La alianza Cambiemos y los gobiernos neoliberales en la Argentina reciente. Continuidades y transformaciones1*

Hernán Fair

Resumen

El presente artículo investiga los vínculos discursivos entre el macrismo y los gobiernos neoliberales en la Argentina reciente (1989-2001). A través de un abordaje conjunto del modelo de acumulación, el lenguaje político, las prácticas sociales e institucionales y los imaginarios sociales, se analizan las continuidades, innovaciones y transformaciones graduales de la alianza Cambiemos en relación con los gobiernos de Menem y De la Rúa. En ese marco, el trabajo aporta al estudio del neoliberalismo y las construcciones discursivas que realizaron estos gobiernos para construir legitimidad, en perspectiva comparada. En la última parte, se indaga acerca de los límites del gobierno de Macri para edificar una hegemonía exitosa

Palabras clave: Gobierno de Macri; Neoliberalismo; Identidades políticas; Modelo de acumulación; Análisis del discurso político; Políticas públicas.

Universidad Nacional de Quilmes. Argentina. E-mail: hernanfair@conicet.gov.ar

ORCID: 0000-0002-2082-8257 

Recibido: 25/03/2021 Aceptado: 12/06/2021

The alliance Cambiemos and neoliberal governments in recent Argentina. Continuities and transformations

Abstract

This paper investigates the discursive links between macrismo and neoliberal governments in recent Argentina (1989-2001). Through a joint approach of the accumulation model, the political language, the social and institutional practices and the social imaginaries, it analyses the continuities, innovations and gradual transformations of the Cambiemos alliance in relation to the governments of Menem and De la Rúa. In this framework, the paper contributes to the study of neoliberalism and discursive constructions of these governments to build legitimacy, in comparative perspective. In the last part, it explores on the limits of Macri´s government to build a successful hegemony

Keywords: Government of Macri; Neoliberalism; Political identities; Model of accumulation; Political discourse analysis; Public policies

Introducción

La alianza Cambiemos se construyó como una nueva experiencia de gestión técnica y sin relación de continuidad con otros gobiernos anteriores de la historia argentina. Sin embargo, ¿en qué medida Cambiemos representa realmente un fenómeno completamente novedoso y sin ninguna relación de continuidad con las experiencias previas de neoliberalismo estatal en este país? Como respuesta a este problema, la presente investigación se propone como objetivo analizar de manera comparada los vínculos discursivos entre el gobierno de Macri (2015-2019) y los gobiernos neoliberales anteriores en la Argentina reciente (Menem y De la Rúa, 1989-2001), para examinar sus grados de continuidad y de transformación histórica. Se busca responder a los siguientes interrogantes: ¿Qué continuidades graduales presenta la alianza Cambiemos en relación con los gobiernos neoliberales de Menem y De la Rúa?, ¿Y cuáles son sus principales innovaciones, aggiornamientos y transformaciones en el modelo de acumulación, el lenguaje político, las prácticas sociales e institucionales y los imaginarios sociales?

El trabajo se estructura en tres partes. En la primera parte, se examinan los antecedentes del neoliberalismo estatal en la Argentina reciente, centrándose en los ejes de su construcción hegemónica. En la segunda parte, se analizan las principales continuidades, innovaciones y transformaciones discursivas del neoliberalismo, durante los gobiernos de Menem, De la Rúa y Macri. En la última parte, se indaga acerca de los límites del experimento macrista para construir una hegemonía exitosa, en perspectiva comparada.

Perspectiva teórico-metodológica, corpus y fuentes de la investigación

La presente investigación toma como base herramientas analíticas de la teoría política del discurso, las identidades políticas y la hegemonía de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. Esta perspectiva parte de una visión teórica y onto-epistemológica construccionista social y posestructuralista, que se opone a las concepciones objetivistas, racionalistas y empiristas (conductistas, funcionalistas, idealistas y positivistas) y asume el carácter construido, histórico, social, material y contingente del discurso, las identidades y la realidad social (Howarth, Norval y Stavrakakis, 2000; Jorgensen y Philips, 2010).

Sintéticamente, la Teoría Política del Discurso, conocida habitualmente como Teoría del Discurso (Discourse Theory o Theory of Discourse) de la Escuela de Essex, Teoría de la Hegemonía o Teoría del Discurso y las Identidades Políticas, asume como principal presupuesto ontológico la sobredeterminación significante de lo social. Ello implica que cualquier objeto, hecho o fenómeno (incluyendo las prácticas sociales, los aspectos institucionales y los condicionamientos de la estructura productiva) se estructura y adquiere significación social a partir de las construcciones del orden significante y, por lo tanto, debe ser analizado a través del lenguaje. En palabras de Laclau: “Todo objeto se constituye como tal en tanto objeto de discurso” (Laclau, 1985: 40). A su vez, entiende a la realidad social (como ente existente, aunque carente de esencias) como una disputa de sentidos o “lucha hegemónica” entre formaciones antagónicas entre sí por universalizar retóricamente ciertos contenidos particulares y construir un orden comunitario y un exitoso sentido común. Lo que Laclau define como la “operación hegemónica” consiste en la capacidad de cierto contenido particular de trascender su inherente particularismo y encarnar, simbólicamente, la plenitud comunitaria ausente (Laclau, 1996, 2014; Laclau y Mouffe, 2004).

A diferencia de otras perspectivas de análisis del discurso político, la teoría laclauiana de la hegemonía presenta una escasa sistematicidad y carece de una metodología concreta para la investigación empírico-discursiva. Como una respuesta a este problema para la investigación social, hemos propuesto en trabajos previos una distinción analítica de dimensiones, planos y niveles internos para el estudio de identidades, fenómenos y procesos políticos y sociales. Básicamente, distinguimos entre un plano estrictamente lingüístico del discurso, vinculado al análisis del lenguaje político (escrito u oral) y que incluye los aspectos de contenido y las estrategias enunciativas; y un plano discursivo no meramente lingüístico, que se vincula al análisis textual de los aspectos extralingüísticos, e incluye diferentes niveles internos (hechos físicos y biológicos, prácticas sociales, estructuras productivas, modos de organización institucional, tradiciones, imaginarios sociales) (Fair, 2016, 2017a, 2019).

Con el objeto de analizar las continuidades y transformaciones históricas entre el macrismo y los gobiernos neoliberales de Menem y De la Rúa, en este trabajo integraremos ambos planos discursivos. De este modo, procuramos complejizar a ciertos estudios del discurso y la hegemonía que se limitan a analizar las interpelaciones, las estrategias retóricas o comunicacionales de las fuerzas políticas gobernantes, pero sin profundizar en sus interacciones con los condicionamientos que presenta en el actual sistema capitalista la estructura productiva, la matriz de inserción económica y el modelo de acumulación de capital, así como los factores institucionales y organizativos que se encuentran parcialmente sedimentados y estructurados.

De manera particular, nos interesa destacar la centralidad histórica que adquieren, para un Análisis Político del Discurso (APD), los condicionamientos discursivos estructurados del juego capitalista (con su lógica sedimentada de acumulación y lucro privado), entrelazados con las interpelaciones políticas, las políticas públicas que implementan los gobiernos y las expectativas de satisfacción material de los agentes en términos fundamentalmente económicos. Estos aspectos centrales del orden capitalista y del modelo de acumulación de capital han tendido a ser relegados en los estudios posfundacionales sobre la hegemonía. Sin embargo, desde los presupuestos ontológicos de la Teoría del Discurso pueden ser perfectamente integrados en el análisis político, siempre y cuando se parta de la base que la actividad económica se estructura y adquiere sentido dentro de un sistema simbólico más amplio, con prácticas sociales repetitivas de habituación que se encuentran fuertemente sedimentadas y objetivadas en el tiempo.

Tomando en cuenta estos aspectos, en este trabajo articularemos dos dimensiones diferentes para el análisis del discurso. Por un lado, la cultura política (que incluye el análisis del lenguaje político, los imaginarios sociales y las prácticas sociales e institucionales). Por el otro, el modelo de acumulación (que incluye el análisis de régimen de políticas públicas del Estado y sus efectos económicos y sociales). Trabajaremos la articulación fenoménica entre estas dimensiones a través de un análisis comparado del discurso, lo que permite ponderar, de un modo relacional, intensidades graduales de estructuración de las identidades políticas, desde una mirada histórica.

El recorte del corpus de la investigación se concentra en discursos públicos representativos enunciados por el presidente Mauricio Macri durante el transcurso de su gobierno (2015-2019). El criterio de selección del corpus se basa en la centralidad política, simbólica e institucional que adquiere el discurso del Presidente en la Argentina, en tanto Jefe de Estado electo popularmente, titular del Poder Ejecutivo y principal figura de poder del sistema político (D`Alessandro, 2013). De modo complementario, se incluyen algunos discursos ilustrativos de otros referentes de poder de Cambiemos. De esta manera, se procura abordar las principales construcciones discursivas que realizó el gobierno macrista para construir legitimidad social.

Las fuentes principales se basan en alocuciones oficiales de Macri, disponibles en la página web de la presidencia. A su vez, se incorporan fragmentos discursivos reproducidos en diversos medios de prensa escrita de circulación nacional y local con diferentes orientaciones ideológicas, lo que permite complejizar y enriquecer el análisis político2. El estudio se complementa con datos estadísticos oficiales provenientes de la página web del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) y bibliografía de referencia sobre los gobiernos de Menem, De la Rúa y Macri, para contextualizar las trayectorias políticas, las posiciones enunciativas de los agentes y los aspectos socioeconómicos e institucionales de los discursos, desde una mirada histórica.

Antecedentes del neoliberalismo estatal en la Argentina reciente

Aunque en la Argentina las ideas neoliberales circulaban en la esfera pública desde la posguerra (Morresi, 2008, 2011), la implementación a nivel estatal de sus políticas económicas se inicia con la reforma financiera, la apertura comercial y las privatizaciones periféricas de la última Dictadura cívico-militar (1976-1983) (Azpiazu, Basualdo y Khavisse, 2004). Durante esta etapa, además, se expandió en el espacio público un discurso político contra el Estado Social de posguerra (Barros, 2002; Muraca, 2007). Sin embargo, en esta primera fase germinal del neoliberalismo, lo que el economista de FLACSO Eduardo Basualdo (2001, 2006) definió como el patrón de valorización financiera del capital se impuso predominantemente mediante la coerción física y el disciplinamiento de la fuerza de trabajo a través del Terrorismo de Estado. Además, en el marco de fuertes disputas internas y bloqueos recíprocos entre los principales actores de poder, en esta fase inicial las políticas neoliberales solo lograron aplicarse de una forma limitada (Canelo, 2004).

Luego del interregno heterodoxo de los primeros años del gobierno de Alfonsín, durante la gestión de Sourrouille (1985-1988) como Ministro de Economía las ideas neoliberales iniciaron un nuevo ciclo de expansión, al compás de la crisis inflacionaria y el avance de los economistas tecnocráticos (Barros, 2002; Heredia, 2006; Muraca, 2007). Tras el fracaso del Plan Austral, el avance gradual de las políticas neoliberales se intensificó, en particular a partir de la implementación del Plan Primavera, en agosto de 1988. Sin embargo, en estos años las políticas neoliberales tuvieron diversas marchas y contramarchas, producto del bloqueo de los grandes empresarios vinculados a las modalidades de intervención pública del Estado y la disputa hegemónica con los sectores heterodoxos de matriz nacional-popular (Thwaites Rey, 2003; Ortiz y Schorr, 2006; Cantamutto y Wainer, 2013).

La construcción del orden neoliberal en la Argentina

1. Primera etapa: el gobierno de Menem (1989-1999)

Durante el gobierno del peronista Carlos Menem (1989-1999) se produjo una radicalización, extensión y profundización de las reformas y ajustes estructurales del paradigma neoliberal. Los efectos dislocatorios de la crisis hiperinflacionaria del último tramo del gobierno de Alfonsín, junto con la expansión del proceso de mundialización capitalista conocido como globalización y su discurso naturalista (Thwaites Rey, 1999; García Delgado, 2003), fueron condiciones de posibilidad para la construcción identitaria del discurso menemista (Aboy Carlés, 2001; Barros, 2002) y el avance de lo que Sergio Morresi (2008) define como la “nueva derecha” neoliberal.

Una vez en la presidencia, en julio de 1989, Menem se alió con el principal conglomerado económico del país, el grupo Bunge y Born, y colocó a uno de sus representantes (primero a Jorge Born y, luego de su fallecimiento, a Néstor Rapanelli) como Ministro de Economía. En los primeros meses de gestión, el menemismo sancionó las leyes de Emergencia Económica y Reforma del Estado (agosto y septiembre de 1989). Estas leyes sentaron las bases para iniciar el proceso de privatizaciones y concesiones de las empresas públicas y llevar a cabo una política de fuerte liberalización económica. Durante 1990, con Erman González como nuevo Ministro de Economía, se aplicaron políticas de ajuste fiscal, se potenció la apertura económica y se privatizó la empresa de telefonía pública nacional y la aerolínea estatal de bandera. Sin embargo, el menemismo no logró disciplinar a los agentes del mercado. El fracaso interpelativo del gobierno se expresó en dos nuevos estallidos hiperinflacionarios, a finales de 1989 y de 1990 (Palermo y Novaro, 1996; Thwaites Rey, 2003; Peralta Ramos, 2007).

2. El Plan de Convertibilidad y el núcleo básico como eje estructurador del consenso neoliberal en la Argentina

A comienzos de 1991, Menem designó a Domingo Cavallo como nuevo Ministro de Economía. Poco después, el 27 de marzo de ese año, se sancionó en el Congreso la Ley de Convertibilidad. La Convertibilidad se constituyó en el eje estructurador de la hegemonía neoliberal en la Argentina. Para entender su relevancia crucial, debemos tomar en cuenta que, entre 1989 y 1990, el gobierno de Menem intentó sin éxito controlar la inflación con doce planes de estabilización. El 1 de abril de 1991 entró en vigencia la Convertibilidad, que estableció un tipo de cambio fijo con caja de conversión (currency board) entre la moneda local y el dólar estadounidense. Ello implicaba que el Banco Central solo podía emitir moneda en función de la existencia de reservas, obligado por ley a responder a la demanda al valor fijado (1 peso por 1 dólar). De este modo, el abastecimiento de divisas se volvía clave para la sostenibilidad del esquema (Cantamutto y Wainer, 2013: 11).

En el marco de su institucionalización legal y el discurso de la confianza de Menem, el llamado 1 a 1 (1 peso=1 dólar) fue eficaz en disciplinar a los agentes del mercado, concluir con la remarcación preventiva de los precios y estabilizar la economía. Las nuevas reglas de juego, en condiciones de estabilidad económica y apreciación cambiaria, se tradujeron, entre 1991 y 1994, en una reducción relativa de los índices de pobreza por efecto del fin del “impuesto inflacionario” y una recuperación del poder adquisitivo de los salarios, junto con un fuerte crecimiento del PBI y la inversión y un boom de crédito para consumo popular (Gerchunoff y Torre, 1996; Thwaites Rey, 2003; Basualdo, 2006).

El éxito del gobierno de Menem para controlar la inflación luego del caos hiperinflacionario del período 1989-1990, junto con la acelerada expansión económica, le permitieron al discurso menemista articular exitosamente a la Ley de Convertibilidad con la estabilidad económica, de manera tal que la estabilidad solo podía preservarse con la Convertibilidad. A su vez, Menem sostenía que solo profundizando el rumbo de las reformas estructurales de matriz neoliberal (privatizaciones, desregulación económica, apertura comercial y financiera y flexibilización laboral), se lograría mantener en el tiempo la preciada estabilidad y sus imaginarios de estabilización perpetua, inserción inédita al mundo, modernización tecnológica y consumo ilimitado de mercancías. De este modo, el discurso menemista realizó un segundo atamiento retórico de la estabilidad monetaria con las reformas estructurales (Fair, 2014, 2016), cuando en realidad no existía una relación de necesariedad causal entre estas políticas particulares desde el punto de vista del funcionamiento económico (Azpiazu, 1995:159-160; Gerchunoff y Torre, 1996:745; Nochteff, 1999:23-24; Basualdo, 2006:310).

Por último, el doble anudamiento retórico -condensado en la estabilidad del 1 a 1- implicaba una imposibilidad de devaluar la moneda, en tanto la devaluación significaría la pérdida de la estabilidad y su cadena de significados positivos adosados. La estabilidad se constituyó, así, en un símbolo de orden del que la Argentina había carecido por décadas (Barros, 2002) y, al mismo tiempo, devaluación se convirtió en un significante tabú (Fair, 2019). La eficacia de esta operación hegemónica del menemismo se expresó en un amplio consenso social en torno al núcleo básico (Convertibilidad-estabilidad-no devaluación) que se extendió a los principales actores de poder dirigencial y en un desvanecimiento del discurso nacional-popular que se había constituido como antagónico al neoliberalismo (Fair, 2014). Los exitosos resultados del oficialismo en las elecciones legislativas de medio término (septiembre de 1991 y octubre de 1993) reforzaron el apoyo popular al modelo de Convertibilidad.

Menem, además, realizó una hábil reformulación y “actualización” doctrinaria del peronismo a los “nuevos tiempos”, lo que suponía orientarlo a la aplicación del programa neoliberal (Palermo y Novaro, 1996; Souroujon, 2016). La cadena de equivalencias terminaba en la necesidad de un presidente fuerte, capaz de garantizar el orden social, es decir, el propio Menem (Fair, 2016). Luego de sortear con éxito la crisis del Tequila, la cómoda reelección de Menem en primera vuelta en los comicios presidenciales del 14 de mayo de 1995, en las que obtuvo casi un 50% de los votos, es un indicador de la eficacia hegemónica del discurso menemista para situarse como el único padre legítimo del modelo.

3. Segunda etapa: el gobierno de la Alianza y la preservación del núcleo básico del orden neoliberal (1999-2001)

En las elecciones del 24 de octubre de 1999 Fernando de la Rúa fue electo Presidente a través de la Alianza, una coalición entre la Unión Cívica Radical (UCR) y el Frente del País Solidario (FREPASO) que logró vencer al peronismo por poco más de diez puntos. De la Rúa alcanzó la presidencia con la promesa de preservar el 1 a 1 (“Conmigo, un peso un dólar”) y las reformas estructurales sancionadas en la etapa menemista, aunque incorporando honestidad en la función pública, reglas claras y sensibilidad social, para terminar con la corrupción y la frivolización de la política, promover el crecimiento económico, generar trabajo y hacer más eficiente al modelo de Convertibilidad (García Delgado, 2003). Este discurso lo definimos como gatopardista, ya que tenía como objetivo cambiar algunas cuestiones a nivel coyuntural, para no cambiar nada a nivel estructural. Se trataba de emprolijar al modelo menemista a nivel social e institucional, aunque conservando el núcleo básico que estructuraba el orden neoliberal (Fair, 2017a).

A pesar de la continuidad de los ejes rectores del orden neoliberal centrado en la estabilidad monetaria, en esta etapa el consenso neoliberal se debilitó, al compás de la pérdida de competitividad internacional de los sectores transables, debido a la creciente apreciación del tipo de cambio y la imposibilidad de devaluar la moneda. A ello debemos agregar la recesión en el mercado interno provocada por las políticas ortodoxas, el incremento en los niveles de endeudamiento público para financiar el esquema monetario-cambiario y los efectos de desindustrialización, precarización laboral, marginalidad y exclusión social del modelo (Basualdo, 2006; Peralta Ramos, 2007). Durante el primer año de gobierno delarruista, junto con los cuestionamientos del Grupo Productivo (liderado por la Unión Industrial Argentina), se produjo una radicalización de la combatividad social de las clases subalternas contra el proyecto de país de la Alianza (Piva, 2009; Cantamutto y Wainer, 2013).

En el marco del endurecimiento de los condicionamientos crediticios del FMI ante el creciente peligro de default, a partir del 2001 el gobierno de la Alianza profundizó las políticas de ajuste ortodoxo. En los primeros días de marzo, el Presidente nombró al ultraliberal Ricardo López Murphy como Ministro de Economía en reemplazo de Machinea y anunció un fallido plan de ajuste del gasto público por 2.500 millones de pesos/dólares para preservar el Plan de Convertibilidad (Dikenstein y Gené, 2014). De la Rúa apeló, entonces, a un discurso eficientista con eje en el valor de la “austeridad”. Este discurso economicista fue acompañado con la escenificación de un ethos de la responsabilidad y el sacrificio social. De este modo, el Presidente procuraba justificar tanto el rechazo a la corrupción menemista, como la profundización del ajuste en la inversión pública y social entre las/los trabajadoras/es. La retórica de la austeridad neoliberal y la necesidad de un “sacrificio” de las clases subalternas se combinaba con la apelación a la Teoría del Derrame, uno de los mitos fundantes de la ideología neoliberal (Fair, 2017b). Al mismo tiempo, el gobierno delarruista convalidaba ante los grandes empresarios la intensificación de los niveles de explotación laboral, la continuidad de las prácticas de valorización financiera y la creciente concentración del ingreso y centralización del capital (Basualdo, 2006; Peralta Ramos, 2007).

El intento de la Alianza de mantener a toda costa la Convertibilidad mediante el reemplazo del endeudamiento público por un fuerte ajuste fiscal en los salarios, jubilaciones y pensiones del sector público (Ley de Déficit Cero, sancionada en julio de 2001), profundizó la recesión iniciada con la crisis rusa de 1998 y acentuada con la devaluación de la moneda brasileña, en enero de 1999. Al mismo tiempo, en esta etapa se potenció la fuga de capitales y la consecuente pérdida de reservas del Banco Central, necesarias para mantener la paridad cambiaria (Kan, 2009; Cantamutto y Wainer, 2013).

La restricción forzada de los depósitos de los ahorristas (“corralito”) decretada por De la Rúa el 1 de diciembre de 2001, y la posterior declaración del Estado de Sitio, fueron los últimos recursos que encontró el gobierno delarruista para intentar salvar al sistema bancario del drenaje de divisas, disciplinar a la clase trabajadora y evitar el derrumbe del modelo. Finalmente, la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre de 2001, y la desproporcionada represión de la protesta social, concluyeron con la renuncia de De la Rúa, la caída de la Alianza y, luego de la devaluación y pesificación asimétrica realizada por Eduardo Duhalde en enero de 2002, el fin del modelo de Convertibilidad (Bidaseca y Barbetta, 2004; Fair, 2017a, 2019).

Macrismo y gobiernos neoliberales en la Argentina reciente, en perspectiva comparada

La alianza Cambiemos (PRO, UCR y Coalición Cívica), encabezada por el ingeniero Mauricio Macri, accedió al gobierno el 22 de noviembre de 2015, luego de derrotar en segunda vuelta a Daniel Scioli, candidato del Frente para la Victoria. Ya desde la campaña presidencial, los referentes de Cambiemos se encargaron de difundir la creencia de una gestión completamente novedosa y que suponía un “Cambio” (evolutivo en el tiempo) para terminar con 70 años de peronismo y, en particular, con el pasado kirchnerista, asociado al fantasma de la chavización (Vommaro, 2017a) y acusado de todos los males del país. El significante Cambio se constituyó en el nombre y en la marca identitaria propia que condensó a esta nueva alianza.

En el marco de su relato deshistorizado3, supuestamente el macrismo no tendría ninguna relación de continuidad con experiencias pasadas de la Argentina (más allá de alguna referencia aislada de Macri al ex presidente Arturo Frondizi) (Clarín, 10/12/2015). La decisión del gobierno de Macri de eliminar a los próceres de la moneda nacional y reemplazarlos por animales en extinción, condensa este intento político de despolitización y deshistorización de Cambiemos, que nace en sus orígenes como proyecto de poder (Gallo, 2008; Fair, 2012). Ahora bien, ¿en qué medida la alianza Cambiemos representa un fenómeno completamente novedoso y sin ninguna relación de continuidad con las experiencias previas de neoliberalismo estatal en la Argentina reciente? Y en caso de existir algunas continuidades, ¿cuáles son sus principales innovaciones, aggiornamientos y transformaciones históricas? A continuación indagaremos sobre estas cuestiones, a partir de un análisis comparado con los gobiernos de Menem y De la Rúa, principales exponentes políticos del neoliberalismo en este país.

Continuidades de la Alianza Cambiemos con los gobiernos de Menem y De la Rúa

Desde un análisis comparado del modelo de acumulación, encontramos varios elementos en común entre el discurso de Cambiemos y los gobiernos neoliberales de Menem y De la Rúa. En primer lugar, observamos una relación de continuidad histórica en la lógica de endeudamiento público y en el modelo de valorización financiera del capital, que se inició durante la última Dictadura cívico-militar, continuó con el gobierno de Alfonsín y se profundizó durante las gestiones de Menem y De la Rúa, hasta estallar en diciembre de 2001. Los tres gobiernos, además, acudieron al Fondo Monetario Internacional (FMI) para pedir ayudas crediticias y se subordinaron a los intereses de los países centrales. Las políticas de apertura y desregulación comercial y financiera y sus efectos de desindustrialización, reprimarización de la matriz productiva, concentración del ingreso y centralización del capital, exhiben también una relación de continuidad entre el macrismo y las dos etapas previas de neoliberalismo estatal. Durante el gobierno de Macri, además, persistió la fuerte transnacionalización y extranjerización de la economía de las etapas anteriores y se mantuvo el problema de la restricción externa. La aplicación de políticas públicas de ajuste fiscal también muestra continuidades históricas con los gobiernos neoliberales previos de la Argentina reciente, del mismo modo que sus efectos de incremento de los niveles de pobreza, desempleo, subempleo y desigualdad social. Las alianzas con el capital bancario-financiero, los acreedores externos y los sectores concentrados de la economía ligados al complejo agroexportador, son otros aspectos convergentes4.

Desde el análisis del lenguaje político, la alianza Cambiemos mantiene la crítica a la “pesada herencia” recibida de las dos etapas previas de gobiernos neoliberales. En palabras de Macri:

“Una economía con 700% de inflación acumulada que heredamos, un país que no generaba empleo de calidad hace 5 años y una economía al borde del colapso” (Clarín, 02/05/2016).

El discurso de Macri también retoma la crítica a la burocratización e ineficiencia estatal de los gobiernos de Menem y De la Rúa:

“Encontramos un Estado desordenado y mal gestionado”.

“Un Estado enorme que no ha parado de crecer y no brinda mejores prestaciones”.

“El Estado fue obstáculo, en vez de ser estímulo y sostén” (Macri, 01/03/2016).

La demonización del Estado se contrapone vis a vis a la defensa de la iniciativa privada y la necesidad de “inserción” al “mundo” moderno, a través de un discurso de matriz evolucionista y una visión cosmopolita del orden internacional (Macri, 01/03/2016, 18/07/2016 y 30/05/2017).

Al igual que Menem y De la Rúa, la crítica neoliberal incluye también la típica concepción monetarista, que relaciona el problema de la inflación con el gasto público y la emisión del Estado:

“El Estado gastó más de lo que podía, emitió de manera irresponsable y generó inflación”.

“La causa principal de esta inflación fue la utilización del Banco Central para financiar el gasto público y atender los servicios de la deuda, tanto emitiendo pesos, como usando sus reservas” (Macri, 01/03/2016).

“No podemos gastar más de lo que tenemos, hacerlo nos lleva a tener más inflación” (Macri, 03/09/2018).

Desde el lado interno de la “frontera de exclusión” (Laclau, 1996), Macri replica el encadenamiento equivalencial de las políticas neoliberales con la competitividad, el crecimiento económico, la inserción al mundo globalizado, la lucha contra la pobreza y la generación de trabajo:

“En un mundo globalizado estamos obligados a competir; la competitividad no es un tema que beneficie a inversores o empresarios, sino que es clave para el desarrollo, para generar empleo y reducir la pobreza” (Macri, 01/03/2016).

Los discursos de Macri también comparten la prédica de la necesidad de generar “confianza” en el sector privado para atraer “inversiones” y, de este modo, promover el “crecimiento” (Macri, 10/03/2017 y 30/05/2017; Ámbito Financiero, 15/04/2016). En ese marco, los tres gobiernos convergen en la adopción de la Teoría del Derrame (de la “Cirugía mayor sin anestesia” y el “Estamos mal, pero vamos bien” de Menem, y la espera del “milagro” de De la Rúa, a “Lo peor ya pasó” y “Hay que esperar el segundo semestre” del macrismo) (Macri, 05/06/2016, 01/03/2017 y 01/03/2018), para justificar políticas similares de ajuste fiscal y achicamiento del Estado.

Menem, De la Rúa y Macri, además, articulan el discurso neoliberal con la apelación a la paz, la unidad nacional y la defensa de las fuerzas del orden. En la misma lógica se sitúa la convalidación de una política estatal de represión y criminalización de la protesta social, que traza una línea de continuidad identitaria del neoliberalismo argentino con elementos autoritarios y conservadores5. Las tres gestiones, por otra parte, se vieron salpicadas con importantes denuncias de corrupción, colusión público-privado y conflicto de intereses de sus funcionarios.

Al comparar específicamente al macrismo con el menemismo, encontramos varios aspectos de continuidad histórica. Por un lado, el gobierno de Macri converge con el de Menem en el acceso a la presidencia a partir de un discurso de campaña ambiguo y no exento de mentiras y compromisos incumplidos: de la “Revolución productiva” y el “Salariazo” de Menem, a la “Revolución de la alegría”, “Pobreza cero”, “Unir a todos los argentinos”, no devaluar, eliminar el impuesto a las ganancias y no ajustar, de Cambiemos (Macri, 01/03/2016; La Nación, 26/09/2015, Infobae, 22/10/2015). Por el otro, ambos proyectos comparten, desde el nivel de las prácticas sociales, una estética de frivolización de la política, aunque gradualmente es más acentuada en el caso del menemismo y su famosa “Pizza con champán”6.

Pero encontramos más parecidos de familia con la Alianza. Entre ellos, la conformación de un gobierno de coalición no peronista (PRO-UCR-Coalición Cívica, en el caso de Cambiemos; UCR-FREPASO, durante la Alianza), con la participación del radicalismo como socio. Además, en contraste con el caso de Menem, la Alianza y Cambiemos tienen en común la existencia de líderes políticos (Macri y De la Rúa) carentes de carisma y capacidad oratoria y con un acentuado uso de técnicas de marketing político.

Frente a un discurso menemista que dejaba a un lado la tradición republicana, Cambiemos también exhibe continuidades con el gobierno delarruista en la crítica a la corrupción (menemista en el caso de la Alianza y kirchnerista en Cambiemos) y el énfasis en la transparencia y la honestidad. En palabras de Macri:

“En cada área de gobierno hemos encontrado ejemplos de falta de transparencia, ineficiencia y, en muchos casos, corrupción”.

“La corrupción no debe ni puede quedar impune” (Macri, 01/03/2016).

También en la defensa de la división republicana de poderes:

“Para nosotros el poder no es propiedad de nadie, creemos realmente en la división de poderes”.

“Debemos darle todas las herramientas al Poder Judicial para que trabaje en forma independiente” (Macri, 01/03/2016).

En cuanto al lado enunciativo del discurso, Macri y De la Rúa replican significantes como “sacrificio”, “esfuerzo” y “responsabilidad”, para procurar generar tolerancia popular a las medidas de ajuste ortodoxo.

Innovaciones, aggiornamientos y transformaciones graduales del macrismo frente a los gobiernos de Menem y De la Rúa

Junto con las continuidades históricas en el rumbo neoliberal, encontramos en perspectiva comparada algunos cambios, innovaciones y aggiornamientos relevantes frente a los gobiernos de Menem y De la Rúa. Desde el análisis del lenguaje político, Cambiemos incorpora una defensa innovadora del significante “emprendedorismo” (Macri, en La Gaceta Salta, 04/10/2018), vinculado a un “empuje a los emprendedores” (Macri, 01/03/2017). El macrismo también refuerza una idea de “trabajo en equipo” y todos “juntos”, como precondición para el éxito económico:

“Juntos estamos sentando las bases sobre las que un país crece”.

“Los argentinos juntos podemos lograr superar cada uno de estos problemas” (Macri, 01/03/2016).

Si bien la lógica refundacional de las identidades políticas ya se hallaba presente en el discurso menemista, en Cambiemos toda la matriz identitaria se condensa en el significante Cambio. En ese marco, una primera particularidad que encontramos en el discurso macrista -en contraste con la celeridad de la transformación menemista- es que se trataba de un cambio evolutivo lento y transicional (Fair, 2021).

Además, si toda identidad política se construye delimitando una frontera de exclusión con un pasado demonizado, el gobierno de Macri se caracteriza por intensificar gradualmente la “dimensión de la alteridad” (Aboy Carlés, 2001). Ello a través de un lenguaje fuertemente polarizante y con rasgos xenófobos y cuasi-fascistas (Catanzaro y Stegmayer, 2018). En este sentido, si el discurso menemista buscaba descalificar a la alteridad acusada de “ideológica”, “atrasada” o “ilusa”, y De la Rúa hacía lo propio contra los “violentos”, el discurso macrista incorpora nuevos significantes radicalmente descalificadores contra los “mafiosos”, los “vagos”, los “mitómanos” y “narcotraficantes” (Macri, en La Nación, 04/04/2017 y 25/03/2019; Clarín, 21/07/2017 y 09/10/2017; La Capital, 09/08/2019). En el uso de los colectivos de identificación también encontramos algunas innovaciones, como la apelación al significante “vecinos”, mientras que De la Rúa se refería a la “gente” y Menem apelaba al “hermanos y hermanas”.

Desde el lado de la enunciación política, vinculado a “la instancia de la instauración del sujeto de la enunciación” (Greimas y Courtés, 1990: 79), observamos en el discurso macrista la escenificación de dos dispositivos semiológicos novedosos. Por un lado, un dispositivo de la sinceridad, asociado al hecho de decir la Verdad, sin ocultamientos:

“Elegir la verdad, aunque a veces incomode” (Macri, 01/03/2018).

“Hemos todos juntos decidido encarar las cosas como son, decirnos la verdad, aunque sea exigente, sea dura” (Macri, 18/07/2016).

“Les voy a hablar desde el corazón con la verdad, como siempre lo hice” (Macri, 03/09/2018).

Este ethos sincero del macrismo es utilizado al mismo tiempo para criticar al Estado y a la vieja política y para marcar un contraste con las mentiras y el ocultamiento del kirchnerismo sobre los índices reales de inflación y pobreza:

“La política no es un escenario para mentir a la gente con datos falsos” (Macri, en La Nación, 10/12/2015).

“El Estado ha mentido sistemáticamente, confundiendo a todos y borrando la línea entre la realidad y la fantasía” (Macri, 01/03/2016).

“(un país que) venía de años de simulación y de un intento intencional y organizado de ocultar los verdaderos problemas” (Macri, 01/03/2017).

Pero el aspecto más interesante y novedoso es que, en el discurso macrista, el sinceramiento también es utilizado como eje para justificar la aplicación de políticas económicas de devaluación de la moneda: “Hay que sincerar el tipo de cambio” (Macri, en Clarín, 22/10/2015 y 02/05/2016), desregulación comercial y “Tarifazos (“Hay que sincerar las tarifas”, Alfredo de Ángeli, 31/05/2018; “El sinceramiento de la economía duele”, Macri, en El Cronista, 06/05/2016) y blanqueo de capitales, redefinido por Macri como un “sinceramiento fiscal” (Télam, 30/05/2016). Estas medidas de sinceramiento económico eran presentadas por Macri como dolorosas, aunque necesarias:

“Tuvimos claramente que emprender un camino duro, difícil, de sinceramiento de nuestra economía. Y yo he dicho que me ha dolido en lo personal, cada vez que he tenido que tomar muchas de esas medidas, porque sé que hay muchos argentinos que hace años están en la exclusión y la pobreza y esto agravaba su situación” (Macri, 05/05/2016).

De este modo, el significante sinceramiento en el discurso macrista se encadena equivalencialmente tanto a la crítica a las mentiras, la manipulación y el ocultamiento de los datos estadísticos de pobreza e inflación por parte del kirchnerismo, como a la supuesta necesidad (“He tenido que tomar”) de aplicar medidas de corte neoliberal. El “sinceramiento”, además, actúa como reemplazo de la misma función que asumía el significante “austeridad” en el discurso de De la Rúa, que articulaba la crítica a aspectos institucionales y económicos (Fair, 2017b).

Por otro lado, mientras que Menem se construía discursivamente como un líder carismático que era infalible (Souroujón, 2016:104), observamos en el discurso macrista la apelación a un novedoso dispositivo enunciativo basado en una estrategia de humildad, que se posiciona como una especie de pupilo que está para escuchar a todos y aprender:

“Estoy abierto a recibir todas las mejoras que ustedes tengan para introducir” (Macri, 01/03/2016).

“Hemos aprendido de nuestros errores” (Macri, 08/11/2017 y 11/10/2018; Ámbito financiero, 04/10/2018).

“Escuchar al que piensa distinto” (Macri, 03/09/2018; La Capital, 11/09/2019),

“Trabajando con humildad y cerca de la gente” (Macri, en La Nación, 02/03/2017).

Esta estrategia de la humildad pretende delimitar una frontera política implícita frente a la soberbia y omnipotencia kirchnerista, asociadas en particular a la figura de Cristina Fernández.

El gobierno de Macri también comparte el optimismo decimonónico del menemismo y el delarruismo. Aunque incluye una exacerbada épica posibilista: “No vamos a aflojar, hoy más que nunca se puede” (Macri, en La Nación, 23/10/2017), que Vommaro asocia a un estilo new age pospolítico (Vommaro, 2017b). La gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal escenifica a la perfección este ethos de la sinceridad y el posibilismo. Refuerza, además, la épica de la “lucha contra las mafias”, con el apoyo de “la gente” (Vidal, en La Nación, 28/10/2016; Clarín, 07/01/2018 y 03/08/2019). A diferencia de Macri, el discurso de Vidal proyecta gestualmente un mayor grado relativo de emocionalidad positiva, lo que se acentúa por el tono cálido y la imagen de bondad y dulzura que escenifica.

Desde el análisis de la estrategia comunicacional, otra diferencia gradual que caracteriza a Cambiemos frente a los gobiernos neoliberales de Menem y De la Rúa es el empleo exacerbado de las nuevas técnicas de marketing y comunicación política. Si bien Menem y De la Rúa ya habían apelado a novedosas estrategias de construcción de imagen durante las campañas presidenciales de 1989 y 1999 (Novaro, 1994; Semán, 2001), en el caso de la Alianza Cambiemos esta transformación en la comunicación política se intensifica a través de un uso sistemático de focus groups y encuestas más allá de los períodos electorales. Pero sobre todo, adquiere una nueva modalidad a partir de una estrategia de segmentación y proximidad afectiva que procura generar empatía y una relación de cercanía con la ciudadanía a través de llamados telefónicos, visitas o timbreos a los “vecinos” en sus casas, el storytelling (contar anécdotas de la vida cotidiana) y la difusión asidua de mensajes políticos en las nuevas redes sociales de Facebook, Twitter e Instagram7.

La estética cambiemita incluye también una lógica de asimilación de la política con una fiesta de egresados y el uso del color amarillo como una marca distintiva de su espacio (Vommaro, 2017a). Ello se combinó, durante la campaña presidencial del 2019, con una novedosa estrategia de movilización territorial y polarización ideológica que acentuó la descalificación de la alteridad (el kirchnerismo) (Macri, 07/08/2019, en El destape web).

Desde el análisis de las prácticas discursivas, si bien los gobiernos de Menem y De la Rúa apelaron a prácticas de criminalización de la protesta social, la estrategia de polarización extrema del gobierno de Macri adquirió, gradualmente, rasgos acentuadamente autoritarios. La “avanzada autoritaria” del la alianza Cambiemos incluyó desde la modificación de la ley de Migraciones, la represión violenta a inmigrantes y la detención arbitraria de militantes sociales y dirigentes políticos opositores, hasta el espionaje ilegal y el despliegue de una nueva doctrina punitivista, a partir de la convalidación gubernamental del asesinato a sangre fría perpetrado por el policía Chocobar (Montes Cató y Ventrici, 2017:675; Catanzaro y Stegmayer, 2018). Este despliegue de prácticas sociales marcadamente autoritarias, mezcladas con rasgos xenófobos contra los inmigrantes y los pueblos originarios, muestra una particularidad del experimento macrista, dentro de una línea general de continuidad ideológica de la nueva derecha neoliberal en la Argentina reciente.

Otra transformación relevante de la alianza Cambiemos frente a los anteriores gobiernos neoliberales se vincula con las trayectorias históricas y los factores organizativos. En este punto observamos un contraste entre la larga trayectoria de Menem y De la Rúa (ambos abogados de profesión) dentro de los partidos tradicionales (PJ y UCR) y su reivindicación como políticos profesionales -si bien con una estrategia de outsider por parte de Menem- y la crítica a la militancia política de Cambiemos y la reivindicación de Macri como ingeniero y empresario de la nueva política8. Ello se relaciona con una de las principales innovaciones de Cambiemos, que consistió en la masiva incorporación de gerentes o CEOs de grandes empresas en puestos clave del Estado y con responsabilidades de gobierno9.

Este aspecto contrasta con el extenso elenco de economistas tecnocráticos del gobierno de la Alianza y el predominio de Ministros con larga trayectoria político-partidaria, durante el menemismo10.

Por otra parte, aunque Cambiemos comparte con la Alianza la presencia de un gobierno de coalición, y en el que participa la UCR como socio, la nueva alianza es liderada a nivel institucional por el PRO (Propuesta Republicana), un novedoso y cohesionado partido de centroderecha (formado en 2003). La UCR, en cambio, asume en esta experiencia un lugar marginal y secundario, similar al que tenía el FREPASO en la Alianza que gobernó el país entre 1999 y 2001. A nivel organizativo, una novedad en la formación institucional del espacio Cambiemos en relación con los gobiernos de Menem y De la Rúa consistió en la construcción de una amplia red formada por sectores provenientes de las empresas privadas, universidades privadas confesionales y Organizaciones no Gubernamentales (ONGs) (Vommaro, 2017a).

Desde el análisis de los imaginarios sociales, Cambiemos reformula un conjunto de fantasías, mitos y creencias ideológicas parcialmente sedimentadas en la cultura política argentina. Por un lado, el individualismo neoliberal se encadena con una defensa innovadora de la meritocracia como producto del supuesto esfuerzo individual (Canelo, 2019). En el discurso de Macri, la lógica meritocrática se vincula con el esfuerzo individual y emprendedor del sector privado, frente a la ineficiencia, el acomodo, “los atajos que nos han hecho mucho daño” (Macri, 10/03/2017), el ventajismo, el facilismo y el paternalismo estatal, que caracterizarían al kirchnerismo, a sus aliados políticos, a sectores ideológicamente cercanos (entre ellos, sindicalistas y movimientos sociales) y a los gobiernos “populistas” (nacional-populares) en general (Fair, 2021). De este modo, se constituye un nuevo sujeto neoliberal que pretende legitimar y naturalizar la desigualdad social (Martínez, 2016; Catanzaro y Stegmayer, 2018).

Por otro lado, el gobierno de Macri apela al mito sedimentado que homologa al Estado con una empresa privada que debe ser gestionada de un modo puramente técnico y sin antagonismo ficticios, y asocia al empresario con la eficiencia y superioridad intrínseca del sector privado. En el marco de esta creencia ideológica, convergente con el nuevo ethos de clase, el discurso macrista innova al relacionar a los CEOs de las grandes empresas privadas con la capacidad de administrar de un modo racional y técnico los recursos públicos: el Ministro Aranguren “dejó su actividad privada, en la que le iba muy bien” (Macri, en La Nación, 30/03/2018).

Desde el análisis del modelo de acumulación, junto con la continuidad en la orientación general de las políticas públicas de corte neoliberal (apertura y desregulación comercial y financiera, reforma previsional, endeudamiento externo y planes de ajuste fiscal que recortan la inversión pública y social en salud, educación, ciencia y tecnología), encontramos algunos cambios relevantes frente a los gobiernos de Menem y De la Rúa. El gobierno de Macri potenció los niveles de endeudamiento público externo para financiar la fuga de capitales del sector privado. Además, innovó frente al ciclo de valorización financiera de los noventa y comienzos del 2000, a través de la emisión de un “festival de letras” (primero mediante las Lebac y luego con las Leliqs) y el establecimiento de altas tasas de interés de las letras de corto plazo (Basualdo et. al., 2019, Manzanelli, González y Basualdo, 2020).

Pero, por otra parte, Cambiemos no avanzó en la reprivatización de empresas públicas o del régimen de seguridad social, estatizadas por el kirchnerismo. A diferencia del menemismo y el delarruismo, el macrismo tampoco sancionó políticas integrales de flexibilización laboral y mantuvo políticas heterodoxas de control de precios. En relación con la cuestión social, la principal innovación fue la decisión de mantener y luego ampliar el alcance de la Asignación Universal por Hijo (una política social de tendencia universalista) a los monotributistas (Ámbito Financiero, 15/04/2016). De este modo, observamos que el grado de neoliberalización del gobierno de Macri fue relacionalmente menos extremo y más atemperado que las experiencias previas de Menem y De la Rúa.

El fracaso de la estrategia anti-inflacionaria y los límites del gobierno de Macri para construir una hegemonía exitosa

En perspectiva comparada, el cambio histórico más relevante del experimento macrista en términos de construcción de poder fue la ausencia de la Convertibilidad como ancla estabilizadora. En contraste con la articulación entre las reformas estructurales y la paridad cambiaria que rigió entre abril de 1991 y enero de 2002, el gobierno de Macri aplicó diversas políticas de corte neoliberal, pero con una estrategia de flotación del tipo de cambio (que inicialmente osciló gradualmente entre una flotación “sucia” y administrada, y luego estableció un esquema de bandas anchas de flotación11) (BAE Negocios, 26/09/2018). Además, si bien mantuvo altas tasas de interés como las que existían durante los noventa, innovó al apelar a la emisión masiva de letras para intentar controlar la estrategia de dolarización de los activos y valorización financiera del capital (Manzanelli, González y Basualdo, 2020).

Inicialmente, esta estrategia estabilizadora fue relativamente exitosa para disciplinar a los agentes del mercado. La inflación se redujo considerablemente de 40,3% en 2016 a 24,8% en 2017 (La Nación, 11/01/2018) y el gobierno obtuvo un cómodo triunfo en las elecciones legislativas de octubre de ese año, con casi un 42% de los votos a nivel nacional (Infobae, 22/10/2017). Sin embargo, en abril de 2018 se produjo una fuerte corrida cambiaria que terminó desarmando el esquema de letras del Banco Central, potenció la compra de divisas del sector privado y la consecuente devaluación de la moneda y se tradujo en una espiral inflacionaria (Manzanelli, González y Basualdo, 2020). Según datos oficiales, durante el 2018 la inflación alcanzó un total de 47,6% (INDEC, 2021).

La inflación desbordante representa un indicador del fracaso interpelativo de Cambiemos para generar confianza y disciplinar a los agentes del mercado. Además, al igual que había ocurrido durante el gobierno de De la Rúa con la ley de déficit cero, el acuerdo de déficit cero con el FMI de mayo de 2018 intensificó la recesión. Durante el 2018, la actividad económica cayó en un 2,6% (INDEC, 2021). Por su parte, los índices de pobreza se incrementaron a 32% en el segundo semestre de 2018 (Pagina 12, 20/06/2019) y la informalidad laboral aumentó a 35% (Pagina 12, 20/06/2019), al tiempo que la tasa de desempleo alcanzó un 10,1% y el subempleo saltó al 11,8%, en el mismo período (Página 12, 29/03/2019 y 20/06/2019).

Dada la centralidad histórica que adquiere el juego capitalista en la estructuración del orden vigente, cuando la economía se estancó y los principales indicaciones socioeconómicos empeoraron, el relato macrista redujo su eficacia para poder objetivarse como un discurso de sentido común mayoritario. La contundente derrota del oficialismo en las Primarias Abiertas, Secretas y Obligatorias (PASO) realizadas el 12 agosto de 2019 constituyó un indicador de los límites del discurso macrista para extender la capacidad interpelativa hacia otros destinatarios. Desde entonces, al compás de la profundización de la crisis económica y social, Cambiemos (redefinido como Juntos por el Cambio) giró más a la derecha e intensificó la estrategia de polarización con el kirchnerismo (Svampa, 2019). Sin embargo, la derrota de Macri en primera vuelta en las elecciones presidenciales del 27 de octubre de 2019 (en contraste con la cómoda reelección de Menem de mayo de 1995) bloqueó su intento de ser reelegido y continuar en el gobierno.

Conclusiones

En este artículo analizamos al gobierno de Macri y sus vínculos discursivos con los gobiernos neoliberales previos en la Argentina reciente (1989-2001). A través de un estudio conjunto del modelo de acumulación, el lenguaje político, las prácticas sociales y los imaginarios, nos centramos en sus continuidades, innovaciones y transformaciones graduales, en perspectiva comparada. Partiendo de los presupuestos onto-epistemológicos de la teoría discursiva de la hegemonía, destacamos la centralidad histórica que adquieren los condicionamientos estructurados del juego capitalista, entrelazado con las interpelaciones políticas, las políticas públicas que implementan los gobiernos y las expectativas de satisfacción material de los agentes en términos fundamentalmente económicos.

A partir de la implantación del Plan de Convertibilidad y el control del problema histórico de la inflación, el gobierno de Menem encontró la llave para edificar en la Argentina una exitosa hegemonía en torno al paradigma neoliberal, centrada en la estabilidad económica, el dólar barato y el acceso al crédito masivo para consumo popular, con sus imaginarios de inserción al mundo globalizado, modernización y progreso. En contraste, una de las principales limitaciones que tuvo el gobierno de Macri en su construcción de poder fue que no logró generar la confianza política suficiente para disciplinar a los agentes económicos, controlar la inflación y promover un crecimiento sostenido que eleve las condiciones materiales de vida de los sectores populares, más allá de los aspectos retórico-interpelativos.

A partir de la intensa corrida cambiaria de abril de 2018, los indicadores de inflación y el tipo de cambio se desbordaron rápidamente y, junto con la profundización del ajuste ortodoxo, potenciaron la recesión económica y generaron mayores niveles de pobreza. Pese a las expectativas creadas, la promesa de Cambio evolutivo del macrismo tampoco se tradujo en un acceso al consumo masivo como el que hubo con la fiesta del 1 a 1, lo que produjo un creciente desencanto en sectores de clase media, que además debieron sufrir los Tarifazos aplicados por el gobierno para sincerar las tarifas de servicios públicos. De este modo, sobre todo en su última etapa, el relato macrista y su épica posibilista no encontraron un asidero fuerte para objetivarse mayoritariamente como sentido común.

Si bien el gobierno de Cambiemos –con sus propias especificidades históricas– contribuyó a difundir y a sedimentar en la Argentina un modelo de acumulación y un conjunto de imaginarios sociales, valores y prácticas sociales de matriz neoliberal, el deterioro de las condiciones de existencia de las mayorías populares y el desencanto con las expectativas de cambio evolutivo creadas, junto con la capacidad de organización política e institucional de los sectores de tradición nacional-popular y la derrota de la alianza gobernante en primera vuelta en las elecciones presidenciales de 2019 frente a la dupla Alberto Fernández-Cristina Kirchner, mostraron los límites del discurso macrista para construir una hegemonía exitosa y profundizar el rumbo.

Bibliografía

ABOY CARLÉS, G. (2001) Las dos fronteras de la democracia argentina: la reformulación de las identidades políticas de Alfonsín a Menem. Rosario: Homo Sapiens.

ANNUNZIATA, R, ARIZA, A. y MARCH. V. (2017) “´Gobernar es estar cerca´. Las estrategias de proximidad en el uso de las redes sociales de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal”, Revista Mexicana de Opinión Pública, Volumen 13, Nro. 24, 71-93.

AZPIAZU, D. (1995) “La industria argentina ante la privatización, la desregulación y la apertura asimétricas de la economía. La creciente polarización del poder económico” en AZPIAZU, D. y NOCHTEFF, H. (editores), El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadorismo y elite económica en la Argentina. Bs. As.: Tesis-Norma-FLACSO, pp. 157-233.

AZPIAZU, D., BASUALDO, E. y KHAVISSE, M. (2004) El nuevo poder económico en la Argentina de los años 80. Bs. As.: Siglo XXI.

BARBETA, P. y BIDASECA, K. (2004) “Reflexiones sobre el 19 y 20 de diciembre de 2001”, Revista Argentina de Sociología, Volumen 2, 67-88.

BARROS, S. (2002) Orden, democracia y estabilidad. Discurso y política en la Argentina entre 1976 y 1991. Córdoba: Alción.

BASUALDO, E. (2001) Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina. Bs. As.: UNQUI-FLACSO.

BASUALDO, E. (2006) Estudios de historia económica argentina. Bs. As.: FLACSO-Siglo XXI.

BASUALDO, E., MANZANELLI, P., CASTELLS, M. J. y BARRERA, M. (2019) Informe de Coyuntura N°32, CIFRA-CTA. URL: http://www.centrocifra.org.ar/docs/32.pdf

CANELO, P (2004)  “La política contra la economía: Los elencos militares frente al programa económico de Martínez de Hoz”, en PUCCIARELLI, A. (coordinador), Empresarios, tecnócratas y militares. La trama corporativa de la última dictadura. Bs. As.: Siglo XXI, pp. 219-312.

CANELO, P. (2019) ¿Cambiamos? La batalla cultural por el sentido común de los argentinos. Bs. As.: FCE.

CANTAMUTTO, F. y WAINER, A. (2013) Economía Política de la Convertibilidad. Disputa de intereses y cambio de régimen. Bs. As.: Capital intelectual.

CATANZARO, G. y STEGMAYER, M. (2018) “Inflexiones del neoliberalismo y sus efectos sobre la subjetividad: imperativos y paradojas de una nueva discursividad pública en la Argentina reciente”, Entramados y perspectivas, Volumen 8, 4-31.

DAVID, P. (2019) “El rol del sistema financiero argentino en los subregímenes. Una caracterización reciente”, Ejes de Economía y Sociedad, Volumen 3, Nro. 4.

DIKENSTEIN, V. y GENÉ, M. (2014) “De la creación de la Alianza a su vertiginosa implosión”, en PUCCIARELLI, A. y CASTELLANI, A. (coordinadores) Los años de la Alianza: La crisis del orden neoliberal. Bs. As.: Siglo XXI, pp. 35-79.

D´ADAMO, O. y GARCIA BEAUDOUX, V. (2016) “Comunicación política: narración de historias, construcción de relatos políticos y persuasión”, Comunicación y Hombre, Nro. 12, 23-39.

D´ALESSANDRO, M. (2013) “El elefante en la habitación: estudio de la presidencia en la Argentina”, en D´ALESSANDRO, M. y GILIO, A. (Compiladores), La dinámica del Poder Ejecutivo en América, Bs. As.: INAP, pp. 63-92.

FAIR, H. (2012) “El discurso político de la antipolítica”, Razón y palabra, Nro. 80, 1-20.

FAIR, H. (2014) “El (no) debate político e ideológico en torno al núcleo nodal de la hegemonía neoliberal en la Argentina. El caso del significante estabilidad durante la etapa de sedimentación de la hegemonía menemista”, PostData, Volumen 19, 583-635.

FAIR, H. (2016) “Del peronismo nacional-popular al peronismo neoliberal. Transformaciones de las identidades políticas en la Argentina menemista”, Colombia Internacional, Volumen 86, 107-136.

FAIR, H. (2017a) “Construcción hegemónica y eficacia interpelativa del discurso de De la Rúa del 19 y 20 de diciembre de 2001”, Discurso & Sociedad, Volumen 11, 571-620.

FAIR, H. (2017b) “La construcción político-discursiva del liderazgo de Fernando De la Rúa en la última etapa de su Gobierno”, SAAP, Volumen 11, 69-102.

FAIR, H. (2019) “Economía política y pugnas por la hegemonía. Disputas en torno al núcleo nodal de la hegemonía neoliberal y los proyectos de devaluación y dolarización durante la crisis del 2001”, Sociohistórica, Volumen 43.

FAIR, H. (2021) “Fantasías, mitos y creencias ideológicas en los tiempos de Macri”, InterSedes, Volumen 21, Nro. 45, 220-262.

FLAX, R. (2019) “La criminalización de la inmigrante en el decreto 70/2017: un aporte desde el análisis del discurso”, Revista de Lingüística Teórica y Aplicada, Volumen 57, Nro. 1, 181-201.

GALLO, A. (2008) “El discurso político de la centroderecha argentina o la anulación de la alteridad izquierda-derecha”, SAAP, Volumen 3, Nro. 2, 287-312.

GARCÍA DELGADO, D. (2003) Estado-nación y la crisis del modelo. Bs. As.: Norma.

GARCIA DELGADO, D., RUIZ DEL FERRIER, C y de ANCHORENA, B. (2018) “Introducción. Transparencia: entre la corrupción clásica y la corrupción estructural”, en GARCIA DELGADO, D., RUIZ DEL FERRIER, C y de ANCHORENA, B. (Compiladores), Elites y captura del Estado. Bs. As.: FLACSO, pp. 15-24.

GERCHUNOFF, P. y TORRE, J. C. (1996) “La política de liberalización económica en la administración de Menem”, Desarrollo Económico, Nro. 143.

GINDIN, I. L. (2019) “¡Animémonos a imaginarlo! Análisis del discurso presidencial de Mauricio Macri”, en IGLESIAS, E. y LUCCA J. B. (Compiladores), La Argentina de Cambiemos, Rosario: UNR editora, pp. 43-59.

GREIMAS, A. J. y COURTÉS, J. (1990) Diccionario razonado de teoría del lenguaje. Madrid: Gredos.

HEREDIA, M. (2006) “La demarcación de la frontera entre economía y política en democracia. Actores y controversias en torno de la política económica de Alfonsín”, en PUCCIARELLI, A. (coordinador), Los años de Alfonsín, Bs. As.: Siglo XXI, pp. 153-198.

HOWARTH, D. NORVAL, A. y STAVRAKAKIS, Y. (2000) Discourse Theory and Political Analysis. Manchester: Manchester University.

JØRGENSEN, M. y PHILIPS, L. (2010) Discourse analysis as theory and method. London: SAGE.

KAN, J. (2009) “Vuelta previa al 2001. La devaluación del Real de 1999 y algunas implicancias en la burguesía argentina”, en BONNET, A. y PIVA, A. (compiladores), Argentina en pedazos. Luchas sociales y conflictos interburgueses en la crisis de la Convertibilidad. Bs. As.: Continente-Peña Lillo, pp. 223-251.

LACLAU, E. (1985) “Tesis acerca de la forma hegemónica de la política”, en LABASTIDA, J. (coordinador), Hegemonía y alternativas políticas en América Latina. México: Siglo XXI, pp. 19-44.

LACLAU, E. (1996) Emancipación y diferencia. Bs. As.: Ariel.

LACLAU, E. (2014) Los fundamentos retóricos de la sociedad. Bs. As.: FCE.

LACLAU, E. y MOUFFE, C. (2004) Hegemonía y estrategia socialista. Bs. As.: FCE.

MANZANELLI, P., GONZÁLEZ, M. y BASUALDO, E. (2020) “Tropezar dos veces con la misma piedra. El gobierno de Cambiemos y el intento de restaurar la valorización financiera”, en BASUALDO, E. (editor), Endeudar y fugar. Bs. As.: Siglo XXI, pp. 179-219.

MARTÍNEZ, F. (2016) “Nuevos sujetos neoliberales. Configuraciones sobre el mérito en los discursos del PRO”, Oficios Terrestres, Volumen 35.

MONTERO, A. S. (2018) “Gestionar la duda. La interpelación al paradestinatario en el discurso de Cambiemos (Argentina)”, Revista mexicana de opinión pública, Volumen 13, 41-61.

MONTES CATO, J. S. y VENTRICI, P. (2017) “Pérdida de derechos laborales en la restauración neoliberal argentina”, Revista de Políticas Públicas, Volumen 21, 661-679.

MORRESI, S. (2008) La nueva derecha argentina: la democracia sin política. Bs. As.: Prometeo-Biblioteca Nacional.

MORRESI, S. (2011) “La larga construcción de la Hegemonía Neoliberal”, en PÉREZ, G., AELO, O. y SALERNO, G. (editores), Todo aquel fulgor. La política argentina después del neoliberalismo. Bs. As.: Nueva trilce, pp. 67-78.

MORRESI, S., BELLOTI, A. y VOMMARO, G. (2015) Mundo Pro. Un partido fabricado para ganar. Bs. As.: Planeta.

MURACA, M. (2007) “Hegemonía y discurso político en Argentina, 1976-1985”, en RINESI, E., NARDACCHIONE, G. y VOMMARO, G. (compiladores), Los lentes de Víctor Hugo. Transformaciones políticas y desafíos teóricos en la Argentina reciente. Bs. As.: UNGS-Prometeo, pp. 57-116.

NOCHTEFF, H. (1999) “La política económica en la Argentina de los noventa. Una mirada de conjunto”, Época. Revista de Economía Política, Volumen 1, Nro. 1, 15-32.

NOVARO, M. (1994) Pilotos de tormentas: crisis de representación y personalización de la política en la Argentina 1989-1993. Bs. As.: Letra buena.

ORTIZ, R. y SCHORR, M. (2006) “Crisis del Estado y pujas interburguesas. La economía política de la hiperinflación”, en PUCCIARELLI, A. (coordinador), Los años de Alfonsín. Bs. As.: Siglo XXI, pp. 461-510.

PALERMO, V. y NOVARO, M. (1996) Política y poder en el gobierno de Menem. Bs. As.: Norma-FLACSO.

PERALTA RAMOS, M. (2007) La economía política argentina: Poder y Clases Sociales (1930-2006). Bs. As.: FCE.

PIVA, A. (2009) “Vecinos, piqueteros y sindicatos disidentes. La dinámica del conflicto social entre 1989 y 2001”, en BONNET, A. y PIVA, A., Argentina en pedazos. Luchas sociales y conflictos interburgueses en la crisis de la Convertibilidad, Bs. As.: Peña Lillo, pp. 19-70.

RINESI, E. y VOMMARO, G. (2007) “Notas sobre la democracia, la representación y algunos problemas conexos”, en RINESI, E., NARDACCHIONE, G. y VOMMARO, G. (compiladores), Los lentes de Víctor Hugo. Bs. As.: UNGS-Prometeo, pp. 419-472.

SEMÁN, E. (2001) Educando a Fernando. Cómo se construyó De la Rúa Presidente. Bs. As.: Planeta.

SOUROUJÓN, G. (2016) El peronismo vuelve a enamorar. Rosario: Homo Sapiens.

SVAMPA, M. (2019). “Posprogresismos, polarización y democracia en Argentina y Brasil”, Nueva Sociedad, Nro. 282, 121-134.

THWAITES, REY, M. (1999) “Estado y sociedad. Ajuste estructural y reforma del Estado en la Argentina de los 90”, Realidad Económica, Nro. 160, 76-109.

THWAITES REY, M. (2003) La desilusión privatista. El experimento neoliberal en la Argentina. Bs. As.: EUDEBA.

VOMMARO, G. (2017a) La larga marcha de Cambiemos, Bs. As.: Siglo XXI.

VOMMARO, G. (2017b) “La centroderecha y el cambio cultural argentino”, Nueva Sociedad, Nro. 270.

WAINER, A. (2019) “¿Desarrollismo o neoliberalismo? Una economía política del macrismo”, Realidad económica, Nro. 324, 33-68.

Otras fuentes

CENTRO DE ESTUDIOS LEGALES Y SOCIALES (CELS) (2003) El Estado frente a la protesta social, 1996-2002. Bs. As.: Siglo XXI.

Diario Ámbito financiero. Edición digital.

Diario BAE Negocios. Edición digital.

Diario Clarín. Edición digital.

Diario El Cronista comercial. Edición digital.

Diario Infobae. Edición digital.

Diario La Capital. Edición digital.

Diario La Gaceta Salta. Edición digital.

Diario La Nación. Edición digital.

Diario Página/12. Edición digital.

Agencia Télam. Edición digital.

Portal El destape web. URL: https://www.eldestapeweb.com

Discursos oficiales del presidente Mauricio Macri, Casa Rosada Presidencia, República Argentina. URL: https://www.casarosada.gob.ar/informacion/discursos

Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Principales indicadores del INDEC. República Argentina (2021). URL: https://www.indec.gob.ar


1 Este trabajo forma parte de una investigación en curso patrocinada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

2 Se recolectaron discursos de los diarios Ámbito financiero, BAE Negocios, Clarín, El Cronista comercial, Infobae, La Capital, La Gaceta Salta, La Nación, Página/12 y de la agencia Télam.

3 Siguiendo a D´Adamo y García Beaudoux (2016: 25), el relato representa una “estrategia de comunicación política” que “sirve para transmitir valores, objetivos y construir identidades”. Se trata de “una historia persuasiva que actúa a modo de ´marca´ de un partido, líder o gobierno”. Su importancia en la operación hegemónica radica en que “Moviliza, seduce, evoca y compromete mediante la activación de los sentidos y las emociones”.

4 Sobre la política económica de Cambiemos, sus alianzas y los efectos socioeconómicos regresivos de su modelo de acumulación, véanse Basualdo et. al. (2019), Wainer (2019) y Manzanelli, González y Basualdo (2020).

5 Sobre la política de represión y criminalización de la protesta social durante los gobiernos de Menem y De la Rúa, véase CELS (2003).

6 Sobre la lógica de espectacularización y frivolización de la política durante el gobierno de Menem, véase Rinesi y Vommaro (2007). En relación al caso Cambiemos, véase Vommaro (2017a).

7 Sobre el particular, véanse los trabajos de Annunziata, Ariza y March (2017), Montero (2018) y Gindin (2019).

8 Aunque esta retórica de la “nueva política”, al contrastarla con la práctica discursiva, entra en contradicción atributiva con la existencia de diversos dirigentes cambiemitas que provienen de los partidos tradicionales, entre los que se incluye su candidato a vicepresidente Miguel Ángel Pichetto, el vicejefe porteño Santilli y el propio Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta (Morresi, Belloti y Vommaro, 2015).

9 Como señalan García Delgado, Ruiz del Ferrier y de Anchorena (2018: 20), la estrategia de Cambiemos consistió en “Lotear la administración pública y asignar un experto del mundo empresario a cada sector de la política, generando alianzas con poder de veto sobre las políticas públicas. De esta manera, el Ministerio de Energía quedó a cargo de Juan José Aranguren –ex CEO de Shell–; la Secretaría de Finanzas bajo la responsabilidad de Luis Caputo, un trader con fuertes lazos con la banca privada –JP Morgan y Deutsche Bank–; el Ministerio de Agroindustria, bajo el mando de Buryaile (ex vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas –CRA–) y luego de Luis Etchevehere (presidente de la Sociedad Rural Argentina –SRA), la Secretaría de Industria a cargo de Martín Etchegoyen, ex director ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA), entre otros”.

10 Sobre las trayectorias divergentes de los dirigentes de estos gobiernos, véanse los trabajos de Dikenstein y Gené (2014) y Vommaro (2017a).

11 A partir del acuerdo con el FMI de mayo de 2018, el gobierno de Macri reemplazó el esquema de metas de inflación basado en tasa de interés, por una meta de control con agregados monetarios como estrategia antiinflacionaria y un esquema cambiario consistente en bandas de flotación (David, 2019:132).