Espacio Abierto Cuaderno Venezolano de Sociología Vol.27 No.3 (julio-septiembre, 2018): 5-26


Reproducción social doméstica de familias rurales en el contexto semiárido del noreste mexicano.

Adán Cano Aguilar y Gracia Emelia Chávez Ortiz*


Resumen

En este artículo se parte de la idea de reproducción social de los sujetos para abordar la relación entre necesidades y satisfactores implícita en la compleja y multidimensional problemática de las familias de una pequeña comunidad rural en condición de pobreza y marginación en el noreste semiárido mexicano. La reproducción social de los sujetos, en este caso, familias rurales, se desenvuelve en diversos marcos estructurales. El trabajo se basa en una investigación iniciada en 2008 en un Ejido de la región sur semiárida de Nuevo León, en el norte de México, mediante una metodología cualitativa con diseño etnográfico. El propósito de este artículo es exponer las actividades propias del proceso de reproducción social doméstica a través del cual las familias del estudio satisfacen diversas necesidades, y cómo se relacionan estas actividades con los marcos estructurales como el medio ambiente, el económico y el cultural. Las actividades que se abordan en este trabajo tienen que ver, principalmente, con la construcción y mantenimiento de la vivienda, el trabajo doméstico no remunerado, el cuidado de la salud y el abastecimiento.

 

Palabras clave: Reproducción social doméstica; familia; trabajo doméstico; epistemología dialéctica; etnografía; pobreza



Recibido: 22-03-2018 / Aceptado: 15-06-2018

* Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Casas Grandes, Chihuahua, México.

E-mail: adan.cano@uacj.mx gchavez@uacj.mx


Domestic Social Reproduction of Rural Families in Semi-arid Context of Northeastern Mexico.


Abstract

In this article, we start from the idea of social reproduction of the subjects to address the relationship between needs and satisfactions implicit in the complex and multidimensional problems of the families of a small rural community in poverty and marginalization in the Mexican semi-arid northeast. The social reproduction of the subjects, in this case, rural families, unfolds in various structural frameworks. The work is based on a research begun in 2008 in an Ejido of the semi-arid southern region of Nuevo León, in northern Mexico, using a qualitative methodology with ethnographic design. The purpose of this article is to expose the activities of the process of domestic social reproduction through which the families of the study meet diverse needs, and how these activities relate to structural frameworks such as the environment, the economic and the cultural. The activities that are addressed in this work have to do, mainly, with the construction and maintenance of housing, unpaid domestic work, health care and supply.

 

Keywords: Domestic Social Reproduction; Family; Domestic Homework; Dialectical Epistemology; Ethnography; Poverty.


Introducción.

Este artículo se desprende de una investigación social iniciada en 2008 y con dos cortes durante estos años (2011, 2017) en una pequeña localidad rural, ubicada dentro de una zona con altos índices de marginación y pobreza, en la región semiárida meridional del estado de Nuevo León en el noreste de México, que forma parte del Gran Desierto Chihuahuense.

A partir de uno de los casos de estudio y con apoyo en algunos de los otros casos, se busca reconstruir estos procesos de reproducción social de las familias en el ámbito doméstico. El trabajo comienza con la exposición de la estrategia metodológica y del marco de referencia conceptual de la investigación.

Con estas bases, se exponen los resultados y discusión del objeto de estudio, es decir, las actividades del proceso de reproducción social familiares, en su específica dimensión doméstica, las cuales incluyen las tareas de construcción y mantenimiento de la vivienda, la preparación de alimentos y la limpieza del hogar, los cuidados de la salud de los miembros del hogar y el abastecimiento de agua, alimentos y combustible para el hogar.

En la exposición de estas actividades, se busca resaltar su relación con estructuras del ambiente, el sistema económico y la cultura de este asentamiento. Cabe destacar que en este trabajo no se abordan los conceptos de estrategias de reproducción social ni el de vida cotidiana, pues no tienen como sustento el enfoque epistemológico de la dialéctica de la totalidad concreta, el cual es discernible en los apartados de metodología, revisión conceptual y análisis y discusión de los resultados.


Metodología cualitativa y epistemología dialéctica de la totalidad concreta.

La estrategia metodológica cualitativa (Flick, 2004; Taylor y Bogdan, 1996) de la investigación y su vinculación con el manejo de los referentes conceptuales, han pretendido contribuir al cúmulo de formas de abordar el estudio de las problemáticas sociales en la región y de experiencias de recolección y análisis de información mediante el diseño basado en un modelo etnográfico.

Se destaca que el diseño del estudio es congruente con los supuestos epistemológicos del enfoque de la dialéctica de la totalidad concreta (Lukács, 1985; Kosik, 1967), porque durante la investigación éstos han permitido un ir y venir entre el escritorio y el campo, además de la recolección de información de variados métodos y fuentes, entre otros recursos metodológicos. Esta congruencia entre metodología y epistemología se refleja en el trabajo previo al planteamiento de la investigación, de 2006 a 2008, en el cual se materializó movimiento de ida y vuelta entre lo abstracto y lo concreto, a través de las actividades de revisión de literatura y visitas exploratorias a la región de estudio.

A través de un primer reconocimiento mediante visitas de campo exploratorias y análisis de documentos de la problemática social de la región, se identificaron algunos de sus componentes, pertenecientes a diversos ámbitos: la pobreza, la marginación, la sequía, la aridez, el desempleo, la baja remuneración y precariedad del trabajo, la emigración, el despoblamiento, entre otros. Esto provocó una primera pregunta: ¿cómo subsisten los habitantes de esa región en este contexto caracterizado por estas condiciones? Después de este “reconocimiento” de la región y su problemática que permitió esta primera pregunta, se hizo un “reconocimiento conceptual” a partir de la revisión de literatura teórica y de investigación.

Los primeros cuestionamientos y reconocimientos de la problemática permitieron posteriormente consolidar el planteamiento de la investigación, en torno a la propuesta teórica de los procesos de reproducción social de los sujetos.Se buscó identificar en el campo las ‘prácticas que constituyen el proceso etnográfico’ (Velasco y Díaz, 1997:91) de reproducción social de las familias seleccionadas. Se contemplaron en las fases del trabajo de campo los aspectos de la elección de la localidad, la elección de la familia de estudio en la localidad y de los informantes clave, la adopción de roles y asimilación de rutinas, la elaboración de guías de trabajo y el registro de observaciones en un diario de campo, y la revisión periódica de hallazgos y la refinación de objetivos y categorías.


La Teoría Anclada (“Grounded Theory”), uno de los enfoques enmarcados en este paradigma metodológico, también muestra esta concordancia entre la epistemología dialéctica y la metodología cualitativa, al concebir al objeto de estudio como un fenómeno social, como un proceso: desprovisto de fronteras formales, pues la comprensión de un fenómeno social llama, en último análisis, a la comprensión de la totalidad del sistema social. Además, si bien se puede precisar la situación del objeto de investigación, la comparación constante en otras situaciones, a la vez similares y contrastantes, impide que el objeto esté encerrado en un marco estático (Raymond, 2005:3).

En este sentido, la observación de los procesos de reproducción social de las familias se efectuó dentro de marcos estructurales (ambiental, económico, cultural, político) en los cuales los miembros de las familias actúan e interactúan con otros, con el fin de obtener los satisfactores de sus diversas necesidades. Estos marcos se convierten en escenarios de la acción de los sujetos (escenarios de la reproducción social), los cuales tienen sus propias lógicas, actividades y componentes. De modo que para comprender los procesos de reproducción social doméstico había que considerar las otras partes del todo social que conforman el proceso general de reproducción social de las familias.

En algunas investigaciones sobre la pobreza y la sobrevivencia en ámbitos rurales semiáridos latinoamericanos se ha seguido esta observación metodológica de considerar los contextos para enmarcar las acciones e intersubjetividades de los sujetos (Allub y Guzmán, 2000; Armendáriz, 2001; CEPAL, 2003; Espín, 1999); de manera que el “problema no es averiguar en qué definición o categoría incluimos el fenómeno en cuestión (…), sino esclarecer en qué constelación de eventos y acontecimientos puede imputarse como resultado” (Tirado, 2001:428).

La investigación tuvo límites descriptivos e interpretativos. Los descriptivos estaban relacionados a los contenidos de cada esfera o dimensión del proceso de reproducción social de las familias (económico, político, doméstico y cultural); y los interpretativos se enfocaron en identificar los puntos de articulación entre cada dimensión particular.

Se recurrió a varias técnicas de recolección y fuentes de información; y en sintonía con la mayoría de los estudios que siguen la metodología cualitativa, se utilizaron “principalmente datos de terreno (observaciones y entrevistas), pero es también posible aprovechar datos cuantitativos, archivos, fotografías, en resumen todo lo que permite entender mejor el fenómeno estudiado” (Raymond, 2005:4). Esta estrategia se ha implementado en investigaciones sobre la reproducción social en ámbitos rurales similares (Espín, 1999; Neuburger, 2004; Núñez, 2004). Además de ayudar a cumplir los objetivos particulares de la investigación, cada técnica contribuyó a la aplicación de otras técnicas y lograr objetivos metodológicos necesarios para el desarrollo del trabajo de campo. También aportó elementos de confiabilidad de la investigación, a través de la triangulación de técnicas.

La localidad de estudio, de menos de 500 habitantes, se sitúa en el altiplano semiárido del sur de Nuevo León, en la orilla sur oriental del Gran Desierto Chihuahuense, y se seleccionó al final del período de visitas exploratorias. La localidad se encuentra a unos 7 kilómetros del final de una carretera pavimentada, vecina a una veintena de localidades similares. El trabajo de campo intensivo, principalmente en el período 2008 – 2009, se dividió en tres fases principales: acceso, focalización y profundización y selección (Spradley, citado en Sandoval, 2005:80), cada una de las cuales implicó un período de estancias en la localidad.

Se han empleado, como técnicas de recolección de datos: recorridos exploratorios por las localidades de la región semiárida y serrana del sur del estado de Nuevo León como en sus colindancias con los estados de San Luis Potosí y Tamaulipas, también análisis de documentos (videos, fotografías, documentos laborales, documentos religiosos, etc.), entrevistas etnográficas (improvisadas sin grabadora ni guión y en combinación con la técnica de observación), entrevistas en profundidad, entrevistas semi estructuradas, encuesta etnográfica, entrevista biográfica, registro fotográfico y de video, observación directa y observación participante.

Se han realizado otras estancias, más espaciadas temporalmente entre sí, en 2011, 2015 y 2017; en las cuales el foco de interés han sido los procesos migratorios y la documentación de prácticas culturales, particularmente las fiestas y tradiciones.


Componentes teóricos de la reproducción social doméstica de las familias.

El análisis crítico del cuerpo teórico desarrollado en las últimas décadas a partir de la pregunta de cómo sobreviven individuos y familias marginales y empobrecidas, situado en un contexto concreto de generación de riqueza – pobreza, justificó la construcción de un marco referencial centrado en el concepto de reproducción social de las familias. Éste se construyó con base en el enfoque epistemológico de la dialéctica de la totalidad concreta (Lukács, 1985; Kosik, 1967; Zemelman, 1987), porque se considera a los fenómenos sociales como síntesis de múltiples determinaciones. Cabe aclarar que si bien se han revisado diferentes conceptualizaciones vinculadas a esta propuesta de reproducción social de los sujetos, en este artículo no se le equipara con el concepto de estrategias de reproducción social.

Se reconoce en la reproducción social familiar la concreción de la relación dialéctica entre carencias y recursos, a través de procesos de satisfacción de necesidades de las familias enmarcados en diversos contextos estructurales, históricos, ambientales, económicos, políticos y culturales. De modo que en el estudio de las formas de reproducción social de las familias, no pueden dejar de considerarse los procesos y lógicas vinculados a la reproducción de los sistemas económico, político y cultural, que se conforman, en términos analísticos, sobre un marco histórico y espacial concreto (si bien en este artículo se abordan sólo los procesos domésticos).

Como parte de una lógica particular y propia, en el proceso de reproducción doméstica se producen valores de uso para la reproducción social del sistema (Moctezuma y Navarro, 1984); conservándose fuera del circuito de mercado las actividades y prácticas correspondientes. Mediante la “economía doméstica” (alimentación, cuidados, compañía, educación informal) (Meillassoux, 1985:195) se reproduce y mantiene a la fuerza de trabajo del sistema económico y a los beneficiarios y actores del sistema político. En la reproducción doméstica las familias actúan como una red de seguridad de sus miembros, para “darse apoyo entre sus integrantes, además de seguridad, alimentación, etc., ya que el apoyo es un factor protector (si es adecuado) para la salud, tanto física como mental, además de su impacto en el bienestar social” (García, Landero, y García, 2007:5).

Entre las actividades básicas involucradas en la reproducción social doméstica están la preparación y abastecimiento de alimentos, los cuidados de la salud, el autoabastecimiento de agua y energéticos, los apoyos en la educación, y la limpieza y mantenimiento de la unidad doméstica. Se muestra que la especificación de los límites del trabajo doméstico, propio de la reproducción biológica y doméstica, depende tanto de las características de la unidad doméstica (composición genérica y etaria, ciclo de vida, dinámica), como de las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales en las que se inserta. De manera que la reproducción social “de la fuerza de trabajo” puede verse como un continuo que abarca aspectos y relaciones de diferentes naturalezas y amplitudes:

Para que se realice el trabajo necesario y excedentario, hay que reproducir la capacidad de trabajar diariamente a través de actividades como cocinar, limpiar, y lavar ropa. Y para que un proceso de clase sea reproducido a lo largo del tiempo, también hay que asegurar la reproducción biológica y la socialización de la próxima generación de trabajadores productivos a través de la crianza de los/as niños/as, su educación, y demás (…) Los espacios de reproducción de la fuerza de trabajo pueden incluir unidades domésticas, la comunidad, el mercado, o el Estado. Diversas prácticas económicas, políticas y culturales –lo que yo llamo “relaciones domésticas”– influyen en sí o no; y hasta qué punto, la unidad doméstica es el sitio central de la reproducción de la fuerza de trabajo (Deere, 2002:179).

Se consideró pertinente en esta perspectiva, la reflexión acerca de la familia de Ariza y Oliveira (2004), que la conciben como una unidad tridimensional: configuración sociodemográfica, unidad de producción y de consumo y productora y reproductora de sentidos y valores; pues estas funciones de la organización familiar aluden a los procesos de reproducción social doméstico, económico y cultural, respectivamente, de las familias.

El proceso de reproducción social doméstica de la familia consiste en la satisfacción de necesidades básicas, acorde con la conformación y función sociodemográfica de la unidad familiar. Las necesidades de las familias en este ámbito de reproducción social como las actividades y recursos implícitos para satisfacerlas dependen en primera instancia del ciclo de vida. La composición sociodemográfica determina en buena medida las necesidades específicas del núcleo doméstico, moldea las posibles estrategias que sus miembros pueden desplegar para satisfacerlas e, incluso, las limitaciones y obstáculos que encontrarán en su camino para lograrlo. De ella dependerán, en alto grado, los tipos de vínculos que el hogar establezca con un entorno social, político, económico, ambiental y cultural concreto, así como la naturaleza de las relaciones intrafamiliares y la capacidad del núcleo para negociar y articular un proyecto de vida grupal con los intereses individuales de cada uno (Villagómez, 2006:174).

En esta cita se destacan tanto las dinámicas internas del proceso de reproducción doméstica, a partir de su conformación socio – demográfica; y los puntos de articulación de este proceso con los otros procesos de reproducción de las familias en diversos marcos estructurales o “entornos”, en concordancia con el enfoque epistemológico de referencia. Esta visión dialéctica de prácticas de reproducción de los sujetos y procesos de reproducción del sistema o estructuras, hace inapropiado equiparar la propuesta de reproducción social de los sujetos con el marco conceptual de la vida cotidiana.

Cabe señalar que algunas actividades del trabajo doméstico familiar trascienden los límites del hogar y se realizan por sujetos sociales más dilatados comprendidos bajo el concepto de “red doméstica” (Jelin, 1984) o familiar, mismo que señala a un sujeto social más amplio que la unidad familiar doméstica, que en ciertos contextos contribuye a satisfacer algunas necesidades de los miembros del hogar.

También se consideró apropiado tomar como sujeto de la reproducción social a la familia rural, porque en los procesos de reproducción económica de la familia campesina o proletaria agrícola está implícita la reproducción social de la familia, a diferencia de la familia urbana (Ariza y Oliveira, 2004; Grammont, Lara, y Sánchez, 2004). Más concretamente, porque se ha encontrado en algunos estudios que particularmente en las familias campesinas sus patrones culturales y su relación con las estructuras económicas guardan un estrecho vínculo con las estructuras ambientales: “La relación que mantiene el productor con los recursos naturales encierra una variada gama de posibilidades de uso, condicionada por el medio, por la cultura del grupo y por las relaciones de producción anteriores a él” (Bendini, Nogués, y Pescio, 1993:125).

Por lo tanto, la reproducción social doméstica (biológica-demográfica) está vinculada a procesos sociales y culturales: “El ambiente, según los puntos de vista materialistas (Marvin Harris, Julian Steward y demás) realiza la criba y exige la adaptación de ciertos rasgos a este marco envolvente. Pero el ambiente, a la par que “juzga” (tendremos que ver la selección dialécticamente y no mecánicamente) no es más que construcción realizada a muchos niveles” (Blanco, 2003:22). Se busca resaltar la manera en cómo la interacción con el medio ambiente ha permitido a estas familias, de distintos cohortes generacionales, satisfacer sus necesidades de reproducción doméstica.

En este sentido se coincide así con Llambí y Pérez (2006) cuando señalan que el espacio deja de ser categoría abstracta al dotársele de un contenido sustantivo y concretizándose en territorio físico-natural, cultural, económico, político; y reiteran así su adhesión a un concepto de territorio basado principalmente en la perspectiva simbólica de sus pobladores. El medio ambiente considerado como “territorio” se constituye como un marco de referencia de múltiples significados y sentidos, que subyace a su vez en diversas acciones e interacciones sociales de los sujetos en sus procesos de reproducción social:

El territorio tiene que ver ante todo con sentimientos, creencias de un grupo que se identifica y reconoce cotidianamente con la naturaleza, el ambiente y el espacio que le rodea. Por ello, el territorio adquiere sentido de múltiples formas: está presente en lo que se come desde la manera de obtenerlo; en los objetos materiales que se utilizan todos los días; en el modo de concebir el tiempo y el orden de las cosas; en creencias, mitos y rituales, y el sentido del espacio y la concepción de lo sagrado constituyen el territorio, que, como todo lo anterior, es producción humana, o sea, social (Aguilar, 2003:152).


El territorio no sólo es fuente de recursos para satisfacer necesidades básicas (alimentación, salud, vivienda), sino también otras necesidades sociales y humanas, relacionadas con la preservación y renovación de un orden social simbólico (enmarcado en un orden físico humanizado) que es reconstruido intergeneracional y cotidianamente. En este sentido, existe en la región la práctica de ciertas actividades consideradas mágicas, vinculadas a la apropiación cultural del territorio. La curación, y en ocasiones la enfermedad, son resultado de las acciones de personas específicas (curandero, brujo, diablero), basadas en creencias populares y saberes tradicionales referidas a elementos del medio ambiente.

Los resultados que aquí se presentan corresponden al análisis de la reproducción social doméstica tomando como caso de referencia el del ciclo de vida familiar más joven (caso OC con padres de 35 y 31 años, con dos hijos en edad escolar), pues es el que tiene más número de integrantes y una red doméstica consolidada, en comparación a los otros dos casos principales del estudio (PN, padres de 52 y 51 años y con hijo joven; y JG de 79 y 59 años con nieto adolescente).


El contexto de los procesos de reproducción doméstica de las familias en un Ejido en el semiárido del noroeste de México.

Los elementos del medio ambiente semiárido de la localidad, el clima seco, suelo tipo xerosol y litosol, menos de 300 mm de precipitación pluvial anual, en un terreno de llanos y lomas, la vegetación xerófila y sin cuerpos permanentes de agua, conforman los límites naturales de la reproducción social de las familias.

Ésta también está enmarcada, en lo económico, por actividades agrícolas principalmente de autoconsumo (maíz, calabaza, frijoles), recolección forestal para autoconsumo (nopales, flores de cactáceas y yucas) y para extracción de fibra vegetal del agave lechuguilla, y ganadería de caprinos, principalmente.

La propiedad productiva es del Estado, si bien sus usufructuarios son los habitantes de esta localidad; a esta figura, aportación de la Revolución Mexicana de 1919, se le conoce como Ejido. Éste se encuentra en una región de alta marginación y de indicadores altos de pobreza. En 2008 había solo dos teléfonos residenciales en esta localidad, ubicados en 2 de las tiendas particulares. En 2017 hay más teléfonos en la tienda de abarrotes que opera los programas públicos y señal de Internet en la telesecundaria de la localidad (máximo nivel escolar disponible aquí), pero sigue sin haber conectividad digital en el resto de la localidad, debido a su topografía y falta de infraestructura de comunicaciones.

En la localidad, los habitantes se dividían en 2008 en dos bandos, asociados a dos partidos políticos: el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción Nacional; en 2017 también había partidarios del Partido del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Además, existe aquí la Asamblea Ejidal, órgano político local que organiza la acción colectiva y dirime conflictos comunitarios, además de representar a la comunidad ante las autoridades civiles.


El entorno cultural está muy ligado a las actividades económicas, y al igual que ellas, a un pasado extinto de pueblos del semiárido semi nómadas, luego a uno de haciendas coloniales y porfiristas transformadas en Ejidos en el contexto posterior revolucionario y de reconstrucción nacional; con un fuerte sentimiento religioso católico que permite la supervivencia de ciertas tradiciones y fiestas cuyo origen se pierde en la memoria ancestral.

Enmarcadas en estas estructuras, las familias realizan actividades que tienen que ver con la construcción y mantenimiento de la vivienda, el cuidado de la salud, la preparación de alimentos, la limpieza y mantenimiento del hogar, entre otras; que conforman el proceso de reproducción social de las familias de este asentamiento.


Construcción y mantenimiento de la vivienda.

Una actividad de la reproducción social doméstica de las familias del ejido es la construcción y / o mantenimiento de la vivienda; y en ésta interviene de forma relevante el medio ambiente. El tipo característico de las viviendas del ejido tiene una base perimetral de piedra, paredes de adobe (tierra comprimida). Este material de construcción, si bien no es duradero, por sus cualidades térmicas es ideal para este tipo de clima extremoso y seco.

Las viviendas no tienen drenaje (ni agua potable) sino letrinas, son de una planta y se hallan dentro de un amplio solar, ocupando éste y la parte construida un área aproximada de 1,000 metros cuadrados. Tiene la cocina en una habitación o edificio aparte (caso PM), aunque se tenga otra habitación a la cual le llamen comedor (caso FG); debido a que se cocina normalmente con leña, por lo tanto se necesita de una habitación apropiada por donde salga el humo.

Los habitantes del ejido reconocen algunas técnicas y materiales usados en el pasado, vinculados al marco estructural histórico y natural, como lo expresa don NA cuando mostraba el aljibe o pila de calicanto que se encuentra dentro del casco de la ex – Hacienda.

dijo que era de los tiempos de los señores hacendados. Dijo que no sabía cómo le habían hecho para que a pesar del tiempo se conservar el color rojo de las paredes; que ni la pintura de aceite dura tanto; que él había visto cómo hacen la cal por estos rumbos: poniendo un poco de cirre [excremento de cabras], luego piedras blancas que hay por aquí, y luego otra capa de cirre, y así hasta alcanzar la pila una altura de un metro y medio; y a esta pila enseguida se le prende fuego y lo dejan calentándose unos 3 días, y la piedra se hace cal (entrevista informal con don NA registrada en el Diario de Campo, 2008).

Aunque estas técnicas están en desuso en el ejido, exhiben el vínculo de los habitantes con el medio natural. El calicanto es una técnica en la que se emplea arena, baba de nopal y tierra de la región. Esta relación con el medio ambiente para satisfacer necesidades de la vivienda se construyó antes de la llegada de los europeos a esta región, y aunque se ha ido transformando ante la existencia de modernos, más duraderos y mejores materiales de construcción, el vínculo sigue vigente: la arquitectura chichimeca de algunos grupos construía viviendas que por la solución parcial a las necesidades de sus usuarios se les denominaron chozas. Sin embargo, estos sistemas constructivos servirán de punto de partida a la nueva cultura que se asentará en el medio, pues (…) el medio y las escasas herramientas de trabajo los obligaron a construir parte de sus primeras edificaciones a base de varas, fibras vegetales y lodo aún hoy este sistema constructivo tiene vigencia para resolver habitaciones de uso parcial, como cocinas, guardado de herramientas o animales, en pie de casa provisional o partes complementarias, como enramadas y sombreados (Flores, 1998:28).

Además de las paredes, también el techo de la vivienda de los tres casos de estudio centrales se construyó total o parcialmente con materiales del medio natural, con sus vigas o travesaños hechos con varas o garrochas de maguey; las cuales sostienen una red de “varas delgadas del desierto, garrocha de guapilla” (Hecthia spp.); y sobre las cuales se colocan cartones o costales extendidos y sobre ellos tierra; o bien se termina el techo con ramas de sotol (Dasylirion spp.) entrelazadas (Diario de campo, 2008, 2011).

La construcción de la vivienda puede ser una actividad encargada y pagada a alguien, realizada con ayuda de los miembros del hogar o con ayuda de la red familiar y / o vecinal. La satisfacción de necesidades de vivienda, además de estar vinculada con el mantenimiento de procesos culturales a través de los cuales los habitantes se adaptan y aprovechan el entorno natural, también se relaciona con otros procesos de reproducción social. Un ejemplo es la emigración temporal laboral a las ciudades, actividad del proceso de reproducción económica de las familias; a través de ella, algunos habitantes laboran como ayudantes de la construcción en la ciudad de destino, luego regresan al ejido con estos conocimientos y experiencias. La emigración temporal internacional, por otro lado, permite a otros obtener los recursos monetarios para satisfacer estas necesidades, como don CM, quien “se quejó de que no a todos da ayuda el gobierno, a él no le dieron material para construcción de su casa; dijo que la hizo con lo que ganó en su primera ida a EU” (caso CM registrado en el Diario de Campo, 2009).

En un caso similar al de la familia OC, de padres de alrededor de 30 años con hijos pequeños, si bien la construcción del hogar está en manos del padre de familia, éste tiene como ayudante a su esposa, y las hijas (de entre 5 y 11 años) participan en tareas sencillas y fáciles, como acercar el material de construcción.

Otra fuente de recurso la presentan los apoyos de programas de gobierno destinados a la construcción, autoconstrucción y mantenimiento de la vivienda, como el Programa Piso Firme (DOF, 2002). Se registró el caso de don MP, de 70 años, quien reconstruyó el techo de su vivienda con estos apoyos del gobierno, con la ayuda de un hermano menor, don LP. El señor había estado en la metrópoli de Monterrey una temporada de alrededor de 6 meses y había descuidado su vivienda; cuando regresó a la localidad en el verano de 2008 halló que el techo se había caído. Acudió entonces con el gobierno municipal en Dr. Arroyo “a pedir ayuda para (construir) su techo, pero al no encontrar respuesta, fue con X (el diputado local) familiar de él, quien le dijo que metiera la papelería” (entrevista con don MP, 2008). Así, a principios de 2009, vimos a don MP construyendo a un lado de la casa de su solar.

Tiene material de construcción (cemento, arena, grava, láminas)… Rellenaba con lodo y piedras grandes una zanja perimetral de unos 3 x 4 m. Dijo que don LP le dijo que rellenara las zanjas con lodo y piedra boleada, que quedara bien macizo. Que luego ya le meterían otra piedra y adobes. Dijo que él mismo haría los ladrillos. Nos contó que fue por el material que le había dejado el gobierno en [la localidad de] Las Catorce” caso don MP, Diario de Campo, 2009).

 

En este último caso se puede observar cómo don MP, quien vivía solo (en la visita de 2015 nos enteramos que había fallecido), satisface sus necesidades de vivienda con recursos provenientes de las políticas sociales y de la red familiar ligada al partido político gobernante (su pariente funcionario público), mediante su red familiar más cercana (su hermano don LP) y con trabajo de autoconstrucción; de esta forma convergen procesos de reproducción social política en la satisfacción concreta de una necesidad de la reproducción doméstica.

La limpieza de los solares y el mantenimiento y cuidado de las cercas que rodean el perímetro de la vivienda es otra actividad de reproducción doméstica. Las cercas de la mayoría de las viviendas de la localidad están hechas con nopales, palmas y principalmente de una cactácea llamada órgano (Pachycereus marginatus, Lemaireocereus marginatus), la cual puede alcanzar alturas de más de 5 metros, de forma de columna con 4 a 7 costillas. Los huecos que quedan entre los órganos se tapan con nopaleras, arbustos secos de gobernadora, y otras plantas y ramas secas. Es una tarea que realizan normalmente los varones del hogar. La limpieza del solar, en cambio, es una actividad que realizan generalmente las mujeres y que coordinan cuando participan otros miembros del hogar; consiste en recoger la basura (por ejemplo, pedazos de cartón o bolsas de plástico) y quemarla, cortar la hierba y maleza; rellenar los huecos de la cerca natural con ramas secas, entre otras actividades.


El trabajo doméstico no remunerado.

Las mujeres realizan las actividades típicas del trabajo doméstico familiar, aquellas dirigidas a la transformación de recursos en bienes consumibles y la provisión de servicios de reproducción de la familia trabajadora (Moctezuma y Navarro, 1984). La preparación de alimentos es una actividad principal de la reproducción social doméstica. Doña OC aprendió estas actividades desde una socialización temprana. En el siguiente relato se narra la alimentación del esposo y de los niños en edad escolar:

Le hacemos de frijoles, huevo, papa, cuando hay carne. Y en la mañana se toma un café con unas galletas, una tostada… Tempranito porque vienen almorzando aquí a las una, dos, de la tarde. Ya nomás almuerzan y se vienen temprano (…) Para hacerles de almorzar a los niños que se van a la escuela, alistarlos, y… Luego hacerle de almorzar y luego llega la hora del “lonche” [almuerzo], a dejar el lonche, y así, si alcanzo vengo y recojo, y si no… a estas horas vengo recogiendo [limpiando] aquí mi casa… Ahorita les gusta más (a los niños), que les lleve más frijolitos con un chilito picado (Doña OC).

Se puede observar cómo el ciclo de vida familiar con niños en edad escolar determina las necesidades de alimentación de la familia y por lo tanto las actividades domésticas de preparación de alimentos, realizadas por la madre y otras mujeres del hogar o de la red familiar, en este caso. Otras actividades domésticas se intercalan entre estas actividades de preparación de alimentos, entre ellas las de abastecimiento. Otras actividades, propias de otros procesos de reproducción social también convergen aquí, como en el caso de la recolección para el autoconsumo. El ciclo agrícola, aspecto estructural del proceso de reproducción social familiar económico, influye en la organización de las actividades domésticas, pues se observó que a fines del otoño la cosecha temprana de maíz, obliga a la familia a empezar el día más temprano: “cuando no van a la milpa [campo de maíz], nos levantamos a las 7… para llevar los niños a la escuela. Pero ahorita que están cortando, a las 5, 5 y media nos levantamos a hacerles café, y lonche [almuerzo] lo echamos en la noche; nos levantamos a hacerles café pa’ que desayunen y ya se van” (Doña OC).

La necesidad de cortar el maíz antes del mediodía hace que durante el período de cosecha las familias del ejido madruguen a fines de otoño, cuando la temperatura empieza a bajar.

Se puede observar que en el caso OC, la reproducción doméstica y económica de esta familia está caracterizada por la organización en una red doméstica, conformada por la familia de don OC, las de sus dos hermanos y liderada por su madre, la suegra de doña OC. De esta manera, en ocasiones el aprovisionamiento de leña es una actividad que realizan todos los miembros de las tres familias (niños y adultos). La red doméstica también funciona para el consumo de combustible (gas licuado a presión, para cocinar en los domicilios que tienen estufa de gas) y de la luz eléctrica. Cada viernes pasa por la localidad el camión que cambia tanques vacíos de gas por llenos.

Aunque en casa de doña OC no tienen estufa, ellos cooperan para pagar el gas de la casa la suegra, porque cocinan los alimentos en común. Además también se organizan para comprar los alimentos en común: “Pa’l mandado [despensa] también. Cuando viene el camioncito de la fruta, y ahí compramos, nos cooperamos cada quien de a 100 pesos, ya compramos el mandao” (doña OC). La red doméstica se extiende a actividades para el cuidado de salud y respuesta a crisis imprevistas y emergencias, como cuando un hijo de los OC se enfermó de gravedad y tuvieron que hospitalizarlo en Dr. Arroyo, y como no tenía con qué pagar:


Pues a pedir fiado, prestado, con los vecinos, con los amigos, Vamos a poner yo no tengo “mueble” [vehículo], corro con el vecino, y si el vecino lo tiene, haga el favor de llevarme, o de moverme, de esa manera… normalmente de aquí a Doctor Arroyo… un viaje especial, no pues muévele de volada, tengo un enfermo, esto, el otro, son 500 (pesos) … con la ayuda de mis papás, de mis hermanos… Todos, todos me ayudaban... quien con mil, quien con dos mil (entrevista con padre de caso OC).


En el verano de 2008, doña OC externaba la necesidad de contar con un espacio propio en la unidad doméstica para cocinar, pues la preparación de alimentos se realizaba en el predio vecino, de la madre de don OC. En su casa sólo tenía un fogón, y quería una cocina. A fines de invierno de 2008 don OC había construido ya una pequeña cocina donde cabía una mesa para la familia sin embargo, hasta las últimas visitas realizadas en 2017, doña OC continuaba participando en la red doméstica de preparación de alimentos, aún cuando ya tenía construida su cocina propia en su vivienda.

Las mujeres de las tres familias realizan en conjunto las actividades de limpieza de utensilios de cocina y de la ropa y cada una hace la limpieza de su unidad doméstica.


Se documentó la práctica – ya en desuso – de lavar la ropa con recursos del entorno, antes que hubiera acceso a los detergentes industriales; la madre de don OC usaba “el guishe” [savia de la extracción de fibra del agave lechuguilla]: “Todo el gabazo que saca uno lo echan en agua, y luego suelta como jabón” (don OC); o una clase de calabaza silvestre llamada “calabaza loca”: “Lava lo blanco, dice que queda muy bonito, blanco… que queda la ropa muy limpia... quién sabe, yo nunca lo he usao, todo el tiempo jabón” (doña OC). Los informantes de los otros casos también constataron estas prácticas de reproducción social doméstica en desuso, que reflejan el vínculo entre marco ambiental y reproducción doméstica.

Otra de las actividades domésticas de las familias de esta localidad rural semiárida es alimentar a los animales de corral o de trabajo (como caballos, perros pastores o burros) dentro del predio familiar. Algunas familias cuentan con un corral en el solar para las cabras, cuando el tamaño del rebaño lo permite, y limpiarlo eventualmente del excremento de los animales es tarea de los hombres del hogar. “Dar de comer” o de “dar de cenar” a los animales es una tarea que regularmente realizan también los hombres adultos de la familia; siendo suplidos por otros miembros de la familia (mujeres o niños) cuando se ausentan por un período, como en el caso de la madre de don OC:


Ella no es de las mujeres que dicen: no, pos ya se llegó la tarde, acabé de lavar mis trastes, me voy a sentar a ver la novela, o acostarme… No. Ella que termina con los trastes, y ya le echa de comer al marrano, y ya le echa de comer a las gallinas; si andamos nosotros pa’l monte, y no estamos, se pone a “pizcarle” a los animales pa’ echar de cenar. Pero ella no es de las que se anden ateniendo, y digan, no, pos ora no están pos ora no cenaron los animales (don OC).


Los hombres también desempeñan la actividad de “dar agua” a los animales, generalmente temprano por la mañana o ya al atardecer, cuando es común observar a hombres (adultos, jóvenes o niños) jalando o montando los equinos que tienen en sus solares para llevarlos a abrevar en los estanques de la localidad.


El abastecimiento: alimentos, agua, combustible.

En el caso de la familia OC, las fuentes de recursos para la obtención de los alimentos provienen del ingreso del padre de familia por realizar trabajos eventuales (como “ir al agua”) o de una pequeña tienda de abarrotes que tiene la familia. Otras fuentes de recursos monetarios y en especie para la alimentación provienen de programas públicos de los que son beneficiarios los hijos del hogar. Y otra fuente más la constituye la recolección forestal (nopales, flores, miel, etc.) y la producción agrícola para el autoconsumo. De esta última fuente se desprende otro de los componentes esenciales de la reproducción social doméstica en el ámbito rural: el abastecimiento.

Las actividades de la agricultura del maíz propias de la reproducción social económica tenían sus límites en el almacenamiento del rastrojo (maíz cosechado en caña) para el consumo familiar. Se conserva “agavillado” en manojos en un sitio del hogar porque “pizcao luego se hace polvo, y se pica y le sale gorgojo, se pica; y ahí en la gavilla no porque ahí se ventea, ahí tiene sol y aire y todo” (don OC). Una de las actividades domésticas típicas de las tres familias del estudio en el ejido, comienza a partir de estos límites: la “pizca del máiz” del rastrojo agavillado, separar las mazorcas de la caña y las hojas. Esta actividad realizan todos los miembros de la familia. La recolección de la mazorca que se convertirá en tortilla para la familia, simultáneamente produce en las hojas y la caña residuales el alimento o la cena de los animales.

Después de “pizcada” la mazorca, es desgranada y los granos cocidos luego con cal para preparar el nixtamal o masa de maíz para “echar” o “tortear”, cocinar las tortillas, el alimento indispensable en la dieta diaria de los habitantes del ejido. Esta tarea se realiza durante la noche a fin de llevar a moler el cocido desde las 6 de la mañana a uno de los tres molinos en la localidad. Del molino se regresa con la masa para “ponerse a tortear”. Todas estas actividades vinculadas a la preparación de este alimento básico las realizan las mujeres.

La dieta básica está conformada por tortillas de maíz y alimentos recolectados del entorno, como nopales, tomatillos silvestres, quelites o “cabuchas” (flores de Ferocactus); o cultivados (frijoles, calabazas, chile) y se complementa con otros alimentos que se obtienen en las tiendas o a través de los vendedores foráneos que visitan periódicamente la localidad:


Aquí cada ocho días viene un camioncito que vende frutas. Compramos el pollito, pa’ hacer caldo. Pero todos los días carne no; cada ocho días que viene el camión comemos carne. Que unos frijolitos, sopa, arroz, nopalitos. En la mañana, la suegra me trajo quelites, y ya almorzamos quelites (...) A la semana… si compro mandado con el señor de la frutita aquí del camión, me compraba mi frijol, mi chile, mi tomate, mi huevo, mis papas (doña OC).


Se registró que algunos de estos vendedores foráneos, además de traer alimentos que no son habituales en el ejido (como frutas, verduras, carne), compran parte de la producción doméstica de quesos de cabra o adquieren ésta a cambio de mercancía.

Otra actividad de abastecimiento en la reproducción social doméstica es la de agua. En ciertos lugares afuera de los hogares de la localidad hay tanques u otros tipos de recipientes para almacenar el agua, pues las viviendas de la localidad carecen de agua entubada. “Ir al agua” es la actividad doméstica de abastecimiento del agua para llenar estos recipientes en el hogar. Los animales abrevan en el estanque natural del sur y la gente se abastece del estanque revestido de cemento del norte (llamado el “algíber). Ambos se recargan con las lluvias, que son escasas. La cuestión del agua ha sido fuente de varias crisis en esta localidad, particularmente en períodos prolongados de sequía. Los niños y las mujeres generalmente “van al agua” ayudándose con animales, o cargando recipientes o cubetas de 20 litros. Quienes tienen vehículo llevan más agua para sus casas: “Mi señor… en la camioneta… Trae dos tambos, y me dura unos cuatro días… gasto poca, aunque agárremos todos los días gasto poca” (doña OC).

Algunos hombres se emplean ofreciéndose para realizar algunas de estas actividades domésticas (ir por agua a pie, en animales o vehículos; o para dar agua a los animales).


Este tipo de actividades domésticas se convierten así en una fuente de ingreso y adopta la lógica de la reproducción social económica de las familias.

“Ir a la leña” es otra actividad que regularmente realizan los hombres; pero también pueden realizarla grupos de mujeres o la familia entera. Doña OC no tiene estufa y cocina con leña, como todas las familias con las que se tuvo contacto en la localidad (doña PN cocinaba con gas y con leña; mientras que doña JG sólo cocina con leña). Por lo tanto, el aprovisionamiento de leña es muy importante y también puede ser una actividad económica familiar. Quienes tienen posibilidad de tener o conseguir un vehículo se abastecen más fácilmente de una mayor cantidad de leña. Pero además,

Estas actividades reflejan la estrecha relación entre la reproducción doméstica y el medio ambiente. En este sentido, también se ha considerado al mezquite (Prosopis spp.) como “un denominador cultural” del noreste semiárido mexicano y texano (Cervantes, 2005:3389), por constituir una fuente de recursos para satisfacer diversas necesidades de la reproducción doméstica de las familias rurales del semiárido norteño y de cuyo aprovechamiento hay registros de hace por lo menos 1, 200 años, al igual que en el caso de la lechuguilla (Farfán y Torres, 1999): “Su utilización ha continuado a través de largo tiempo, representando para los indígenas, colonizadores y pioneros uno de los recursos vegetales más útiles; ya que de él han obtenido: leña, carbón, goma, materiales de construcción, alimento, forraje, néctar para la apicultura, sombra, herramientas de trabajo, medicina y juguetes” (Cervantes, 2005:3390).

Si el agave lechuguilla es la planta representativa de la reproducción social económica de las familias del noreste semiárido mexicano y de su vínculo con el medio ambiente (por lo que se conoce a este región como “ixtlera”), en el caso de la reproducción doméstica y cultural esta planta representativa es el mezquite, de suma importancia también en la construcción y mantenimiento de la vivienda.


Cuidado de la salud. Encuentros con el medio ambiente y la cultura.

El uso de los recursos naturales como alimentos, medicinas o instrumentos de trabajo en estar región ha sido documentado desde la llegada de los conquistadores (Chapa, 1961; De León, 1961) y se han estudiado los vestigios de aproximadamente 800 años hallados en sitios arqueológicos de la región (Rivera, 2003).

Las familias de la localidad de estudio utilizan en sus procesos de reproducción social doméstica una amplia variedad de plantas de la región, herbolaria de una medicina tradicional compartida no sólo dentro del ejido sino en gran parte del noreste semiárido mexicano. El uso de las plantas del entorno tiene que ver con costumbres, creencias, conocimientos de sentido común, saberes y prácticas que conforman una cultura tradicional de la salud, la cual se manifiesta en las actividades del proceso de reproducción social domésticas de las familias, vinculadas a la atención de enfermedades de sus miembros.

Esta cultura refleja también esta intensa relación entre los habitantes del ejido y su entorno natural. En la siguiente cita, los padres de la familia del caso OC exponen el uso de las plantas medicinales de la región para el tratamiento de enfermedades típicas o comunes de los miembros de la familia:


Pues el hojasé muchos lo usamos pa’ el dolor de estómago, y pa’ la bilis, que a veces necesita uno, muchos lo acostumbran pa’ eso. La gobernadora también lo usa uno pa’ lo mismo… todo eso se come el ganado también, la gobernadora, el hojasé… hay muchas plantas que las usan mucho pa’ muchas cosas; como la hierba de la hormiga también, la utiliza uno pa’ eso de lo del orín, a veces haga de cuenta que trae la vejiga muy irritada y orina malo. En té, puro té… Hay otro también, el lantrisco blanco… (o) chino… mucha gente la usamos para el control del azúcar… ese, haga de cuenta, nomás corta usted los palitos, haga de cuenta, los palitos los echa a remojar, y se hace el agua azul, y ya la usa uno de uso, agua de uso, ese es normal, no es hervida ni nada (don OC).


Cuando uno algo anda malo del estógamo, con eso (la gobernadora) nos curamos. La molemos con la mano, y en agua, y luego la colamos, y la tomamos, y nos componemos. Cuando uno anda empañao, eso es lo que toman. El istafiate es también pa’ el estógamo… El eucalito. Para la tos… en té… con limón… aquí varios tienen matas de ésa… y la hierve uno (…) Pues yo orita uso en tiempos de gripa los cominos, el orégano, el laurel, la manzanilla, la yerbabuena, las hojitas de los tomatitos que se dan en el monte pa’ comer, y miel de colmena (doña OC).


Cabe destacar que ambos padres conocen el uso de las plantas para el cuidado de la salud de los miembros de la familia y que en la reproducción social doméstica se transmiten los saberes correspondientes al uso curativo de estas plantas, a través de prácticas intergeneracionales, como se puede observar cuando don OC recuerda su infancia: “Yo creo que casi nosotros ni nos enfermábamos… Nomás gripilla y pasaba… haga de cuenta que le daban a uno puros remedios caseros casi; no’mbre, hazle un té, un té de esto, un té de lo otro, y ya. Con eso se cura uno la gripa” (don OC).

Luego estos saberes y sus prácticas derivadas se mantienen vigentes a través de las prácticas domésticas del cuidado de la salud en las familias y del intercambio de experiencias y conocimientos, como se expone en el siguiente ejemplo:


ésa san nicolás, se la doy también con leche. Es una yerbita amarilla, y se la dábamos en la noche. Y pasan hasta dos meses que no les dan cólicos, y no les pega, y no llora, está bien, de su pancita y se quedan bien dormidos. Y así los curo a todos, desde que se puso enfermo el niño. Y ya de seis meses se les quita, pero ya no se las doy… Y hay niños que tienen estógamo muy frío, y no les dan. Una señora también de La Laguna vino, que ya no jallaba con su niño qué hacer, que muy llorón, quien sabe qué… que le dolía mucho el estógamo, y que le daban gotas y no… dele esa san nicolás (le dije), y se compuso el niño. Señora, yérbale san nicolás con leche… y se la dio, y mire, santo remedio, hasta durmió todo el día… Y aquí le revuelve uno de todo, y si no le vale una cosa le vale la otra (doña OC).


Como se ha señalado, además de ser intergeneracional, el conocimiento de estos usos de las plantas es intergenérico, pertenece tanto hombres como a mujeres; por ejemplo, doña OC refirió que con ‘su señor’ aprendió a usar la gobernadora (Larrea Tridentata) y el charcol: “en veces mi señor anda come y come cuando le duele mucho el estógamo. La hojita la agarra masque y masque y dice que se le quita. Y una vez, me enfermé y me dijo, masca las hojitas, y me la masqué y la masqué, está bien amargosa, y luego me eché un trago de agua, y se me cortó” (doña OC).

Además de las plantas, las prácticas curativas tradicionales propias de la cultura de las familias del ejido incluyen las medicinas elaboradas con productos de animales. Por ejemplo, para curar el empacho se usa la pata de res, “la pezuña. Se requema en la lumbre, y haga de cuenta se hace así, de a tiro, carbón, y se muele así y así, se muele la cuchara, y se da, y con aceite hirviendo… el polvito, y ése se lo echa en la sopa, se da en una cuchara” (doña OC). Algunos de los habitantes comen víbora de cascabel, aunque no es una práctica generalizada en el ejido: (don OC).

En otros casos, se recurre a ciertos rituales y creencias que trascienden el ámbito de la herbolaria o la medicina tradicional, como en el caso de doña JG, quien narró que su madre murió “de maleficio, la pegaron de los pies, pegada, de aquí, nomás estaba así, no podía ni caminar”. Doña JG considera que actualmente se continúa la práctica de ‘embrujar gente’ en la localidad, y teme porque al nieto adolescente que vive con ella y su esposo no se lo vaya a “trabajar [embrujar] alguna güerca” [muchacha]. Doña JG piensa que enfermarse por embrujamiento depende también del comportamiento de las víctimas, de observar un código de comportamiento ‘bueno’ con los demás y no portarse mal. Así cuando una persona se enferma tal vez sea porque lo estén trabajando, y esto pudo ser posible al comportamiento de la persona enferma, como lo relata doña JG cuando la embrujaron.

Es oportuno reiterar que las tradiciones, costumbres y creencias referidas a los elementos del territorio que mantienen y reproducen los habitantes del ejido conforman satisfactores para diversas necesidades que van más allá de las de salud, alimentación y vivienda, entre ellos las de identidad, arraigo y sentido de pertenencia (Aguirre, 2000).

Se resalta que la estructura ambiental, como elemento del mundo social, es escenario de acciones y prácticas, y, como señala Leal (2006), permite y / o coarta las diversas relaciones sociales. También es un aspecto del mundo social, en cuanto la relación de individuos como de grupos sociales es mediada por relaciones sociales interiorizadas (intersubjetividades): “las interpretaciones y el propio conocimiento del mundo natural vienen a comprometer un cúmulo de conocimientos, de experiencias y de vivencias que históricamente han vivido los actores que hoy ya no están con nosotros. Todas esas experiencias han sido comunicadas por nuestros antepasados. Cada transmisión del conocimiento es portadora de procesos que integran situaciones que, a su vez, también han sido integradas por Otros” (Leal, 2006:207). En este sentido se construyen y reproducen ciertos saberes basados en un conocimiento generado y reproducido en experiencias que conforman la identidad y la historia de los habitantes de la región, como en el caso de ‘escuchar oído a tierra’: nos contó que su padre, y su abuelo, le enseñaron a escuchar pegando el oído al suelo. Dijo que uno se puede tirar al suelo, pegando un oído a la tierra, cubriéndose con el brazo del lado en que uno se tira; luego con la mano que queda fuera, se cierra la oreja que queda hacia afuera, ‘que es la antena’, y entonces se oye por dónde vienen personas o animales, o para dónde va un chivo o animal perdido. Dijo que antes así le hacían los viejos. También se hacían señales de humo, para avisar que uno había llegado a tal o cual cerro (don PN, DC 021208).


Estas creencias y prácticas derivadas de la apropiación cultural del territorio justifican, e inclusive permiten, el comportamiento y las acciones de los habitantes del ejido en diversos procesos de reproducción social doméstica.


Conclusiones.

En este trabajo se pretendió exponer las actividades de reproducción social doméstica de familias que habitan un ejido en el sur semiárido del estado de Nuevo León. A pesar de las condiciones adversas en las que viven, principalmente las relacionadas con la pobreza y marginación, características de esta región del estado, los sujetos del estudio reflejan la interacción con el medio ambiente que permite satisfacer un conjunto diverso de necesidades básicas, sociales y culturales.

El aprovechamiento del clima, la flora, la fauna, la orografía y otros elementos de la estructura ambiental, no sólo permite la satisfacción de necesidades de abrigo, salud y alimentación, sino también el desarrollo de intersubjetividades, interacciones y relaciones sociales, que llegan a conformar la base para procesos culturales más complejos, incluyendo el de una identidad regional que trasciende las fronteras de la localidad y del país. En esta localidad, como en todas las localidades visitadas en el esta región durante estos 10 años, sus habitantes transforman los nopales, garambullos, órganos, mezquites, yucas y biznagas en cercas vivientes, rompe vientos y corrales. Coinciden así estas actividades de la reproducción doméstica con la esfera de la reproducción de una identidad y cultura del ejido y la región, al estar ampliamente difundidas y vigentes.

La relación con el medio ambiente en el esta área del desierto del norte mexicano no es reciente, como se ha visto en los aspectos de autoconstrucción, alimentación y cuidado de la salud de la reproducción social doméstica. La relación del actor individual con el mundo natural, se convierte en la relación de este actor con ‘Otros’, incluyendo sobre todo a aquellos ‘que ya no están con Nosotros’, por lo tanto, la subjetividad implícita en las acciones del actor sobre o con el mundo natural, es intersubjetividad. Detrás de expresiones como “mundo natural vivenciado” (López, 1995), “sociedad en lo humano” (Rizo, 2005) o “manifestación cultural” (Stavenhagen, 2002), se encuentra el primer momento de la intersubjetividad, el momento de las relaciones sociales almacenadas como sistema de referencia, reflejadas en la acción del actor individual, en las prácticas domésticas de los habitantes del territorio.

La reproducción social de los sujetos se considera en este artículo como conformada por procesos de satisfacción de necesidades situadas en ámbitos o marcos estructurales específicos. Estos marcos tienen el mismo nombre que los citados procesos: económico, político, cultural y también se toman en cuenta el medio ambiente y la historia como parte del contexto. En este sentido, se coincide con la perspectiva de la dialéctica de la totalidad concreta, pues se reflexiona sobre las actividades de reproducción social doméstica en relación a sus determinantes estructurales, y se consideran en esta reflexión los varios contextos que definen estas condiciones.

No debe confundirse a la vida cotidiana con la reproducción social doméstica; pues la primera categoría es más amplia al incluir también a la reproducción económica y cultural, principalmente. Por otro lado, es importante aclarar que aspectos como uso del tiempo libre y el ocio familiar no fueron abordados en este artículo, a pesar de que forman parte de la reproducción social doméstica.

En las actividades de reproducción doméstica de los sujetos, por ejemplo, preparar los alimentos para los niños que van a la escuela, se identifican los elementos del medio ambiente (flora de la localidad) y de actividades de otros ámbitos (económico: recolección para autoconsumo que acompaña la actividad de pastoreo) que se vinculan a este ámbito específico.

En la época actual, las amenazas a estas culturas que se han añejado en el Gran Desierto Chihuahuense provienen de factores externos, relacionados principalmente con los procesos estructurales vinculados a la globalización, que han extendido a los desiertos mexicanos la búsqueda de ganancias y utilidades económicas, concentrándose en sus riquezas naturales. Estas amenazas a las culturas del desierto soslayan la importancia que tienen las zonas áridas y semiáridas, no sólo para sus habitantes, sino para el delicado y esencial equilibrio climático, problemática vigente y urgente de nuestros tiempos.


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Vol 27, N°3


Esta revista fue editada en formato digital en septiembre de 2018 por su editorial; publicada por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela


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