Alejandro Espinosa Patrón
Universidad Autónoma del Caribe. Barranquilla, Colombia.
E-mail: espinosa200018@hotmail.com
El estudio sobre corporalidad y representación enunciativa en las letanías del carnaval de Barranquilla, tuvo como objetivo general, identificar desde las letanías como discurso o espacio enunciativo, la corporepresentación, pues los enunciadores letanieros se constituyen en cuerpo de denuncia y representación gráfica de la realidad. La investigación se centró en la semiótica como método para comprender una letanía del grupo “Calancho y su Zafarrancho”, el cual ha ganado varios Congos de Oro en el carnaval de Barranquilla. Además, el corpus estudiado permitió conocer la percepción de mundo de los enunciadores letanieros, y cómo desde el cuerpo representan un nuevo sentido para la sociedad.
Palabras clave: Letanía; corporalidad; representación enunciativa; corporepresentación; Carnaval de Barranquilla
Recibido: 11/09/2020 Aceptado: 24/11/2020
Abstract
The study on corporality and enunciative representation in the litanies of the Barranquilla carnival, had as a general objective: to identify from the litanies as speech or enunciative space, the corporepresentation, since the litany enunciators constitute a body of denunciation and graphic representation of reality. The research focused on the semiotic method to understand a litany of the “Calancho and his Zafarrancho” group, which has won several Golden Congos at the Barranquilla Carnival.
Keywords: Litany; corporality; enunciative representation; corporality (embodiment); Carnival of Barranquilla
“La naturaleza del cuerpo contiene
una paradoja fundamental:
por un lado, es lo más cercano e íntimo
a nuestra experiencia,
pero por otro lado resulta extraño”
(María José Contreras Lorenzini)
El cuerpo es un órgano de masa material compuesto de células y tejidos comunicantes que permiten el desarrollo de las otras partes del cuerpo humano, parte visible que guía al ser humano, lo hace notorio, y lo convierte en una unidad funcional, compleja, vital en movimiento permanente, y organizado para responder a infinitos estímulos internos y externos; involucra la totalidad y complexión de ser humano, forma única de apreciarlo en su totalidad o conjunto.
En tal sentido, la socialidad del ser humano está dada por varias características: vive en sociedad desde su grupo familiar hasta la aldea global. El mundo en que vive es percibido (sensorial e intelectivamente) y creado, en su afán de comprenderlo, interpretarlo y representarlo, en consenso social. Con el fin de establecer y compartir su creación necesita de la comunicación, para lo cual utiliza diversas modalidades: gestos, señales, imágenes gráficas y palabras. Todas ellas generadas consensualmente. Tal vez la modalidad verbal ha sido la última en aparecer, pero no ha sustituido totalmente a las demás. Al contrario, en muchos casos, por necesidad o por gusto, el ser humano usa una comunicación multimodal.
Los gestos y demás elementos del lenguaje corporal (figuras discursivas): postura o posición corporal, movimientos, trajes, maquillaje, tatuajes, atuendos o atavíos (objetos adheridos o incrustados al cuerpo) han acompañado al ser social en la presentación y representación (construcción sociocultural) de sí mismo y del mundo. El lenguaje corporal en todas sus manifestaciones acompaña, complementa o lidera las demás modalidades comunicativas de la polifonía enunciativa que posee el ser humano, por lo que algunas veces es autónomo y otras, heterónomo.
La presencia del lenguaje corporal en las vivencias y actividades humanas le confiere al cuerpo una posición central, ya que el ser humano nunca deja de actuar y tampoco puede prescindir de su cuerpo en ningún momento. El cuerpo se convierte en un texto socializado y socializante, pues funge como objeto-proceso y resultado de significaciones. Esta doble valencia del cuerpo viene dada por su papel de “sustrato de la semiosis”, en el cual “el cuerpo participa de la modalidad semiótica y proporciona uno de los aspectos de la ¨sustancia semiótica¨, y a manera de “figura semiótica”, o figura del discurso (Fontanille, 2017, 23).
En consecuencia, debe entenderse el cuerpo como figura semiótica o figura del discurso para el estudio de las letanías del carnaval de Barranquilla1, escenario de la enunciación donde se percibe una visión de lo corpóreo y su referencialidad indescontable en todo discurso, donde la escritura se convierte en prolongación del cuerpo dentro de los textos por medio de la alegoría y el discurso metafórico (Hernández, 2016, 17-18).
Por tanto, el cuerpo como ente perceptible e inteligible tiene o adquiere dos dimensiones: corporal y corpórea. La primera estaría representada por características biofísicas que lo identifican, mientras que su corporeidad estaría definida por sus rasgos de naturaleza social o semióticas, a través de sus manifestaciones: icónicas, indiciales y simbólicas. Por lo que podemos decir junto con Fontanille (2017) que el cuerpo, desde la poética, “es ante todo la sede de la experiencia sensible y de la relación con el mundo en cuanto fenómeno, en la medida en que esa experiencia puede prolongarse en prácticas significantes y en experiencias estéticas” (Fontanille, 2017, 16), y desde la antropología, el cuerpo es simultáneamente uno de los vectores de la socialidad y de la relación con el otro, el objeto y soporte de prácticas terapéuticas, rituales y simbólicas, el anclaje principal de las lógicas de lo sensible, y de las formas de las relaciones semióticas con el mundo que lo rodea, características de cada cultura (Fontanille, 2017, 18).
El discurso corpóreo está presente en casi todas las interacciones o prácticas humanas, tanto en las acciones transitivas, hacia el otro, como en las intransitivas, hacia sí mismo o consigo mismo, (Mangieri, 2014), entre las cuales están las acciones para satisfacer necesidades fisiológicas, trabajo, estudio, recreación, entre otras.
Fuente: grupo de letanías “Calancho y su Zafarrancho, 2018”.
En función de lo expuesto y desde una semiótica del cuerpo, el objetivo central de esta investigación consiste en Identificar desde las letanías la forma en que el cuerpo permite proyectar una nueva modalidad enunciativa desde la corporepresentación, pues es el centro enunciativo en la generación de significación donde el cuerpo pasa a ser una especie de pantalla donde se proyecta la imagen pretendida con la lectura o vocalización de las letanías. Entonces, el cuerpo combina las posibilidades para representar lo contentivo en el discurso, permitiendo la prolongación del discurso a través de la connotación corporal.
La contribución o posible aporte de este estudio radica en ofrecer una lectura semiótica de la polifonía corporal o policromía corporal utilizada por los letanieros en su propósito de complementar o liderar su capacidad enunciativa con el discurso corporal a fin de alcanzar los objetivos de su presencia como evento carnavalesco. Esta intención surge de la necesidad de reflexionar sobre la corporalidad enunciativa del discurso de las letanías en su afán de significar como acontecimiento comunicativo. Todo ello porque los estudios que se han realizado hasta ahora sobre el carnaval de Barranquilla y las letanías se han orientado hacia la superficialidad del evento, mas no hacia estudios semióticos que describan su función en la sociedad desde el cuerpo como denuncia, pues debería realizarse un inventario donde “se reconozca la corporalidad, escenario para transmutarse, incorporarse y metamorfosearse en mudanza de máscaras y disfraces” (Hernández, 2016, 91).
Por lo anterior, la polifonía o policromía corporal se establece por las voces que surgen de su proyección social y cultural, la construcción de la corpohistoria, el desdoblamiento del sujeto, el paralelismo semiótico, las cuales corresponden con el ser enunciante y su arraigo dentro de los espacios enunciativos que conforman “una unidad sígnica que interacciona con base en Ser enunciante, el objeto enunciado y la mediación óntica del proceso de resignificación a partir de la seducción y la transfiguración del cuerpo, isotopías que corresponden con el análisis semiocrítico” (Hernández, 2016, 91).
En el texto de Mina Aragón y Suárez (2016), sobre “Zapata Olivella, un legado intercultural Perspectiva intelectual, literaria y política de un afrocolombiano cosmopolita”, se emplea la palabra cuerpo como “artes del cuerpo–música, danza– que son más cercanas a la experiencia popular de la considerada baja cultura. Las artes visuales están aún más lejos de este cuadro de representaciones jerárquicas de las fijadas en la historia del arte” (Mina Aragón y Suárez, 2016, 339)
En esa perspectiva, existe el trabajo de González Cueto (2019) sobre “Memoria y representación audiovisual de las prácticas travestis2, transformistas y drag queens, de los carnavales de Barranquilla, Baranoa, Puerto Colombia y Santo Tomás en el Caribe colombiano”, donde el investigador se apoya en Bajtín para explicar “la inversión tolerada, pues el cuerpo de la travesti y el transformista son conversiones naturales dentro de la fiesta que no distingue entre un adentro natural y un afuera antinatural” (González, 2019, 45) Lo que se observa en este estudio es la mirada de González (2019) sobre cómo el sujeto sufre las transformaciones en el carnaval, performatividad travestise, se convierte en el otro para participar en “la puesta en escena del cuerpo, que tiene el espacio cultural y polivalente, lugar de enunciación visual” (González, 2019, 56).
Por lo visto, solo estos dos textos, hasta ahora, se aproximan a la palabra cuerpo con significados distintos en la literatura sobre el carnaval de Barranquilla, pero no hacia las letanías, propósito de este estudio cuyo objetivo principal radica en Identificar desde las letanías cómo el cuerpo, figuración simbólica, permite proyectar una nueva modalidad enunciativa desde la corporepresentación, pues conforma otra forma de hacer hermenéutica del sentido, cuerpo de denuncia y representación gráfica de la realidad.
Por tanto, estudiar el cuerpo desde las letanías del carnaval de Barranquilla, permite comprender las acciones corpodiscursivas en un espacio donde los sujetos letanieros enuncian a través de la ironía y la burla lo que está sucediendo en su mathesis. Ellos emplean el cuerpo como mecanismo semiótico para reafirmar el sentido que surge de su representación, pues se convierte en escenario de la significación más allá de la literalidad. Consustancia la cadena hablada a través de la corporeidad representacional.
En tal sentido, las letanías representan con su percepción social los avatares de un mundo que cada día hay que cariturizarlo más para indicar con sus gestos y discurso verbal cómo entienden su espacio de resignificación, cuáles son los sujetos que lo conforman, qué dicen con su cuerpo, representación-enunciación que expresa otra modalidad dentro de los procesos de comunicación, pues no debe descartarse “el cuerpo como memoria histórica, memoria mítica, memoria íntima, el deseo, la compatibilidad y la tolerancia” (Hernández, 2014, 235). Por tanto, debe entenderse que las letanías como cuerpo son una especie de instrumento de ensamblaje para embalar la historia vista desde el enunciador-letaniero que intenta reconstruir a sus enemigos y hacerlos espacio enunciativo (Hernández, 2016).
En consecuencia, el cuerpo es la manifestación de una cultura, es una construcción social, característica que la hace propia por lo que comunica, hace y expresa; las letanías trascienden con sus gestos, burla, pero también con el cuerpo como revelación de un mundo diferente que se muestra en su enunciación; en tal sentido, la presencia del cuerpo letaniero en ese lugar y ese momento cada año que se celebra el carnaval les confiere un espacio provisorio, pero propio, y les permite ahondar en su temática crítica y denunciante, donde Foucault (2004) manifiesta que
(…) vivimos, morimos, amamos en un espacio cuadriculado, recortado, abigarrado, con zonas claras y zonas de sombra, diferencias de nivel, escalones, huecos, relieves, regiones duras y otras desmenuzables, penetrables, porosas; están las regiones de paso: las calles, los trenes, el metro; están las regiones abiertas de la parada provisoria: los cafés, los cines, las playas, los hoteles; y además están las regiones cerradas del reposo y del recogimiento (Foucault, 2004, 3).
Lo anterior reafirma que dentro de los espacios donde se mueve el hombre, su proxemia, le sirve para reafirmar su territorio de burla, donde, en el caso de las letanías, ya lo tienen conquistado porque todos los años regresan al mismo lugar con temas diferentes, recargados de ironía, por ello, “el cuerpo orgánico de la obra se transfigura en cuerpo simbólico que está establecido a través de la doble articulación o figuración del discurso estético, creando el instante estésico-trascendente, escenario de la corporalidad sensible” (Hernández, 2015, 190).
Por tal motivo, el cuerpo como construcción social permite a los enunciadores letanieros acercarse a otras formas de comunicar, pero también a otras formas de significar bajo un mundo semiótico que describe sus acciones para llegar a un mensaje que revela cómo el sujeto entiende su contexto para ironizar en torno a los sujetos, pues ellos pueden ver el cuerpo, también desde lo grotesco, como punto de inicio de las imágenes ambivalentes de la sociedad.
(…) la estética de la vida cotidiana preestablecida y perfecta, parecen deformes, monstruosas y horribles; el coito, el embarazo, el alumbramiento, el crecimiento corporal, la vejez, la disgregación y el despedazamiento corporal, etc. Son imágenes que se oponen a las clásicas del cuerpo humano perfecto y en plena madurez, depurado de las escorias del nacimiento y el desarrollo (Bajtín, 1999, p. 29).
Por tanto, en el cuerpo surgen otras representaciones enunciativas que muestran lo grotesco, horroroso para el enunciador letaniero, por lo que se ha convertido en un instrumento para señalar la realidad.
(…) lo grotesco se vuelve un arma subversiva, una forma de confrontar los ideales establecidos para así mostrar una cara de la realidad que nos es maquillada, ocultada, o eliminada. “Un arma agresiva,” nos dice Thomson (1972), “... el efecto de shock de lo grotesco puede también ser usado para desconcertar y desorientar, paralizar al lector, sacudirlo de su forma cotidiana de percibir el mundo y confrontarlo con una perspectiva radicalmente distinta y perturbadora” (López, 2015, 88).
A este respecto, se observa en el sujeto enunciador lo social y grotesco por sus colores e indumentarias, características que lo convierten en un sujeto que emplea la corporalidad como representación enunciativa en las letanías del carnaval de Barranquilla.
A lo anterior se suma la importancia del cuerpo, caricaturización permanente de lo transcurrido en un año donde los enunciadores letanieros perciben con sus movimientos lo burlesco de las acciones de los sujetos responsables de sus actos. Por eso hay que subrayar cómo desde el cuerpo como caricatura se capta (interpreta) el sentido de la política, la economía, religión y cultura porque se concentra en un tipo de discurso visual y verbal que explican la cotidianidad: la crisis económica, desempleo, narcotráfico, corrupción, aranceles, TLC, Estado fallido, ejecuciones, descabezados, violencia, secuestros “se caracterizan por su alto grado de complejidad en virtud de ser pluricodificados, polifónicos y polisémicos ya que por ellos pasan muchas voces y sentidos, constituyéndolos en intertextos o red de textos” (Sánchez Guevara, 2012, 2).
Por su parte, Hernández (2014) considera que estudiar la corporeidad en su expresión representacional, establece una nueva modalidad enunciativa, donde “el cuerpo como escenario de la enunciación-narración, espacio y tiempo de la enunciación intenta ordenar, darle sentido a los acontecimientos en los que se encuentra inmerso” (Hernández, 2015, 814), porque esto implica ir más allá de sus referentes físicos, pues en ella subyace la cultura como construcción social de la misma, lo que posibilita la consolidación del cuerpo como un objeto de estudio pertinente en las ciencias sociales en general y en la sociología en particular. “Por tanto, una experiencia ordinaria, heterogénea y discordante podrá, en función del narrar/contar, comprender y ordenar la significación de los acontecimientos bajo la concepción existencial del narrar, desde donde reconfigura y construye los sentidos” (Hernández, ٢٠١٥, 814).
En ese sentido, la proyección de la corporalidad es quien ubica al enunciante en un espacio enunciativo determinado, pues el cuerpo es su escenario enunciativo por excelencia con “la historia de los cuerpos profanos que desafiaron la historia” (Hernández, 2008, 14). En ese sentido, se identifica la presencia de cuerpos manifiestos que hacen el carnaval y las letanías más significativas, pues el uso de temáticas que proyectan el carnaval como cuerpo de denuncia, irreverencia y desdoblamiento del sujeto, que se perciben en el cuerpo en alza contra los órdenes establecidos: mendigos, prostitutas, reinas de belleza, cantantes, presidentes, alcaldes, decretos, leyes, etc. Principales transgresiones corporales del carnaval de Barranquilla. Por ello, para el análisis del discurso corporal letaniero se han tomado varias referencias teóricas de la semiótica del cuerpo, pero con elementos comunes que se encuentran en su interrelación. Ellas son: cuerpo, corporeidad y corposfera, que corresponden al desdoblamiento de los cuerpos alternativos; la construcción de la corpohistoria (Hernández, 2015, 197).
El cuerpo para los griegos era el sooma o seema, que “supone el medio por el cual el alma expresa todo lo que quiere decir“ (Ayus y Eroza, 2007, 3). En la historia de las ideas el cuerpo ha sido separado del alma y del espíritu, pues frente a estas dos entidades le han asignado una connotación negativa, cuando no, de parte complementaria, pero también el cuerpo, visto desde la percepción del sociólogo Breton (2002), son las representaciones sociales las que permiten la transformación del sujeto de hoy, inmerso en patrones que son propios de la época, el vestido, la moda, la frivolidad, es decir, es la proyección y cuidado de su imagen que lo hacen un ser de cuidado por su apariencia porque
(…) le asignan al cuerpo una posición determinada dentro del simbolismo general de contexto. Sirven para nombrar las diferentes partes que lo componen y las funciones que cumplen, hacen explícitas sus relaciones, penetran el interior invisible del cuerpo para depositar allí imágenes precisas, le otorgan una ubicación en el cosmos y en la ecología de la comunidad humana (Breton, 2002, 13).
Por tanto, el cuerpo se transforma en un eslabón entre discurso, enunciación, representación y acto, “El cuerpo se convierte en el recinto del sujeto, el lugar de sus límites y de su libertad, el objeto privilegiado de una elaboración y de una voluntad de dominio” (Breton, 2002, 14). Desde esos planteamientos, el cuerpo presenta su estructura, “espacio comunicativo”, no sólo en términos de lenguaje expresivo, sino también como espacio de inscripción de signos: tatuajes, pinturas y adornos; lugar de “escrituras” (Clastres, 1978, citado por Amodio, 2010, 18).
En ese sentido, para Merleau-Ponty (2003, citado por Firenze, 2016:102) el cuerpo propio lo llevará a concebir el Ser del mundo como el lugar en el que se realiza la metamorfosis del cuerpo en palabra y de la palabra en cuerpo. “Lo que de este modo se acaba mostrando la “pregnancia” del sentido ideal y del sentido mudo del cuerpo por cuanto ambos proceden de esta dimensión ontológica fundamental”. Por ello el cuerpo es el puente entre “el saber y la realidad, lo que es posible encontrarlo por debajo de los modos ulteriores de la intelección” (López Medina, 2014, 96). Una idea parecida ya había expuesto el filósofo francés al considerarlo como “la interfaz que permite la producción de significación” (Merlo-Ponty, 1945).
Otra forma de verlo es a través de los componentes o dimensiones que se han visto en el cuerpo. Para Díaz:
El objeto cuerpo se edifica gracias al anudamiento del cuerpo imaginario, referido a la forma y a la imagen, del cuerpo simbólico, con sus códigos y representaciones significantes, como el nombre que lo inviste, y del cuerpo real, cuerpo ante todo convertido en la materia de goce y en el cual se satisfacen las pulsiones en sus vertientes sexual y de muerte. Son tres dimensiones del cuerpo que exponen su complejidad y esbozan el carácter conflictivo de la relación del sujeto con su propio cuerpo y con el cuerpo del semejante (Díaz 2003, 98).
Por tal razón, en el cuerpo está la otra forma de comunicarse; es revestir el cuerpo, posicionarlo dentro de los lugares enunciativos, dentro de los espacios de la representación. Allí residen las bases del enmascaramiento como campo semiótico. Todo ello porque
El cuerpo no es una simple estructura física, sino además una estructura experiencial, a través de la cual los objetos del mundo adquieren sentido para nosotros. Se trata, pues, de un cuerpo vivo cuyos movimientos prefiguran nuestros modos de conocer (Angulo Orozco, 2017, p. 14).
Bajo estas características, el cuerpo dentro de la misma cultura es sinónimo de identidad y reconocimiento por el otro en su manera de percibir y entender el mundo, por eso Ayus y Eroza consideran que
El cuerpo constituye nuestro frente de identidad e inscripción más inmediato. (…) la filosofía sensualista francesa del siglo XVIII, especialmente Étienne Bonot abate de Condillac (1754) a través de su Tratado de las sensaciones, y la filosofía fenomenológica en el siglo XX, especialmente la generada por Edmund Husserl en [1931] 1996 Meditaciones cartesianas y Maurice Merleau-Ponty ([1945] 1994) con su Fenomenología de la percepción, se ocuparon del cuerpo como un plano de la interrogación sobre la realidad y el conocimiento, la identidad y la existencia: “la experiencia del propio cuerpo nos enseña a arraigar el espacio en la existencia” (Ayus y Eroza, 2007, p. 3).
Un concepto central en este estudio lo constituye la corporeidad. Esta ha sido vista desde varias perspectivas. Entre las aproximaciones teóricas hacia ella está la de Finol (2015) quien la concibe, a partir de una cartografía del cuerpo, como
El conjunto de imaginarios dinámicos que una sociedad, gracias a la acumulación de sus experiencias, en un momento histórico determinado y en una cultura concreta, atribuye al cuerpo, considerado como un objeto semiótico inserto en un mundo que lo caracteriza, lo significa y al que, al mismo tiempo, el cuerpo, gracias a su riqueza comunicativa, también caracteriza y semiotiza (Finol, 2015, 23).
En esta definición de corporeidad o semiótica del cuerpo se puede percibir la bivalencia del cuerpo como objeto semiótico: significado y significante. Igualmente, este mismo autor ha señalado, la utilidad de considerar el cuerpo desde cuatro perspectivas diferentes: el cuerpo-lenguaje, es decir, a manera de sistema de signos; cuerpo-objeto, visto como conjunto de los discursos sobre el cuerpo; cuerpo-espacio, entendido a guisa de escenario de otros signos; y cuerpo-referencia, o sea, a los objetos moldeados por el cuerpo y cuya mera existencia lo “dicen”.
Los imaginarios corporales también, según el autor mencionado, pueden referirse a los componentes del cuerpo como objeto semiótico, a partir de una morfología del cuerpo desde diferentes ejes. Vertical, en el cual el cuerpo es visto a tres niveles: nivel alto, conformado por la cabeza, el rostro, la mirada, la observación, la boca, el cabello, entre otros elementos; nivel medio, compuesto por las manos, pecho, espalda, torso, ombligo, cintura; nivel bajo, constituido por las caderas, el trasero, las piernas, y los pies. En el eje horizontal el cuerpo puede dividirse en dos planos. Uno que lo percibe compuesto por dos caras: anterior y posterior; el otro lo representa a través de dos lados: derecho e izquierdo. Cada uno de los lados y las caras con posibles connotaciones eufóricas y disfóricas, según la cultura y momento histórico.
Otra forma de analizar el discurso corporal viene dada por los atributos del espacio corporal al considerar la postura, el movimiento (voluntario e involuntario, producido por pasiones y emociones), los gestos, la vestimenta, el maquillaje y los atuendos o atavíos. Donde cada uno de estos atributos adquiere el estatuto de subsistema semiótico, componentes del sistema sígnico mayor: cuerpo.
Una tercera propuesta de estudio la proporciona Fontanille (2008) al concebir el cuerpo en cuatro figuras icónicas, a las cuales le corresponde un tipo de movimiento y memoria específicos: 1. El cuerpo envoltura, con el movimiento típico denominado deformidad y un tipo de memoria característico llamado inscripción. 2. El cuerpo carne, con su movimiento de moción íntima y memoria de traza. 3. El cuerpo cavidad tiene como movimiento característico la agitación y su memoria es la diégesis. 4. El cuerpo-punto posee un movimiento llamado desplazamiento y una memoria deítica. Estas figuras funcionan como interfaces en las interacciones con los demás sistemas semióticos con los cuales interacciona el sistema corporal.
Otra manera de ver la corporeidad viene dada por los tres aspectos o dimensiones considerados por Peirce (1974) en la acción humana, pues ésta no puede prescindir del cuerpo. La primera de ellas es identificada como estética, representada por la experimentación sensorial y artística. Las sensaciones y las emociones pertenecen a esta dimensión, pues son consideradas como “impulsos ciegos”, que no están reprimidos, son intuitivos, involuntarios. Este aspecto es asociado por el autor mencionado con la iconicidad del signo.
El segundo aspecto o dimensión de la acción humana como signo corresponde a la esfera de los signos indiciales, aquellos que no están incorporados al signo propiamente, pues ellos podrían ser la sombra del cuerpo y las huellas que este deja al pasar o estar en un lugar determinado, los cuales corresponden al aspecto indicial del signo.
Finalmente, la tercera dimensión de la acción humana está representada por los actos orientados a fines. Aquí está presente el sistema gestual intencional del cuerpo.
Todos estos conjuntos y subconjuntos semióticos que componen el sistema semiótico corporal deben ser estudiados desde un enfoque integral, como un todo, llamada corposfera, que a su vez forma parte de un sistema semiótico mayor denominado semiosfera. La corposfera, entonces
Incluiría no sólo los lenguajes corporales sino también sus contextos y las relaciones que se establecen entre aquel y estos, pues es en el conjunto de esas relaciones dinámicas que el cuerpo crea y actualiza en el mundo donde, finalmente opera la semiotización (Finol, 2015, 29).
En ese marco, la semiótica aplicada al cuerpo constituye la metodología y la interrelación simbólica para permitir las distintas combinatorias teórico-metodológicas, que, articuladas desde los planos enunciativos, permite interrelacionar enunciantes, textos, la historia, contextos más allá de las locaciones sociales y en medio de las locaciones simbólicas o representacionales. En este sentido, la semiótica involucra a los espacios enunciativos como la macrosemiosis que integrada por semiosis: subjetivas, textuales, contextuales y simbólicas, metatextualizan la significación, en este caso, bajo el acordonamiento de lo profano como variable de reconocimiento, por ello la selección de la letanía de “Calancho y su Zafarrancho porque se reafirma la corporepresentación y la historia en un mismo cuerpo:
A mis amigos que tanto quiero/ Se llevaron todos mis contactos/ Coro: Se llevaron el celular/ La memoria y la Sim Card/ Rezo: Este video es un consejo/ Para que se paren en la raya/ Porque mucha gente en la calle veo/ Dando buena papaya/ Coro: En la puerta uno no está seguro/A esos hifueputas Hay que darle duro/ Rezo: Por eso hago esta campaña/ Con lujo y con detalles/Y no usen esa mala maña/ De estar chateando en la calle” (Grupo de letanías “Calancho y su Zafarrancho, 2018).
Por lo anterior, el carnaval como práctica social transitiva ofrece al cuerpo una amplia variedad de posibilidades para representarse a sí mismo y al mundo. En las letanías del carnaval de Barranquilla el cuerpo juega un papel trascendental al participar junto con el lenguaje verbal en el logro de los fines de este evento, pues el cuerpo es inherente al lenguaje y el lenguaje al cuerpo son indisolubles, es decir ambos se complementan en su función comunicativa, al hacer uso de su polifonía corporal, evento que se constata con la letanía de “Calancho y su Zafarrancho”, donde enfatizan en el robo del celular, pues el enunciador letaniero emplea espacios de interpretación y resignificación para aconsejar a la gente que no chateen por la calle porque a él le robaron el celular por estar haciendo lo mismo: “Coro: El rey Momo yo lo destaco/Fue víctima de un atraco/ Rezo: Un par de rateros vivos/Me armaron un alboroto/Llegaron el lunes festivo/Y se largaron en una moto/ Coro: Calancho estaba chateando/Y lo terminaron atracando” (grupo de letanías “Calancho y su Zafarrancho, 2018).
El corpus
Todas estas perspectivas de análisis y comprensión del cuerpo desde el método semiótico pueden ser utilizadas en el estudio del discurso corporal de los actores letanieros del carnaval de Barranquilla. Por tal motivo, para el desarrollo de la investigación se partió de los atributos o rasgos corporales representados por la postura, el movimiento o desplazamiento de los actores, los gestos, la vestimenta, el maquillaje y los atuendos utilizados en la presentación-representación de las letanías. “La nota cromática dominante corresponde al plateado, que se escogió en lugar del blanco para dar mayor esplendor a la pieza, pero aludiendo al mismo significado: la luz, la gloria, la pureza, la perfección, la vida y la unión” (Castillo; Menares, 2017, 7)
Fuente: “Calancho y su Zafarrancho”, 2018.
La descripción anterior concierne con la metodología Semiótica porque esta incluye la lectura del textual, la cual corresponde con las cadenas de significación que subyacen en el texto para explicar el tejido semiótico que envuelve la triada ironía, pagano y sacro, las cuales se relacionan con las relaciones discursivas, los actos de habla y la configuración de universos simbólicos en la acción comunicativa. (Espinosa, 2021).
Por otra parte, otro eje articulante para entender la muestra que nos corresponde se refiere al contexto, es decir a relación del texto con la percepción crítica que se tiene de la sociedad, pues sin el conocimiento del contexto y de la situación no es posible comprender la ironía en un texto (Mier, 2017), pues el texto proyecta las huellas del significado social. El discurso es la fotografía viva de la hermenéutica que realiza el sujeto de la realidad imperante. Según Calsamiglia y Tusón:
como una permanente construcción que se da entre los interlocutores: [...] el contexto es algo dinámico que quienes participan en un intercambio comunicativo tienen que ir construyendo –creando, manteniendo, cambiando e interpretando–. En ese proceso pueden concurrir –guiando y orientando– ciertos elementos como el entorno físico (culturalmente interpretado) y ciertas normas o tendencias de comportamiento colectivo interiorizadas cognitivamente en forma de marcos o guiones. (2008, 103).
En ese sentido, las marcas explican el contexto situacional con el fin de adquirir elementos que nos lleven a inferir desde la pragmaticidad del discurso la ironía y descubrir las verdaderas intenciones del enunciador. No sería posible entender los textos de las letanías “sin el conocimiento del contexto situacional, de las situaciones externas y del mundo sociopolítico” (Mier, 2017).
Como bien afirman Calsamiglia y Tusón: [...] el contexto se constituye como un concepto crucial y definitorio del ámbito de la pragmática y del análisis del discurso (2008, 98). Por tanto, Kočman reitera el concepto de contexto y pragmática, pues “no se debe subvalorar y [...] cualquier análisis pragmático del discurso y de sus enunciados, incluyendo entre estos la ironía, debe referirse al análisis de la relación del contexto con dicho discurso y dichos enunciados”. (2011, 238).
Además de los ejes anteriores, al método semiótico empleado para comprender la letanía como corpus, se debe entender la funcionalidad de la Metatextualidad, pues esta responde por el análisis de la estructura presentada desde el nuevo sentido que evoca el texto con su denuncia sobre la realidad social, se organiza a través de las cadenas de significación, nodos e isotopías que responden por la ironía y lo sacro, a razón de que “el espacio entero de la semiosfera está ocupado por fronteras de niveles diferentes, por límites de lenguajes diferentes. A su vez, cada una de estas sub-semiosferas tiene su propia identidad semiótica (su propio «yo» semiótico) que se construye en relación a las demás” (Lotman,1996, 171)
Como bien señala Escandell:
Efectivamente, toda actividad humana consciente y voluntaria se concibe como reflejo de una determinada actitud de un sujeto ante su entorno. Por tanto, es legítimo tratar de descubrir qué actitud hay detrás de un determinado acto, es decir, preguntarse cuál es la intencionalidad de los actos y decisiones. (1993, 41)
Apelando a la invención y al uso irónico, sarcástico y burlesco del lenguaje, se desdobla y pone en boca de los personajes ridiculizados lo que piensan de ellos: “donde hay ironía, hay desdoblamiento del locutor. [...] Mientras el que dice algo en serio lo asume [...], el que dice algo irónicamente se desdobla: achaca esa afirmación (y, con ella, ese punto de vista) a un ser ficticio, a un alter ego ridículo” (Reyes, 1994, 56).
A partir de estas consideraciones teóricas y metodológicas se llegó al siguiente análisis:
En la presentación-representación de las letanías carnavalescas, se trata de la mascarada y todas las metáforas de la máscara. Por ellos, los enunciadores letanieros sobresalen no solo cuando se visten como sacerdotes con colores fuertes reafirmar la mofa, como el caso del grupo “Calancho y su Zafarrancho”, que se entrecruzan con la cultura del contexto; llevan camisetas del equipo de fútbol preferido, sino con la gesticulación de las manos, acción de reclamo, para reafirmar con vehemencia lo que expresan en sus textos verbales: Coro: Calancho estaba chateando/Y lo terminaron atracando/Rezo: La delincuencia ya no respeta/ Ni al rey Momo de Soledad/ Me amenazaron con escopeta:/“qué te vas hacer matá, te vas hacer matá/ Coro: Con Pistola y machetilla/ Parecían de la guerrilla.
Fuente: grupo de letanías “Calancho y su Zafarrancho, 2018.
Además, el enunciador que mantiene su liderazgo con el cuerpo, apuesta simbólica que conserva las categorías sociales para representar su inconformismo, pues ello se refleja en el método semiótico, centramiento enunciativo que permite las relaciones intersubjetivas o de proyección entre el sujeto consigo mismo y el otro. Así, en el grupo de letanía estudiado cuando gritan, se pasean como cantantes en la escena, señalan sus lugares íntimos; y los coristas, los glúteos, lo que se convierte el acto en un ejemplo de irreverencia, representación viva de la conversión de lo sagrado y lo profano en un mismo espacio enunciativo: el cuerpo en su figuración espacial deconstructora de órdenes sociales a través de la parodia e ironización discursiva. “En momentos narrativos, el cuerpo se destaca como el centro de la enunciación y sobre él recaen las virtudes o los pecados” (Hernández, 2016, 37).
Fuente: grupo de letanías “Calancho y su Zafarrancho, 2018.
Otra forma de graficar-ilustrar la ironía más allá de lo lexical o la cadena hablada, es a través de la caricaturización3, pues los enunciadores representan piezas magistrales del teatro cotidiano4 en el escenario que les brinda Carnaval S.A donde dramatizan con gestos propios del momento su ironía por las temáticas que circulan la fiesta. Es una insistencia por mover el rostro, las manos, las piernas hacia todos lados, brincar y gritar, entonaciones que los llevan hacia un estado de ánimo de inversión por los valores.
Son cuerpos Caribe que se visten de muchas formas, que van desde la mascarada hasta la revelación de un mundo profano. Por ello, el cuerpo y la vida corporal adquieren a la vez un carácter cósmico y universal; no se trata del cuerpo y la fisiología en el sentido estrecho que tienen en nuestra época, es el cuerpo colectivo a través de los principios de la intersubjetividad: ontosemiótica. El portador del principio material y corporal no es el ser biológico aislado sino el pueblo, un pueblo que crece y se renueva constantemente; por eso el elemento corporal es exagerado e imponente. Esta exageración tiene un carácter positivo, afirmativo. El centro capital de estas imágenes de la vida corporal y material son la fertilidad, el crecimiento y la superabundancia (Perriot, 2004, 3).
Desde esa perspectiva, el cuerpo en el carnaval de Barranquilla se convierte, pues, en un recurso sígnico a partir del cual se van a generar las operaciones semióticas que comunican desde los gestos, las posturas, los movimientos pausados en el escenario. Lo hacen al levantar los textos con las dos manos hacia el cielo como si estuvieran en una iglesia, imitando el cuerpo sacerdotal, como implorando, lo cual se conjuga con el uso de entonaciones que suben y bajan al compás del volumen de la voz, pues corresponden con el cuerpo que trasciende con su presencia, se convierte en el medio para avanzar en el performance de la ironía que presentan los letanieros enunciadores, es decir toda una gestualización5, paralelismo significante.
Fuente: grupo de letanías “Calancho y su Zafarrancho, 2018.
Además, el enunciatario insiste en la isotopía permanente por lo que las marcas son repetitivas en el texto al reafirmar que: “Rezo: La delincuencia ya no respeta/ Ni al rey Momo de Soledad/Me amenazaron con escopeta: “qué te vas hacer matá, te vas hacer matá/ Coro: Con Pistola y machetilla/Parecían de la guerrilla.
Se reiteran los actos de habla desde lo social y contextual por lo que en los textos está presente el discurso de denuncia como instrumento para lograr el nuevo sentido. A través de él se expresan peticiones, promesas, preguntas, advertencias, invitaciones, disculpas, entre otros deseos comunicacionales: “Rezo: Por esos hifueputas rateros/Pasé un mal rato/A mis amigos que tanto quiero/Se llevaron todos mis contactos/Coro: Se llevaron el celular/La memoria y la Sim card”.
Por otra parte, los enunciatarios conocen la importancia de su mensaje, entonces insisten en el video como instrumento de denuncia: “Rezo: Este video es un consejo/Para que se paren en la raya/Porque mucha gente en la calle veo/Dando buena papaya/Coro: En la puerta uno no está seguro/A esos hifueputas Hay que darle duro. Rezo: Por eso hago esta campaña/Con lujo y con detalles/Y no usen esa mala maña/De estar chateando en la calle/Coro: Ahora trajeron más policías/Y hay más atracos cada día”.
En tal sentido, el análisis semiótico planteado en este estudio parte de las estructuras intratextuales (figuración del símbolo en función de las relaciones enunciativas) y luego, a partir de allí se realizan las concatenaciones con los elementos contextuales y de esta forma se establece la posición ético-estética entre los contextos históricos y representado.
En consecuencia, todo forma una unidad, corporepresentación que se proyecta como una luz para revelar lo que hace y acepta el hombre Caribe de los sujetos que lo exaltan, pero también los explotan, gracias a los distintos cuerpos que presenta la clase dirigente desde su realidad. Es decir, es el cuerpo Caribe en cuanto a enunciación y diversificación simbólica del sujeto y sus contextualidades donde se fusiona la historia que puede recomponerse en el mundo primordial representado por la infancia y sus momentos lúdicos que permiten el intercambio de roles, cuerpos y disfraces, en un escenario de significación llamado carnaval y letanía.
Por lo anterior, desde la Semiótica y sus ejes articulantes se puede entender cómo el cuerpo, ser recipendiario de la significación-representación, revela otras formas de significar distintas a la ironía verbalizada, pues su estructura advierte sobre el puente semiótico entre burla y representación de la realidad desde y bajo el nivel profano de los actantes que conforman el discurso. En tal sentido, las letanías constituyen un cuerpo de representación dentro del carnaval, alteridad sígnica que evoca con sus aristas semióticas un mundo de “desdoblamiento del uno en el otro” (Hernández, 2008, 12) para representar la mascarada de la vida.
Al final del video como ejemplo de corporalidad y representación enunciativa en las letanías del carnaval de Barranquilla, el cuerpo permite proyectar una nueva modalidad enunciativa desde la corporepresentación, pues los enunciadores letanieros confirman su sospecha semiótica con el acto real del robo de los celulares, he ahí, cómo cuerpo y tema se constituyen en cuerpo de denuncia y representación gráfica de la realidad dentro de la historia misma porque para la recomposición de la historia surge la corpoescritura, el cuerpo simbólico que permite intercambiar rasgos y significaciones (Hernández, 2008, 152).
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Grupo de letanía “Calancho y su Zafarrancho”
Rezo: Escuchen lo que les digo
Ahora les vengo a contar
Par que sepan mis amigos
Me habían robado el celular…
Coro: El rey Momo yo lo destaco
Fue víctima de un atraco
Rezo: Un par de rateros vivos
Me armaron un alboroto
Llegaron el lunes festivo
Y se largaron en una moto
Coro: Calancho estaba chateando
Y lo terminaron atracando.
Rezo: La delincuencia ya no respeta
Ni al rey Momo de Soledad
Me amenazaron con escopeta:
“qué te vas hacer matá, te vas hacer matá
Coro: Con Pistola y machetilla
Parecían de la guerrilla.
Rezo: Por esos hifueputas rateros
Pasé un mal rato
A mis amigos que tanto quiero
Se llevaron todos mis contactos.
Coro: Se llevaron el celular
La memoria y la Sim card
Rezo: Este video es un consejo
Para que se paren en la raya
Porque mucha gente en la calle veo
Dando buena papaya
Coro: En la puerta uno no está seguro
A esos hifueputas Hay que darle duro.
Rezo: Por eso hago esta campaña
Con lujo y con detalles
Y no usen esa mala maña
De estar chateando en la calle
Coro: Ahora trajeron más policías
Y hay más atracos cada día
Rezo: A mí no me vuelven atracar
Y ya tengo celular nuevo
Me tendrán que capar
Porque lo guardo en los huevos
Coro: Pa´que no pases sofoco
Mételo en el jopo.
Rezo: Qué ratero tan descarado
Y también se mamó una Pepsi
Después que me había atracado
Conmigo se tomó una selfie
Coro: Con Calancho se tomó una foto
Y se largaron en la moto.
Rezo: Escuchen lo que les digo
A los hombres y mujeres
Tengan cuidado mis amigos…
Erda hifueputa ahí vienen otra vez….corran….
Grupo de letanía “Calancho y su Zafarrancho, 2018. Video en línea: https://www.youtube.com/watch?v=U8gadG4_Mhc
1 El carnaval de Barranquilla se constituye en una fiesta folclórica que se desarrolla cada año con cuatro macroespacios, son ellos: La Guacherna, La Batalla de Flores, La Gran Parada de Fantasía, y El entierro de Joselito, momento donde se presenta, también el festival de letanías en La Casa del Carnaval S.A.
2 Semióticamente travestirse significa desdoblamiento sígnico de la interioridad a la exterioridad mediante el enmascaramiento para revelar la esencialidad simbólica.
3 La foto muestra las poses de los enunciadores letanieros para representar a través del cuerpo su lectura del contexto.
4 Aquí se presenta la hibridación de géneros literarios: narración, poesía, teatro.
5 De acuerdo con la fotografía, hecho que corresponde con la postura de las manos y su cuerpo.