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Esta publicación científica en formato digital es continuidad de la revista impresa

Depósito Legal: pp 199202ZU44 ISSN:1315-0006

Universidad del Zulia


Cuaderno Venezolano de Sociología


En foco: Variaciones sobre el tema de la Juventud y la Violencia



Auspiciada por la International Sociological Association (ISA),

Vol.26 4

la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS)

y la Asociación Venezolana de Sociología (AVS)

Octubre – Diciembre

2017


Espacio Abierto Cuaderno Venezolano de Sociología Vol.26 No.4 (octubre - diciembre, 2017): 243-245


Huxley, Aldous. (2014)

Un mundo feliz. Editores mexicanos unidos. México

Clasificada a menudo tentre las obras más importantes de la historia de la ciencia ficción, “Un mundo feliz” (“Brave new world”, 1932), de Aldous Huxley, supone un título ciertamente singular.Obradeunautorquepodríaconsiderarse ajeno al género (en contraposición, por ejemplo, con su contemporáneo Olaf Stapledon), la novela constituye sin embargo una de las muestras más extraordinarias de literatura especulativa, tanto desde un punto de vista sociológico como tecnológico, merced de una sólida formación tanto en el campo científico (la familia Huxley destacó por producir grandes biólogos, desde su abuelo Thomas Henry Huxley, “el Buldog de Darwin”, hasta sus hermanos Julian y Andrew Huxley, receptor este último del premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1963) como en el humanístico, graduado con honores en literatura inglesa por el Balliol College de Oxford.

Para cuando se editó la novela que nos ocupa, hacía ya once años de la publicación de

su primera obra, “Crome yellow”, una sátira sobre los usos y costumbres de sus contemporáneos. De igual modo que “Un mundo feliz” constituye una sátira de las optimistas visiones sobre el futuro de pensadores (Bertrand Russell, por ejemplo) y escritores de la época. En particular, Huxley reconoció haber escrito su libro como respuesta a “Hombres como dioses”, una utopía publicada por H. G. Wells en 1923 (asumiendo, sin embargo, la postura antiutópica que este mismo autor desarrolló en “Cuando el durmiente despierte”, publicada en 1899 y revisada en 1910).

La novela ha pasado a la historia, junto con “1984″, de George Orwell, como el paradigma del género distópico, aunque en contraposición con el título posterior, el futuro de “Un mundo feliz” es a un tiempo más amable (casi todos son en verdad felices con su lugar en la sociedad) y más terrible, pues en su

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concepción no sólo desalienta la rebelión, sino que la vuelve imposible, incluso innecesaria (el sistema no precisa guardianes, es por sí solo lo bastante robusto como para marginar las conductas “aberrantes”).

El protagonismo principal recae en Bernard Marx, un alfa más (miembro de la élite) con graves problemasdeautoestimaderivadosdeunaalturainferioralatípicadesuclase.Enunasociedaddiseñada para que cada miembro se engrane con suavidad al restopara conformar una maquinaria perfectamente calibrada, su insatisfacción (que se extiende al plano sexual por pura inseguridad personal), lo lleva a cuestionarse el grado de libertad individual que le está permitido, siendo conocedor además (por formar parte de su trabajo) de los sistemas de condicionamiento hipnótico que, desde la más tierna infancia modela a los habitantes del Estado Mundial para convertirlos en ciudadanos felices y acomodaticios.

En el transcurso de la primera mitad (poco más o menos) del libro, se nos muestra a través de los ojos de Bernard el feliz mundo nuevo (del año 2540… o 632 después de Ford). Su mente amargada analiza para nuestro beneficio los sistemas de control instaurados: la separación en clases (alfa, beta, gamma, delta y epsilon, con diferencias físicas e intelectuales inducidas artificialmente junto con una aversión a la mezcla), el condicionamiento hipnótico y pavloviano (el famoso experimento del perro de Pavlov data de 1927, apenas cuatro años antes de la escritura del libro) de los niños, criados en guarderías automatizadas, la sublimación de las tensiones a través del sexo (acompañado de estrictas medidas malthusianas para desvincularlo de la función reproductora) y el consumo universal de soma, una droga estatal que procura, cuando todo lo demás falla ya discreción del individuo, un estado mental placentero.

Sin embargo, el análisis no deja estar mediatizado por el hecho de realizarse desde dentro. Hace falta un elemento externo para terminar de caracterizar la sociedad, y éste se obtiene cuando Bernard lleva a Lenina, la chica que pretende, de viaje a una reserva de salvajes, una región apartada de la civilización donde los hombres (de ascendencia amerindia) viven al estilo antiguo. Allí encuentran a Linda, una alfa que fue dejada atrás dieciocho años atrás por otra expedición turística y que ha criado un hijo, John, de su pareja de entonces (concebido por accidente y gestado ante la imposibilidad de acceder a técnicas abortivas modernas).

Linda regresa a la ciudad en compañía de Bernard y Lenina, y John la acompaña, interesado por descubrir lo que le puede deparar esa parte de su herencia (en la reserva, tanto él como su madre son considerados parias, debido a la escandalosa conducta condicionada de ella). Para su desgracia, al no haber sido nunca moldeado, John encuentra el mundo civilizado despiadado, pecaminoso y hueco, por lo que su angustia existencial no hace sino aumentar. A la postre, por supuesto, la sociedad del Mundo Feliz fagocita, destruye y expulsa las discrepancias, manteniendo incólume el statu quo, aunque se entiende que tanto las reservas de salvajes como, en su caso, el destierro de disidentes a regiones remotas tienen como objetivo mantener un reservorio de diversidad por si hiciera falta para solventar alguna crisis. Huxley dispone así de la última salvaguarda, el detalle que, al conferir un atisvo de flexibilidad controlada, asegura ad infinitum la estabilidad de la sociedad descrita.

Por supuesto, aunque en apariencia una obra de futurología, “Un mundo feliz” retrata la cultura contemporánea del momento de su escritura, mostrando la, a juicio del autor, degradación de las costumbres y los peligros de los vertiginosos cambios sociales que experimentaba Europa (muchos de ellos provinientes de los Estados Unidos, el epítome de todos los males). La metáfora perfecta de la deshumanización de la sociedad la encontró en la cadena de montaje, instaurada unos veinte años antes

Un mundo feliz. Huxley, Aldous. (2014) Sergio Mars /245


para la producción de su modelo T por Henry Ford (cuyo nombre suplanta en la novela, así como en ocasiones el de Freud, el papel de Dios en juramentos y exclamaciones).

Así pues, encuentra como tendencias negativas la cosificación de los trabajadores (impulsada por la revolución industrial), la promiscuidad sexual o el impulso de la sociedad de consumo (incluso el soma es una velada referencia a la goma de mascar, como símbolo de la “americanización” del mundo… lo irónico del asunto es que, a partir de 1937, año en que Huxley se mudó a California, se convirtió en un firme defensor de las drogas psicodélicas).

Independientemente de que se compartan o no los valores que el autor consideraba fundamentales, no cabe duda de que buena parte de sus temores se han confirmado. Nuestra actual sociedad, como la de “Un mundo feliz”, aboga como fin deseable por el hedonismo, al tiempo que en aras de mantenerlo recorta libertades. Incluso el adoctrinamiento estatal, sin llegar (por el momento) a recurrir a sugestión posthipnótica, es moneda corriente, hasta el punto que en ocasiones parece que el principal objetivo del sistema educativo no es transmitir conocimientos, sino modelar ciudadanos al antojo de los poderes políticos (y, por supuesto, primando el hedonismo, disfrazado como realización personal, sobre el esfuerzo).

Por último, como adelantaba al principio de la reseña, aparte de la especulación social es muy de destacar la científica, centrada particularmente en el proceso de bokanovskificación, por el cual de un óvulo humano fecundado se pueden obtener hasta 96 embriones viables (para la clase epsilon, que los alfa y beta aún conservan su individualidad y los gamma y delta se contentan con multiplicaciones más modestas). Por un lado, se trata de aplicar a la reproducción humana el concepto de la producción en cadena (influenciado, además, por el trabajo del propio Huxley en una factoría química), pero resulta significativo también por ser el debut en la ciencia ficción del concepto de clon.

Faltaban, eso sí, treinta y un años para que el génetico J.B.S. Haldane acuñara el término, con el significadoquehoyendíaledamos,enlaconferencia“Biologicalpossibilitiesforthehumanspeciesinthe next ten thousand years” (y veinte para que tuviera éxito el primer experimento de duplicación artificial en renacuajos, por no hablar de los sesenta y cinco que faltaban para Dolly). El sistema propuesto por Huxley, de hecho, se conoce en la actualidad como la técnica del embryo splitting, usada el año 2000, por ejemplo, para obtener el primer clon de primate, la mona rhesus Tetra (aunque con una eficacia muy inferior a la bokanovskificación, su uso en ganadería es relativamente común).

El “secreto” de la extraordinaria clarividencia de Huxley, aparte de las ya mencionadas conexiones biológicas familiares, reside en su amistad personal con Haldane (uno de los más importantes genetistas delahistoria),cuyosestudiossupusieronunafuentedeinspiraciónpara“Unmundofeliz”,aunqueparece evidente que Aldous Huxley era menos optimista que su amigo respecto a que se diera un desarrollo ético paralelo acorde con la adquisición de nuevos conocimientos y poderes. Parte de la especulación científica de “Un mundo feliz”, incluyendo la gestación ectópica, puede rastrearse hasta “Daedalus; or science and the future“, uno de los primeros textos transhumanistas, publicado por Haldane en 1924 a raíz de una conferencia impartida un año antes en la Universidad de Cambridge.

Sergio Mars. Universidad de Valencia. España.



Vol 26, N°4


Esta revista fue editada en formato digital y publicada en diciembre de 2017, por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela


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