Espacio Abierto Cuaderno Venezolano de Sociología Vol.27 No.2 (abril - junio, 2018): 175-187


El espacio de la Coordinación en Investigaciones Interdisciplinarias.

Mabel Silva*


Resumen

La aproximación a la construcción del conocimiento compartido en investigaciones interdisciplinarias se ensaya desde los inicios del siglo pasado. Se fortaleció hacia su finalización y se produjeron cambios en las prácticas de la investigación científica sin que impacte en el método. Sin embargo, las metodologías, que si dan cuenta de procesos, reflejan la necesidad de señalar el papel que juegan las coordinaciones de estas actividades. Ellas generan un espacio intermedio para lograr el entramado posibilitador u obstaculizador de los conocimientos interdisciplinarios producidos, e informar en ese sentido. Las coordinaciones son valoradas, pero no se observan como oficios elegidos para iniciar la construcción de un espacio, a manera de inicio, de tramas que darán el producto final.

Palabras clave: Investigación; Metodología; Coordinación.

Interdisciplinariedad


Recibido: 09-12-2017 / Aceptado: 21-02-2018

Otros autores como, Cheruvelli et al.(2014), sugieren que son fundamentales las capacidades sensibles de las personas y las habilidades interpersonales, ya que influencian sobre las interacciones entre los participantes e impactan en los resultados. Deben desarrollarse capacidades para construir confianzas y compromisos con las tareas.

Tales capacidades y habilidades deben ponerse en juego en dos escenarios. Uno es el de producción del conocimiento bajo el currículum formal y otro es en el escenario informal


dado por experiencias y actividades de extensión o fuera del espacio formativo a manera

de mayor socialización.

Los autores de líneas pragmáticas, aún no dan cuenta que este inicio genera las condiciones de posibilidades para el encuentro del conocimiento compartido en interdisciplinariedad y subsumen el espacio en construcción, al lugar o institución dónde se inscribe la investigación.

Se reconoce que todo grupo posibilita intercambios de capacidades para aprender con los otros, desarrolla potencialidades individuales, del grupo y de la institución a la que pertenecen, habilitándose un espacio intermedio donde actúan las inscripciones sociales históricas, individuales, institucionales (Del Cueto, 1999).

Ana María del Cueto estudiosa de cuestiones institucionales, señala que hay temas recurrentes en la formación de coordinadores grupales, transmitiendo modelos y experimentando algunas técnicas que podrían reunirse en las siguientes ideas: el difícil pasaje del pensamiento en imágenes o en palabras al pensamiento en escenas y viceversa. En ese tránsito, se observan distintos obstáculos, de diferentes órdenes, resistencias y defensas intelectuales, emocionales y psíquicas.

Se debe destacar en este punto la construcción de poder asimétrico que se realiza

cuando se otorga el rol de coordinar.

La capacidad para leer lo que acontece en el grupo desde el sitio de la coordinación, dando cuenta de formaciones, conformaciones grupales, redes de relaciones, transferencias e identificaciones, inter-juego de roles, ilusiones, etc. deben ser registrados desde quien coordina. El lugar del coordinador como soporte de la producción del grupo y tal vez urdimbre para aceptar la trama que significará la construcción del conocimiento en interrelaciones, aún no se cita como inicial, ni se reconoce como la construcción de una arquitectura de poder en colaboración.

Winnicott ilustró cómo el juego genera ese espacio transicional, así como se da entre la madre y el niño (1979). Ello permite pensar el entramado intersubjetivo. Con estas analogías se puede proponer desde distintas disciplinas las prácticas de la investigación compartida frente a un problema de conocimiento complejo.

Tratando de develar esas formas del pensar en pequeños grupos, tan necesarios en estos tiempos, Jaziner aportó sus experiencias, más su formación junto a Enrique Pichón Rivière otorgando al coordinador el inicio de una trama, propiciando el protagonismo de los sujetos, deteniéndose en el tiempo, recuperando la espera y volviendo la vista atrás en recupero de la” trama” y el “trazo” sobre el espacio creado (2015).

Se debe señalar la labor en Argentina del médico psiquiatra Enrique Pichón Rivière, ya en la década del setenta del pasado siglo, y sus experiencias en la construcción del campo social en un entramado dialéctico entre el sujeto y su realidad. Dejó huellas en sus discípulos, por lo cual las prácticas en interdisciplinas crecieron en suelo fértil de reflexiones. Ya en posmodernidad deberán recuperarse esas marcas transformadoras.


El texto de Jaziner (2015) es una invitación a atravesar el desierto que significa coordinar cuando se abre el espacio del juego, en proceso de creaciones, producciones y reproducciones en el espacio transicional ya citado por Winnicott.

Sugiere Jaziner que, para preparar a un coordinador en las capacidades y habilidades, se requiere de una formación que provea herramientas para poder pensar la dirección y sentido que se le da a la tarea desde el encuentro con los otros, utilizando el dispositivo de grupo, o grupo de trabajo, más allá de los límites impuestos por la institución, los modos de pensar cristalizados y más aún en los juegos de las intersubjetividades.

Además, se agregarán conocimientos técnicos de manejo de los distintos recursos disponibles. También es necesario desplegar una dosis de humor y sentir que se juega. En la actualidad se necesita una formación en la coordinación más allá de cada profesión, haciendo oficio de una tarea elegida que deberá conducirse en la incertidumbre.

Díaz (2015), con su aporte crítico, señala que la idea de una interdisciplina sigue siendo una utopía, pero ya es un avance tener en cuenta la producción de conocimientos desde las nuevas epistemologías ampliadas. Retoma el pensamiento tal como proponen Félix Guattari y Gilles Deluze que posibilitan a manera de rizomas el surgimiento de nuevos conocimientos críticos, históricos y conscientes de sus realidades generando horizontalidades y vasos comunicantes en las relaciones de poder, superando tradiciones y epistemológicas heredadas.

La crítica es necesaria al interior de cada disciplina, la recuperación de su historia. También en las interrelaciones y encuentros disciplinarios, se deberán señalar si se observaran obstáculos.

En el imaginario colectivo se crean y recrean modelos organizacionales jerárquicos de poder piramidal y en la ciencia es común, naturalizando estas figuras, aún en las más novedosas instituciones, en sus proyectos que propician u obturan los intercambios de saberes en sociedad.

Díaz cita el ejemplo de las universidades brasileñas dónde ya no se trata de formar especialistas para la interdisciplina, sino especialistas en la interdisciplina, indicando los diversos giros que estas prácticas han dado, idealizadas desde mediados del siglo pasado.


La experiencia

La Universidad de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur –UNTDF

– heredera de las experiencias de pensar lo grupal en su formación docente y en Conversaciones en el extremo Sur1 desarrolladas desde 2012 de manera conjunta con la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco –UNPSJB – en el extremo sur de Argentina fue el sitio posibilitador.

La UNTDF ofreció una capacitación abierta a la comunidad y espacio de reflexión

sobre la interdisciplina. La propuesta se dirigía a la generación de cursos de formación


1 ///C:/Users/Usuario/Documents/UNTDF%20Log%20y%20Metodolog%C3%ADa/Libro_primeras_ conversaciones_del_extremo_sur.pdf


sobre problemas de conocimiento ambiental que requiere la realidad local, junto a sus

actores. Así el tema se transformó en la excusa para convocarnos.

Se debe señalar que el sistema científico argentino fomenta también estas formas de investigaciones. (CONICET, 2011) y cada vez más los investigadores salen al encuentro de los saberes comunitarios junto a los propios disciplinares.

Las reuniones se desarrollaron durante el período académico 2016, con días y horario estipulados para el encuentro durante los meses de abril a mayo, coordinado por Erik Nielsen de la Universidad de Arizona, y luego hasta agosto se formaron grupos que desplegaron propuestas de intervenciones interdisciplinarias hasta finalizar el período académico.

Se traían las experiencias vivenciadas por cada participante, inscripto o no en la universidad y junto a los aportes teóricos se abrían conversaciones para pensar las prácticas reflexionando sobre este modo de producir conocimientos frente a problemáticas complejas.

Las jornadas dieron como resultado la constitución de equipos formados a partir de cuestiones problemáticas y circularon con rapidez los acercamientos según especialidades, sin conocimientos previos sobre cada participante.

Se convocaba a los profesionales a inscribirse en algunos equipos de trabajo para abocarse en los meses sucesivos a diseñar un proyecto de intervención ambiental, vinculado al desarrollo local.

El tema fue inicio del método y nuevamente aparecieron con rapidez las prácticas heredadas, las evidencias empíricas, los trazos cuantitativos, los análisis y en las búsquedas de síntesis la estrechez del camino recorrido, marcando las ausencias en la distribuciones de los roles a cumplir, coordinando las acciones desde profesiones instituidas.

En todo momento, se reflejaba como necesario el espacio y el tiempo de reunión institucionalizado, el rol que debe cumplir quien convoca, valorado como significativo. Pero no apareció el problema de la constitución de grupos de trabajo, en las líneas discursivas ya que consideraron obvio frente a un dispositivo de reunión de especialistas sobre un tema.

Tampoco surgieron como significativas las discusiones de poder de los campos disciplinares, sus matrices heredadas y las huellas en la cultura de los diversos modos de conocer y pensar la realidad y la historia de experiencias desarrolladas en Latinoamérica.

Luego el problema remitió a los aspectos epistemológicos, pidiendo el orden y seguridad que otorga un método como camino único, surgido del acuerdo pero dejando estos debates al margen. Desde la disciplina se aporta el apego al método y cuerpo teórico conceptual.

Si la metodología de la investigación científica refiere a los procesos de tomas de decisiones que los investigadores realizan en sus búsquedas entonces qué nos queda en los intersticios de esos recorridos. ¿Qué creencias tienen alrededor de estas experiencias de construcción de conocimientos interdisciplinarios? ¿Qué figura se constituye como coordinador?

En algunos casos, la hibridación de las distintas disciplinas intervinientes, produjeron

campos de conocimientos. Sin embargo la interdisciplina es una construcción procesual y


diferente que desnuda lo incompleto e inalcanzable del conocimiento humano. Se halla en ese espacio intersubjetivo, generado en tiempo y lugar determinado.

Aquí el primer señalamiento respecto que la tarea es quien convoca y no todo tema requiere prácticas interdisciplinarias. Este primer acuerdo corrió el lugar del coordinador. Pero cuando cada participante debió coordinar se puso en cuestión sus habilidades y capacidades que se deben traer o adquirir para el logro de los objetivos propuestos.

Al inicio del trabajo el coordinador designado se eligió por mayor afinidad con la temática. Este protagonista por razones personales se fue del grupo. La ausencia requirió se designara a otro, dando continuidad y se decidió hacer rotativa la experiencia de coordinar. Así cada profesional fue retomando la actividad de coordinar reflexionado sobre su necesidad del otro para la investigación previa que daría el resultado final. En cada una de las prácticas de este rol se hizo el tiempo para la reflexión de la experiencia que se debe desempeñar en algunas investigaciones priorizando el producto final.

Las definiciones sobre estas prácticas de la investigación en interdisciplina remiten al encuentro como nudo de incertidumbre a llenar en el cruce de conversaciones sobre el tema. Se vivenció la soledad convocante de quien coordina frente a las preguntas que se disparan alrededor de este tema para formular la cuestión a investigar y su primera responsabilidad de orientar el sentido del encuentro.

Así, se solaparon las discusiones sobre intersubjetividades porque es constructo teórico de otro campo disciplinar y no referencia al tema que resultaba la mayor preocupación.

Los acuerdos sobre las preguntas fundamentales, marcaron la tradición en la matriz disciplinaria con acuerdos y desacuerdos ya que la apertura del campo de lo grupal es en devenir constante, complejo problemático y conflictivo.

La vivencia de la experiencia como observador participante, narrada y recortada en esta comunicación pretende hacer emerger las líneas discursivas y los silencios guardados.

En esta sintética narración de la experiencia se señalaron los intercambios discursivos para ilustrar el juego dialógico abierto y los silencios e incógnitas que demuestran los anudamientos que quedan solapados y finalizan olvidados frente a un producto terminado.

En una nota más, se agrega que no todos los grupos lograron realizar sus propuestas, pero si los distintos integrantes respondieron a las consultas de esta investigación y propuesta de volver a pensar en el grupo de trabajo.


Métodos y Técnicas:

Si se reconoce que todo grupo posibilita intercambios, entonces se habilita un espacio intermedio que contendrá al método de investigación construido en colaboración.

El dispositivo elegido para la construcción de ese encuentro es el grupo de trabajo

dónde se gestará la propuesta interdisciplinaria.

¿Cómo lo observan a tal espacio los investigadores, frente a un objeto complejo abordado desde la coordinación en interdisciplinariedad ¿Es el grupo el dispositivo elegido?


La observación como participante activo de esta experiencia y en situación de grupo focal, posibilitó narrar apretadamente lo observado.

Se debe señalar la posición del narrador como observador participante, ya que se carga teoría sobre el tema en cuestión que fue explicitado.

Los participantes del grupo, no disciplinados en la coordinación de grupos, ya que no había profesionales del campo de la Psicología, sino provenientes de las ciencias forestales, recursos naturales, turismo, educación, trabajo social, debatiendo sobre el uso y valor de áreas protegidas por parte de la comunidad fueguina concluyeron en un programa de concientización sobre el bosque y sus servicios ambientales luego de la investigación sobre este tema.

Sin embargo, como observador se deben señalar las marcas en el cuerpo que ya fueron indicadas. El significado experiencial de formar equipos de trabajo interdisciplinarios, particularmente en diálogos entre especialistas de las ciencias naturales y de las sociales, tal como fue comunicado en estos encuentros.

En esta oportunidad y frente a grupos de trabajos estimulados en estas conversaciones, se ofreció al finalizar la experiencia la construcción de una reflexión y puntuación sobre las habilidades y capacidades del coordinador de esta tarea ya que todos cumplieron este papel.

El contexto de análisis fue sólo la producción de interacciones en el pequeño grupo

constituidos alrededor del tema sobre la valoración de las áreas protegidas.

Ese espacio, reconocido por los seis participantes se sostuvo por tiempo, (tres meses)

en días y horarios de reuniones, con sólo uno de los participantes con mayores ausencias.

Además, se debe indicar la falta de conocimiento personal previo, de cada participante que constituyó el equipo de trabajo, perteneciente a nuestra universidad y externos a ella, demandando un tiempo mayor de comprensiones alrededor de acuerdos en los marcos epistemológicos y conceptuales del tema.

La tarea era convocante, allanaba los discursos y aunque formados en las ciencias naturales y sociales para pensar las unidades de conservación vinculadas a la sociedad fueguina, se producían las tensiones alrededor del método científico y la construcción de las evidencias empíricas.

El uso de las distintas tecnologías de la comunicación permitió sustituir el espacio y tiempo real sobre el virtual, pero se valoraron los encuentros personales, los intercambios presenciales por sobre los virtuales que significaron herramientas útiles de trabajo y producción individual.

Las prácticas de tolerancia, silencios, auto-reflexiones fueron mayores en el espacio real que en el virtual, reconociéndose al punto de encuentro presencial como necesario.


Los resultados

La coordinación fue percibida como una práctica necesaria para la que se debe estar formado ya que exige en la soledad del inicio, hacer una abstracción de las propias capacidades profesionales y adquiridas en los recorridos educativos.


La observación e información del contexto y del entorno de la problemática junto a la capacidad auto-reflexiva debiera ser parte del entrenamiento en los coordinadores para invitar a la evaluación constante.

Se confió en que esta formación permitiría aceptar la incertidumbre y el desafío que significa articular en el momento de conflicto. Allí se dio un nudo a reflexionar ya que se pedía respuestas y el coordinador puede escapar con nuevas preguntas o humor sobre la cuestión. Este momento se transformó en aportes del coordinador. Si este acompaña las posibilidades de seguir pensando, allí están algunas respuestas, en el propio grupo.

Luego de la observación y disponiendo de una escala de puntuación de algunas capacidades del coordinador los participantes remitieron que debe existir compromiso con la tarea, capacidades para la comunicación y la auto-reflexión. Estas habilidades se puntuaron en los máximos valores (10 – diez-).

Sin embargo la capacidad para construir grupo, la apertura a diferentes formas del pensar y el reconocimiento de situaciones conflictivas bajaron sus merituaciones (8 – ocho-) en los participantes.

Aún menor valor (5) le dieron los participantes al manejo de recursos que debe tener el coordinador, los tiempos, asumir los riesgos, como la habilidad para manejar la ambigüedad y el conocimiento sobre el tema.


Para seguir pensando

Aunque los grupos siguen teniendo vigencia sumergidos en las realidades posmodernas de contradicciones en las complejidades mientras se exaltan los individualismos, se promueven estas prácticas, sin ataduras a una disciplina, ni esperan los aportes teóricos frente a un hacer.

Sin embargo estas urgencias con faltas de memorias históricas, nos pueden hacer perder el sentido de algunas actividades que se generan produciendo y reproduciendo los conocimientos.

Se podría pecar de ingenuidad si se creen a estas prácticas totalmente libres y sin pasado, contando con cajas de herramientas únicas para cada intervención, con su instructivo y receta.

La capacidad reflexiva y de aportes críticos pueden darse para constituir un oficio responsable y éticamente dispuesto a la tarea en un campo problemático desde su gestación como lo es el espacio grupal.

Los aportes de la Psicología son valiosos y deberán democratizarse porque descubrieron el rol del coordinador, no como líder, sino como iniciador en la construcción del espacio, contenedor de las prácticas en la apertura del juego dialógico convocante. El regreso del espacio público, coordinando experiencias en el campo de la salud, educación u otros campos del conocimiento, dejaron marcas que se retoman en este tiempo.

No se podría afirmar que el coordinador, como actor protagónico para dar inicio a la actividad se valora sobremanera. Tampoco es quien da respuestas únicas en medio de


la diversidad a la que se enfrenta e inicia su discurso en la incertidumbre. Sin embargo resulta fundamental su posición al inicio de una práctica compartida, problematizando en busca de la construcción de los intercambios.

La investigación develó que aún tiene circulación de poder jerárquico a partir de la historia de cada disciplina y su imaginario del método científico. Esto nos sugiere que llevará tiempos de espera en la democratización de manera horizontal distribuyendo responsabilidades y compromisos éticos.

No por ello, se deberá dejar en espera el fortalecimiento a las disciplinas. Sino que ellas serán abiertas hacia el encuentro con otros diálogos y educarnos en el esfuerzo por pendular buscando nuevos aportes.

El coordinador interviene, en tiempo y espacio determinado, pero deberá ejercitar la espera, los ritmos, los silencios, la construcción de un diseño para ser sustituido en las interrelaciones que dieron apertura a las acciones, narraciones, relatos, risas, olvidos, puntuaciones, señalamientos, supuestos hipotéticos y más, colaborando en la construcción de escenarios formales e informales tal como fue citado en el aporte teórico.

Son casi invisibles a los ojos esas capacidades, formándonos en un oficio como es el de coordinar en los momentos de tomas de decisiones del proceso de investigar, sabiendo que está en el horizonte la utopía de la investigación interdisciplinaria. Allí la alegría del desafío.


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Vol 27, N°2


Esta revista fue editada en formato digital en junio de 2018 por su editorial; publicada por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela


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