industria cultural audiovisual y la industria musical influyen en el pronunciamiento superficial pero perenne de la temática, aportan una dinámica particular a las expectativas producidas en el pasado exclusivamente por la literatura. Es necesario no perder de vista la condición interpretativa de la imagen en la medida que manifiesta el papel activo del receptor. Dicho de otra manera, la imagen habla en un lenguaje que comprendemos con anterioridad, la misma nos completa así como nosotros recíprocamente a ella.

La comprensión del amor como un sistema de codificación de expresiones situadas geográfica e históricamente no implica bajo ninguna forma el monopolio de lo racional en su presentación o comunicación. La noción de la seducción, contemporáneamente típicamente circunscrita a la sexualidad, demuestra dos facetas constituyentes, que si bien, en algunos casos pretenden ser codificadas racionalmente, expresan justamente lo opuesto, la pasión y el padecimiento. El amor, seduce mente y cuerpo, se presenta como algo que nos sucede y que aparentemente no producimos, apenas alimentamos. El padecimiento surge como una trama significativa dentro de las expresiones musicales amorosas latinoamericanas. Expresiones abiertamente dolorosas como el vallenato o el bolero construyen un panorama de situaciones que se extienden desde el dolor de la querencia hasta el sufrimiento por la ausencia, asuntos igualmente tratados en otro fenómeno popular, la telenovela. En cuanto a la pasión, se encuentra tan vinculada al amor que lamentablemente aún en Latinoamérica muchos feminicidios son presentados legalmente como crímenes pasionales.

Popularmente, hacer el amor brota como una expresión íntimamente vinculada a la sexualidad. El acto sexual es el culmen del padecimiento por el deseo mostrando en su realización, en algunos casos, ciertas formas de arrebato. La tipificación del latinoamericano como sangre caliente indica a la pasión desbocada la cual es posible oponer tentativamente al erotismo francés formulado por Baudrillard (1981), Desde esta perspectiva, podemos formular un horizonte tomando en cuenta la atracción como fuerza-motor y la sensibilidad como extensión de la vivencia. Apelamos a Baudrillard para indicar la importante diferencia entre la sexualidad y la sensualidad, aspectos ambos presentes en la proposición hacer el amor. Mientras en lo sexual, pensado en vinculación a lo pornográfico, predomina lo genital así como lo inmediato, lo sensual es mucho más amplio: provee de una dilatación temporal usualmente presentándose como antecedente de lo primero (Gonzalez y Blanco, 2013:230). Es posible considerar la sexualidad como escenario estelar del amor mediante la noción de la condición posmoderna (Baudrillard, 1981). No hace falta ningún relato que justifique la atracción, quizás, tal como sostiene Schopenhauer (1993), no hay mas allá después de la consumación de lo sexual.

El poliamor surge como una experiencia emblemática en la concomitancia amor y sexualidad. Siguiendo la trama posmoderna, se opone a la monogamia desde una perspectiva que se puede considerar tentativamente biopolítica. La relación afectiva monogámica no es natural, lo afectivo e impulsivo son expresiones inmediatas de la condición existencial irreflexiva. De tal forma, la pasión y arrebato, en oposición a lo racional, se presentan como demostraciones de la autenticidad del comportamiento amoroso. La fundamentación biológica prima sobre la noción del amor como acuerdo, cuestión esencialmente revocable. El amor moderno es racional en la medida que justifica una serie de relatos y explicaciones que mantienen el status quo de las sociedades. No es que la pareja, la familia y la nación, pilares interactivos, cesen de existir, pero si pierden su poder persuasivo en el desarrollo actual de la vida en colectivo. No en vano el Papa Francisco (2022) expresa su preocupación en relación a la primacía de las mascotas y plantas en detrimento de los hijos, la filiación adquiere dimensiones particulares pertinentemente sociológicas.

Es posible considerar el escenario amoroso contemporáneo desde el paradigma de la dispersión. Nos encontramos en un estadio superior de la era de la información, uno donde la producción de la misma no recae exclusivamente en medios e instituciones especializadas. La ambigüedad de la verdad expresa la precariedad de las identidades (Berger, 2007) pasando a constituir para algunos, un escollo en las interacciones sociales actuales. Las narrativas e imágenes que proporcionaban seguridad están sujetas a constante clarificación, planteando una suerte de conflicto de las interpretaciones multimodales. Avanzamos de tal manera en el planteamiento laxo de las inquietudes que orientan la siguiente investigación. ¿De dónde provienen, como se mantienen y como se pronuncian las narrativas e imágenes amorosas venezolanas? ¿Existen tramas de sentido y significado autóctonas?

3. Si no bailo a ese son, no entro a esa pista

El estatus migratorio es una circunstancia que demanda una comprensión adecuada de la cotidianidad. Si bien la comprensión no se opone a la explicación, para efectos de la presente indagación, tendemos hacia la noción de la integración. Comprender se refiere a la interacción en una situación geográfica y temporal determinada. En este sentido, la verdad consta en la adecuación o convención y no exclusivamente en la coerción. Con el objetivo de abordar la expresión del amor a la venezolana, se parte del reto que afronta el emigrante venezolano de cara a su integración a la cotidianidad del país que lo acoge. Es posible aproximarse a la expresión del amor en dos dimensiones que implican interacción plena con la alteridad: comportamiento y acción. La novel interacción exige una reformulación en ambas, lo que influye en el descubrimiento de lo propio en la naturalidad y la irreflexividad.

La migración plantea problemáticamente una tipificación común en referencia al amor, la idealización. Tal como sostienen los Buendía, pareja actualmente en Chile, la migración presenta una serie de retos complejos (climáticos, económicos, aspiracionales, entre otros) lo cual conlleva a que “debemos reconocer que no es sólo un tema romántico, hay que ser realista. El amor se puede ver afectado o debilitado con los retos que nos va poniendo en el camino la migración”. Para algunos, la complejidad de la situación es enfrentada a través de la noción del amor como solidaridad. Se pretende el amor como salvación a la incertidumbre que implica la migración. La duda incide críticamente en el comportamiento el cual, al devenir en acción, expresa la identidad venezolana. Larry, oriundo del llano venezolano, actualmente en Alemania, sostiene que en Venezuela “podía ser yo más,.... Podía mostrarme yo más fácilmente y no pasaba nada si tenía un fallo. Acá, si yo me muestro, y demuestro algo que no guste, o un fallo dentro de la comunicación, esa persona puede desaparecer”.

El “fallo” formula el asunto de la tolerancia y el riesgo de la acción (natural e irreflexiva) en el contexto migrante. Para Lucia, actualmente en Argentina, la emigración constituye una circunstancia que si bien, “se siente como que si se pierde todo, empiezas a tener una flexibilidad muchísimo mas grande con respecto a la incertidumbre”. La interacción interpela tal como comenta Kath sobre Sao Paolo y su rapidez. “Me he tenido que adaptar, he tenido que entender. La dinámica acá es diferente. Mi forma de aproximarme y enamorarme ha cambiado y de concebir como me enamoro”. La situación interactiva fuera del país de origen expresa, mediante la reflexión, ciertas tipificaciones sobre el amor a la venezolana. Las mismas adquieren múltiples facetas cuando son pronunciadas en vinculación al amor. La idealización, (opuesta a la compleja realidad) formulada por los Buendía es una de ellas. La idealización es asimismo trocada por lo romántico y llevada por uso hasta la concepción novelesca de cortejo, caballerosidad y servicio.

La caballerosidad no se circunscribe al género. No es exclusiva del hombre aunque sí posea unas manifestaciones típicas muy particulares. Tamara, actualmente en España, comenta una asincronía particular a un acto de amor servicial que no fue bien recibido por su pareja. Para demostrar su afecto, Tamara “hace cosas para el otro”. Cuenta que intentó planchar, “y a él eso no le sentó bien. Que él no quiere una chacha (cachifa, mujer de servicio) que él quiere compartir conmigo”. La nueva cotidianidad demanda ajustes a las zonas de significado sedimentadas. Michelle, viviendo en Brasil, considera que ciertas mujeres venezolanas adoptan el rol de la pasividad. “El hombre, propone…. Se gana a la mujer”. Ganar implica la noción de la conquista, así como la de la propiedad y la del caballero. La conquista limita al cortejo, por ello mucha de la educación amorosa popular se centra exclusivamente en ese momento sin afrontar las implicaciones de la posterior convivencia. La ausencia educativa influye en relaciones problemáticas las cuales son tratadas posteriormente desde la perspectiva psicológica.

El servicio hacia el otro, o la disponibilidad para hacer por, surge como una demostración típica del interés amoroso. Desde esta perspectiva, la comida participa de una manera protagónica. Es posible concebir esta modulación como amor restaurante, que si bien no es exclusivo a la venezolanidad, posee unas expresiones particulares. La oportunidad de presentar un plato nacional como emigrante brota como la oportunidad para generar y sostener un encuentro, no obstante, su efecto no está plenamente asegurado. Mientras Barbara, actualmente en Argentina, asegura como la “Reina pepiada es la reina del amor”, Larry reconoce que “no a todo el mundo le gusta la arepa”. En este sentido, ha ampliado su repertorio gastronómico incluyendo otros platos latinoamericanos. La disponibilidad hacia el otro presenta asimismo una situación que involucra la idealización caballeresca. Mami, desde Argentina, comenta que le “tomó trabajo comprender que no debo anteponer el deseo del otro antes que el propio” y, de tal forma, actualmente concibe la posibilidad de una “entrega servicial con conciencia”. Es posible comprender la posición de Mami como una reflexión en sintonía a la ética del cuidado, la acción responsable orientada moralmente (Alvarado Garcia, 2004).

La idealización proporciona orientación mediante la categorización de las acciones y el comportamiento. Tanto Michel, actualmente en España, como Barbara, comentan como el venezolano es muy “novelero”: posee una concepción idílica del amor que descubre en sufrimiento la resistencia de la realidad. La novela presenta una pauta de acción que, si bien trasciende al cortejo, influye en la instauración de un rol hasta ser cuestionado por los hechos. Uno de esos roles, el del “hombre que propone”, se nutre fundamentalmente de las manifestaciones novelescas. La propuesta debe persuadir, y en este sentido, se orienta a la seducción. El servicio hacia el otro se viste de cortesía, expresándose en acciones y palabras. Jorbelys, actualmente en España, considera que el venezolano es “’calienta orejas’. De conversaciones, de adulación… no en el mal sentido de la palabra, sino en el sentido de decirte cosas, ese juego de seducción es de hablar, de decir”. Mami, profundiza en ello, considera que la palabra venezolana, tanto en el cortejo como en su expresión pública, es, al menos en Argentina, recibida como chamuyo. De intención persuasiva pero falaz o sin argumentos sólidos.

La migración formula una oportunidad para la construcción y vivencia del amor fuera del control de la institución familiar. Los Buendía comentan como el amor de pareja en Venezuela siempre está influenciado por la familia. “Las parejas jóvenes siempre están bajo la sombra o el radar de los padres, de los hermanos, de los tíos…”. Aunque es relativamente fácil entrar al amor de pareja, es cuesta arriba lograr su independencia definitiva. Andreina, actualmente en Perú, ahonda en el control familiar. Considera desagradable “La potestad que piensan que tienen para poder imponer cierto tipo de cosas”. Otra expresión de la migración como retiro de la vigilancia familiar la proporciona Ana, actualmente en Perú. Comenta que, aun en una sociedad conservadora como la peruana, puede expresar su amor públicamente de una manera mas libre, como lesbiana. El control familiar implica la constante evaluación de sus miembros además de la expectativa de la trascendencia, la forma en que el apellido permanece en la historia. El amor en este caso funciona como la justificación de la potestad: lo hago por amor. Michel agrega otra faceta al asunto, siente que por la “sobreprotección de la familia de ella… te ves forzado a hacerte pana del papá o de la mamá.. Se meten burda en la relación”.

El deslinde de la institución familiar presenta ciertas consecuencias que algunos llegan a comprender sólo cuando están completamente fuera de ella. Así como los Buendía mencionan que “la emigración aclara prioridades”, otros venezolanos se dan cuenta que la manera en que vivían el amor en Venezuela estaba influenciado por la inexistencia de ciertas responsabilidades. Barbara nota que “ahora tiene problemas más complejos que el amor” refiriéndose a la demanda laboral que debe afrontar en su condición de migrante. En corto, no tiene el tiempo para “hablar tanto”, como lo hacía cuando estaba en Venezuela. Lucia lo plantea de una manera mas concreta. Sobre amar en Venezuela ,el “hablar tanto” indica “la incertidumbre cero. Si no estoy contigo, es como si estuviese... Siempre hay que estar brindando demasiada información de cada paso que das”. La separación de la tradición plantea otros bemoles tales como las expectativas y los roles asumidos. Marla, actualmente en Alemania, comenta una situación particular que la llevó a darse cuenta de la flexibilidad necesaria para su existencia como emigrante. “La primera vez que viaje sola, esperaba que mi esposo me llevara al aeropuerto. Y lo que me dijo fue: agarras el bus tal y listo, que te vaya bien.. Me quedé como ¿qué pasó aquí?”. En Venezuela, a la mujer “la llevan y la traen.. Es mas atendida en ese sentido”. El alemán en cuestión no forma parte de esa traza de sentido, la mujer no es la reina que debe ser atendida en todo momento.

Otra dimensión de una expectativa similar tiene que ver con la responsabilidad económica. Michelle cuenta como una vez en Venezuela, al comentarle a su familia, específicamente, abuela, tía y prima, que iba a comer en casa antes de salir con un chico “porque no tenía plata”, todas se molestaron inmediatamente. Sostenían que “el tiene que pagar, usted esa cartera ni la saca”. Tamara reconoce que “eso si tiene el venezolano, te invita y paga todo. El español no, el español se va a medias”. Especula que “quizás para muchas venezolanas este sea el gran error o defecto que tienen los europeos, que tú tengas que pagarte lo tuyo”. Si bien Tamara no tiene ningún problema con asumir su responsabilidad, no niega que la expectativa económica durante el cortejo recae en Venezuela a quien invita. Siguiendo a Luhmann (2008) es mas fácil ser amado que amante. Por otro lado, para algunos, asumir la responsabilidad económica funge como un contrato implícito, el cual otorga potestad sobre quien es agasajado. Desde esta última perspectiva, el amor presenta la ocasión para el ejercicio de una relación de poder asimétrica.

La calibración que exige la nueva cotidianidad depende de la reflexividad que se le otorga a las acciones y el comportamiento. Tanto Michelle como Tamara, en distintos continentes, han trascendido ciertos roles y expectativas. En relación al cortejo, la última comenta que “ahora es más participativa… quizas en Venezuela uno espera a que sean los hombres que te cortejen, que te busquen, que te escriban. En cambio aquí en España es mitad y mitad”. Michelle recuerda como en Venezuela “una mujer no se veía bien si iba a cortejar a alguien, si la mujer cortejaba al hombre entonces, era una puta”. El verse bien indica al reconocimiento de la acción propia por parte de la alteridad, la cual se extiende desde lo próximo familiar, hasta la noción más lejana y abstracta de la sociedad. Lucia agrega otra faceta al reconocimiento. Considera que en Argentina, donde reside actualmente, la adulación cobra un sentido muy diferente a su manifestación en Venezuela Comenta como “en Venezuela si tu le reconoces algo bueno a alguien, entonces eres un jala bola, pica torta”. La expresión de lo positivo presenta una suerte de subordinación, las relaciones son reducidas a la dinámica del amo y el esclavo.

En relación a las expectativas asociadas al amor en Venezuela, la presencia publica cumple una función rectora. Kath recuerda con pesar la demandada “omnipresencia” que exigía la familia de su última pareja antes de irse del país. “Siempre había que estar, y el no estar, indicaba como que <<ah, estos dos se pelearon>>”. En sintonía a la “incertidumbre cero” de Lucia, la presencia constante es para algunos un requerimiento ineludible. Mami comenta como en Venezuela algunas personas asumen que “si no me llama, si no me busca… no me quiere”. La perenne comunicación surge como una demostración afectiva. Jorbelys menciona otra forma de demostrar el amor post matrimonio que pasa por asumir (sin opción en muchos casos) un rol particular. Tradicionalmente, la mujer venezolana “se responsabiliza por la casa” como muestra de su amor. La responsabilidad deviene en servicio doméstico el cual fue adornado en su momento con el rango de la ama de casa. Michelle evoca la dinámica particular de las reuniones familiares en Venezuela donde esta diferenciación funcional quedaba bien marcada. “Las mujeres están en la cocina, cocinando y lavando los platos. Los hombres viendo el fútbol y hablando cosas de hombres”.

En cuanto a las expresiones autóctonas del amor venezolano Tamara nota la posesión como una cualidad común. “Nosotros somos posesivos. Decimos <<mi reina>>, <<mi amor>>, <<mi cielo>>... somos muy de <<mi>>”. La expresión posesiva “delata” al connacional en el exterior. Andreina menciona que donde se encuentra actualmente (Perú) han adaptado expresiones venezolanas como formas de persuasión. “Las chicas y los señores que atienden, peruanos, te dicen <<hola mi amor, que necesitas mi linda?>>... aunque al principio lo criticaban, se dieron cuenta que era un gesto de cariño y que a la gente le gustaba porque se sentía bien atendida”. En algunos casos, las formas de amar venezolanas surgen como virtudes tal como sostienen muchos de los entrevistados. Ana reconoce que su amor la pone “en una posición de ventaja.. Porque soy como un bicho exótico”. La cualidad exótica resuena con la afectividad y su demostración. Barbara concuerda, “mi amor ha sido un gancho y la primera arma de seducción que tengo. El ser como somos, buena onda, amorosos, simpáticos, zalameros, detallistas... Eso me ha ayudado mucho”. Mami coincide con “el gancho exótico”. Sostiene que al llegar al extranjero “era el venezolano que te hablaba rico, que te decía cosas lindas, que te hablaba con ese cantadito amoroso y eso en un momento era lo exótico, tropical que me ayudó a ligar con chicas”.

Si bien Larry también está de acuerdo con las cualidades virtuosas del amor a la venezolana, es asimismo muy crítico con ellas. Menciona que puede ser tanto una virtud como un lastre. “Puede ser ventajoso porque claro, eres latino, eres apasionado.. Uf, <<pues claro, yo quiero disfrutar de eso>>.. Pero cuando ya estás en flow con esa persona te das cuenta que hay personas que no pueden manejar la cantidad de energía que ofrece un amor venezolano”. Sobre esa cantidad de “energía”, Tamara comenta “el toparse con alguien que diga palabras bonitas, piropos, que este atento y les presente otra forma de amar, deja huella.. Sabes que no tienes competencia”.

Tal como fue mencionado inicialmente, las formas del amor a la venezolana inciden irreflexivamente en el comportamiento y la acción. Aunque hasta el momento la reflexión se ha orientado al cortejo, existen manifestaciones del amor que, no dirigiéndose a ello, se prestan a malentendidos. Andreina recuerda como, al recién llegar a su país destino, “pasaba que si tu eras muy cordial, como somos nosotros normalmente, de <<muy buenos días>>, <<muy buenas tardes>>, con un hombre, y medio sonreías por ser amable, eso se confundía con otra cosa y decían <<la venezolana prostituta>>, <<el venezolano que está enamorado de mi>>. Barbara añade “una vez tuve que parar en seco a uno que fue compañero mío de casa y decirle <<Ale, yo soy asi. Somos así. Yo no quiero nada contigo>>. Soy buena onda con vos porque me caes bien, no por ninguna otra cosa”.

Conclusiones

El estatus migratorio ilumina espléndidamente la irreflexividad propia de la cotidianidad. Partiendo de tal premisa, se examinó la expresión del amor a la venezolana a través de entrevistas a connacionales inmersos en nuevas trazas de sentido y significado cotidianos. La interacción con la alteridad del país que los acoge (Chile, Alemania, Argentina, España, Perú, Brasil) demanda calibración de lo que en Venezuela era tomado por cierto y seguro. La nueva realidad pone en vilo las expectativas y modos amorosos. Si el emigrante no asume la calibración de su comportamiento, acciones, lenguaje y modo de decir las cosas, su integración puede ser drásticamente reducida (Goffman, 1997). Si bien existe objetualmente en el extranjero, sólo se siente cómodo entre pares, donde la irreflexividad de lo típico toma la forma de la actitud natural.

El amor a la venezolana se expresa en cuatro categorías íntimamente relacionadas. La primera, de carácter general, es la idealización. Hablar libremente del amor es versar sobre la relación de parejas tal como sostenía Schopenhauer hace un par de siglos. La experiencia amorosa ideal se orienta a lograr la circunstancia, el amor ideal radica en la vida con el otro. Las manifestaciones populares sobre el asunto giran en torno a la conjugación, no sólo como la “comidilla de poetas y artistas”. En el caso venezolano, brota como la temática fundamental de las telenovelas y un asunto siempre presente en las reuniones familiares. En el plano cotidiano la idealización le otorga preeminencia a la palabra sobre la acción, por ello la cordialidad venezolana surge en otros países como chamuyo, o como apunta Jorbelys, calienta oreja.

La segunda categoría la presenta el cortejo. Si bien la vida con el otro surge como el objetivo del amor ideal, la mayor parte del interés, tanto popular como inclusive educativo, está centrado exclusivamente al inicio de la relación. La experiencia amorosa venezolana compartida presenta roles claramente diferenciados. El amante durante el cortejo persuade mediante expresiones vocales, escritas o materiales. Lo cual nos lleva a la tercera categoría, la caballerosidad. Quien ama reproduce el papel del caballero, opera dentro de un juego de recetas típicas donde espera resultados típicos. La receta, aunque está igualmente conformada por sus expectativas como amante, existe en telenovelas, canciones, películas, libros y series. Vivimos en una multimodalidad de tipificaciones y pautas de acción sobre como cortejar correctamente.

La última categoría, el servicio, resuena con la caballerosidad. El amante se pone al servicio de su amado. Ofrece disponibilidad y fuerza física. Tradicionalmente, en el caso del hombre, debe responder inmediatamente a los deseos de su amada y, en el caso de la mujer, ya en una relación, mas allá del cortejo, asumir la responsabilidad doméstica. Los cuatro movimientos presentan la manifestación actual de ciertos modos de comportamiento y acción que fuera de Venezuela, suponen una existencia abiertamente conservadora. Una expresión común de las cuatro categorías se encuentra en el amor restaurante. La preparación de comida para el amado consta como una prueba de amor que busca remarcar el interés del amante. Le permite cortejar mediante un servicio caballeroso el cual, por el trabajo que solicita, espera que sea reconocido positivamente.

Otro aspecto fundamental en la conformación del amor a la venezolana se encuentra en el papel rector de la institución familiar. La familia no sólo está al tanto de los movimientos de sus integrantes, remarca constantemente los roles que deben seguir con el objetivo de dar continuidad a su modo de existencia. La migración permite a sus miembros salir fuera de su control y de su seguridad, no obstante, simultáneamente los arroja a la reflexión y a una realidad donde las inminentes responsabilidades laborales reconfiguran la disponibilidad y elasticidad para el amor. La institución familiar venezolana acentúa la vinculación del rol al género. El hombre es quien debe buscar, llevar y pagar, lo cual influye en el condicionamiento de la materialidad en el cortejo. La mujer, en el papel de la amada, debe actuar pasivamente, reproduciendo el papel de una propiedad “que se conquista”.

La circunstancia migratoria presenta una oportunidad de expandir y sopesar los roles que se seguían irreflexivamente en el país de origen. Si bien hablar sobre el amor es versar sobre la relación de parejas, existe asimismo una vinculación muy interesante al gentilicio. El venezolano se da cuenta fuera de su terruño cuán amorosa es su forma de ser. Su forma de hablar y de referirse al otro lo ponen en un cortejo involuntario, le es muy fácil pasar de estar bien atendido a un malentendido con unas cuantas frases.

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