Espacio Abierto Cuaderno Venezolano de Sociología Vol.27 No.1 (enero - marzo, 2018): 105-123


La maldición de la abundancia: Los problemas de la absorción económica como factor del bajo desempeño de la economía venezolana. (I Parte)

Daniel Castro Aniyar*


Resumen

Se propone un reenfoque teórico-filosófico para evaluar el desempeño de la economía a la luz de los problemas de la abundancia. Las evidencias provienen de la data disponible sobre seguridad alimentaria venezolana, gasto público y absorción económica durante el chavismo. En términos de evaluación de políticas, se concluye que la abundancia irrefrenada, resultado de la invisibilidad del problema desde los 70, es un factor determinante en el bajo desempeño de los indicadores. En esta I parte se enfocan los problemas teóricos derivados de la invisibilidad de la idea de abundancia per se en Venezuela.

Palabras clave: Abundancia; dependencia; seguridad alimentaria; seguridad humana.


Recibido: 21-10-2016 / Aceptado: 05-12-2017


* Universidad Laica “Eloy Alfaro” de Manabi. Manta, Ecuador.


The Curse of abundance: the problems of economic absorption as a factor of the low performance of the Venezuelan economy. (I part)


Abstract

We propose a theoretical-philosophical refocus to evaluate the performance of the economy in light of the problems of abundance. The evidence comes from the available data on Venezuelan food security, public spending and economic absorption during Chavismo. In terms of policy evaluation, we concluded that unbridled abundance and the invisibility of this problem since the 70s, is a determining factor in the low performance of the indicators. In ethical-philosophical terms, we conclude on the need for a new democratic hermeneutics that relieves the inherent threats of the abundance per se in society. In this part I, we focused the theoretical problems derived from the invisibility of the idea of abundance per se in Venezuela.

Keywords: Abundance; dependence; food security; human security.


La mayoría de los economistas que conozco tienen poco tiempo para la Filosofía de la Economía como disciplina intelectual (...) Por ejemplo, es una crítica común de la economía moderna expresada por aquellos que se sienten incómodos con ella, que el tema se vuelve cada vez más matemático, de hecho, que la brecha entre los modelos económicos y la “realidad” es cada vez mayor.

Dasgupta Partha.


Introducción: Acerca de la maldición de la abundancia

Es común leer que se ha definido a la economía como la ciencia de la escasez, por cuanto los recursos que son objeto de la materia económica son inmanentemente escasos y, consecuentemente, susceptibles de administración política. Un recurso escaso que se hace abundante provee de riquezas a una demanda ansiosa en conseguirlo, pero, si su abundancia es constante, la demanda se adapta y se degrada su valor de cambio. A pesar de ello, la política económica muchas veces suele caer en la tentación de provocar abundancia



per se como un sinónimo de provocar crecimiento. Tal necesidad de transformar la escasez en abundancia, sin mayores implicaciones sobre la naturaleza de la abundancia per se, parece la motivación que define el debate sobre economía y las políticas económicas contemporáneas.

La abundancia, junto a su categoría hermana, la acumulación, se ha convertido en un principio económico tan determinante sobre otras variables de enorme trascendencia, como el equilibrio político (Dreze, 2011; Dahl, 1974; Jessop, 2008) o la desigualdad (Pikkety, 2014; Milanovic & Branko, 2001), que se ha hecho difícil explicar que no solo no lo es, sino que, además, no debe serlo.

A la definición de abundancia le es implícita, además de esta connotación administrativa y económica, una dimensión filosófica y antropológica atendida locuazmente por la historia universal del pensamiento y la cultura.

En las fuentes judeo-cristianas se debate el tema de múltiples maneras. Una de ellas se expresa a través de la serpiente del Edén, la cual es maldecida a arrastrarse y comer polvo todos los días de su vida, mientras que Dios declara a Adam (el ser humano o el ser rojo): “¡maldita sea la tierra por tu causa, con sufrimiento comerás de ella todos los días de tu vida!” (Sigal, 2008: vers.7:17). En este relato, lo que lucía abundante súbitamente se convierte en escaso y, a la vez, es la base sobre la que se construye la idea de evolución de la especie. El vocablo Adam proviene del hebreo adumah, que hace referencia en hebreo al color rojo del barro con el que fue hecho, así como a la similitud con el creador. Adam es separado de la tierra abundante para que construya la cultura humana con base en el sufrimiento, el trabajo y la escasez. La maldición sobre la tierra lo es sobre la materia con la que él mismo está hecho. La serpiente, en cambio, es maldecida, y debe comer de la tierra, el polvo omnipresente sobre el que se arrastrará todos los días de su vida. La maldición de la serpiente es la abundancia, la cual la sumerge en una suerte de laberinto sin salida, y la lección divina de Adam (Adam y Havah no son maldecidos) será la escasez, la cual le brindará la oportunidad de la evolución (Toker, s/f).

Esta idea judeocristiana, también revelable a su modo en el budismo, el sintoísmo, el confucionismo y otras importantes filosofías antiguas, por la cual la naturaleza humana requiere de la escasez para fortalecerse en el trabajo y la humildad, sigue pareciendo una idea persistente, aunque no siempre popular, en el pensamiento económico occidental moderno.

Son conocidas las premisas weberianas según las cuales el capitalismo tendría sus raíces en los principios de trabajo y el ahorro calvinista-protestante (Weber, 1969), los problemas de recalentamiento económico estudiados por Keynes durante el gasto público durante la guerra (Keynes 2010; 1939), o la idea promocionada por cierta teoría de la dependencia en la que abundancia de la periferia es una desventaja estructural frente a las necesidades de desarrollo que se impulsan por la escasez de recursos en los procesos centrales de producción (Karl. 1997), o las advertencias de hipertrofia que pueden derivar de una distribución social del excedente en sociedades periféricas no preparadas (Prebisch, 1981: 293-294), o bien la idea neo-marxista en la que la restauración del modo



de producción capitalista depende de la capacidad del sistema en aprovechar sus periodos de escasez para restablecer los monopolios que permiten los cambios de ciclo (Wallerstein, 2006; Arrighi, 2002). También en la teoría arqueológica tradicional se ha debatido si la génesis de las civilizaciones lo constituye la escasez o si lo es la abundancia relativa a un contexto escaso (University of East Anglia, 2006).

Economistas del relieve de Marshall Sahlins no buscaban desconectar las evidencias científicas con el carácter filosófico que tanto da significado a la abundancia:


“(…) las necesidades del hombre son grandes, por no decir infinitas, mientras que sus medios son limitados, aunque pueden aumentar. Es así que la brecha que se produce entre medios y fines puede reducirse mediante la productividad industrial, al menos hasta hacer que los «productos de primera necesidad» se vuelvan abundantes. Pero existe también un camino Zen hacia la opulencia por parte de premisas algo diferentes de las nuestras: que las necesidades materiales humanas son finitas y escasas y los medios técnicos, inalterables pero por regla general adecuados” (Sahlins,1977: 13-14)

El mismo Marx entendía que, antes del capitalismo, las crisis eran resultado de la escasez, el hambre y las contingencias. Sin embargo, el capitalismo ha colocado nuevas reglas que explicarán la crisis de la economía contemporánea en relación con la abundancia regida por el monetarismo y el deseo de las clases dominantes en aumentar sus ganancias. Por ello, para Marx, las crisis finales del capitalismo son crisis de la abundancia. En sus propias palabras:


“(…) Lo que sí ocurre es que se producen periódicamente demasiados medios de trabajo y demasiados medios de subsistencia para poder emplearlos como medio de explotación de los obreros a base de una determinada cuota de ganancia (…) No se produce demasiada riqueza. Pero periódicamente se produce demasiada riqueza en sus formas capitalistas, antagónicas (…) Si desciende la cuota de ganancia tenemos, de una parte, tensión del capital para que el capitalista individual mediante el empleo de métodos mejores, etc., reduzca el valor individual de sus distintas mercancías por debajo del valor medio social; por otro lado, especulación y fomento general de la especulación mediante ensayos apasionados de nuevos métodos de producción, nuevas inversiones de capital, nuevas aventuras, a fin de asegurarse cualquier ganancia extraordinaria (…)” (Marx, 2007: 339-340)

Visto de este modo, la abundancia no parece ser materia de una economía sin filosofía, donde lo imperativo haya sido la regeneración infinita de las riquezas. Por el contrario, el tratamiento del tema parece ser más adecuado a través de la continuación de grandes tradiciones filosóficas que advierten de los peligros de la abundancia, cuando ésta no está al servicio de las necesidades humanas fundamentales, incluyendo el espíritu y el trabajo. Resulta por ello pertinente construir una comprensión instrumental de la abundancia, una que contribuya a colocar esta idea al servicio de la correcta existencia, o existencia deseada, de la condición humana. Del mismo modo, es pertinente revelar su inadecuidad



operativa como fin último de la economía, a través de la identificación empírica de sus debilidades en contextos concretos.


Propósito central

Este artículo propone un ordenamiento de las bases teóricas generales para ayudar a la interpretación de emprendimiento para la seguridad alimentaria venezolana a la luz de los problemas generados por la abundancia. Las evidencias serán suministradas en la segunda entrega de este artículo a través de la data disponible del subsistema de seguridad alimentaria, gasto público y otras evidencias de los problemas de absorción económica durante el chavismo entre 1999 y el 2018.

Sostenemos que la experiencia venezolana es de una enorme riqueza para comprender los problemas relativos a la abundancia en términos generales. Sus evidencias, lejos de ser teóricas o puramente interpretativas, pueden ser remitidas a variables concretas, esto es, experimentales y ponderables. Entre los diversos campos donde estas evidencias pueden ser recogidas, el relativo al desarrollo de emprendimientos para la seguridad alimentaria es uno de los más reveladores por cuanto constituye un foco de atención permanente de la política pública del chavismo, desde la primera elección ganada por Hugo Chávez en 1998 hasta los efectos durante la sucesión de Nicolás Maduro, al menos, hasta el 2018.

Este foco permitió la disponibilidad de abundante data oficial, un esfuerzo permanente en diseñar e implementar múltiples políticas dirigidas al desarrollo de emprendimientos autónomos o soberanistas de seguridad y soberanía alimentaria, todas con un mismo marco conceptual durante casi dos décadas, con resultados medibles y un impacto importante en el grueso de la población en esa nación. Este esfuerzo se llevará a cabo en la segunda entrega de este artículo, llamada La maldición de la abundancia (II Parte): Los problemas de la absorción económica y hundimiento de la seguridad alimentaria en Venezuela (1999-2018).

En cambio, en esta entrega se enfocará la experiencia venezolana por cuanto cuenta con una reflexión valiosa desde sus ciencias económicas y políticas a partir del problema de absorción del gasto público.

Nos referiremos como problemas de absorción del gasto público en el caso venezolano, a la imposibilidad que presenta el aparato productivo nacional para convertir los ingresos petroleros derivados por el Estado hacia la sociedad en parte constitutiva de la economía. Al no poder convertir los nuevos recursos, por causa de la inmadurez de su aparato productivo y empresarial u otros factores asociados, éstos se desplazan fuera del subsistema en diferentes formas como la inflación, importaciones, devaluación, fuga de capital financiero, contrabando, etc. El proceso resulta en una descapitalización económica y social de la economía objeto de ese gasto. Entre sus múltiples nombres, se trata de un proceso que tiene sus antecedentes originales en el concepto de “recalentamiento” en la economía keynesiana y que se ha desarrollado bajo conceptos como “la enfermedad holandesa”, “el efecto Potosí” o “el efecto Venezuela” (Keynes, 2010; 1939; Dilliard, 1973; Pérez Alfonzo, 1976; Karl, 1997; Mendoza Potellá, 2010; Pérez Castillo, 2006).



Este artículo se enmarca dentro del debate transdisciplinario sobre la llamada maldición del recurso, a partir del cual se ha generado el principio de que “los países ricos en recursos suelen tener un desempeño precario en sus indicadores socioeconómicos comparado con países con recursos naturales menos abundantes” (Cappelen et al., 2018, p. 2; Venables, 2016). Esta asociación entre maldición y abundancia del recurso puede ser extendida, por extensión, a una institucionalidad democrática más débil, corrupta y violenta.

En el caso venezolano se trata de un fenómeno que se mostró por primera vez con toda su dimensión durante la Gran Venezuela del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez.


El debate sobre la abundancia en Venezuela

La explotación petrolera y de otros hidrocarburos colocó a Venezuela, sobre todo a partir de la II Guerra Mundial, en la posición de ser una de las naciones con mayor abundancia relativa en la región latinoamericana. En la práctica politológica y económica venezolana esta abundancia fue objeto de un importante debate, aun inconcluso, acerca de cómo administrarla para generar desarrollo estructural. El leit motiv que acompañó este debate consistió en la frase “sembrar el petróleo” acuñada por Arturo Uslar Pietri en los años 30.

La importancia de “sembrar el petróleo” es constatada en el espíritu y la letra en cada uno de los planes gubernamentales desde los años 40 (Crazut, 2006).

De hecho, en la llamada V República o “chavismo” (1999 – 2018 –la fecha-), dos ejemplos explícitos son el Plan de Desarrollo productivo impulsado por PDVSA en el 2007 el cual se llamó “Siembra Petrolera” (PDVSA SA. y sus Filiales, 2008) y el Proyecto de Ley de Endeudamiento del Ministerio de Planificación para el 2011 que se llama “Abono a la Siembra Petrolera” (Giordani, 2011)

Pero a pesar del aparente consenso alrededor de “Sembrar el Petróleo”, esta idea tuvo varias vertientes:

La vertiente optimista de los primeros años de la industrialización, el desarrollismo Perezjimenista y el desarrollismo en tiempos de la Democracia de la IV República. Numerosos estudios se han hecho sobre esta vertiente, por cuanto forma parte de los discursos más relevantes de los gobiernos venezolanos durante al menos 60 años (Mommer & Baptista, 1992; Cartay, 1998; Vallenilla, 1998; Crazut, 2006).

Esta primera vertiente intenta interpretar los problemas de abundancia con el despilfarro, esto es, como la consecuencia de actores políticos y económicos displicentes y/o implícitamente interesados en mantener la dependencia los procesos de enriquecimiento establecidos en el subsistema. De este modo, los problemas de absorción reposan en problemas de la estructura económica, tal como fue entendida por el desarrollismo cepalino y en la carencia de una cultura política y ciudadana con la habilidad de dirigir el gasto hacia el cambio estructural mediante la administración racional de sus recursos (Vilda, 2004; Molina & Álvarez Díaz, 2004; Lander & López Maya, 1999; España, 1989).



La vertiente de cierta izquierda desde los años 30 del siglo XX hasta al menos el 2018 la cual acusa a las oligarquías nacionales e internacionales de impedir la distribución de la renta petrolera que produciría el desarrollo (Betancourt,1937; Mieres, 2010; Malavé Mata,1980; Mendoza Potellá, 2010; Rodríguez Araque & Müller Rojas, 2009). La discusión se desplazó al área de la antropología y la cultura donde tuvo representantes (Quintero,1972) y una sub-vertiente que interpreta la imposibilidad de crecimiento como un problema propio del proyecto modernista (Coronil,1997).

La evolución de la vertiente “anti-oligarquía” también se alimenta de este discurso, pero fue consolidándose hacia una importante generación de autores de orientación marxista como Ramón Rivero (1979), Francisco Mieres (2010) y la primera época de Carlos Mendoza Potellá (1995).

Ellos se erigieron, de algún modo, como herederos del diagnóstico de Pérez Alfonso acerca de los problemas estructurales de sembrar el petróleo, pero, a de manera radicalmente diferente, no encontraban la solución en la reducción del ingreso nacional de origen petrolero, sino en la redirección del ingreso hacia el desarrollo social y económico de las clases más excluidas del país, así como en la lucha contra el rol “entreguista” de los gobiernos productores del Tercer Mundo ante los intereses de los países centrales consumidores de hidrocarburos.

Por ello, esta vertiente encuentra la solución en la toma del poder en el Estado, con el fin de dirigir políticas hacia el socialismo anti-monopólico, antiimperialista y democrático. Solo una transformación profunda en las estructuras de intereses podría permitir “la siembra petrolera”.

Las banderas de la izquierda electoral y académica incluían para sí esta renovación del pensamiento petrolero (Mieres,1976), antes del primer triunfo de Chávez. Estas ideas, por muchos años fuera del juego político gubernamental, encontraron eco en el consistente fracaso de las políticas de los gobiernos democráticos de la IV República y su esquema pactista en provocar desarrollo y mayor bienestar social. El triunfo de Hugo Chávez en las elecciones de Diciembre de 1998, y la convocatoria a una nueva Constitución (1999-2000), permitieron hacer eco de esas ideas las cuales finalmente encontraron cuerpo en políticas públicas como el Sistema Socialista de Soberanía Alimentaria (Castro-Aniyar, 2017).

Con el objetivo de reconocer la vertiente “anti-oligarquía” de la Siembra Petrolera en el pensamiento bolivariano, destacamos el análisis de Alí Rodríguez Araque, ex-presidente de PDVSA y ex Ministro de Petróleo durante la V República, junto a Müller Rojas, ex- presidente del MBR200, el Movimiento V República y el Partido Socialista Unido de Venezuela, los partidos abanderados por el presidente Chávez en su carrera política.

Los planteamientos se enfocan en objetivos de largo plazo, tal como la transformación del modelo de acumulación a escala nacional y regional.


“De manera que, con toda propiedad, se puede hablar de un capitalismo rentístico, lo que resulta muy peculiar dentro de los procesos de acumulación



capitalista en el mundo. Este mecanismo de acumulación dio lugar a una burguesía parasitaria…” (Rodríguez & Müller Rojas, 2009: 22).

Tal capitalismo gira con los demás países de la región hacia el neoliberalismo. En ese proceso los activos y los derechos obtenidos bajo el capitalismo rentístico fueron sistemáticamente despojados a la ciudadanía: primero se produjo la “apertura” para los productos agropecuarios, luego la creación de las condiciones políticas para la ofensiva neoliberal, luego la privatización de la industria y la internacionalización, luego la ofensiva jurídica dentro del Parlamento y, finalmente, PDVSA empezó a reducir su liquidez desde adentro con el fin de venderse al capital extranjero.


“Pero todo cambió a partir (…) de 1998 con Hugo Chávez Frías, quien llegó al poder para abrir una nueva etapa en la historia política del país, la del establecimiento de la soberanía nacional en todos los ámbitos de la nación y sus relaciones” (Rodríguez & Müller Rojas, 2009: 24).

De tal modo que los problemas de desarrollo estarían vinculados a un plan de enriquecimiento a corto y mediano plazo por parte de oligarquías nacionales e internacionales que habrían utilizado el aparato rentístico para su provecho. El modelo pactista sería la estrategia de la sociedad política para permitir el enriquecimiento de estas oligarquías.

Rodríguez Araque y Müller Rojas explican cómo el rentismo produjo una “burocracia parasitaria” en la IV República (1959-1998). La explicación consiste en reconocer los mecanismos que, según ellos, hicieron posible una oligarquía a la sombra del rentismo. Estos mecanismos son fundamentalmente políticos, y son producidos por el Estado de la IV República voluntaria y progresivamente.

Esta perspectiva de Rodríguez Araque y Müller Rojas, auto-enmarcada en la izquierda, coincide con la postura del ex presidente Betancourt en los años 301. Los autores reconocen que las nuevas y viejas oligarquías se convirtieron en nuevos actores económicos “parasitarios”, dependientes del Gasto Público, y luego dieron forma política al modelo de Estado:


“Ese mecanismo de acumulación [el rentismo] dio lugar a la formación de una burguesía parasitaria, conjuntamente con el enriquecimiento de castas propietarias y comerciantes, en conjunto agregadas en una estructura corporativa sui generis, cuya acumulación se nutrió principalmente de esa renta por parte del Estado, privatizada a través de los mecanismos ya antes comentados, como la sobrevaluación de la moneda, la capitalización de la casi totalidad de las ganancias debido a la bajísima nula [posible error del original] presión tributaria, el otorgamiento de créditos a bajo interés así como distintas políticas de subsidios a la producción, la protección de su producción estableciendo virtualmente un mercado cautivo, distintos mecanismos de


1 Ídem Betancourt, 1937.



corrupción y el favoritismo político, junto a muchos otros (…) De manera creciente, una vez alcanzado cierto nivel de desarrollo, sectores favorecidos de esa burguesía fueron participando directamente, o a través de sus agentes, muy notablemente del sector financiero, en la conducción económica y política del Estado con lo cual tomaban no solamente el control de la economía, sino también de la política” (Rodríguez & Müller Rojas, 2009: 22-23).

La tercera y última vertiente consideró la imposibilidad absoluta de “sembrar elpetróleo” pueselimpactodelosaltosingresospetrolerossiempreparalizaría el esfuerzo productivo (Pérez Alfonzo, 1976; Pérez Castillo, 2006, Mendoza, 2010).

Pérez Alfonzo no parecía estar en contra de las ideas anti-oligarquía, pero acentuaba el problema, no en el papel de sectores económico-políticos, sino en el efecto mismo del gasto en la sociedad. Esta simpatía teórica también era mutua, por lo que la izquierda anti- oligarquía procura reinterpretar a Pérez Alfonzo a su favor.

Así lo hace Mieres (1976) en su introducción al libro “Hundiéndonos en el Excremento del Diablo” de Pérez Alfonzo:


“…si el lector se toma el trabajo de interrelacionar los diagnósticos y las soluciones que ofrece el Dr. Pérez Alfonzo (…) no le será demasiado difícil descubrir que el hilo conductor apunta inequívocamente hacia el socialismo”.

De tal modo que el pensamiento de Pérez Alfonzo es:


“…una evolución perfectamente natural en un humanista que ha conocido y enfrentado en primera persona (…) la irracionalidad antihumana de este reino de los monopolios”.

Y termina finalmente de manera lapidaria:


“[la verdadera causa del rentismo]…es la mentalidad colonialista” y la “acelerada concentración de poder económico y político que intoxica con delirios de grandeza y avidez desaforada de riqueza a las oligarquías, así como el centralismo ejecutivista, apoplético”

Pérez Alfonzo, en el mismo libro, lo expresa de otro modo:


“La única medida eficaz contra el despilfarro de esa riqueza se concentra en reducir drásticamente su liquidación [liquidez] para poner un techo al ingreso fiscal proveniente de la liquidación [liquidez] de ese activo nacional” (Pérez Alfonzo, 1976: 288)

A pesar de las evidencias de simpatía política que ofrecía Mieres en su introducción, Pérez Alfonzo observaba el comportamiento de la economía venezolana como un Estado periférico afectado por el juego económico más que por el geopolítico. Para él, los gobiernos caen por causa de la absorción económica, independientemente de los intereses en la política:



“…entre 1956 y 1957 la dictadura otorgó concesiones en la afamada ‘Gold Lane’ (…) los dos años sumaron 1760 millones de dólares contra un promedio anual de los 512 millones de los 5 años anteriores. Se produce así el desbordamiento del despilfarro que terminó con la propia dictadura” (Pérez Alfonzo, 1976: 23-24).

De hecho, cuando el gasto público declinó en 1958,


“…se vivieron tiempos difíciles que debieron haber servido a la enseñanza. La contracción económica ocasionó ajustes bastante firmes y el despilfarro Perezjimenista parecía haber sido superado. Se observó también la capacidad de ajuste de las actividades económicas del país porque para 1963 se constataba una clara y sana recuperación.”

De tal modo que las oligarquías, o élites en el poder, eran en el peor de los casos un escollo importante, pero no eran propiamente la causa del problema. Por ello, cuando una de las medidas adoptadas fue la devaluación del bolívar en 1964, esto


“…produjo una reserva fiscal que en vez de servir de garantía contra nuevas dificultades petroleras, fue inyectada de una vez al gasto público (…) produciendo (…) indigestión económica (…) se cubre la crisis petrolera post-Pérez Jiménez aumentando la producción e integrando más dinero al fisco” (Pérez Alfonzo, 1976: 26).

El gasto público indigerido fue entonces la causa de la crisis política. Él percibe a la oligarquía como un resultado del rentismo, por lo que sustituirla no garantiza la desaparición del rentismo.


“El despilfarro general se tiende a atribuir a vicios o defectos de los responsables en el gobierno, o en el sector privado aprovechador del petróleo. Así se mantienen las ilusorias esperanzas de continuar tras una siembra del petróleo. Para seguir nadando en divisas se pretexta aprovecharlas mejor. Cambios en las instalaciones y en los hombres, nuevos programas o instrumentos de ejecución harían el milagro de atender a las múltiples necesidades nacionales, encaminando el país hacia un programa firme y acelerado.


La verdad no se quiere comprender en toda su profundidad, no obstante las repetidas demostraciones de que el despilfarro es un efecto o manifestación causado por los excesos de divisas generados en cierta forma fuera de la actividad económica, propia del país” (Pérez Alfonzo, 1976: 144).

Pérez Alfonzo incorporó de manera determinante y, al parecer por vez primera en la literatura académica venezolana, ideas acerca que explicaban la crisis venezolana a partir de la naturaleza misma de la abundancia, y no a partir de los errores o perversiones de los operadores políticos. Sin embargo, la claridad de su planteamiento, paradójicamente, no fue entendida ni digerida por la clase política de las siguientes 5 décadas que decía continuar con sus enseñanzas.



La Gran Venezuela (1974-1979) y Pérez Alfonzo.

Carlos Andrés Pérez recibe un gobierno con ingresos petroleros sin precedentes y una longevidad relativa de la industria venezolana, para seguir el camino exitoso de su par mexicano, Lázaro Cárdenas, hacia la nacionalización del petróleo. Con el petróleo nacionalizado y bajo el efecto de la bonanza, el país se llena de augurios de desarrollo y las luces de un claro liderazgo internacional en la periferia.

Sin embargo, Juan Pablo Pérez Alfonzo, fundador de Acción Democrática, ministro de Fomento durante el trienio, Ministro de Petróleo de Betancourt en el 59, y además artífice e impulsor mismo del proyecto colectivo de la OPEP, se baja solitariamente del vehículo del optimismo.

Pérez Alfonzo estudia lo que cierta academia noruega denomina el Efecto Venezuela (a conocerse mayormente luego como The Dutch Disease)2, y asegura que “en diez, veinte años, el petróleo será la ruina de Venezuela” (Pérez Alfonzo, 1976). Lo llama “el excremento del Diablo” (en relación a la manera como eran denominados despectivamente por los españoles los yacimientos superficiales de hidrocarburos, generalmente asfaltos y betún en Venezuela). Finalmente abandona el gobierno de Carlos Andrés Pérez, así como al partido Acción Democrática, cuando no percibe voluntad política en reconvertir el modelo desarrollista a la escala adecuada.

Su hijo, el economista Juan Pablo Pérez Castillo actualiza su visión del llamado Efecto Venezuela:

“Nuestra industria petrolera utiliza muy pocos recursos nacionales como insumos para la inversión, producción y comercialización del petróleo, como lo comprueba la escasa matriz insumo/producto (muy bajos coeficientes netos de importaciones que reflejan las relaciones de compraventa entre los sectores de la economía nacional), los bajos componentes nacionales de las inversiones y de los insumos utilizados por el sector y el bajo multiplicador del sector neto de importaciones.”

“Estos indicadores (entre otros) comprueban que los ingresos fiscales provenientes de las divisas petroleras no tienen contrapartida nacional significativa, siendo ínfima la cuantía que podría considerarse orgánica por derivarse del propio crecimiento de la economía”


2El economista Carlos Mendoza Potellá da seguimiento a las teorías venezolanas y noruegas anteriores a la Dutch Disease y a la “Paradoja de la Abundancia” de Karl. Alberto Adriani ya describe los efectos del petróleo en los años 30: “… por su índole y por la estructura particular que ofrece en Venezuela, esa industria es, desde el punto de vista económico, una provincia extranjera enclavada en nuestro territorio…En cambio, la producción de artículos de exportación vernáculos, los que verdaderamente aumentan la riqueza del país, ha permanecido estacionaria (Adriani, 1930: 138)”. El periodista Ernesto Peltzer supone que: “… el autor del término haya sido el economista noruego Erling Eide, quien ha especulado acerca de los efectos inflacionarios de la súbita riqueza de ese país escandinavo…Podría hablarse de un “efecto Potosí” para describir lo que le sucedió a la economía española en los siglos XVI y XVII”. (Peltzer en Mendoza Potellá, 1995: 138).



Pérez Castillo reafirma la inquietante idea de su padre al incorporar el sistema económico en el problema venezolano, y no solo adosando responsabilidades a los agentes productivos.


“…cuando al sistema económico se le inyectan más recursos líquidos de origen externo de los que puede absorber productivamente, el excedente presiona sobre los precios por insuficiencia de oferta interna para satisfacer la inflada demanda monetaria. Las divisas acumuladas permiten aliviar la presión inflacionaria con importaciones, preferiblemente de bienes y servicios finales, contribuyendo a descapitalizar al país” (Pérez Castillo, 2006).

A continuación, se expone el comportamiento del PIB petrolero en relación a la Agricultura y la Manufactura. En el gráfico 1 puede notarse cómo en 1973 las importaciones crecen de manera desproporcionada a los niveles relativamente estables que presentaban desde 1950. El efecto de los precios petroleros provocó un descentramiento de la importancia de las exportaciones no petroleras en relación a la nueva capacidad de consumo que experimentaba la sociedad.


Gráfico 1. Relación Exportaciones petroleras, no petroleras e Importaciones a precios corrientes en Miles de Millones de bolívares. 1950-1978 A partir de Antivero, Ignacio y BCV (1995).


Con el caudal del dinero petrolero los gobiernos venezolanos, sobre todo desde 1973, compraban la ilusión de fortaleza estatal cuando realmente se estaban empobreciendo los tejidos de los emprendimientos que constituían el cuerpo del mismo Estado, tanto por los problemas de absorción de divisas que experimentaba el país (creando sectores



sociales económicamente más dependientes y menos capaces de desarrollo), como por la depredación que hacía el pactismo de los espacios técnicos, políticos y sociales naturales de desarrollo. Tal debilidad conspiraba haciendo opaca y susceptible la industria petrolera y sus políticas a un mayor control de las transnacionales. Como resultado de esta debilidad solapada detrás de la ilusión, los gobiernos se han encontrado recurrentemente con la realidad de no poder coaccionar física ni políticamente a la sociedad en función de sus objetivos (Waldmann, 2003).

Estos empobrecimientos relacionales en Venezuela no tardaron en convertirse en empobrecimientos de la efectividad y vinculación de la participación política, técnica y social y, por consiguiente, en amenazas para superar la creciente inseguridad alimentaria.

Tal situación puso en contexto una convulsión social sin precedentes en la historia democrática de ese país. Tal como se entiende de la descripción de los ciclos de participación y cambio social, la incapacidad de las élites en responder por fuera de su propia dinámica de acumulación política y económica, preparó a la sociedad civil para una transformación de los fundamentos políticos de la sociedad nacional que conocían. Tales tejidos encontraron cauce entre 1998 y el 2000 a través de nuevas formas políticas como la Constitución Bolivariana.

El tema alimentario, incluyendo las nuevas discusiones sobre seguridad alimentaria se alimentaron del nuevo modelo de Estado que surgió de este proceso y, por tanto, se inspiró de su contexto.

Los efectos estructurales del shock económico vivido desde el 73, tal como lo describió Pérez Alfonzo, notuvoelimpactonecesarioeneldiscursopolíticodesuépocanienlasépocas por venir. El shock fue interpretado fundamentalmente como un problema de despilfarro y corrupción, y escasas veces desde la perspectiva del subsistema económico mismo.

El discurso político venezolano rescataba la imagen del pensador, sin embargo, paradójicamente, no se referían a sus ideas ni mucho menos le proveían de un marco interpretativo para la acción política. Pérez Alfonzo fue asimilado a la dinámica de la contienda político-electoral, donde ideas como “la ilusión de la siembra petrolera”, “contener el gasto” o “recortar la producción para reducir la renta”, no eran atractivas para conseguir votantes. A continuación, se ofrecen ejemplos del discurso político y académico que dominó en la práctica el diagnóstico sobre el efecto de la renta petrolera en la sociedad.


“Poco significaba un superávit –como aquel ocasionado por la renta adicional proveniente de la realización petrolera – si no se instruían pautas de inversión fiscal que evitaran su desperdicio. No son pocas las evidencias que confirman la orientación estéril de muchas erogaciones públicas ordinarias. Basta señalar al respecto la proliferación del gasto burocrático, el incremento de los desembolsos gubernamentales en obras de insolvencia económica, la aplicación de los mismos recursos en infraestructuras suntuarias” (Malavé Mata, 1980: 263).

Nótese en estos discursos cómo se indican problemas de desorden, despilfarro y corrupción, como si provinieran de una maldad original en alma corrompida o



emborrachada de los venezolanos, o bien en un tema de cultura ciudadana, sin explorar las perversiones en un marco mayor, de tipo estructural. Esta tendencia del discurso reubica a Pérez Alfonzo dentro de la imagen de un profeta contra el despilfarro, pero no como un economista que sugiere la contención del gasto o la renta por problemas de absorción que son estructurales al país:


“Frente al estilo relativamente dispendioso de los gobiernos que se sucedieron en el ejercicio del poder en aquellos años de inusitada prosperidad, el elevado e incontrolado endeudamiento, las donaciones a terceros países, las inversiones poco acertadas y la inquebrantable fe de que los precios del petróleo se incrementarían ad infinitum, surgieron sensatas observaciones (…) se les calificó ‘profetas del desastre’ (…) Pérez Alfonzo (…) pronosticó sin saciedad el fin al cual nos acercábamos (…) Se otorgaban generosas dádivas mientras se desatendía la solución de perentorias necesidades nacionales” (Crazut, 2006: 256)

El discurso de esa época hizo eco en los análisis hechos desde fuera de Venezuela, esto es, desdibujando los problemas de absorción y recalentamiento hacia un diagnóstico centralmente administrativo.


“El programa se ceñía a los patrones entonces en boga del desarrollismo a ultranza y ponía el acento en el sector secundario, ignorando los criterios liberales sobre el manejo cuidadoso de los recursos financieros, los cuales, a tenor de la coyuntura petrolera, el Gobierno y muchos fuera de él estimaban inagotables” (CIDOB, 2010).

Los textos reproducidos arriba son una muestra argumental clásica, de modo que es posible reconocer sus inflexiones a lo largo del discurso político de la IV República. La incapacidad de ver el problema como un problema subsistémico, esto es, no como un recambio de relaciones en la política, en virtudes y actores políticos, ni como un problema del gran sistema histórico capitalista, como se destacará en cierta izquierda y que continuará durante el período bolivariano (Mieres, 2010; Malavé Mata, 1980), sino como una enfermedad económica que es independiente de la ideología capitalista del gobierno o de las virtudes del liderazgo político, parece ser la señal característica del discurso desde la Gran Venezuela hasta la V República.

Se trata de un discurso cuyas inflexiones van a acompañar a la democracia venezolana desde entonces (Coronil, 1997): Carlos Andrés Pérez, el gran artífice del despilfarro lucía mágico, extraordinario y por tanto, innatural, opacando la respuesta económica de la industria y el sector agrícola del análisis. Pocos parecían atender con detalle los problemas propios a una oferta local que no podía crecer al ritmo de la nueva y galopante demanda.


“Pero entonces llegó el otro Pérez, Carlos Andrés Pérez, y encontramos la frase que nos definía. Estábamos construyendo la Gran Venezuela. Carlos Andrés Pérez no fue un presidente. Fue un mago, un mago capaz de propulsarnos hasta



una alucinación que hacía palidecer por comparación el exhibicionismo de Pérez Jiménez ” (Cabrujas en Coronil, 1997).

El relato hacía difícil poner en contexto lo que señalaba Pérez Alfonzo acerca de la imposibilidad de sembrar del petróleo, traduciéndolo otra vez a simples problemas de política y escenario. Incluso fue corriente encontrar en autores de referencia sobre el pensamiento petrolero la idea de que Pérez Alfonzo abogaba por la siembra del petróleo, como su antecesor Uslar Pietri (Crazut, 2006:265).

Con ese caudal de dinero el gobierno compraba la ilusión de fortaleza política, cuando realmente se estaban empobreciendo los tejidos del emprendimiento social y económico, tanto por los problemas de absorción de divisas que experimentaba el país (creando sectores sociales económicamente más dependientes), como por la depredación que hacía el pactismo de sus espacios políticos y sociales naturales de desarrollo (Castro-Aniyar, Cruz Marte & Hidalgo Villar, 2017).

En cualquier caso, se estaba gestando un proceso de profunda vulnerabilidad del subsistema ante la crisis por venir, que el modelo de pactos no podría controlar, aunque entonces luciese imbatible. Un proceso que permearía toda la estructura institucional y moral, producto del deterioro de los tejidos que el pactismo y las importaciones sustituyen falsamente.

Durante el boom petrolero que duró de 1973 a 1983 la renta petrolera excedió largamente la habilidad del país en absorber capital. La “fortaleza” del gobierno pronto se convirtió en debilidad estructural del Estado. Luego del llamado “Viernes Negro”, el 28 de Febrero de 1983, con una emblemática devaluación del bolívar, la capacidad distributiva del aparato de gobierno declinó.

Paradójicamente entonces, el modelo de pactos e importaciones que mantenía ilusoriamente la estabilidad política del subsistema, se prolongó, esta vez, para seguir manteniendo la ilusión sobre la creciente crisis social. Este proceso aceleró la depredación de los tejidos producidos por los emprendimientos sociales y económicos del país, los empobreció a una velocidad aún mayor, y los marginalizó de manera peligrosa del ámbito de acción del Estado, preparando así la llegada al chavismo (Castro-Aniyar, Cruz Marte & Hidalgo Villar, 2017, p. 189-191).

La invisibilidad de la dimensión macro-estructural del problema permitió que se cometiesen nuevamente los errores advertidos por Pérez Alfonzo durante el chavismo. En la segunda entrega de este artículo se analizarán las evidencias relativas al efecto de abundancia per se en el desempeño de los emprendimientos y la seguridad alimentaria venezolana hasta el 2018.



Fuentes


Antivero, Ignacio y BCV (1995). Series Estadísticas de Venezuela de los Últimos Cincuenta Años. Tomo VI: Indicadores Macroeconómicos de Venezuela Período 1940-1990. Ediciones del 50 Aniversario del BCV. Caracas.

Arrighi, Giovanni (2002). The Long 20th Century. Money, Power and the Origins of our Times. Verso (New Left Books). New York, London.

Auty, R. (2002). Sustaining Development on Mineral Economies: The resource curse thesis. Routledge. Taylor & Francis Group. London. NY.

Betancourt, R. (1937). “Tendencias parasitarias del capital nacional. Parte I”. Diario Ahora. 24 de Julio, en: Sala Virtual de Investigación Rómulo Betancourt. CIC-UCAB.

Cappelen, A., Fjeldstadt, O., Mmari, D., Sjursen I. & Tungodden, B. (2018). Understanding the resource curse: A large-scale experiment on corruption in Tanzania. CMI Working Paper WP 2018:5. CMI.

Cartay, Rafael (1998). “La filosofía del régimen perezjimenista: El Nuevo Ideal Nacional”

en Economía. No. 14. Pp. 1-18. ULA. Mérida.

Castro-Aniyar, Daniel (2017). “Food Security in Venezuela During Chavismo (1999–2017)” in Reference Module in Food Science. Elsevier https://www. sciencedirect.com/science/article/pii/B9780081005965213772

– (2012). Hecho en Socialismo. El Sistema Socialista de Soberanía Alimentaria como ejemplo de nuevos tipos de políticas públicas participativas. Venezuela febrero 1999-febrero 2012. Tesis Doctoral. Universidad Complutense de Madrid. Madrid.

Castro-Aniyar, D., Cruz Marte, I., Hidalgo Villar, H. (2017). “El Estado Arrelacional. Interdependencia y tejidos sociales en las causas del ascenso del chavismo. Venezuela, 1972-1998”. Presente y Pasado. Revista de Historia. Año 22. Nº

43. Enero-Junio. Escuela de Historia, Universidad de Los Andes. Mérida.

Coronil, Fernando (1997). The Magical State. Nation, Money and Modernity in Venezuela. The University of Chicago Press.

Crazut, Ramón (2006). La Siembra del Petróleo como Postulado Fundamental de la Política Económica Venezolana: Esfuerzos, Experiencias y Frustraciones. UCV-BCV-CDCH. Caracas.

Drèze, Jean & Sen, Amartya (2011)[1994]. India Development and Participation.

Oxford India paperbacks. 9th Impression. Oxford University Press. New Delhi. Dahl, Robert (1974) [1971]. La poliarquía. Guadiana de Pubicaciones. Madrid.



–– (2002). La democracia económica. University of California Press. Edit. Hacer.

Barcelona.

Dudley, Dilliard (1973). La teoría económica de John Maynard Keynes. Aguilar.

Madrid.

España, Luis Pedro (1989). Democracia y renta petrolera. UCAB-IIES. Caracas.

Molina, José Enrique y Álvarez Díaz, Ángel (2004). Los partidos políticos venezolanos en el siglo XXI. Melvin C. A. Caracas.

Giordani, Jorge(2011). Abona la Siembra del Petróleo. Presentación del Proyecto de Ley de Presupuesto Nacional y Ley Especial de Endeudamiento Anual para el ejercicio fiscal del año 2011. Informe ante la Asamblea Nacional. Ministerio del Poder Popular de Planificación y Finanzas. Caracas.

Jessop, Robert (2008) [2003]. El futuro del Estado capitalista. Los Libros de la Catarata. Madrid.

Karl, Terry Lynn (1997). The Paradox of Plenty. Oil Booms and Petro-States.

University of California Press. Berkeley, London

Keynes, John Maynard (2010) [1936]. Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. Sección de Obras de Economía. Fondo de Cultura Económica. México.

-(1939). “The Income and Fiscal Potential of Great Britain” en 1939: The Economic Journal. Diciembre. Vol. XLIX, Num. 196.

Lander, L. Edgardo y López Maya, Margarita (1999). “Venezuela. La victoria de Chávez. El polo patriótico en las elecciones de 1998” en Nueva Sociedad No 160, julio- agosto. Santiago de Chile.

Malavé Mata, Héctor (1980). Formación histórica del antidesarrollo en Venezuela. Liceduka Libros. Bogotá

Marx, Karl (2007: 339-340) [1894]. El Capital. Crítica de la Economía Política.

Libro III. Tomo I. Básica de Bolsillo. Akal. Madrid.

Mendoza Potellá, Carlos (2010). El poder petrolero y la economía venezolana.

UCV CDCH. Caracas.

-(1995). El poder petrolero y la economía venezolana. UCV CDCH. Caracas. Molina, José Enrique & Álvarez Díaz, Ángel (2004). Los partidos políticos venezolanos en el siglo XXI. Melvin C. A. Caracas.

Mieres, Francisco (2010). El petróleo y la problemática estructural venezolana.

Colección Venezuela y su Petróleo. Ediciones BCV. Caracas

– (1976). “Introducción” en Pérez Alfonzo, Juan Pablo, 1976: Hundiéndonos en el excremento del diablo. Editorial Lisbona. Publicaciones españolas. Caracas.



Milanovic, Branko & Yitzhaki, Shlomo (2001) Decomposing World Income Distribution: Does the World Have a Middle Class?. Policy Research Working Paper 2562. The World Bank. Development Research Group. Poverty and Human Resources.

Molina, José E. & Pérez, C. B (2004). “Radical Change at the Ballot Box: Causes and Consequences of Electoral Behavior in Venezuela’s 2000 Elections” en 2004: Latin American Politics & Society 46.1 103-134. University of Miami. Miami.

Mommer, Bernard & Baptista, Asdrúbal (1992). El pensamiento petrolero venezolano: un ensayo. Ediciones IESA. Caracas.

Pérez Alfonzo, Juan Pablo (1976). Hundiéndonos en el excremento del diablo.

Editorial Lisbona. Publicaciones españolas. Caracas.

Pérez Castillo, Juan Pablo (2006). Precios y divisas petroleras, dependencia del petróleo, Hugo Chávez y Juan Pablo Pérez Alfonzo. Venezuela Analítica.

Pikkety, Thomas (2014). Capital in the Twenty-First Century. The Belknap Press of Harvard University Press. Cambridge, London

Prebisch, Raúl (1981). Capitalismo periférico: crisis y transformación. Sección

de Obras de Economía. Fondo de Cultura Económica. México. Pp. 293-294 Quintero, Rodolfo (1972). Antropología del petróleo. Siglo XXI. México.

Rivero, Ramón (1979). El imperialismo petrolero y la revolución venezolana. La OPEP y las nacionalizaciones: la renta absoluta. Tomo 3. Fondo Editorial Salvador de la Plaza. Caracas.

Rodríguez Araque, Alí & Müller Rojas, Alberto (2009). “Ideas socioeconómicas y políticas para debatir el socialismo venezolano” en López Maya, Margarita (edit.), Ideas para debatir el socialismo del siglo XXI. Vol II. Colección Hogueras. Editorial Alfa. Caracas.

Sahlins, Marshall (1977: 13-14) [1974]. La economía de la edad de piedra. Ediciones Akal. Madrid.

Sigal, R. (comp. Y tr.) (2008, Ver 7:17.). Torat Emet Un Mensaje De Vida [La Torá].

Ediciones Keter Torá. Buenos Aires.

Toker, Elihahu (s/f). Iluminaciones del Rabí de Kotsk. Fundación Internacional Raoul Wallemberg. Casa Argentina en Israel Tierra Santa. s/c.

University of East Anglia (2006). Climate Change Rocked Cradles of Civilization.

ScienceDaily. 10 September.

Vallenilla, Luis (1998). La Nacionalización del petróleo venezolano (1975- 1988). Vol. II. Ediciones Porvenir. Caracas.



Venables, Anthony J. (2016). “Using natural resources for development: Why has itproven so difficult?” Journal of Economic Perspectives, 30(1): 161/84. American EconomicAssociation.https://www.aeaweb.org/articles?id=10.1257/ jep.30.1.161&within%5Btitle%5D=on&within%5Babstract%5D=on&within%5Bau- thor%5D=on&journal=3&q=venables&from=j

Vilda, Carmelo (2004). Proceso de la cultura en Venezuela III. Siglo XX. Centro Gumilla-UCAB. Temas de formación sociopolítica No. 31. 2a Edición. Caracas

Weber, Max (1969) [1904]. La ética protestante y el espíritu del capitalismo.

Ediciones Península Barcelona

Waldmann, Peter (2003). El Estado anómico. Derecho, seguridad pública y vida cotidiana en América Latina. Edit. Nueva Sociedad. Caracas.

Wallerstein, Immanuel Maurice (2006). Análisis de sistemas-mundo: una introducción. 2da Edición. Edit S. XXI. México



Vol 27, N°1


Esta revista fue editada en formato digital y publicada en marzo de 2018, por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela


www.luz.edu.ve www.serbi.luz.edu.ve produccioncientifica.luz.edu.ve