Espacio Abierto Cuaderno Venezolano de Sociología Vol.27 No.2 (abril - junio, 2018): 269-278
Romero Salazar, Alexis –Coord.– (2017) “25 años de Sociología.
En los últimos tiempos la sociología se ha modificado permanentemente, haciéndose más compleja y aclarándose para asumir perfiles más definidos. “Ha estado cambiando y asumiendo otras connotaciones”, para decirlo con Ianni (1995). Se consiguió con desarrollos sociales desiguales y contradictorios y se metió en todo – en lo público y lo privado, en lo micro y lo macro, en la convivencia y las subjetividades-; se introdujo entre los individuos y las colectividades, las instituciones, los movimientos sociales y ha tenido que ver con todo –con el Estado y la Nación, con la anomia y la ciudadanía, la técnica y la ideología, con la guerra y la paz-. Además nada le ha sido extraño: ni clases, ni etnias, géneros, ni la educación, la salud, la religión, ni los cuerpos, ni las emociones; ningún tema o grupo quedó fuera de su interés.
Siempre dispuesta a asimilar las conquistas de la ciencia, de la filosofía y, por qué no decirlo, de las artes, la Sociología fortaleció su configuración como campo particular. Se hizo interdisciplinaria cuando se integró con la historia, la psicología, la geografía y, vale la pena recordarlo, con la biología. También participó de acercamientos transdisciplinarios, yendo más allá de la pedagogía, del derecho, de la medicina, de la agronomía y de la arquitectura. Y se volvió indisciplinada cuando se afirmó en su mejor tradición crítica, casi siempre en actitud irreverente.
La Sociología de fines del siglo XX y de lo que va del XXI se ha esforzado en la formulación de sus conceptos y categorías escudriñando cuidadosamente el movimiento incesante de una realidad opaca, desconocida, cada vez más compleja y resistente a
esquemas simplificadores. Ha generado sus teorías y métodos enfrentando con rigor la
tarea de comprender y explicar situaciones, procesos y estructuras sociales.
La sociología se encontró en los últimos 25 años con realidades caracterizadas por la continuidad o la ruptura, orientándose hacia otros desafíos y horizontes; encontrando, al decir de Bourdieu, “lo arbitrario donde se quiere ver la necesidad o la naturaleza y descubre la coacción social donde se quiere ver la elección” (2003, 2); porque el pensamiento sociológico se niega a aceptar los procesos sociales como eventos “naturales” y les da una perspectiva histórica.
Si hay una etapa en la cual el tiempo parece haberse acelerado, representando nuevos retos, desencuentros y transformaciones, es la que corresponde a los años recientes, en el marco de los que algunos dan por llamar globalización o mundialización. Por eso es absolutamente pertinente la pregunta en relación a lo sucedido desde que un pequeño grupo de colegas nos reunimos en Maracaibo al principio de la última década del siglo XX para concretar el compromiso de editar una revista de sociología ¿Qué no cambió? Admirándonos tendríamos una dimensión más cercana del “tempo” o ritmo de transformación anormal de estos años, en los cuales se han sucedido, una tras otra, sustanciales e impensables alteraciones en todos los ámbitos de la vida humana. Asunto de relevancia no solamente numérica o estadística, porque está referido al sentido, si consideramos el carácter de las modificaciones. Apenas podemos aquí referir algunos de los cambios más trascendentes en los órdenes sociopolítico, económico, tecnológico y cultural de la existencia de la humanidad.
La profundidad de los cambios ya se anunciaba cuando en 1989, a través de las pantallas de los televisores–en vivo y en directo, fuimos testigos de la caída del Muro de Berlín; que expresó de manera inequívoca el agotamiento del modelo geopolítico bipolar surgido de la segunda guerra mundial. Desde ese acontecimiento, a la hegemonía compartida durante el periodo llamado “Guerra Fría” por los dos centros de poder –capitalista y socialista – sucedió la unipolaridad del capitalismo, que concretó una estrategia económica que fue llamada neoliberalismo. El esquema mercantil trajo consigo un proceso de desestatización y privatización de las relaciones económicas, sociales y políticas, causando problemas en algunos países europeos por la desocupación y la falta de seguridad social que profundizó la desigualdad social por lo cual mucha gente se movilizó en protestas callejeras.
Mientras, en el mundo que quedó al margen del esquema se fue produciendo una recomposición económica y social que derivó en el surgimiento de nuevas potencias como China, India, Rusia. En la América Latina comenzaron los intentos para la conformación de un nuevo orden sociopolítico, discursivamente basado en la solidaridad y el compromiso con las amplias mayorías de la población. Se promovieron procesos de inclusión, entre otros sujetos, de los indígenas, y en varios países se le dio rango constitucional al llamado poder popular. Ocurrió mientras el eje hegemónico único pareció agotarse frente al intento de construcción de un mundo multicéntrico y pluripolar, que considera también a países africanos y de nuestro continente.
En nuestro caso, el desenvolvimiento sociopolítico hasta los años noventa tuvo que ver con varios asuntos; pudiera aventurarse que uno de ellos está relacionado con la idea
de estabilidad política. Que no era cierta porque el esquema de la “democracia”, había dejado por fuera a amplios sectores sociales, entre la marginalidad y la informalidad, que sobrevivieron precariamente y dieron soporte al sistema desde su condición real de excluidos. Era predecible que la violencia se apoderase del subconsciente colectivo y la intolerancia se hizo presente en todos los segmentos; anular, descalificar, no reconocer al otro y acudir a la agresión cuando no se impone el propio pensamiento son síntomas de la debilidad de la sociedad.
A comienzos del siglo XXI en Suramérica, sobre todo en Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador, se iniciaron procesos de cambio que modificaron la realidad del continente y produjeron una situación social y geopolítica desconocida. En cada país hubo modificaciones en sus realidades sociales e institucionales, programas sociales, reformas constitucionales, rescate de derechos humanos, democratización de la vida política y el derecho a protestar, niveles de resistencia a algunos poderes de la globalización.
Los medios de comunicación no han cumplido la tarea de informar y dotar a la sociedad de un sentido sobre lo que acontece; funcionando como instituciones políticas que al distorsionar los hechos, estimulan la amargura, la intolerancia, promueven la irritación de las personas, orientándolas hacia el individualismo, el aislamiento, el conflicto, dificultando tejer hilos asociativos. No se exagera cuando se afirma que la operación mediática ha dejado un saldo muy negativo, porque el entramado social quedó maltrecho y las virtudes de la solidaridad, la socialización y el intercambio de experiencias no aparecen por ningún lado.
El pensamiento único, propio del imaginario de sociedades homogéneas, que intenta imponer la mediática no corresponde a la multiculturalidad y pluralidad. Mientras el discurso no admite que el otro es indispensable para la construcción democrática, el proyecto de nación se diluye, el Estado se atrofia, la ciudadanía no se constituye como cuerpo orgánico y autonómico, por lo que la crisis se profundiza.
Se trata de una dinámica que en el nivel más profundo de la psiquis colectiva ha
operado en virtud de la revolución tecnológica sucedida en medios como la TV, la Internet
– con mecanismos tan poderosos como Facebook, Twitter – y la telefonía –primero móvil, brevemente a través del BlackBerry y ahora de WhatsApp-. El contacto cara a cara es cosa del pasado: cada cual con su teclado y con su conexión: interactuando uno con otro digitalmente, así estén en la misma mesa o en habitaciones contiguas. La madre no sabe cuán sucia carga el pequeño hijo la ropa: su única relación es con mensajitos de texto.
Usando también la conexión telefónica, por internet Twitter fomenta la configuración de redes sociales a partir de un particular tema y en torno a quien retuitea a quien. Esa múltiple interactividad produce la sensación de proximidad física; como otro espacio público sin territorio, cuya porosidad permite moverse y deslizarse, invadir la intimidad del otro y además ser otro; contemplar, disfrutar, invadir y evaluar las vidas ajenas.
Así los avances tecnológicos sirven a la conformidad en la medida que generan expectativas comunes, homogenizan el ideal de estilo de vida; conduciendo a pensar que se puede existir de una manera determinada y que lo que no se tiene ahora puede alcanzarse en cualquier momento; así se impone el imaginario colectivo de un sentido
común conformista. Es una operación de compensación simbólica: los mecanismos de creación de la realidad virtual pretenden regular las presiones de la precariedad material; es decir, desigualdad social en el estuche de igualación digital. El asunto es que todo eso ocurre en un marco contradictorio: la TV, la Internet y los celulares pueden comprometer las mentes, pero no logran borrar las carencias materiales ni las dificultades de la realidad social; entonces el producto final de la operación son
“individuos dispersos, de baja intensidad subjetiva y ciudadana. Quedan apenas “electores” de supermercados, provistos de tarjetas de créditos, de ansias de consumo, con bajo poder adquisitivo y cero poder político”. (Rojas, 2009, 11).
Aislados, a menos que se considere su participación en la llamadas redes sociales; porque son también remitentes y receptores de Twitter o Whasapps con duras posiciones, agresivos ataques y descalificación en base a la falsedad, la mentira, el absurdo y la calumnia; a lo que se añade la difusión de rumores, creencias y miedos. En un juego que se esconde en el anonimato permitido por la red.
En su esfuerzo por lograr la comprensión o explicación, los sociólogos avanzaron desde el punto de vista epistemológico desde las perspectivas sistémica, fenomenológica e histórico-dialéctica, cada una de la cual supone una particular concepción acerca del tejido social, de los movimientos, la composición y la dinámica de la realidad. Además, todas comprenden una forma de captar la sociabilidad, de procesar relaciones, de asumir la tensión entre el individuo y la sociedad, entre lo singular y lo universal, la objetividad y la subjetividad, entre lo real y la representación. En fin, cada una maneja una idea de totalidad; lo cual ha tenido importante repercusión en términos de la lógica y el trabajo empírico. No obstante su consideración como orientaciones epistemológicas distintas, se producen ahora frecuentemente intentos por comprender y explicar a partir de acercamientos que van más allá de las limitaciones que imponen las perspectivas por separado; seguramente por la ventaja de adentrarse con mayor eficiencia en el reconocimiento de relaciones, tensiones en una realidad opaca e infinita.
En la investigación sociológica de los últimos 25 años se continuó trabajando a partir de la visión sistémica con una práctica más bien ecléctica y en un lenguaje no ortodoxo expresado en conceptos, categorías y explicaciones que se nutren del funcionalismo, el pragmatismo y la cibernética. El propósito de los estudios ha estado marcado por el interés de captar las condiciones de funcionamiento, de equilibrio, de autoreproducción de la realidad, pues el enfoque se basa en la razón instrumental que intenta la explicación de la sociedad considerándola en sus dimensiones micro y macro, asumiendo el mundo, como diría Habermas, como una entidad articulada, vertebrada (1988). Es la perspectiva predominante en medios académicos –en la investigación y la docencia – y empresariales, potenciada por la revolución digital que popularizó la noción de red.
Simultáneamente, la perspectiva fenomenológica ganó un terreno importante en la investigación en tanto la sociología se impuso el propósito de descubrir en el modo de ser de los individuos, en sus situaciones y circunstancias, en sus vivencias y subjetividades,
las estructuras y procesos, etc. Trata de extraer “lo universal” de hechos particulares, de aparente irrelevancia; así los investigadores han elegido lo singular para desarrollar significados y connotaciones universales y han podido comprender la interrelación entre la subjetividad y la objetividad y aprehender el flujo de acontecimientos remotos y cercanos, la sociabilidad del individuo, su biografía, trayectoria y memoria. Incluso fuera del ámbito académico las nociones de identidad, de alteridad, de otredad, de diversidad, mundo de vida, se han ido posicionando asumiéndose como una reacción a la gran teoría produciendo la llamada “reducción fenomenológica” y propiciando la comprensión hermenéutica del mundo de la vida.
La continuidad de la perspectiva sistémica y la irrupción de la fenomenología no significaron la desaparición de la visión histórica de la realidad, que abarca individuos y sociedad, clases y grupos sociales, pueblos y naciones, cultura y civilización; sobre todo cuando se abordan las transformaciones propiciadas por la globalización que emerge como una categoría teórica e histórica fundamental. En estos años han sido del interés de la perspectiva histórico-dialéctica los procesos de dominación y apropiación, de integración y fragmentación, de hegemonía y soberanía, de sometimiento y emancipación. Son muchos los conceptos utilizados en los estudios que reflejan la historicidad de las relaciones, los procesos y las estructuras que constituyen la sociedad global: economía- mundo, internacionalización del capital, dialéctica del capitalismo, etc. La sociología captó que en el proceso de proceso de concentración del capital, que desterritorializa la economía, la política, la ciencia, la cultura y elimina toda barrera física y mental, se genera algo así como una sociedad civil mundial; por lo cual los actores sociales –individuos, grupos, clases, géneros, etnias, religiones – adquieren otros significados. Asume así la razón crítica en la que se basa la dialéctica de la historia que ha permitido la aprehensión de nexos y movimientos, de las configuraciones y tensiones.
Para interpretar el contexto y explicar la dinámica de movimientos objetivos y subjetivos en la sociedad, no queda más que recurrir a la Sociología como la ciencia que busca develar la realidad oculta, hacer visibles los sistemas ocultos de dominación, como lo planteaban los teóricos de la Escuela de Frankfurt. Porque, como dice Bourdieu (2003), la sociología es una apuesta basada en el imperativo de dejar de ver y pensar el mundo y sus problemas desde el sentido común, porque exige que los procesos sociales sean comprendidos, interpretados como construcciones sociales..
La sociología constituye también un intento por explicar el marco social específico donde ocurren los procesos, ocupándose de los problemas derivados de las transformaciones de cada época, por eso siempre debe contextualizar los eventos. La etapa inicial del proyecto de la revista Espacio Abierto corresponde al periodo de consolidación de la llamada sociedad neoliberal, en el cual el pensamiento sociológico estuvo retado a interpretar los problemas, las relaciones e interacciones sociales mediante el estudio del impacto del mercado y la privatización en la vida de la personas, en sus redes en sus relaciones sociales, aspiraciones y expectativas. Siguiendo a Rojas (2009), diríamos que las preguntas del momento eran:
¿Cómo se socializa, cómo se construye o destruye la comunidad y la sociedad en tiempos de mercado? ¿Cuáles son las valoraciones y percepciones que las personas tienen del mercado? ¿Cómo se construye la subjetividad en la sociedad del mercado? ¿Qué tipo de actores existen y actúan en este nuevo orden social?
La segunda etapa de Espacio Abierto corresponde a un periodo en el cual se hacen evidentes las dificultades de la sociedad neoliberal y se asoman intentos abrir cauces alternativos. Y las preguntas de la sociología en el momento están referidas a múltiples ámbitos de la cambiante realidad, ocupándose de muy diversos temas y problemas.
Lo cierto es que en el marco de la exigencia de contextualización, Espacio Abierto ha intentado servir al desafío a la sociología de abordar los cambios y de atreverse a trascender las teorías clásicas para ocuparse de nuevas realidades inciertas que es necesario investigar y develar. La revista ha trabajado para estimular la reflexión, la reflexividad en torno a las teorías y sin temor ha promovido la interdisciplina, porque en los últimos años la sociología ha intentado cumplir tal requerimiento avanzando más allá de sus enfoques clásicos –Positivismo, Marxismo, Funcionalismo, Sociología comprensiva – y de sus desarrollos teóricos-metodológicos posteriores –la Teoría Crítica, el Interaccionismo Simbólico, la Teoría de la Acción Social, de la Construcción Social de la Realidad, de la Acción Comunicativa de Habermas, la Teoría de la Dependencia, el Enfoque Dramatúrgico de Goffman, la Etnometodología, la Teoría de la Acción Relacional, la Teoría de la Estructuración de Giddens, la Teoría de las Redes, etc.-, mediante la incorporación de enfoques que muestran que se renueva mientras se complejiza y se clarifica –el Posmodernismo, el Sistema Mundo de Wallerstein, la Sociedad del Riesgo de Beck, el Paradigma de la Complejidad, el Neofuncionalismo de Alexander, la Teoría Sistémica de Luhman, el Constructivismo Estructuralista de Bourdieu, el enfoque de la Poscolonialidad, el enfoque de la Vida Liquida de Bauman, etc-.
Desde una posición heterodoxa, plural, más bien ecléctica, compartiendo visiones y categorías de las perspectivas epistemológicas fundamentales –sistémica, fenomenológica e histórica-, de los enfoques clásicos, de sus desarrollos posteriores y de las propuestas recientes, sin abandonar los temas de siempre la sociología le ha entrado a la explicación o interpretación de situaciones y procesos emergentes en la sociedad global.
Problemas convertidos en temas principales de la investigación sociológica realizada en todo el mundo por centros e institutos universitarios, agencias multilaterales, organizaciones no gubernamentales, grupos independientes, etc.
Como las demás ciencias sociales, a finalizar el siglo XX la sociología concretó de manera clara la oposición al positivismo al que critica sus principios básicos: la objetividad del conocimiento, la experiencia como fuente del saber, el determinismo de los fenómenos y la verificación. Se negó a seguir aceptando que únicamente las experiencias sensibles pueden ser investigadas científicamente y que la ciencia tenga como objetivo sólo lo que se puede verificar empíricamente, aunque comprendió la utilización de la encuesta estandarizada y extracción de muestras porque las ventajas de su aplicación están referidas
a la reducción de los costos y los sesgos, a la disminución de los plazos de la investigación y al abaratamiento de los costos;
Aun aceptando que a través del cuestionario por muestreo se puede establecer una base comparativa entre el grupo encuestado y otro de referencia, le señaló dos limitaciones importantes que tienen que ver, primero, con su construcción arbitraria a partir de la elección de preguntas con respuestas alternativas prefabricadas – por lo cual representa una simplificación de la realidad – y segundo, con el hecho de que se extraen respuestas individuales que luego son agregadas aritméticamente favoreciendo la manipulación de los datos, mediante su tratamiento en términos de promedios, que únicamente dan cuenta del punto medio de su distribución. Además este procedimiento adictivo puede dar lugar a proporciones presentadas en porcentajes cuyos significados suelen ser irrelevantes.
Es el periodo en el cual la sociología captó que el verdadero problema está asociado, por un lado, al uso indiscriminado de la encuesta estandarizada – no importando la naturaleza, ni las características de la situación que se estudia – y, por el otro, a la sobrestimación de su capacidad para predecir, en base a lo ocurrido en una muestra, lo que será definitivamente cierto para toda la población. Así, la aplicación rutinaria, descuidando aspectos básicos de la producción del conocimiento – preocupándose sólo por la rigurosidad de los procedimientos, condujo al vicio de la generalización absoluta y universal. Ello fue consecuencia del compromiso con el enfoque cuantitativo que impidió advertir el carácter restringido de la inferencia estadística. (Romero Salazar, 1997)
Se fue apostando entonces por una práctica científica en la cual el hombre deja de ser colocado al margen, dada su capacidad para asignarle significación –de acuerdo a sus expectativas, formación teórica, creencias, actitudes – a lo que percibe del mundo exterior a través de los sentidos. El contexto donde ocurren los hechos debía ser captado para poder lograr la explicación; además, debía también producirse una recuperación de las dimensiones humanas de los fenómenos. Lo cual implicó, sobre todo el trabajo sobre la palabra, con lo cual se avanzó más allá de la omnipotencia y omnipresencia del número en el marco del positivismo.
Se comenzó a entender la realidad desde la situación de los actores, desde el inferior de los fenómenos, lo cual es posible ya que el sujeto, además de que es de la misma naturaleza del objeto, interactúa con él, produciendo modificaciones en su situación. Las acciones y las relaciones sociales adquieren significados a partir de las motivaciones, intenciones y proyectos de los actores; así la sociología, se interesó en penetrar un nivel más profundo, el de los significados de los motivos, de la cotidianidad de la vida y comenzó a trabajar con la palabra corriente usada en la interacción diaria, tanto en los planos afectivo, como político y técnico.
Valorando las fortalezas y debilidades de los acercamientos cuanti y cualitativo, en la disciplina se concretó cierto eclecticismo basado en el convencimiento que la aplicación de uno u otro tiene que depender de la situación o problema específico, pudiendo operar de forma complementaria en el mismo estudio. Porque de lo que se trata es de ampliar la precisión y la exactitud, puesto que los datos son recogidos y analizados desde diferentes perspectivas. Con ello las técnicas e instrumentos, aplicados simultáneamente, no sólo
se complementan sino que establecen relaciones de reciprocidad y convergencia. Es que, como afirma Jick, cada enfoque, técnica o instrumento tiene la capacidad para asimilar o promover el ajuste ante las diferencias y limitaciones de los otros. (1993). Tal como si actuara un mecanismo automático de compensación y corrección.
La integración dio origen al desarrollo que algunos han designado con el nombre de triangulación, cuya potencia se ha puesto en evidencia dentro de un mismo enfoque cuando ha permitido comprobar la consistencia interna de las técnicas e instrumentos que se combinaron y entre los dos enfoques –cuanti y cualitativo – en tanto ha dado la posibilidad de verificar la validez externa de los resultados.
Parece evidente que la diversidad teórica y el pluralismo metodológico de la sociología actual tienen mucho que ver con la riqueza de ópticas y de matices de sus objetos temáticos; por la innegable tendencia a la desagregación y diferenciación de las distintas especialidades de la disciplina. Habría que reconocer también alguna influencia de la tendencia general de las ciencias hacia la especialización progresiva de los saberes, que en el caso de la sociología dio lugar a muchas áreas particulares, con aparente entidad propia.
Afortunadamente en los últimos 25 años “la sociología se hizo consciente de la excesiva fragmentación y dispersión y experimentó la necesidad de retornar a su centro… … llegando a la fase en la cual la investigación es vista primordialmente en función de su relevancia para la teoría” (Mattei Dogan, 1996, 106). Reflexión teórica que tiene una referencia histórica y cultural que conecta con el sentido profundo de situaciones, estructuras, relaciones, contradicciones, etc. que aparecen en cada uno de los campos particulares de estudio.
Se abrió cause así a potentes enfoques para considerar elementos de la realidad que quedaban al margen del interés de empirismo: organizaciones sociales, identidades, representaciones, experiencia, trayectoria individual y grupal, papel del lenguaje y los significados, aspectos simbólicos del poder, etc. Paulatinamente la sociología reconociendo y valorando el camino recorrido en la diversidad de los campos temáticos existentes y emergentes y contribuyendo al logro de su vinculación con la dimensión teórica y a su contextualización histórica y cultural, fue recuperando el sentido crítico. En esas condiciones la perspectiva sociológica marca hoy objetivamente con las líneas básicas de su pensamiento y con sus instrumentos, los distintos acercamientos particulares. Cuestión que se expresa de manera clara cuando se intenta profundizar con detalle en áreas cada vez más especializadas, como que las que aparecen –alfabéticamente – en la lista de la Asociación Internacional de Sociología ISA, que van desde la Agricultura y la alimentación hasta Vejez.
Son temáticas generales de interés para la disciplina en una sociedad globalizada que los sociólogos latinoamericanos traducimos siguiendo la clave de nuestra propia realidad, en medio de circunstancias complejas e interrelacionadas mundialmente como la súper expansión tecnológica que supuso la precarización del trabajo, el desempleo y la exclusión social.
En el marco del debate honesto acerca de las tensiones a las que refieren los campos temáticos señalados, los sociólogos latinoamericanos contribuimos con el fortalecimiento de la disciplina, de su espíritu crítico y de su reflexión activa.
La organización de Espacio Abierto, Cuaderno Venezolano de Sociología, arrancó en 1991 como resultado de la convicción de que la actividad académica y el quehacer en nuestra disciplina requieren del debate permanente para lo cual son necesarias diferentes estrategias de difusión.
Ahora son 25 años y 12 mil descargas por mes solamente en Redalyc. No es un asunto de magnitudes, aunque ellas expresan el cumplimiento del propósito inicial de mantener un escenario para el honesto debate del pensamiento social y sociológico, contribuyendo con el fortalecimiento del compromiso histórico de emancipación y rigurosidad científica, abriendo cause a diversas dimensiones y planos, nuevos enfoques, perspectivas y alternativas para comprender los múltiples desafíos y oportunidades a las que se enfrenta la sociedad.
En ocasión del aniversario y para mostrar la consistencia del esfuerzo de la sociología en la explicación de lo social invitamos a un grupo de colegas a realizar el balance de los 25 años en sus campos temáticos particulares en conexión con los cambios ocurridos en la sociedad y en la disciplina. Con compromiso y rigurosidad redactaron los interesantes artículos que conforman este volumen. Javier Seoane – Universidad Central de Venezuela
trabajó el tema de la Teoría Sociológica; María Cristina Parra Sandoval – Universidad del Zulia, Venezuela – se ocupó de la Sociología de la Educación; Armando Sánchez Albarrán – Universidad Autónoma Metropolitana México – se encargó de la Sociología Rural; Juan Cruz Esquivel – Universidad de Buenos Aires, Argentina-, de la Sociología de la Religión; Consuelo Iranzo – Universidad Central de Venezuela – de la Sociología del Trabajo; Hugo Cadenas y Anahí Urquiza – Universidad Autónoma de Chile– de la Sociología de la Familia; Albero Lovera – Universidad Central de Venezuela – de la Sociología Urbana; María Cristina Bayón – Universidad Nacional Autónoma de México
de la Sociología de la Pobreza; Didier Legall – Universidad de Caen, Francia – de la
Sociología de la Familia Contemporánea; Maximiliano Fernández y Giuliano Tardivo
Universidad Rey Juan Carlos, España– de la Sociología de la Comunicación; Jorge Carvajal – Instituto Latinoamericano para una Sociedad y Derecho Alternativo/ILSA, Colombia – de la Sociología Jurídica; Jorge Hernández –Universidad de la Habana – de la Sociología Política; Juan Jesús Morales – Universidad Católica “Silva Henríquez”, Chile – de la Sociología del Desarrollo; Juan Taguenca – Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México – de la Sociología de la Juventud; Eduardo Sandoval Forero – Universidad Autónoma del Estado de México – de la Sociología de los Pueblos Indigenas; Lourdes Pérez Ortiz – Universidad Autónoma de Madrid – de la Sociología de la Vejez; Alexis Cortez – Universidad Alberto Hurtado, Chile – de la Sociología de la Dependencia; Victoria D’Amico – Universidad Nacional de La Plata – de la Sociología de las Desigualdades Sociales; Hebe Vessuri –IVIC Venezuela – de la Sociología de la Ciencia;
Jesús Martinez Paricio – Universidad Complutense de Madrid – de la Sociología de las Fuerzas Armadas; Anahí Durand – Instituto de Estudios Peruanos (IEP) – de la Sociología de los Movimientos Sociales; Roberto Briceño León _Universidad Central de Venezuela
de la Sociología de la Violencia; Santiago Morcillo – Universidad nacional de San Juan, Argentina – de la Sociología de la Prostitución; Carmen Teresa García –Universidad de los Andes, Venezuela – de la Sociología del Género; Eduardo González Callejas – Universidad Carlos III, España – de la Sociología del Terrorismo; Eloy Altuve –Universidad del Zulia, Venezuela – de la Sociología del Deporte; Luz María Ortega – Universidad Autónoma de Baja California, México – de la Sociología del Consumo Cultural; Esther Pineda – EPG. Caracas, Venezuela – de la Sociología de la Afrodescendencia; Felipe Aliaga – Universidad Santo Tomás, Colombia – y Enrique Carretero – Universidad de Santiago de Compostela, España – de la Sociología de los Imaginarios Sociales; Victoria Daona Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina – de la Sociología de la Memoria Social; Juan José Romero –Universidad de Guayana, Venezuela – de la Sociología de la Gerencia; Adrian Scribano – Universidad de Buenos Aires – de la Sociología del Cuerpo y las Emociones; Eduardo Domenech – Universidad Nacional de Córdoba, Argentina – y Sandra Gil Araujo – Universidad de Buenos Aires – de la Sociología de la Migraciones; Luis González – Universidad del Zulia – de la Sociología del Petróleo; María Lourdes Tapia
Universidad Nacional de San Luis, Argentina – de la Sociología de las Redes Sociales;
Consuelo Yarto – ITESM. Monterrey, México – de la Sociología del Uso del Teléfono Celular; Dorismilda Flores – ITESO de Guadalajara, México – Sociología del Consumo Digital; María Isabel Menéndez – Universidad de Burgos, España – Sociología de la Hiper-realidad Mediática y Fernando Andacht – Universidad de la República, Uruguay – Sociología de los Realitys Show.
Ellos hicieron el balance de los cambios en la sociedad y la sociología en los últimos 25 años.
E-mail: eabierto.revista@gmail.com
Vol 27, N°2
Esta revista fue editada en formato digital en junio de 2018 por su editorial; publicada por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
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