Espacio Abierto Cuaderno Venezolano de Sociología Vol.28 No.2 (abril-junio, 2019): 213-214


BRICEÑO LEÓN, Roberto; CAMARDIEL,

Alberto y PERDOMO, Gloria (2018) Los nuevos rostros de la violencia. Empobrecimiento y letalidad policial. Observatorio Venezolano de Violencia. Editorial Alfa. Caracas.

En escritos anteriores he sostenido que los estudios sobre criminalidad en Venezuela son escasos y con data generalmente atrasada. Como para llevarme la contraria, ahora sale de la imprenta el último trabajo del Observatorio Venezolano de Violencia. El texto explora con detalle los cambios que han sucedido en el ejercicio de la violencia, de manera casi imperceptible para los que vivimos en el país. Una de las tesis que sostiene el grupo investigador es que en el país coexisten distintas formas de violencia, que son influenciadas por factores locales y nacionales, como pueden

ser las pugnas por el control de mercados nacidos como consecuencia de decisiones gubernamentales, así como también por distintos actores, entre los que han cobrado especial fuerza los miembros de los cuerpos policiales y militares, aupados por gobiernos que en determinados momentos han privilegiado las tácticas de mano dura. En los barrios, todavía no se olvidan los estragos de las operaciones de “Liberación del Pueblo”, por parte de los cuerpos policiales. Aun así, tal y como lo demuestra el estudio, en el caso venezolano estas decisiones no han contribuido a generar confianza entre la ciudadanía y sus policías.

A mi juicio, si algo hay que destacar en la evolución del fenómeno de la violencia en Venezuela, son “los desplazamientos” o cambios de patrones. Hace unos 15 a 20 años la violencia era un fenómeno netamente urbano, con expresiones rurales poco frecuentes, pero además específicas y aisladas. En cambio lo que se está viendo desde hace unos 3 o 4 años y que se ha acentuado en los últimos meses refiere un desplazamiento geográfico de la violencia. Una de las evidencias más claras y más notables es que cuando se hace una medición por tasa de los homicidios, es decir, la proporción de homicidios por cada 100 mil habitantes, en determinadas jurisdicciones o ámbitos territoriales vemos que de los cinco primeros municipios con las tasas más elevadas de violencia homicidas en el país, ninguno es capital de estado. Estamos hablando de áreas apartadas, por ejemplo de Guasipati, en Bolívar, o del municipio Andrés Bello del estado Trujillo.

En segundo lugar, cómo se ha modificado también el horario de los delitos, en especial

contra la propiedad que sigue siendo el más frecuente: antes se cometían básicamente al

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final de la tarde, ya entrando la noche, y algo de ello en horas del mediodía. Sin embargo, lo que hemos visto desde hace ya unos 15 meses a dos años, es que esencialmente el delito contra la propiedad, sobre todo el violento, se ha distribuido prácticamente en todos los horarios.

También ha habido cambios en los grupos de victimización. Los dos polos en los grupos etarios, los menores de 12 años y los que tienen más de 60; en ambos casos han empezado a aumentar el número de víctimas de la violencia de una forma notable durante los últimos meses, pero especialmente en aquellos que tienen más de 60 años. En este último grupo se puede especular mucho. No solamente son víctimas de homicidios, sino también de asaltos, de robos, delitos estos que tienen que ver además con otro patrón. Son personas que están esencialmente solas y en una situación de indefensión, por lo tanto la gran mayoría de estos delitos queda impune. El otro elemento que está vinculado a estos últimos delitos es la característica íntima y doméstica que está adquiriendo la violencia criminal. ‘Doméstica’ porque ocurre en las casas o alrededor de ellas, es por ejemplo la señora de 68 o 69 años que en Las Mercedes del Llano fue decapitada por su hijo y esto ocurre porque hay unas condiciones sociales de ausencia de empleos y económicas que están ocasionando un mayor tiempo, una mayor proximidad de las víctimas y sus eventuales victimarios, ya sean sus hijos o personas que desarrollaron un trabajo ocasionalmente para esa vivienda y vieron una oportunidad para el delito allí. Estamos viendo, dentro de este cambio en los patrones, una especie de conocimiento mayor entre víctima y victimario.

Y precisamente ese acercamiento íntimo de los victimarios con sus posibles víctimas ha resultado también en un incremento de las violaciones. Quienes manejan el tema de estadísticas policiales saben que es uno de los delitos con mayor cifra negra, que ya se reflejó con incrementos superiores al 70% con respecto a la cifra que se manejaba para el 2017. Durante los últimos meses los asaltos a las viviendas han sustituido a los secuestros. La casa es, cada vez más, el ámbito de los delitos.

Venezuela es hoy Más insegura de lo que había sido nunca, porque no se trata sólo de inseguridad en términos de tasas de homicidios o de robos. Desde marzo de este año estamos más inseguros, hoy no sabemos si podemos terminar una actividad académica porque se puede ir la electricidad, no sabemos si vamos a poder llenar nuestro tanque de gasolina. Las incertidumbres se están añadiendo a nuestra vida cotidiana. No se puede extender la mirada más allá de 2 o 3 horas.


Javier Mayorca Diario “El Nacional”. Caracas, Venezuela. E-mail: mayorcaj@el-nacional.com



Vol 28, N°2


Esta revista fue editada en formato digital en junio de 2019 por su editorial; publicada por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela


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