y/o razón virtual, promueven la puesta en práctica de otros códigos de significación que restituyan
la reflexión y la acción, con propósitos de la humanización de espacios de realización educativa y
se restablezca lo cultural valorativo de la educación como constructo social, como otro modo de
concebir al ser humano y las relaciones de la sociedad y de la educación (Habermas, 2023a).
En ese contexto, el currículum educativo representa un elemento legitimador del discurso y
de la política educativa, por cuanto implica, en definitiva, la existencia de una cultura y práctica
educativa y social, cuyo núcleo central epistemológico, no es tocado y permanece intacto a la hora
de las reformas planteadas Es por ello, que éstas reformas siempre giran en torno a un mismo eje
controlador.
Al interpretar a Torres (2018), comprendemos como la política curricular universitaria tiene
efectos sobre la praxis educativa y social, por cuanto desplaza ciertos saberes, procedimientos y
conceptos epistemológicos que involucran la concepción del ser de la educación, obvian el por qué
y el cómo de la educación; impone códigos disciplinares; define de los roles de profesores y
estudiantes, así como sus relaciones, y, determina qué es lo que se admite como saber válido.
De allí, que el currículum educativo ocupe una posición estratégica en las reformas o
transformaciones educativas, precisamente, porque constituye el espacio donde se concentran y
desdoblan las preocupaciones en torno a los diferentes significados sobre lo social y lo político,
donde ellos, expresan la visión del mundo, su proyecto social y su verdad. Por tanto, la necesidad
de analizar y recrear el proyecto futuro de la educación universitaria, para ir al encuentro de una
concepción y teorización educacional que transforme la cultura, la reflexión y la práctica curricular
establecida. Visto de esta manera, cuando las formas tradicionales de concebir el conocimiento y
la cultura entran en crisis y son radicalmente cuestionadas, no puede dejarse incólume el
currículum educativo (Da Silva, 2020).
La situación planteada se comprende con mayor rigor al introducir el tema de la
transversalidad, vista, en sentido amplio, como parte fundamental de un proceso innovador y
dinamizante del espíritu curricular, hacia una cultura emancipadora y civilista. “La transversalidad,
desde esta nueva perspectiva teórica y epistemológica, se concibe como la guía orientadora de una
educación para la vida, al contribuir a reivindicar el protagonismo y compromiso histórico,
cultural, social del ser de la educación universitaria” (Lugo & Yurén, 2019, p. 22).
Por lo que se requiere con urgencia, volver la mirada al interior de las universidades, a su
compromiso trascendental, a la misión y visión que definen los proyectos educativos, a la práctica
curricular y, en especial, la a la realización de la praxis educativa. Por cuanto, las universidades
están llamadas a cumplir un papel trascendental en la sociedad contemporánea, a partir del
reconocimiento y revitalización del compromiso ineludible de develar las contradicciones sociales,
generar los cambios y orientar la construcción de la humanidad futura a partir de la educación.
Los paradigmas emergentes en las ciencias humanas y sociales, desde diferentes
perspectivas, ofrecen nuevas claves para comprender esta problemática y señalan la posibilidad de
su superación, teniendo como premisa básica el retorno del sujeto y la reivindicación de la
formación universitaria como praxis significante y espacio para la construcción y recreación de la
vida humana en lo histórico - cultural - social.
Un desafío que la universidad contemporánea no puede contrarrestar sí permanece anclada
en la posición tradicional: dogmática, inmovilista y rígida, el desafío, por tanto, para la universidad
está en abrirse e incorporar en sus proyectos la concepción de la identidad terrenal como extensión
de una gran conciencia antropológica, ecológica, cívica y espiritual, enseñar a las nuevas
generaciones a defender su condición humana y su identidad planetaria, ante inmensas
incertidumbres sobre la validez del conocimiento (Morin, 2021b).
Por estas razones, surge la necesidad urgente de recreación de lo epistemológico y teórico de
la doctrina y espíritu universitario hacia una praxis educativa humanista en la universidad, en razón