Enl@ce: Revista Venezolana
de Información de, Tecnología y Conocimiento
ISSN:
1690-7515
Depósito
legal pp 200402ZU1624
Año
11: No. 2, Mayo-Agosto 2014, pp. 11-24
Como citar el
artículo (Normas APA):
Cabero, J. y Marín, V. (2014).
Miradas sobre la formación del profesorado en TIC. Enl@ce Revista venezolana de Información, Tecnología y Conocimiento, 11 (2), 11-24
Miradas sobre la formación del profesorado en tecnologías
de información y comunicación (TIC)
Julio Cabero Almenara1
Verónica Marín Díaz2
Resumen
La formación de los docentes en materias como las
relacionadas con las tecnologías de la información y comunicación (TIC), es una variable que ha preocupado a los teóricos y prácticos
de la educación desde la
aparición de estas. Es por ello, que se presenta un análisis y revisión
crítica los aspectos teóricos conceptuales.
Su
desarrollo se sustenta, en la aplicación de una investigación
descriptiva -documental, que permite considerar los fundamentos
necesarios para dar una proyección innovadora con respecto a
las propuesta de formación
de los docentes que desde diferentes contextos
se demandan, así como se impulsa
sus diseños y
programas formativos.
Palabras claves: formación
del profesorado, tecnologías de información y comunicación, educación.
Recibido: 16/05/14 Devuelto para revisión: 20/06/14
Aceptado: 15/07/14.
1 Catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Sevilla. Director del Secretariado de Recursos Audiovisuales y Nuevas Tecnologías de la Universidad de Sevilla. Miembro fundador de Edutec (“Asociación para el desarrollo de la Tecnología Educativa y de las Nuevas
Tecnologías aplicadas
a la educación.”). Director de la Revista: “Píxel-Bit. Revista de Medios y Educación. Miembro del Consejo director de la
Asociación de Televisión Educativa Iberoamericana Director de las Colecciones de Tecnología Educativa y Nuevas Tecnologías
de las Editoriales Síntesis y MAD-Eduforma.
Correo electrónico: cabero@us.es
2 Profesora Titular de Universidad
del
Departamento de Educación de la Universidad
de Córdoba. Facultad de Ciencias de la Educación Universidad
de Córdoba. Miembro del comité científico de la revista internacional Itinerârios y del comité editorial
de la revista nacional
Comunicar. Correo electrónico: vmarin@uco.es
Miradas sobre
la formación del profesorado en tecnologías de información y comunicación (TIC)
Julio
Cabero Almenara y Verónica Marín Díaz
Eyes on Teacher Training in
Information and
Communication Technologies (TIC)
Abstract
The training of teachers
in subjects such as those related to information and communication technologies
(ICT), is a variable that has been of concern to the theoretical and practical
education from the appearance of these. It is therefore presents an analysis
and critical review the theoretical aspects conceptual. Its development is
sustained, in the implementation of a descriptive research -documentary, which
allows you to consider the necessary foundations for innovative give a
projection with respect to the proposal for the formation of teachers from
different contexts that are in demand, as well as boosts their designs and
training programs.
Key Words: Teacher training, Information and
communication technologies, Education.
1Un mundo cambiante: la penetración de los TIC en
los centros educativos
Si los centros
educativos se están viendo transformados
en la sociedad del conocimiento en parte se debe, a que las TIC han logrado insertarse de forma directa en
los procesos que en estos centros se realizan.
Y de ello, fueron conscientes los Ministros de Educación Iberoamericanos que se reunieron
en 2008 para elaborar el documento Metas Educativas para el 2021, donde conscientes de la importancia
de enfrentar los retos, señalaron que “se trataba de abordar con decisión, y de una vez y para
siempre, retos aún no resueltos: analfabetismo, abandono escolar temprano,
trabajo infantil, bajo rendimiento de los alumnos y escasa calidad de la oferta educativa pública. Y se pretendía hacerlo
con la voluntad de enfrentarse, al mismo tiempo, a las demandas exigentes
de la sociedad de la información y del conocimiento: incorporación de las TIC
en
la enseñanza y en el aprendizaje, apuesta por la innovación y la creatividad,
desarrollo de la investigación y del progreso científico” (OEI, 2010: 9).
Esta transformación y penetración de las TIC, aunque lenta, progresivamente va entrando en los centros iberoamericanos, como pone de manifiesto el reciente informe
realizado por el Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad del Centro de Altos
Estudios Universitarios de la OEI (Barrere, 2012).
La incorporación de los recursos de tecnologías
de información y comunicación TIC, provocará aún más cambios en los próximos años, si
observamos las tecnologías tendrán
una mayor presencia
en los centros iberoamericanos, según reflejan los tres informes Horizon
que se han realizado específicamente
sobre ellas (García, Peña-López, Johnson, Smith, Levine y Haywood, 2010; Durall, Gros,
Maina, Johnson y Adams, 2012; Johnson, Adams Becker, Gago,
García, y Martín,
2013); en los cuales
se indica que estas serán los medios sociales, las aplicaciones móviles,
la gamificación, los entornos
colaborativos, las analíticas de aprendizajes, los entornos personales de
aprendizaje, realidad aumentada, entre otras.
Desde esta perspectiva, se considera que muchas
veces es mejor pensar en tecnologías futuras,
por lo que deberíamos orientar esfuerzos en inventar modelos de enseñanza
para obtener las máximas ventajas de
las tecnologías que actualmente se disponen; y no entrar en una carrera
mediática que conlleve a pensar, que si no disponemos de la última tecnología,
se debilita o no se puede impartir una educación de calidad,
innovadora, multicultural y democrática.
Tal apreciación, surge ante diferentes acontecimientos, y uno de ellos es la diversidad de posibilidades que nos ofrecen
para su incorporación en el
contexto de los procesos de la enseñanza, así como también facilitar
la ruptura de las variables del espacio y el
tiempo, crear nuevas escenografías para la comunicación y la interacción de las
personas que participan en el proceso
formativo, favorecer el
aprendizaje ubicuo, combinar la realidad física con la digital, potenciar el
aprendizaje autónomo y colaborativa, ayudar a personas con algún tipo de
discapacidad,… (Barroso y Cabero, 2013).
Ahora bien, su incorporación en el aula pasa por un cúmulo de variables,
-organizativas, legisl tivas,
económicas,…-, y, necesariamente, por la concepción que el profesorado tenga, así como del
grado de formación
y del dominio que posea sobre
estos recursos. Por
otra parte, no debe olvidarse que el
rol del profesor es clave para
cualquier reforma e innovación
educativa, pues esta última no
se decreta sino se cultiva, y esta depende directamente de la actuación de los docentes y de
su entendimiento sobre el proceso de innovación, de su valoración significativa, al igual que del grado de implicación, todo ello determinará los
resultados que se obtengan.
En este sentido, el docente es el que adapta a su
clase cualquier elemento que le es ofrecido, y uno de ellos son las TIC, por tanto su formación es clave
para garantizar cualquier
puesta en acción.
Y así se reconoce en el documento final de Metas 2021 que "el avance tecnológico en
este campo es veloz y, por tanto, el tipo de inversión que se haga debe realizarse con suficiente apoyo de equipamiento y capacitación docente para que su aprovechamiento sea óptimo. Las
transformaciones educativas con tecnología no van a ocurrir
si el docente no se integra y se posiciona en el centro
de esta" (OEI,
2010:
76).
La significación
de ambos componentes han sido recogidas en la meta general quinta
y octava, y en diferentes metas específicas
asociadas a ellas, como se recoge en el documento mencionado:
Meta general quinta: mejorar la calidad de la
educación y el currículo escolar (Meta específica 12: ofrecer un currículo
que incorpore la lectura y el uso del computador en el
proceso de enseñanza y aprendizaje, en el que la educación artística
y
la
educación
física
tengan
un papel relevante, y estimule el interés por la ciencia, el arte y el deporte entre los alumnos,
y Meta específica 13: mejorar
la dotación de bibliotecas
y de computadores en las escuelas).
Meta general octava: fortalecer la profesión
docente (Meta específica 20: mejorar
la formación inicial del
profesorado de primaria y de secundaria, u Meta específica
21: favorecer la capacitación continua y el desarrollo de la carrera
profesional docente).
2La formación del profesorado en
TIC
Una de las líneas de investigación que en el contexto
actual se ha visto aumentada es la referida con las percepciones que los profesores tienen con respecto a las TIC y a su grado de
formación; para ello se debe asumir,
que las TIC son una pieza clave para conseguir escuelas de calidad, y que
la formación del profesorado es un objetivo prioritario para su incorporación en el proceso de enseñanzaaprendizaje.
Se considera, que
tal apreciación viene marcada
por el grado de formación, por lo que debe ser uno de los saberes
en los cuales han de verse necesariamente formados
(Arancibia, Soto y Contreras, 2010; Rosario
y Vásquez, 2012; Terigi,
2013; Vera, Torres y Martínez,
2014). Necesidad de formación, que es percibida
por los propios docentes como
una de las variables críticas que
favorecería la incorporación de las TIC (Sigalés, Mominó, Meneses y Badía, 2008; Mueller, Wood, Willoghby, Ross y Specht, 2008).
La situación además se complica,
pues ante la inserción que deben hacer
de las TIC en los entornos
presenciales, últimamente se le exige que sepa desarrollar su actividad
profesional inmerso en escenarios virtuales como son las plataformas de teleformación (Del Moral y Villalustre,
2012).
De acuerdo con lo antes descrito, lo primero que se
requiere señalar es que los profesores suelen mostrar
alto
interés hacia la incorporación de las TIC en los entornos de formación, y suelen percibirlos como medios significativos y necesarios para el desarrollo de su práctica profesional de
la enseñanza, lo que demuestra al mismo tiempo actitudes significativas hacia
etas (Bullón, Cabero, Lorente,
Machuca, Machuca y Marín, 2009; Jimoyiannis y Komis, 2007; García Valcárcel y Daneri, 2008; Guerra, García y García, 2010; Guzmán, García
y Chaparro, 2011; Sang, Valcke, van Braak, Tondeur, y Zhu, 2011; Gutiérrez,
2014). Percepciones que también las encontramos en aquellos profesores que se
encuentran en acciones de formación en preservicio o inicial (Marín y
Reche, 2012;
Ortiz, Almazán, Peñaherrera
y Cachón, 2014).
Frente a este interés, nos
encontramos con que las
utilizan más para fines
personales y de comunicación, que para usos educativos (McVee, Bailei y Shanahan, 2008;
Guzmán, García y Chaparro,
2011; Vera, Torres y Martínez,
2014), y entre am-
bos tipos de usos los profesores discriminan (Area,
2010; Aguaded y Tirado, 2010).
Por lo general, los usos en los que los profesores
destinan las TIC, cuando la aplican en los contextos de formación, son más bien limitados, y se articulan alrededor de la motivación, la transmisión de información y la comunicación (García Valcárcel y
Daneri,
2008; Fernández, 2012), pero desafortunadamente, no encontramos otras referencias
a usos más innovadores, como por ejemplo la
evaluación de los estudiantes mediante TIC.
Estos usos pocos
variados se observan también en el e-learning,
donde
las
plataformas
más que servir para crear
actividades de formación
innovadoras, lo que están haciendo es
reproducir en estas aulas virtuales las metodologías tradicionales que se llevan a cabo en las clases
presenciales, utilizándose más que como instrumentos innovadores como simples recursos de
control institucional de los estudiantes; y solo están sirviendo para pasar de
una “Universidad de la fotocopiadora” a una “Universidad de la impresora”. De todas formas,
debemos señalar, que cuando en el mismo se aplican
metodologías y estrategias centradas en el estudiante, tales entornos se
convierten en significativos para el aprendizaje y la innovación educativa
(Guerrero y Gisbert, 2012).
En lo que
se refiere al grado de formación, los propios profesores señalan que son
bajos y más inferiores en lo referido a su utilización didáctica y metodológicas que en su
dominio tecnológico, expresando que
necesitan formación en estos instrumentos (García-Valcárcel y Tejedor, 2010; Almerich, Suárez,
Jornet y Orellana
2011; Miratía,
2012; Gutiérrez, 2014), aunque, como encontraron
Suárez, Almerich, Gargallo y Aliaga (2013) en su
investigación, presentar un amplio dominio en competencias tecnológicas influye tener mayores
metodologías. De todas formas, a nuestro juicio, el atractivo tecnológico repercute
en que muchas
veces
los docentes muestran un interés por estar más formados tecnológica e
instrumentalmente que metodológicamente (Almerich, Suarez,
et al.,
2011). Consecuencia de no haber recibido una formación
inicial es esta baja formación, y haberla adquirido mediante la autoformación (Fernández,
2012).
Es importante, considerar los aspectos expuestos, ya que servirán de base para tratar el cómo abordar esta formación, si se prevé que
existen diferentes grados de formación del profesorado, que podrían
identificarse como inicial-medio y avanzado, relacionándose con los estatus medios y
avanzado con el paso del rol
del profesor de simple receptor
de las tecnologías a uno más activo y productor (Almerich,
Suarez, et al., 2011).
Al mismo tiempo,
al hablar de competencia en TIC,
se requiere hacerlo desde diferentes perspectivas, ya que pueden utilizarse para la docencia, la investigación y
la gestión (Prendes, Castañeda y Gutiérrez, 2010;
Prendes y Gutiérrez, 2013), todo ello como consecuencia de la diversidad de
funciones que el docente debe desempeñar, -diseñador, operador, orientador,
gestor e investigador-, donde le requerirán una serie de cualidades personales (actitud, emoción,
intuición, sensibilidad y vergüenza)
y docentes (conocimientos, habilidades didácticas, manejo de tecnologías
educativas, gestión académica y procesos de aprendizaje) (Moreno, 2011).
Asimismo, para
la incorporación de las TIC,
no es suficiente con un determinismo tecnológico, ni con uno
pedagógico, posiblemente se necesite uno de carácter sistémico, que asuma la complejidad del
fenómeno educativo, y la diversidad de variables que deben ser contempladas en
dicho proceso. Lo que transforma la educación no es la incorporación
de las TIC en los procesos de la enseñanza, sino los usos que específicamente se hacen de ella por parte
del profesor, y ello repercute para
que la incorporación de estos recursos sea una acción compleja.
Aunque las variables
personales de los docentes
se muestran un poco contradictorias para explicar la formación del profesorado
en TIC (Almerich, Suarez, et al.,), algunas pueden
tener cierta influencia; así el género,
se presenta en algunas
investigaciones como determinante
del uso de las TIC por parte de estos, encontrando
que los profesores se hallan más capacitados y propensos a utilizar
las TIC que las profesoras (Papanastasiou y Angeli,
2008; Rangel y Peñalosa, 2013; Suárez, Almerich, et al.,
2013.).
Lo
mismo
ocurre
con
la edad,
donde se encuentra
que los profesores de más edad se consideran menos
formado que los más jóvenes (Hsu, 2010; Fernández, 2012; Suárez-Rodríguez, Almerich, Díaz-García y Fernández-Piqueras, 2012; Gutierrez, 2014; Vera, Torres y Martínez, 2014);
aunque también hay investigaciones que apuntan la no existencia de diferencias
(Suárez, Almerich et al., 2013).
A priori, y como desde otros ámbitos de la didáctica se ha puesto de manifiesto,
las creencias que los profesores tienen
sobre la enseñanza deberían repercutir en las formas en las cuales adoptan y
aplican las tecnologías; dicho en otros términos, un profesor con una visión constructivista debería incorporarlas desde esta óptica.
Por el contra-
rio,
los estudios han aportado resultados distintos (Tubin, 2006)
encontraron que profesores con una visión constructivistas aplicaban las TIC desde una perspectiva tradicional.
Recientemente Bustos (2012), ha estudiado la relación
entre cinco tipos de creencias docentes (constructivismo, creencias
en la efectividad
de la tecnologías en educación, autoeficacia
docente, autoeficacia computacional y autoeficacia de enseñanza con computadores), así como la frecuencia y tipos de uso de computadores en
profesores chilenos; encontrando que la autoeficacia
computacional, la autoeficacia de enseñanza
con computadores y las creencias en la efectividad de la tecnología, presentan mayor efecto en el uso de computadores que la autoeficacia docente y el constructivismo.
Como señala Bustos
(2012), sus resultados indican que un uso efectivo de la tecnología por parte de los docentes,
depende de la confianza, tanto en
el uso de los computadores como en su aplicación para la enseñanza. Datos que nos llevan a señalar la necesidad de que se encuentre capacitado, no exclusivamente en una dimensión
tecnológica, sino metodológica.
Por último señalar,
que tanto la disponibilidad de las TIC
en los centros educativos como la posibilidad de poder acceder a ellas en
otros escenarios fueras del escolar,
es una variable significativa para su
utilización por parte
del profesorado (Almerich,
Suarez, et al., 2011; Fernández, 2012; Suárez-Rodríguez, Almerich
et al., 2012; Badía, Meneses y Segalés,
2013). Al mismo tiempo, la no existencia de un plan articulado en el centro para la incorporación
de las TIC, también se presenta
como una variable de índole negativa (Briceño,
Quintero y Rodríguez, 2013).
Realizados estos comentarios sobre el estado de
la formación del profesorado en TIC, a continuación se analiza la problemática
de cómo debemos abordarla, y bajo qué perspectivas y presupuestos conceptuales.
3Cómo abordar la formación del profesorado en TIC
A la hora de abordar la problemática del profesorado en las TIC, nos encontramos inicialmente con el problema de que no existe un acuerdo respecto
a las competencias en las cuales debe estar formado (Almerich,
Suarez, et al., 2011; Prendes y Gutiérrez, 2013). Si bien desde una perspectiva
general, pude asumirse la propuesta que realiza Gairín (2011),
cuando nos indica que todo profesor debe tener cuatro grandes tipos de
competencias: técnicas (saberes relacionados con el quehacer pedagógico),
metodológicas (vinculación del saber
con la realidad del alumno), sociales (disposición para comprender y trabajar junto a otros) y personales (ética de la profesión
docente).
Pero antes de abordarla nos gustaría señalar que
muchas de las actividades y planes de formación del profesorado realizados en
TIC, han sido criticados en diferentes aspectos: por su fuerte orientación instrumental obviando el
componente tecnológico, por su concepción como acciones cerradas olvidando el seguimiento que en el aula el profesor
efectuaba de los conocimientos adquiridos, por ser
concebidos desde las necesidades de los técnicos y no desde los problemas con los
cuales los profesores se enfrentaban en el aula, o por no contemplar que se
deben establecer diferentes niveles de formación y capacitación (Cabero, 2008; Goktas, Yildrim y Yildrim, 2008; Almerich, Suarez,
et al.,
2011).
Al abordar el tema de las competencias que los
profesores deben tener para la incorporación de las TIC, uno de los primeros puntos de
referencias que encontramos son las diferentes políticas que se han formulado respecto con los
estándares de formación, que los profesores deben poseer. Y en este
sentido, diferentes han sido las propuestas realizadas por distintas instituciones,
así encontramos la realizada por el National Council for Acreditation (1997), Teacher Training
Agency (2001),
International Society for Technology in Education (2008),
Ministerio de Educación de Chile (2008), o el proyecto de la Unesco (2008)
relacionado con los E tándares de
Competencias en TIC para docentes.
Propuestas que
han sido analizadas en diferentes trabajos específicos
(Bullón, Cabero, et al., 2009; Fernández, 2012; Prendes y Gutiérrez, 2013), de los cuales remitimos al lector, pues aquí por motivos de espacio dificulta el analizarlas, aunque es importante señalar dos aspectos
a contemplar en el
momento de establecer políticas para la formación del profesorado en el uso de las TIC, se mencionan:
a)
asumir diferentes niveles
de capacitación de los
docentes en TIC.
Segura, Candioti y Medina (2007),
por ejemplo, nos indican tres niveles
de competencias que deben desarrollar todos los
profesores. Básicas: se incluyen en ellas las que
ameritan poseer para desempeñar su tarea profesional. Avanzadas: son las
necesarias para desempeñar sus tareas de una manera más autónoma y más creativa.
Específicas:
son las inherentes al desempeño de determinados puestos
docentes que exigen del
conocimiento y dominio de utilidades y aplicaciones específicas.
b) percibir diferentes aspectos, en los cuales los profesores deben ser competentes
para la incorporación de las TIC: pedagógicos, sociales-éticoslegales, técnicos
y escolares, de gestión escolar
y de desarrollo profesional.
Desde nuestra perspectiva, así como en consideración de los aspectos
señalados y centrándonos en la formación de los
docentes, se coincide con lo estipulado por Cabero
(2004; 2008) cuando plantea
que la formación del profesorado en TIC, debe hacerse contemplando un vasto
abanico de dimensiones que se especifican según se indica:
● instrumental:
tener necesariamente un mínimo de competencia para el manejo instrumental de las
diferentes TIC, sin que ello signifique
querer convertirlo en un técnico
profesional.
● semiológica/estética: dominar
los diferentes lenguajes
que utilizan las TIC para saber codificar y decodificar sus mensajes.
● curricular:
hacer hincapié en que los medios, cualquier tipo de medio, son exclusivamente
materiales curriculares que deberán ser movilizados cuando el alcance de los objetivos lo justifique, y
exista un problema de
comunicación a resolver.
● pragmática:
adquisición de pautas de acción adaptadas a cada medios, no debe significar el caer en un recetario de propuestas de acción, pero si
en hacerles ver al docente, por una parte que propuestas de acción
diferenciadas, repercutirán en productos cognitivos y actitudinales diferenciados.
● psicológica: para percibir
que las TIC son medios que no sólo trasmiten información
y hacen de mediadores entre la realidad y los sujetos, sino que al mismo tiempo por sus sistemas simbólicos desarrollan habilidades cognitivas específicas.
● productora/diseñadora: facilitar que el
profesor deje de ser un mero consumidor de TIC y alcance niveles para la
producción, tan necesarios en un mundo marcado por la Web 2.0.
● selección/evaluación: el profesorado debe
también de poseer las destrezas
suficientes no solo para
la utilización y diseño de las TIC, sino también
para su selección y evaluación. Como se señala últimamente uno de los
roles que deberá desempeñar el profesor del futuro es el de curador de
contenidos.
● crítica: que
llegue a comprenderlas desde una perspectiva que podríamos denominar
como realística, es decir desde una perspectiva que relativice el poder que se
le han asignado desde ciertos sectores. Y supere esas visiones
que Eco (1968) nos hablaba de
apocalípticos e integrados.
● oganizativa:
cada vez más se deja de manifiesto que el componente organizativo es determinante
de los resultados que se obtengan
con las TIC, por tanto el profesor debe tener conocimientos para
establecer diferentes estructuras organizativas con ellos.
● actitudinal:
se requiere potenciarla con respecto a las TIC, es decir actitudes
ni de absoluto rechazo, ni de absoluta sumisión,
sino por el contrario
la de conceder a los medios su verdadero sentido y
significado, el de instrumentos curriculares, que en la interacción con otros componentes fortalecen el desarrollo y el perfeccionamiento de habilidades en los estudiantes,
y la
creación de escenarios formativos específicos.
● investigadora:
potenciarles la idea de que no son meramente consumidores de resultados de
investigaciones realizadas por otras personas, sino que también deben
desempeñar esta actividad profesional.
● comunicativa:
que sea capaz de establecer diferentes modelos de comunicación sincrónica y asincrónica con las
TIC, y crear diversos escenarios de comunicación con ellas.
Recientemente se ha formulado una de las propuestas más interesantes para la formación
de los
docentes en los
últimos tiempos, realizada por Mishra
y Koehler (2006) y
Koehler y Mishra (2008),
que es denominada como modelo TPCK ("Technological Pedagogical Content
Knowledge”).
El modelo parte de asumir
que todo profesor necesita la formación en tres grandes
componentes a la hora de incorporar las TIC en los procesos
de
enseñanza-aprendizaje: disciplinar, pedagógico y
tecnológico. En consecuencia, se asume que tales componentes deben verse en interacción,
por lo cual llama la atención las
siguientes propuestas:
• CC: conocimiento sobre el contenido de la materia.
Claramente los profesores deben
conocer los contenidos que deben
enseñar, los hechos,
los conceptos, sus teorías,
• CP: debe conocer los procesos y prácticas del
método de enseñanza y cómo se relacionan con el pensamiento y los propósitos
educativos.
• CCP: conocimiento pedagógico
del contenido, los profesores
deben saber cómo enseñar sus materias. Conocimiento pedagógico aplicado a una
asignatura.
• CT: conocimiento de las TIC, estándar
que se uti-
lizan en la
enseñanza.
• CPT: conocimiento de la utilización de las TIC
en los procesos de enseñanza. Cómo la enseñanza, por ejemplo puede cambiar
utilizando las tecnologías y utilizándolas de una forma específica.
• CTPC: conocimiento tecnológico, pedagógico y de contenido. La enseñanza requiere la
comprensión de la representación de conceptos usando la tecnología, técnicas
que usan la tecnología desde una perspectiva constructivista para enseñanza el
contenido y los conceptos.
Conclusión
A nuestro juicio, los aspectos más interesantes de
esta propuesta son: a) se indica que el profesor debe tener conocimientos en
diferentes dimensiones que superan la mera tendencia a centrarse en el componente instrumental, b) la significación
que se le da a la disciplina impartida por el docente, que determinará
notablemente el uso concreto que podamos hacer de la TIC y la posibilidad de
adecuación de sus sistemas simbólicos a las características de la
disciplina; y c) la perspectiva interaccionista que nos ofrece, que nos
permitirá ampliar el número inicial
de dimensiones del modelo y las perspectivas desde las que se requiere abordar la formación del
profesorado.
Al mismo tiempo, señalar que se realizan
investigaciones que están contrastando su eficacia
(Schmidt, Baran, Thompson,
Mishra, Koehler y Shin,
2009; Gutiérrez, 2014).
Ahora bien, tan importante resultan
las dimensiones que respaldan el proceso de formación, como las características que
este ha de poseer, y al respecto
creemos que una serie de puntos debe dirigirla: que no sea una actividad puntual y ocasional; que capacite no solo técnicamente al profesor, sino también conceptualmente, que se establezcan diferentes niveles de formación; que no adquiera solo el manejo
y la comprensión de las TIC, sino que comprenda que las TIC, van a permitir desarrollar y ejecutar acciones
diferentes,.
En consecuencia, asumir que no es solo
cuestión de cambiar de tecnología, sino de cambiar las formas y métodos de lo
que hacemos, es decir lograr emprenderlas
desde enfoques diferentes, y de crear entornos
diversos, interactivos y multimedias; concebir su diseño no como producto acabado
en la acción formativa, sino que permita conocer cómo el profesor los aplica en
sus contextos de clase; contemplar problemas reales para los profesores no para
los formadores y técnicos; y asumir como principio director el valor de la
práctica y la reflexión sobre ella.
Nos gustaría finalizar
con unas palabras de Prensky (2011: 14), que aporta una reflexión interesante respecto a cómo se requiere afrontar la formación
del profesorado en TIC, señalando que “… para tener más éxito en el uso de
tecnologías en sus aulas los profesores no necesitan aprender
a usarlas ellos mismos (aunque si quieren pueden
hacerlo).
Lo que los profesores sí necesitan saber, es
cómo la tecnología puede y debe ser usada por los estudiantes para mejorar su
propio aprendizaje”. Y ello conlleva a la necesidad de un profesor, no tan
formado para el manejo instrumental de las tecnologías, sino más bien para la posible
explotación educativa que los alumnos pueden
hacer de las estas para reflexionar, construir, evaluar y reinventar
para conseguir nuevos productos.
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