Espacio Abierto Cuaderno Venezolano de Sociología Vol.27 No.1 (enero - marzo, 2018): 245-249


Sandoval, Rafico (2017). Economía extractivista en Colombia: Modelo minero energético destruyendo naturaleza

y sociedad. Bogotá. Stilo Impresores Ltda.


La obra intitulada “Economía extractivista en Colombia: Modelo minero energético destruyendo naturaleza y sociedad” escrita por el investigador social colombiano Rafico Sandoval Forero constituye un aporte fundamental en el campo de los estudios socioambientales en el camino de seguir reflexionando sobre las dinámicas de la sociedad de consumo, el modelo extractivista, el Estado neoliberal y la era del capital basado en la explotación, la mercantilización y la fetichización de los mal denominados “recursos naturales”, dinámicas que responden a los tiempos modernos de las sociedades contemporáneas.

El libro está compuesto de la siguiente manera: 1) el proceso de larga duración que implica el extractivismo o explotación de los recursos naturales. 2) la influencia del sector energético minero y el plan nacional de desarrollo (PND). 3) el impacto de la agricultura, ganadería, deforestación, represas, minería y petróleo en los páramos. 4) la diversidad biológica mundial y el sustento de la vida humana, y en última instancia 5) los conflictos, resistencias y propuestas sociales como alternativas comunitarias.

Dicha configuración responde a las necesidades reales que enfrenta una de las sociedades más desiguales del mundo como es la colombiana, aquí Rafico menciona la necesidad de reconocer que el actual modelo minero –energético implementado en América Latina y en particular en Colombia obedece a una geopolítica del capital sustentada en una economía extractivista (destructiva) y un modelo de sociedad de consumo que se articula



bajo los intereses reales de las políticas neoliberales en función de privatizar las economías populares de los territorios.

Por esta razón, parte de reconocer que los fenómenos extractivistas, de explotación y mercantilización de los recursos naturales no resulta ser algo nuevo, por el contrario, responde a un antecedente histórico desde la época de la colonia que se basó en la destrucción, expulsión y dominación sobre las comunidades étnicas. La razón de esta situación, tiene que ver con los procesos que ejercen los grupos hegemónicos sobre los territorios de los sectores más oprimidos de la nación que los usan como capitales periféricos al servicio del sistema mundo colonial.

La situación actual que evidencia la sociedad colombiana que convive bajo un modelo minero energético que se posibilita a través de la estipulación de una economía extractivista, se convierte en un complejo panorama dado que permite la existencia de fenómenos sociales en distintas dimensiones locales, regionales y nacional, tal como sucede con la violencia, la desigualdad social, la crisis de soberanía, la dependencia minero energética y la crisis del imaginario colectivo en función de cambiar la vocación agrícola para dar paso a una actividad pro-sistémica basada en la explotación acérrima de los recursos naturales.

Este libro nos aporta elementos importantes en el campo de los estudios socioambientales, debido a su análisis crítico sobre la articulación de una realidad entre el modelo, la economía y las prácticas políticas de las élites, gamonales y hacendados sobre los territorios, aquí entra en juego el choque de racionalidades por parte de los actores tradicionales y los alternativos que se disputa una lucha por superar la crisis o profundizar en la mismas bajo la lógica que impone el gran capital transnacional.

De esta manera, Rafico señala que las políticas extractivistas realizadas por el gobierno nacional auspiciadas mediante códigos, leyes, decretos y acuerdos a las multinacionales, la implementación de actividades extractivitas en las regiones bajo los megaproyectos, la invalidez/legalidad de la consulta previa adelantada por las comunidades, la aplicación de actividades que afectan la soberanía alimentaria, la persecución, criminalización y asesinato sistemáticos contra los líderes, defensores y actividades ambientales sobre el territorio social hacen parte de las acciones negadas e invisibilizadas que promueven la estructura sociopolítica del modelo minero energético en la sociedad colombiana.

La contextualización que nos presenta Rafico sobre el dinamismo adquirido por el modelo extractivista, tiene que ver con el sistema mundo colonial que se impuso en América Latina, aquí la ceguera y ambición por tener oro, plata y explotar la naturaleza fueron los principios con que se constituyó esa forma de economía en la región, por ello, considera que la crisis ambiental radical que vive Colombia no es un fenómeno de ahora sino un resultado de la historia colonial, moderna y extractiva impulsada por los grupos hegemónico sobre los territorios.

Un aspecto fundamental que existe en la obra, responde a la posición estratégica y las actividades que vienen ejecutado los imperios de los países y corporaciones trasnacionales, puesto que es producto del esclavismo del siglo XXI, estipulado por los procesos políticos colonialistas e incorporados bajo las nuevas instituciones, acuerdos internacionales,



mecanismos mundiales o en su defecto la creación de entidades que son funcionales a los intereses sistémicos del capital y los gobiernos neoliberales.

Por esta razón, manifiesta que frente a esta ola de proyectos de muerte y economías de la miseria, como las comunidades suelen señalar, se despierta todo un proceso de resistencia caracterizado por la reivindicación social, cultural, económica y pedagógica realizada por los pueblos en su lucha anticolonial que tiene como sustento la vida, el territorio, la autonomía y la justicia social que son parte del sentípensar de una soberanía que haga ruptura con la dependencia del capital, el modelo extractivista y la sociedad neoliberal fundamentada en los valores de la racionalidad moderna –occidental propia del sistema mundo capitalista.

La situación histórica de la nación colombiana producto de la acción política de los gamonales, hacendados, terratenientes, las guerrillas, los grupos paramilitares y las mafias entre otros, se reconocen como actores tradicionales permeados en las estructuras socioculturales de distintos grupos de la sociedad civil, puesto que son los encargados de mantener los intereses, demandas y dinámicas de la economía capitalista, los valores de la sociedad neoliberal y la validez de los acuerdos por parte de organizaciones internacionales, esta serie de antecedentes han permitido que se establezca una economía extractivista bajo la expansión de megaproyectos encaminados a dar preferencia a cualquier actividad minera, ganadera, energética, gasífera y petrolera sobre los territorios pasando por encima de la autonomía de los mismos.

El juego político es otro factor que influye en la dinamización del modelo extractivista, debido a que a partir de las instituciones y los grupos que pertenecen a ellas, se configura pragmáticamente un régimen basado en la violencia sobre cualquier tipo de reivindicación social, cultural, económica y comunitaria proveniente de los pueblos en su lucha por la defensa de la vida, la soberanía y la justicia desde y para los territorios, dicho panorama según Rafico, responde a la disputa de dos racionalidades: la primera, caracterizada por concebir a la naturaleza como un objeto de explotación, privatización y mercantilización bajo los intereses de un sector dominante; y la segunda, al imaginario de democratizar, defender, dialogar y establecer puntos en común que conduzcan a un escenario en donde el sujeto pueda construir una soberanía sobre el territorio, una justicia sobre los bienes naturales y un diálogo horizontal a favor de la vida en comunidad.

Asimismo, el autor menciona de manera somera dado que no profundiza en este tema, que la resistencia promovida por las comunidades hace parte de la lucha social contra el modelo neoliberal y el gobierno extractivista, siendo un aliciente qué permite reconocer las movilización populares, los paros, los movimientos, los colectivos y los grupos subalternos identificados con las luchas territoriales, ambientales y comunitarias, al ser, los actores subalternos que ponen en jaque las formas tradicionales del poder sistémica e institucionalista que han mercantilizado la naturaleza e implementado un tipo de economía basada en los proyectos de muerte sobre las comunidades.

Una manera de abonar a la crisis existente resultado del modelo económico contemplado en el Plan Nacional de Desarrollo (PND), tiene que ver con las políticas impulsadas por



el gobierno nacional y realizadas en contravía de los intereses, demandas y necesidades estructurales de las comunidades, es decir, que problemas como la concentración de la tierra, la violencia territorial, la acumulación del poder político y la invisibilidad del sujeto víctima del conflicto armado responde a la razón central con que se ha fundamentado el extractivismo a gran escala y el modelo minero energético destruyendo los territorios de las comunidades étnicas.

Por ende, la política estatal en sectores como la minería, agrocombustibles, petróleo, explotación de carbón, los metales (oro, níquel, esmeraldas), los megaproyectos extractivos hidroeléctricos, el agua, la agricultura y la ecología son campos en donde las actividades al interior han sido sustentadas bajo códigos, leyes, agencias, decretos y ministerios que son funcionales en sus procesos políticos internos/externos a los principios del capital transnacional y las políticas sistemáticas de la globalización (neoliberal).

Las causas de contar con sociedades vulnerables y expuestas a todas las formas de violencias en Colombia, tiene que ver con lo manifestado por Rafico que muestra el proyecto fallido e incongruente de optar por un modelo económico extractivista que entra en choque con las raíces, principios, identidades y estructuras socioculturales de las comunidades que son los actores que conviven en el territorio, sin embargo, las acciones planteadas por los grupos hegemónicos desconocen las denuncias colectivas y dan paso a impulsar este tipo de actividad económica debido a su linealidad con la dinámica del sistema mundo capitalista, colonial y propio de la sociedad moderna extractivista.

Teniendo en cuenta esta serie de problemáticas, el autor llega al punto de resaltar que la acción política de los actores a través de las comunidades, ha sido un detonante para dejar en el escenario público las denuncias orientadas a señalar las demandas, necesidades y proyectos promovidos por los distintos actores en sus territorios, lo que significa, dar un giro real, popular y desde abajo que contemple la participación ciudadana, el respeto a la soberanía de las comunidades, la ejecución sin causales de la voluntad colectiva manifestada en la consulta previa, los cabildos, las asambleas, los referendos y los plebiscitos ejercidos por las comunidades.

De esta manera, Rafico Sandoval considera que “el modelo minero energético permite mediante legislaciones y violencia el despojo de las tierras que fuerza a abandonar los territorios, consiente todas las modalidades que utilizan las empresas y el Estado para apropiarse del territorio. Tolera la catástrofe ambiental, la destrucción de los ecosistemas, la deforestación, el destrozo de los bosques y coberturas vegetales. Todo lo permite en aras del negocio, la rentabilidad, la acumulación del capital y la apropiación de los ingresos que deja el extractivismo. Para este estándar económico y político no existe la naturaleza como sujeto de derechos”.

La compleja situación de crisis civilizatoria, ambiental y social que presenta la sociedad colombiana, tiene que ver con un proceso de larga duración en donde los gobiernos que han estado por más de medio siglo, han sido promotores de políticas estatales orientadas a violentar sistemáticamente la naturaleza, los territorio y la vida humana, siendo un antecedente configurado bajo los intereses de las élites en su afán de acumular capital,



auspiciar un escenario de violencia, incentivar la neoliberalización del Estado y en particular desconocer la resistencia comunitaria, subalterna y desde abajo ejercidas por los grupos oprimidos del país.

El sentido de reconocer los discursos, pensamientos y prácticas alternativas como resulta ser el buen vivir (Sumak Kawsay), la minga comunitaria, la ecología de saberes y el cambio de paradigma sobre la naturaleza hacen parte del conjunto de propuestas que podrían cuestionar la economía extractivista y el modelo minero energético que presencia la sociedad colombiana, por ende, el autor considera necesario optar por esta vía buscando una oposición contra los proyectos minero-energéticos, el distanciamiento de las políticas de saqueo, la defensa del agua como bien público, la autonomía de los territorios, la defensa territorial de las comunidades, la soberanía alimentaria, la oposición al fracking, la ejecución sin prerrogativas de las consultas populares entre otras, este conjunto de actividades/iniciativas son parte de las acciones subalternas necesarias para contrarrestar los proyectos de muerte que presencian los territorios de las comunidades y los grupos sociales víctimas de las múltiples violencias entre ella la institucional en el ámbito nacional e internacional.

La importancia teórica, conceptual y analítica expuesta en esta obra, se convierte en un referente para el campo de los estudios socioambientales en Colombia, y permite pensar de manera reflexiva en otros países de Nuestra América, es decir, que los elementos de análisis propuestos por Rafico Sandoval, simbolizan una apuesta por cuestionar los modelos económicos sustentados en la violencia contra el ser humano y la naturaleza, la preponderancia sobre la explotación a gran escala de los “recursos naturales” y la iniciativa estatal orientada a fortalecer de manera legal los megaproyectos que vulneran radicalmente la soberanía de los territorios en su derecho de contemplar el buen vivir comunalmente.

En últimas, la obra “Economía extractivista en Colombia: Modelo minero energético destruyendo naturaleza y sociedad” pasará a ser considerada en los próximos años un referente de análisis crítico, autocrítico y reflexivo desde la investigación social, transformativa y comprometida con la justicia comunitaria en la región, a su vez, significa un aporte necesario en complejizar y generar nuevas rutas de investigar desde el sujeto colectivo y su relación con la naturaleza, un aspecto fundamental que permitirá seguir construyendo caminos en función de subvertir los modelos coloniales, extractivistas y hegemónicos para dar paso a un escenario subalterno, descolonizador y popular al servicio de los intereses de las comunidades en sus territorios.

José Javier Capera Figueroa

Universidad del Tolima. Ibagué, Colombia.

E-mail: caperafiguero



Vol 27, N°1


Esta revista fue editada en formato digital y publicada en marzo de 2018, por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela


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