Universidad del Zulia - Facultad de Humanidades y Educación
Encuentro Educacional
e-ISSN 2731-2429 ~ Depósito legal ZU2021000152
Vol. 30 (1) enero - junio 2023: 288-299
Función y ejercicio del liderazgo del tutor de tesis de grado.
Una experiencia personal
Nubia García Yamín
Universidad Privada Nororiental Gran Mariscal de Ayacucho.
Núcleo Cumaná. Cumaná-Venezuela.
nubiaanizza@gmail.com; nubiaanizza@hotmail.com.
https://orcid.org/0009-0001-8431-6226
Resumen
El presente escrito tuvo como propósito hacer una reflexión de la experiencia profesional
acumulada como tutor de tesis de grado por más de treinta años y el tipo liderazgo adoptado, para
describir cuales son las funciones más relevantes a cumplir. Según mi experiencia profesional, el
tipo de liderazgo que más se adapta a las funciones a ejercer el tutor como director de tesis se centra
en el liderazgo situacional, creado por Paul Hersey y Kent Blanchard en 1969, puesto que los
tesistas presentan comportamientos diferentes, y éste debe adaptarse, ejerciendo un liderazgo que
dependerá de esa conducta. Para ejercer su función con garantía de éxito, debe poseer experiencia,
ejercer dirección, supervisión, proporcionar orientación y establecer una relación de empatía con
el tesista. Desde el punto de vista metodológico, esta investigación es cualitativa, en una
perspectiva narrativa y auto biográfica de sí, que vincula educación y narración a través de la
reconstrucción de relatos de experiencia para comprender los modos de decir y hacer los procesos
así como las estrategias seleccionadas en la tutoría de tesis a lo largo de más de treinta años de
ejercicio profesional en esa función, evolucionando en la práctica pedagógica y la teoría que la
sustenta desde una óptica personal, en la que se encontró alternativas tanto para resolver las propias
dificultades pedagógicas, como para ayudar a otros docentes que están ejerciendo actualmente esa
función.
Palabras clave: Tutor; tesista; liderazgo situacional; funciones.
Function and exercise of the leadership of the degree thesis tutor.
A personal experience
Abstract
The purpose of this writing was to reflect on the professional experience accumulated as a degree
thesis tutor for more than thirty years, the type of leadership that I had to adopt with my thesis
students, and on that basis, describe what they are, in my opinion, the most relevant functions that
must be fulfilled. According to my professional experience, the type of leadership that best suits
the functions that the tutor must perform as director of the degree thesis focuses on situational
leadership, created by Paul Hersey and Kent Blanchard in 1969, since thesis students present
different behaviors, and it must adapt, exercising a leadership that will depend on that behavior. In
order to carry out his function with a guarantee of success, he must have experience, exercise
direction, supervision, provide guidance and establish a relationship of empathy with the thesis
student. From the methodological point of view, this research is qualitative, in a narrative and
autobiographical perspective of - yes, which links education and narration through the
reconstruction of reports of experience to understand the ways of saying and doing the processes
and strategies. selected in the thesis supervision throughout more than thirty years of professional
practice in this function, evolving in the pedagogical practice and the theory that supports it from
a personal perspective, in which alternatives were found both to solve their own pedagogical
difficulties, as well as to help other teachers who are currently exercising that function.
Keywords: Tutor; thesis student; situational leadership; functions.
Introducción
A algunos docentes no les gusta la idea de plasmar en un artículo elaborado para una revista
científica, narraciones de experiencias profesionales de carácter biográficas o autobiográficas y las
califican como anecdóticas, sin sustento científico; pero, creo que atreverse a narrar la experiencia
profesional es un asunto fascinante a acometer, puesto que de esas experiencias pueden surgir
elementos teóricos que puedan dar lugar a investigaciones científicas en educación. Este argumento
se sostiene en las ideas que tiene uno de los filósofos modernos de más grande trayectoria,
Immanuel Kant. Según Chiriboga (2015:1), Kant (1961) expresó: La experiencia sin teoría es
ciega, pero la teoría sin experiencia es simple juego intelectual”, ambas están conectadas, tanto a
la intuición como a la percepción.
De acuerdo a Passeggi (2020: 97), Bruner, expuso:
…la producción de conocimiento proviene de dos modos de pensamiento:
paradigmático (lógico-científico) y narrativo (subjetivo). El primero aspira lograr el
ideal de un sistema formal de descripción y explicación. El segundo trata de situar las
experiencias narrativamente, desde un paisaje externo, que es el de la acción, y el de
un paisaje interno, el de la conciencia, de la intencionalidad, de la memoria.
Siguiendo esta idea, se puede decir que, en la práctica educativa se confirma la teoría, pero a su
vez, la teoría se concibe a través de la percepción de la realidad que ocurre ante los ojos de quien
observa. En este sentido, la teoría - praxis educativa en el presente caso, estaría referida a los sujetos
y al objeto en una íntima relación dialógica, cuya realidad social a observar serían las tutorías del
trabajo final de grado, realizadas por el docente a sus tesistas, quienes son estudiantes próximos a
graduarse.
Esta larga experiencia deseo compartirla con mis colegas que ejercen el papel de tutor en las
universidades venezolanas, y si esto puede ser un aporte a su ejercicio profesional, por pequeño
que sea, me sentiré satisfecha.
Desarrollo
Un poco de historia. Inicios
Observaciones informales realizadas en este campo a lo largo de mi experiencia docente
universitaria, me permite afirmar que quien funge como tutor se inicia, generalmente, en su época
de estudiante de posgrado, por ser uno de los destacados de su clase; los compañeros piden ayuda
para la elaboración de sus tesis o proyectos de grado; en el caso mío ocurrió de esta manera.
Ya finalizada la especialización en Gerencia Educativa en 1992, fui requerida para impartir
cursos de posgrado en ese nivel en filosofía de la educación, área de la cual soy egresada del
Instituto Pedagógico de Caracas (IPC) en 1971. En esos cursos, era necesario presentar trabajos
muy similares a una tesis de grado, siguiendo un método ya preestablecido con sus aspectos
formales muy requeridos por la institución donde laboraba.
Cuando nos iniciamos en una actividad pedagógica tendemos a seguir a rajatabla los aspectos
formales aprendidos en los libros de texto y de las explicaciones de nuestros profesores, y yo no
fui la excepción. Atendía con mucha rigurosidad a los aspectos formales que debía contener el
trabajo presentado por el estudiante y el contenido presentado por ellos. Mi labor se reducía a esto,
y pensaba que estaba cumpliendo muy bien mi rol como docente tutor.
Otra de las formas de acceder a ser tutor, es el de poseer la titulación de posgrado, y a la vez,
facilitar asignaturas relacionadas con el área de investigación. Observé que en el pregrado donde
laboré, en sus inicios, no se requería por parte de la Gerencia la realización de cursos de formación
en esa área, quizás porque no existían en el ámbito laboral donde se desempeñaban, ni siquiera
haber tutorado a varios alumnos en la elaboración de su tesis de grado, simplemente, los
coordinadores ofrecían el curso o lo asignaban a dedo, y el profesor lo tomaba o no. El primer
contacto que tuve con la investigación en las ciencias sociales fue en una especialización que hice
en Gerencia de la Educación, en el año 1990. En el IPC, no recibí formación de este tipo, apenas
tuve un curso de cnicas de investigación, en el que se nos enseñaba a fichar, hacer resúmenes,
entre otros aspectos.
Como profesora del Instituto de Mejoramiento Profesional de Magisterio, en 1993 me vi
involucrada en el área de investigación en el nivel de posgrado, porque ya había alcanzado el grado
de Magister en Gerencia Educativa, y allí fue donde comencé a tutorar trabajos de grado; así mi
experiencia en esta actividad fue ensanchándose a lo largo del ejercicio profesional, aunado a la
formación a través de talleres o cursos de posgrado, como el de Metodología de la investigación
para mejorar y fortalecer los conocimientos en esa área. Me tocó en 2008 desempeñar el cargo de
Coordinador de Posgrado en la Universidad Privada Gran Mariscal de Ayacucho, debido a que
tenía dos de las profesiones y el respectivo posgrado: Docencia y Derecho, que allí se impartían.
Entre mis funciones, estaba la de revisar todos los proyectos de tesis concernientes a estas dos áreas;
conformé un equipo de tres docentes en el área de Docencia, para dar las orientaciones en las
correcciones de trabajo, evaluarlos para detectar si reunía las condiciones para pasar el otro tramo
que debía recorrer el tesista: la tesis o trabajo final de grado. Años más tarde, dejé la coordinación,
pero seguí laborando como docente y tutorando en los posgrados de Educación y Derecho hasta mi
salida del país en 2018.
Mis inicios como tutor bajo el enfoque situacional
En la literatura pedagógica se observa una variada caracterización respecto al rol a jugar por el
docente tutor de tesis de grado. Voy a detenerme en el análisis de aquellos que considero relevantes,
de acuerdo a mis vivencias pedagógicas.
En mis inicios como tutor sólo me centraba en las orientaciones que proporcionaba a mis tesistas,
en la corrección del `producto presentado en sus aspectos formales y esenciales. De esa experiencia
fui aprendiendo que, pese a que brindaba la misma información y hacía las mismas exigencias, me
costaba más con algunos estudiantes, empleaba más tiempo con unos que con otros, y esto, me
llevó a formularme el porqué estaba sucediendo esto. Fue allí, que comencé a darle más atención
al proceso de las tutorías que al producto de las mismas. El liderazgo que estaba ejerciendo como
tutor no me resultaba satisfactorio, y me centré en mejorar esto.
Ya conocía los diferentes enfoques sobre el liderazgo, puesto que había estudiado Gerencia
Educativa y había facilitado cursos de posgrado sobre la Teoría de las Organizaciones, y fue allí
donde caí en cuenta, que debía darle un enfoque más humano a mi labor como tutor, y comencé a
aplicar uno de ellos: el enfoque situacional.
Y es así como comienzo a percibir que la relación entre tutor y tesista; tiene un contenido muy
humano y personal, aunque solo sea vista por algunos tutores como de contenido puramente
profesional. Son dos seres, cada uno con sus características, viviendo diferentes situaciones, pero
concentrados en un objetivo común: la elaboración del trabajo final de grado o tesis.
El tutor, como director del proceso, debe realizar su trabajo, como un ser en situación, y esto lo
afirmo porque el material humano con el que me ha tocado trabajar tiene características muy
diferentes; así, me he encontrado con estudiantes (muy pocos, por cierto), que sólo requieren
orientaciones de mi parte, sugerencias de ciertos libros, de los aspectos que se pueden desarrollar
en los capítulos, en los que mi papel se limita al de orientador y corrector. Estos estudiantes no
necesitan de un proceso muy fuerte de dirección y control, porque tienen muy buena redacción al
expresar sus ideas o manejan la Metodología de la Investigación en forma satisfactoria.
Otros, por el contrario, han sido estudiantes que necesitaron una frecuente interacción y
requerían mucha dirección y control de mi parte. Son esos estudiantes inseguros que necesitan del
refuerzo del profesor para avanzar en su tesis. Esta inseguridad se refleja en el contenido de sus
escritos: divagan o se extienden en largas explicaciones confusas, o muy escasas, donde no se
observa la capacidad de argumentación, dando muchos rodeos a la idea, saliéndose del tema o
repitiendo la misma varias veces. Con estos tesistas, mi esfuerzo fue mayor, puesto que presentaban
problemas para expresar su pensamiento con coherencia y concordancia con el objeto de estudio.
Con algunos de ellos, al principio, fue muy dura la tarea, pero luego de un tiempo maduraron
en el rol que desempeñaban y en los últimos tramos de la tesis, mi trabajo se facilitaba, pues se
habían centrado en su desarrollo. Pero, lamentablemente me tocó trabajar dirigiendo, corrigiendo
y controlando todo de principio a fin con algunos de mis estudiantes, al punto que, para poder
avanzar, como coautor de la misma, hasta tuve que ayudarles a redactar algunos textos o hacer la
presentación de las diapositivas para exponer su trabajo. O como me ocurrió con una estudiante,
quien al exponer su trabajo se bloqueó, y tuve que pedir unos minutos al jurado para calmar sus
nervios e infundirle valor y seguridad. Afortunadamente. salió bien del trance.
Por eso, parto de la idea que en esta relación tutor-tesista, el primero de ellos, es el líder, quien
dirige el proceso, debe adoptar un comportamiento adecuado a la situación, porque no todos los
tutorados reaccionan de la misma manera ante su trabajo de tesis de grado, ya que hay una serie de
factores internos y externos incidentes en el éxito o no en la culminación de éste.
Me tocó poner en práctica algunos aspectos de la teoría situacional creada por Paul Hersey y
Ken Blanchard, referido por CEOLEVEL (2014), orientando el foco, en este caso, de la gestión de
la tesis, en las características de los tesistas, pues éstas determinarían, mi comportamiento como
líder-tutor.
Así, me dispuse a atender algunos con poca disposición de realizar las tareas (sea por
incapacidad, poca experiencia, habilidades, inseguridad, etc.), como un der más directivo, distinto
a aquellos tesistas donde mi comportamiento fue más de apoyo, puesto que tenían mucha
disposición, buena capacidad, habilidades, confianza y disciplina para hacer su trabajo.
En el primer caso, se necesita un líder directivo centrado en la tarea, y en el segundo caso, el
tutor delega en su tesista, quien ha demostrado confianza, experiencia y capacidad de autogestión,
como para tomar decisiones metodológicas con responsabilidad, e incluso de ejecutarlas, haciendo
el tutor sólo un papel de asesor en las decisiones.
Entre esos dos puntos extremos está el liderazgo persuasivo y el liderazgo participativo,
consistente en que el tutor hace sugerencias a su tesista, y si éste demuestra que sabe seguir las
orientaciones dadas por el tutor, este puede hacerle cada vez más partícipe en la toma de decisiones
más complejas a medida que se avanza en la tesis.
Conforme van adquiriendo confianza, experiencia y auto gestión, el líder - tutor busca disminuir
la cantidad de apoyo a las mismas decisiones. En este estilo, los tesistas no requerirán (ni esperarán)
una dirección o administración de su trabajo, siendo cada vez más autónomos. Sería interesante
investigar con datos y resultados comprobables si la teoría situacional aplicada a la relación tutor-
tesista es una buena vía para lograr una mayor productividad en la publicación de tesis de grado.
El otro aspecto al que voy a referirme en este escrito tiene que ver con las funciones que, a mi
juicio, debe cumplir el tutor, pero basada siempre en las condiciones o capacidades de mis tesistas,
quienes necesitarán más o menos de cada una de ellas, dependiendo de su comportamiento ante la
gestión de la tesis de grado.
El docente tutor debe ser un especialista conocedor de la materia, del área u objeto de estudio
en la cual atiende al estudiante de posgrado, lo cual a mi entender es relevante, por cuanto éste debe
poseer el conocimiento necesario sobre el objeto de estudio seleccionado como temática de tesis,
para orientarlo eficazmente en el uso y manejo de la bibliografía de los diversos autores que tratan
el tema, recomendarle su lectura y el procesamiento de la información como aporte a su trabajo.
Para Rosas, Flores y Valarino (2006:1), se requiere de una gran preparación tanto en el ámbito
académico como personal para tratar de disminuir algunas de las dificultades que podrían
presentarse en el desarrollo de la investigación. Cuando estas dificultades no son atendidas surgen
los tutores problema”, que pueden conducir al estudiante a abandonar la tesis de grado.
También, el docente debe saber que la Metodología de la Investigación es un vastísimo campo,
con una multiplicidad de paradigmas, enfoques, diseños, y en ese sentido, considero que debe
asesorar sólo en lo que sabe, en lo que tiene dominio, para no confundir al estudiante dándole un
deficiente asesoramiento en este campo.
Orientar en la lectura análisis y procesamiento de la información, contenida en libros y en el
señalamiento de los autores necesarios para fundamentar el objeto de estudio, es una actividad del
tutor como experto que es en la temática escogida por el estudiante. Asimismo, en la señalización
de los aspectos formales de la escritura de los textos, así como también de la estructura de su trabajo
de final de grado; es decir, el docente tutor no es solamente un corrector de tesis; debe acompañar
al estudiante, servir de guía durante todo el iter pedagógico; esto es, el inicio, desarrollo y
culminación de la tesis de grado.
Mis estrategias
El trayecto de la tesis se inicia con el primer encuentro cara a cara que, en mi caso, generalmente
ocurre en mi hogar, porque lo considero un ambiente libre de tensiones; quiero hacerle sentir como
en casa (sé que a algunos esto le parecerá contraproducente, pero mi experiencia personal, me dice
que no lo es. Al percibir la dinámica hogareña, el estudiante se relaja y entra rápidamente en
confianza).
En mi caso, comienzo con una conversación aparentemente intrascendente, preguntando sobre
su trabajo, nivel educativo en el que se desempeña, experiencia docente, asignaturas que más le
gustan o gustaron del posgrado, para aterrizar en el tema, que va a ser objeto de estudio.
De mis vivencias, puedo decir que son muy raros los casos de estudiantes que llegaron a decirme
que no sabían en qué trabajar; la mayoría tenía una idea sobre el objeto de estudio, pero la dificultad
estaba en redactar el título. Aquí, yo hacía preguntas aplicando la mayéutica, estableciendo un
diálogo donde estaban presentes la pregunta, la respuesta, el debate y la conclusión como elementos
esenciales para clarificar y delimitar el objeto de estudio.
Me pasó más de una vez que el estudiante tenía una idea inicial, sin dominio cierto, con poca
claridad, y así de a poco, entre preguntas y respuestas lográbamos construirlo, algunas veces, uno
o más de un objeto de estudio. Le pedía al estudiante que en su casa lo leyera con sumo cuidado, y
si quería corregir algo que lo escribiera y me lo enviara o seleccionara el que más le gustaba. Nunca
le impuse a mis estudiantes la temática que debían abordar.
Al respecto, me tocó observar una práctica en mi época de estudiante de posgrado en la
especialización, la maestría y el doctorado, consistente en que los profesores facilitadores
asignaban investigaciones que tenían que ver con el objeto de estudio de los trabajos de grado que
ellos estaban realizando en cursos superiores al nuestro. Para mí, esto es una falta a la ética
investigativa, para otros, puede obedecer a un cierto pragmatismo, que le permite usar lo aportado
por sus estudiantes.
Aparte de construir el título, uno de los aspectos donde mayormente se me dificultaba la tutoría
de tesis, es el relativo a la problematización de su objeto de estudio. Algunos de ellos, presentan
limitaciones porque no saben o les cuesta problematizar y me ocurrió más de una vez, revisar un
planteamiento del problema que sólo contenía deber ser.
Con el tiempo, encontré una solución que ayudó mucho a mis estudiantes. Cuando les facilitaba
la asignatura Metodología de la Investigación en el posgrado, o como tutor particular, seleccionaba
uno o varios artículos de una revista, para que ellos resaltaran en el texto aquellos párrafos que
consideraban eran problematizadores, entendiendo que todo problema implica una carencia, una
necesidad, una limitación, el incumplimiento de funciones, de una normativa o de elementos
teóricos, entre otros aspectos considerados como necesarios en la realidad social. Y, por otra parte,
que subrayaran en otro color aquellos donde se planteaban la teoría o un deber ser. Esto me dio
excelentes resultados en clase y en las tutorías; les permitía procesar la información adecuadamente,
a la vez que les proveía del sustento de autores para hacer citas, puesto que me ocurrió también que
después de redactar un párrafo problematizador, la cita en que lo fundamentaban, planteaban un
deber ser, que así redactado no era concordante con la idea expresada.
Cuando les preguntaba el porqué de la escogencia de su tema, encontraba que, un buen
porcentaje de mis estudiantes, en ese encuentro inicial expresaban mejor sus ideas en forma verbal,
que, en la escrita, realizada con posterioridad, donde observaba como daban rodeos para expresar
las ideas, divagando o no enfocándose en el objeto de estudio. Me di cuenta de que para corregir
esto, debía sugerirles que primero grabaran las ideas utilizando un reproductor y luego, las
redactasen. Esto ayudó bastante para mejorar sus redacciones, y a parafrasear.
A lo largo de mi desenvolvimiento en este campo, me he encontrado con docentes tutores que
se limitan solo a corregir aquellos aspectos que consideran deficientes en el texto desarrollado por
los estudiantes, marcando una X sin señalar, sin describir cuáles son las fallas que el alumno ha
cometido en esa redacción del texto; esto crea en el estudiante confusión, desánimo e incertidumbre.
En mi experiencia como Coordinadora de Posgrado en la Universidad Gran Mariscal de
Ayacucho en Cumaná, ocurrió que los estudiantes de diversos programas de posgrado manifestaban
su disconformidad con el trabajo realizado por su tutor, por la falta de información al respecto. En
mi caso particular, soy muy descriptiva cuando corrijo estos trabajos.
Aparte de su rol como orientador, el tutor debe ser, además, un supervisor, no dándole largas a
la revisión del trabajo realizado por su tutorado; para ello es recomendable la elaboración de un
cronograma de actividades que sea fielmente cumplido por los dos, y evitar así largas esperas de
parte y parte. Comparto el criterio de Di Fabio (2011) para quien la supervisión, es la variable que
ejerce un mayor impacto en el progreso de la tesis, y sus consecuencias han sido debatidas por
quienes han estudiado este fenómeno; entre ellas, la ocurrencia del famoso síndrome TMT (todo
menos tesis), que los ha llevado a abandonar el trabajo de grado.
La baja productividad en trabajos de grado y tesis doctorales, no sólo en el país sino en
Latinoamérica, pese a ser un problema multifactorial, a juicio de Rondón (2016) la influencia
ejercida por el tutor como supervisor es muy relevante para determinar el éxito en la culminación
del trabajo, aunque además confluyen otros rasgos, no sólo del tutor, sino del entorno que rodea al
tesista, como coadyuvantes en el éxito y culminación del trabajo de grado; factores como lo laboral,
familiar, social, inciden en esta problemática.
El acompañamiento metodológico del tutor en la elaboración del trabajo de grado es
fundamental; se supone que posee los conocimientos suficientes para orientar al tesista en todas las
fases del proceso; para ello, el docente tutor debe reunir unas condiciones mínimas que le permitan
cumplir con esa función: primero debe tener el dominio del conocimiento metodológico suficiente
como para asesorar el estudiante en las distintas etapas del proceso; en segundo lugar, el de la
materia, campo o el tema escogido por el estudiante. Aunque no se exige, según mi experiencia,
sería ideal que el tutor de tesis de grado haya elaborado investigaciones y publicado las mismas en
las distintas revistas existentes en el país, puesto que la investigación es una de las funciones
concomitantes junto con la docencia y la extensión en la educación superior y el docente tutor debe
pasar por esa experiencia para poder tutorar con éxito a sus tesistas.
Además de los elementos expuestos, es necesario que ambos sujetos desarrollen una relación
empática, mediante la cual el tutor entienda las limitaciones que puede tener el estudiante durante
el proceso de la realización de la tesis y que éste último, también comprenda que su tutor es un
profesional generalmente muy ocupado, no siempre disponible para dar la tutoría; es por ello, que
cuando esta se dé, sea un proceso enriquecedor de parte y parte, dándose por satisfechos ambos de
ese tiempo de tutoría.
Al respecto, Paredes (2022:1), expresa que Duque y Álvarez acotan que las tutorías no implican
solo acompañar en la parte cognitiva, sino emocional; porque la redacción de una tesis puede
implicar desgaste e incertidumbre, y los maestrantes y doctorantes necesitan el acompañamiento
de una persona que les entienda y les ayude a crecer.”
Consideraciones finales
Para terminar con este ejercicio reflexivo, si bien es cierto que la tutoría de tesis forma parte del
campo profesional docente, es, además, una relación personal, con un contenido profundamente
humano, y si el tutor se considera como un líder en situación y actúa como tal, puede optimizar su
función, por cuanto partir de la concepción de que la tutoría es sólo un ejercicio profesional, el cual
debe ser uniformemente aplicado a los tesistas, puede provocar un desequilibrio en la misma y
conducir al estudiante al abandono de la tesis. Sería interesante investigar sobre este asunto, que
puede ser incidente en la baja productividad de los posgrados en el país.
Además, no todos los tesistas presentan características similares, por eso, la actuación del tutor
debe ser acorde a su comportamiento y ejercer su liderazgo conforme a las características de éstos:
hay estudiantes que requieren una mayor dirección y control de parte del tutor, trabajando juntos
para que este pueda superar sus limitaciones; en tanto que otros sólo requieren sus orientaciones,
oír sus puntos de vista, para luego tomar las decisiones que crean más convenientes.
Las condiciones más importantes que debe tener el tutor son: ser un especialista, tener el
dominio de conocimiento del área, campo o tema escogido por el estudiante; además de ello, debe
poseer el conocimiento metodológico necesario exigido por la universidad para la presentación y
defensa de su trabajo de grado; la empatía necesaria para una adecuada relación interpersonal, y
entre las funciones están: la de la dirección del proceso ejerciendo un liderazgo en situación, la
supervisión durante todo el iter del desarrollo de la tesis, la orientación, o guía debidas para apoyar
al estudiante a lo largo de todo ese trayecto.
Una frase de Clive Lewis, (s/f:1) viene muy bien a colación de todo lo planteado. Él dijo: La
tarea del educador moderno no es cortar selvas, sino regar desiertos”, porque para regar desiertos,
el tutor debe ponerse en el lugar del tesista, inspirarlo, motivarlo a continuar la tarea, centrarse en
los aspectos mejorables de ese ser humano que tiene delante, para sacarlos a la luz, y tener éxito en
la tarea asumida.
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