Volumen 31 Nº 4 (octubre-diciembre) 2022, pp. 195-197
ISSN 1315-0006. Depósito legal pp 199202zu44
PHILLIPS,
Scott y COONEY, Mark (2022) Geometrical Justice: The Death Penalty in America. Routledge, Oxford. Pp. 156.
Este libro va
mucho más allá de su subtítulo sobre la pena de muerte en Estados Unidos. Los
autores, discípulos de Donald Black, intentan la más rigurosa prueba de su teoría
(p.133), condensada en tres de sus publicaciones más importantes,
El
comportamiento del derecho, La estructura social de lo correcto e incorrecto y
Tiempo moral. Black ha propuesto una explicación totalmente
social para
la interacción humana, prescindiendo de elementos de orden psicológico que
habrían contaminado la sociología, alejándola de su objeto mismo. Textos
relevantes de su obra y una reseña han sido publicados en Venezuela en 2004 (Revista Cenipec,
23), 2010 (Qué
es, cómo se hace y para qué sirve el trabajo policial) y 2012 (Espacio Abierto,
21, 4).
Yo he utilizado algunos de sus conceptos para comprender el uso
de la fuerza policial, la difusión vertical y horizontal de la violencia y la
intervención de instancias internacionales frente a la soberanía jurídica de
los países. Phillips y Cooney emprenden ahora una verificación de su teoría
utilizando datos cuantitativos dentro del ámbito donde el castigo legal máximo,
representado por las condenas a muerte y las ejecuciones, implica la mayor
intensidad en la aplicación del derecho, mediante los conceptos de
la geometría legal, el tiempo social y la intervención de terceros como
partisanos en la aplicación del castigo. El texto aborda en capítulos separados
segmentos de la teoría de Black mediante discusión conceptual, presentación de
casos emblemáticos y revisión de datos sólidos sobre condenas a muerte,
provenientes de circunscripciones donde su aplicación ha sido más frecuente,
para maximizar las observaciones.
Por lo que se
refiere a la geometría
legal, el capítulo 2 está dedicado a la verificación de 3
propuestas: La
intensidad del derecho hacia abajo es más fuerte que la del derecho hacia
arriba; la intensidad del derecho es directamente proporcional al estatus
social y; la intensidad del derecho se incrementa con la distancia social.
Con relación al estatus social, las bases de datos muestran que los casos donde
resultan asesinadas víctimas de mayor estatus social por victimarios de más
bajo estatus reciben, en una proporción diez veces mayor, condenas de muerte
que los casos de víctimas de más bajo estatus asesinadas por victimarios de más
alto estatus. Esta relación se mantiene incluso controlando por la variable
raza. Además, las condenas a muerte superan casi 6 veces los casos en los
cuales víctimas y victimarios eran extraños, frente a los casos que envuelven
conocidos (pp. 50-51). Todas estas diferencias se observan también para las
ejecuciones, pese a su relativa menor incidencia (p. 54). Por otro lado,
utilizando varios indicadores de estatus social en una escala agregada, a
medida que aumenta la discrepancia entre víctima y victimario, la condena de
muerte se incrementa entre un 4% y un 34% de los casos (p.53).
Por lo que se
refiere al tiempo
social, en el capítulo 3 se aborda la gravedad del asesinato
en términos del grado de movimiento en la dimensión vertical (entidad de la
deprivación de un bien, en este caso la vida) como en la dimensión relacional
(entidad de la invasión al espacio íntimo de la víctima), ambas vinculadas a la
gravedad del conflicto predicho por la teoría de Black. La operacionalización
de la deprivación se realiza a través de indicadores como ensañamiento,
victimización múltiple, depredación, subyugación, crueldad y vulnerabilidad de
la víctima. La operacionalización de la invasión al espacio íntimo toma en
consideración indicadores como violación, mutilación, signos de tortura,
desnudez, secuestro de la víctima y condición del victimario como extraño. Los
investigadores concluyen en que, a medida que se agrega a cada caso mayor
cantidad de indicadores sobre el incremento del conflicto, las condenas a
muerte pasan del 2% al 42% en los casos de deprivación y del 1% al 55% en los
casos de invasión del espacio íntimo de la víctima (pp.79 y 81).
En el capítulo ٤ se revisa el efecto de la participación de
terceras partes en los procesos penales, bien como partisanos, que entran en
apoyo o a favor de una de las partes, o como decisores neutrales (jueces y
jurados) bajo el supuesto de la teoría de Black de que la gente es
llevada a dar su apoyo a las personas más íntimas y a sus superiores
(pp. 95 y 96). Los datos muestran que los fiscales acusan seis veces más
procurando la pena de muerte cuando la víctima es un policía que cuando se
trata de un ciudadano común, y la decisión de condena en el primer supuesto es
de 28% frente a 5% en el segundo (p.105). En cuanto a los jurados, los datos
sugieren, aunque no en una relación lineal, que el mayor estatus social
relativo predice mayor disposición para votar a favor de la pena de muerte.
Esto también sería conforme a la teoría de Black, quien sostiene que la
tendencia a coaligarse aumenta con la proximidad social hacia alguna de las
partes y con la distancia social hacia la otra, asumiendo que el sistema de
justicia penal está representado por actores y agentes de elevado estatus
social.
Los autores
concluyen con algunas reflexiones sobre la evolución y tendencias de la
aplicación de la pena de muerte en Estados Unidos, que ha disminuido desde una
tasa de 0,35 pcmh hacia 1820 hasta una de 0,02 pcmh para 2020. También
reflexionan sobre la conveniencia de reducir la incorporación a los procesos
penales y a la visión de los jurados de condiciones sociales que podrían
perjudicar a los acusados. Así mismo se pronuncian sobre el gran potencial
predictivo y de desarrollo de la teoría geométrica del derecho y del tiempo
social, articulada por Black entre 1976 y 2011, asumiendo que en la actualidad
se encontraría en una fase de escepticismo e incluso denigración, aunque
debería alcanzar el estadio del más grande descubrimiento y su sobresaliencia
respecto a cualquier otra perspectiva, como el propio Black ha proclamado sin
modestia alguna. Esto parece reflejar una especie de apostolado militante poco
usual en las ciencias sociales. También destacan que en lo relativo a los
denominados movimientos verticales y relacionales del tiempo social, se requiere
avanzar con mayor discusión y precisión (p. 146); efectivamente, para la
construcción de los indicadores de uno y otro tipo de movimientos se aprecia
alguna superposición e incluso inconsistencia entre diversas bases de datos, lo
cual podría dar lugar a equívocos de apreciación. Esto resulta especialmente
manifiesto en la suposición de que los movimientos bruscos en el espacio
vertical y relacional generan por sí mismos mayor investigación policial,
imputaciones más graves, procesamiento penal más vigoroso y sentencias más
severas (p.128), independientemente de lo que cabría predecir conforme a las
proposiciones relativas a la distancia y al espacio sociales, dentro de la
formulación estricta de la geometría legal. En este sentido pareciera
conveniente mayor elaboración en cuanto a lo que representarían las dudas sobre
a la autoría material del asesinato y el arrepentimiento como indicadores de
una reversión del movimiento en el tiempo social (p.121, nota 16), pues ello
incorpora elementos subjetivos dentro de una teoría que apunta a la distancia,
rigidez y posicionamiento objetivo de víctimas y victimarios con ocasión de la
comisión del asesinato. También parece haber una superposición operacional
entre dos condiciones diversas para producir un resultado: la cercanía o
distancia de los jurados respecto los agentes de cumplimiento de la ley, por un
lado, y la fortaleza o debilidad de la evidencia disponible, por el otro, como
predictores de la mayor o menor disposición para condenar (pp. 106 y 111).
Me parece que este
texto es una contribución valiosa para la sociología del derecho en general y
para entender la dinámica y la predicción de resultados de la actividad
judicial en particular. Integra una perspectiva cualitativa centrada en el
desarrollo de conceptos sólidos, generales y precisos, con una perspectiva
cuantitativa cuya operacionalización se aborda con procedimientos innovadores y
sugerentes. La concentración en el estudio de casos, detalladamente descritos y
documentados, como el apoyo en bases de datos muy consistentes, cuidadosamente
trabajadas por estos investigadores, constituyen una gran fortaleza y le
confieren indudable valor agregado a este estudio. Más allá de su pertinencia
para orientar la política pública en cuanto al castigo legal, discutida en el
capítulo 5, su alcance podría extenderse a formas de castigo extralegal como
las ejecuciones extrajudiciales por parte de la policía y otras formas
violentas de control social, por cuanto en dichas situaciones también se
encuentran implicados factores como distancia social, jerarquización, estatus
social, organización frente a individualidad y capacidades de coalición y
alejamiento que tan fructíferamente han propuesto Donald Black y sus
colaboradores para analizar y predecir el control social como variable
dependiente.
Luis Gerardo Gabaldón
Universidades
de Los Andes y Católica Andrés Bello, Venezuela
E-mail: luisgerardogabaldon@gmail.com