Instituto de Estudios Políticos y Derecho Público "Dr. Humberto J. La Roche"
de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad del Zulia
Maracaibo, Venezuela
Esta publicación cientíca en formato digital es continuidad de la revista impresa
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197402ZU34
ppi 201502ZU4645
Vol.40 N° 72
Enero
Junio
2022
ISSN 0798- 1406 ~ De pó si to le gal pp 198502ZU132
Cues tio nes Po lí ti cas
La re vis ta Cues tio nes Po lí ti cas, es una pu bli ca cn aus pi cia da por el Ins ti tu to
de Es tu dios Po lí ti cos y De re cho Pú bli co Dr. Hum ber to J. La Ro che” (IEPDP) de la Fa-
cul tad de Cien cias Ju rí di cas y Po ti cas de la Uni ver si dad del Zu lia.
En tre sus ob je ti vos fi gu ran: con tri buir con el pro gre so cien tí fi co de las Cien cias
Hu ma nas y So cia les, a tra vés de la di vul ga ción de los re sul ta dos lo gra dos por sus in ves-
ti ga do res; es ti mu lar la in ves ti ga ción en es tas áreas del sa ber; y pro pi ciar la pre sen ta-
ción, dis cu sión y con fron ta ción de las ideas y avan ces cien tí fi cos con com pro mi so so cial.
Cues tio nes Po lí ti cas apa re ce dos ve ces al o y pu bli ca tra ba jos ori gi na les con
avan ces o re sul ta dos de in ves ti ga ción en las áreas de Cien cia Po lí ti ca y De re cho Pú bli-
co, los cua les son so me ti dos a la con si de ra ción de ár bi tros ca li fi ca dos.
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Fabiola Tavares Duarte
Ma ría Eu ge nia Soto Hernández
Nila Leal González
Carmen Pérez Baralt
Co mi Ase sor
Pedro Bracho Grand
J. M. Del ga do Ocan do
Jo Ce rra da
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Joan López Urdaneta y Nil da Ma n
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cul tad de Cien cias Ju rí di cas y Po lí ti cas. Ins ti tu to de Es tu dios Po lí ti cos y De re cho Pú bli co
Dr. Hum ber to J. La Ro che. Ma ra cai bo, Ve ne zue la. E- mail: cues tio nes po li ti cas@gmail.
com ~ loi chi ri nos por til lo@gmail.com. Te le fax: 58- 0261- 4127018.
Vol. 40, Nº 72 (2022), 889-911
IEPDP-Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas - LUZ
Recibido el 11/09/2021 Aceptado el 23/12/2021
Venezuela en Oclocracia ¿Un problema
más cultural y educacional que
económico o ideológico?
DOI: https://doi.org/10.46398/cuestpol.4072.54
Juan Carlos Araujo-Cuauro *
Resumen
Polibio sostuvo en su momento que la oclocracia se presenta
como el peor de todos los males de los sistemas político
democrático, el nal del estado y la degeneración del poder. La
oclocracia tiene la apariencia de una democracia, pero no lo es, ya
que esta mutila el poder del pueblo y no es más que una democracia
degenerada, ya que en su decurso pervierte sus instituciones para
halagar el deseo de las masas (poder de la muchedumbre). Bajo
esta perspectiva, este trabajo tuvo por objetivo describir como una
parte de la sociedad venezolana, a lo largo de estas dos últimas
décadas de vida republicana, se ha convertido en una sociedad
oclocrática, es decir, el gobierno de la plebe, la chusma, grosera, ignorante
y cargada de vulgaridad, esto se debe a su baja formación cultural, moral y
educacional. La naturaleza del ensayo es de carácter descriptivo. Se concluye
que el conicto político y social venezolano que degeneró en oclocracia está
más determinado por factores culturales y educacionales que económicos o
ideológicos.
Palabras clave: oclocracia; democracia; degeneración del poder;
cultura; educación.
* Profesor Titular, Escuela de Derecho, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas (FCJP) de la Universidad
del Zulia (LUZ). Doctor en Ciencias Médicas de la Universidad del Zulia (LUZ). Médico Cirujano de la
Universidad del Zulia (LUZ). Abogado mención Summa Cum Laude de la Universidad del Zulia (LUZ).
Candidato a doctor en Ciencia Política por la Universidad del Zulia (LUZ). Trabaja, investiga y publica
sobre temas relacionados con la degeneración del sistema democrático venezolano. ORCID ID: https://
orcid.org/0000-0002-6559-5370
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Juan Carlos Araujo-Cuauro
Venezuela en Oclocracia ¿Un problema más cultural y educacional que económico o ideológico?
Venezuela in Oclocracy: A problem more cultural and
educational than economic or ideological?
Abstract
Polybius argued at the time that ochlocracy is presented as the worst
of all the evils of democratic political systems, the end of the state and the
degeneration of power. The ochlocracy has the appearance of a democracy,
but it is not, since it mutilates the power of the people and is nothing more
than a degenerate democracy, since in its course it perverts its institutions to
atter the desire of the masses (power of the crowd). Under this perspective,
this work aimed to describe how a part of Venezuelan society, throughout
these last two decades of republican life, has become an oclocrocratic
society, that is, the government of the plebs, the rabble, rude, ignorant and
loaded with vulgarity, this is due to its low cultural formation, moral and
educational. The nature of the essay is descriptive. It is concluded that the
Venezuelan political and social conict that degenerated into ochlocracy
is more determined by cultural and educational factors than economic or
ideological ones.
Keyword: ochlocracy; democracy; degeneration of power; culture;
education.
Introducción
Con el pasar de los tiempos y en la historia de la humanidad la política
en las sociedades mundiales ha ocupado grandes espacios y un profundo
protagonismo en el quehacer de las personas. Desde la perspectiva
etimológica, la democracia es el gobierno del pueblo que con la voluntad
general legitima al poder estatal. Fueron los griegos, quienes acuñaron el
término democracia o demokratia, que proviene de las palabras griegas
demos, pueblo y kratos gobierno o poder (Knoll, 2017).
La democracia en su acepción estricta es una forma de gobierno, de
organización del Estado, en la cual las determinaciones o decisiones
colectivas son adoptadas por los ciudadanos mediante mecanismos de
participación directa o indirecta que les coneren un manto de legitimidad
a los representantes. En su acepción más amplia, se trata de una forma de
convivencia social en la que los miembros de la sociedad civil son libres e
iguales y las relaciones sociopolíticas se han constituido en convenios y/o
pactos como una forma de dispositivos contractuales.
La democracia constituye un ideal que procura la libertad y la igualdad
de los individuos de una sociedad. Pero esa percepción conceptual busca
hacerse verdadera, en la práctica, a través de un cúmulo de normativas
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y organizaciones determinadas, facilitando el inicio así a la organización
política democrática. Pero los sistemas democráticos no son muy frágiles
y, por ello, su existencia se halla sometida a riesgos constantes que emanan
tanto del seno de los propios sistemas como de sus enemigos externos
(Gombert, 2010).
Por esto, los sistemas democráticos pueden derivar una serie de
problemas, de aspectos muy relevantes en el campo de la política y el
mundo social, entre estos problemas que puede abordar la democracia
son aquellos que se relacionan con la democracia representativa versus
la democracia participativa, a predominio de los ejecutantes sociales
sobre los ejecutantes políticos, así como los problemas que se suscitan
de la legitimidad democrática, la politización de la identidad educacional
y cultural, el n del comunismo o socialismo, la democracia versus la
Pobrezas y el subdesarrollo, entre otros (Arenas, 2006).
Cuando un sistema democrático en cualquier sociedad se coloca su “mejor
traje” de ilegalidad y de violencia; cuando la corrupción es prácticamente
una forma de vida y no un tipo de delito socialmente repudiado; cuando la
separación de poderes se vuelve difusa o inexistente; cuando los intereses
de la minoría prevalecen sobre el bien común de todos los ciudadanos, con
el pasar del tiempo, la democracia se constituye en oclocracia. Es decir,
esto se maniesta, cuando a pesar de los considerables contratiempos
socioeconómicos se hacen intolerables y las instituciones se enlan en
protección particular de un grupo de la sociedad, la democracia se degenera
y se transforma en una oclocracia (Matheus, 2012).
En la concepción de la denición de Oclocracia, es evidente que fue
el historiador griego Polibio quien gesto este concepto, ya exhibido
particularmente por Platón en su obra La República, seguidamente
Aristóteles con su ordenamiento de la estructuración de los sistemas políticos
en “puros y corruptos”. Pero fue el mismo Polibio quien concibió las teoría
de los sistemas políticos que el denomino: Anaciclosis (ciclos degenerativos
de formas de gobiernos en seis fases), ésta hipótesis especica un ciclo
vicioso-virtuoso, donde los Estados van cambiando para luego sufrir una
regresión en cada uno de los sistemas políticos ya instaurados (Monarquía-
Tiranía-Aristocracia-Oligarquía-Democracia-Oclocracia), en otras palabra
(Gobierno del Rey-Gobierno del tirano abusador y violento-Gobierno de los
mejores-Gobierno de unos pocos-Gobierno de todos-Gobierno demagogo)
(Bueno, 2018; Knoll, 2017).
Hoy en día por ser los sistemas democráticos frágiles su existencia se
halla sometida a riesgos constantes, es por ello que las democracias están
viviendo momentos de crisis, de cambios muy profundos y como sabemos
toda crisis implica un proceso de destrucción y construcción el cual nunca
es coexistente, un proceso en el que, al diagnóstico conocido de los vicios
presentes, a la certeza de las estructuras e instituciones viejas, se opone
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Juan Carlos Araujo-Cuauro
Venezuela en Oclocracia ¿Un problema más cultural y educacional que económico o ideológico?
la incertidumbre de lo desconocido y de las alternativas futuras (Osorio y
Phélan, 2019).
Bajo esta circunstancia, los sistemas políticos democráticos están en
desventajas y se ven forzados, a sostener una intrincada armonía derivada
de las desviadas presiones generadas entre una conguración social y
tecno-económica, burocrática y jerárquica, y un orden político formalmente
asentado en la igualdad y la participación. Como consecuencia de ello,
los sistemas políticos democráticos actuales cada vez se hallan menos
competentes o preparados o aptos para atender de forma verdadera y
efectiva a dos de sus aspectos básicos como son, por una parte, el dominio
de los gobernados sobre los gobernantes y, de la otra, el dominio recíproco
entre los gobernantes (Gurutz-Jáuregui, 1994).
En estos tiempos actuales la democracia como sistema político de
gobierno se encuentra subyugada a un doble desafío; uno de esos desafíos
viene implícito, en que esta tiene que renovarse, reformarse y ahondar en el
contenido de sus nes, ajustándolos a los valores sociales, éticos, culturales
y educacionales vigentes.
El sistema político venezolano después de una guerra civil convertida
en gesta libertadora pasó el resto del siglo XIX siendo testigo de la guerra
entre caudillos, luego llegaría el siglo XX con la unión como nación forzada
por la mano del dictador Juan Vicente Gómez, para luego iniciarse un largo
período que desencadenó un proyecto nacional cuya base fundamental fue
la Democracia representativa (Bolívar, 2013).
Desde 1958 a 1998, Venezuela fue gobernada bajo un sistema que era
un híbrido entre partidocracia y oclocracia, esto por el inmenso poder de
los partidos y la gran inconsciencia de la gente. Con este tipo de sistema
político se alternaron en el poder los partidos políticos Acción Democrática
y el Comité de Organización Política Electoral Independiente COPEI.
Estos partidos se ponían de acuerdo para nombrar los jueces de la extinta
Corte Suprema de Justicia, al scal general, al contralor, para ascender
militares, otorgar contratos o promulgar leyes que los siguiera manteniendo
en el poder, al nal todo esto degeneró en descontento generalizado, en una
inmensa burocracia y una negligencia sin precedentes. Lo que generaría
a su vez luego la gran decepción de las masas con quienes lideraron el
proyecto democrático para terminar regresando a la visión caudillista del
país. La última etapa de esta corta vida republicana ha sido la fractura
social y política (Puente, 2016).
La falta de cohesión social sobre la base de lo cultural y lo educacional,
son quizá uno de los elementos más latentes desde el inicio de la
vida republicana democrática hasta hoy en la sociedad venezolana, la
imposibilidad de la sociedad de articularse en torno a objetivos comunes
y actuar en consecuencia es evidente, salvo algunos momentos muy
especícos en el país reina el canibalismo social o “sálvese quien pueda”.
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Los niveles de escepticismo en las instituciones u organizaciones
políticas venezolanas, es decir, los partidos políticos e incluyendo a las
demás personas de la sociedad, se han elevado exponencialmente, dicha
situación o factores perjudican de forma considerable la posibilidad de
asistencia y cooperación, de hecho, fomentan e impulsan todo lo opuesto.
En esta realidad, la precariedad económica, junto al aspecto cultural y
educacional actúa como combustible acelerante, sirviendo incluso como
argumento para justicar cualquier pérdida de civilidad, es decir, el triunfo
de la barbarie (Martinell, 2010).
Ese fue el combustible para que apareciera después de sus dos intentonas
de golpe de estado (en uno directamente y en otro indirectamente) en 1992,
Hugo Chávez llega al poder, un hombre anti-sistema, y que profesaba
su odio contra los adecos y copeyanos. Chávez convocó a una Asamblea
Constituyente, esta Asamblea le otorgó poderes más allá de su competencia,
redujo el congreso a tres comisiones, empezó a despedir y nombrar jueces,
comenzó a legislar y establecer cuando se realizarían elecciones.
Chávez a través de dicha Asamblea logró ampliar su periodo a seis años
y además estableció la reelección inmediata, se otorgó la prerrogativa de los
ascensos militares y estableció nuevos mecanismos de participación como
los referéndums (García, 2003).
Se instalo un sistema de gobierno en Venezuela que parece democracia,
pero no lo es, parece dictadura, pero no es, parece socialismo, pero tampoco
es, parece comunismo y tampoco es, parece muchas cosas y no lo son.
Denitivamente se llama Oclocracia.
El termino Oclocracia proviene del vocablo griego ochlokratía, de ochlos
que signica “turba” o “multitud” y de kratos que signica poder, gobierno
o la dominación viciada por la tiranía de la muchedumbre. Es decir, la
clase social más marginada y empobrecida. Pero por sola esta palabra
tiene connotaciones de desorden, tumulto, irracionalidad, incompetencia,
insipiencia, irresponsabilidad y degradación del ejercicio del mando político
(Bueno, 2018).
Es así como desde 1999 hasta la actualidad en Venezuela poco ha
importado quien ejerce el Gobierno, por lo que actualmente estamos
dirigidos por la peor de las Oclocracias que hemos padecido, dicho término
acuñado por Polibio (siglo II AC) como el gobierno de los peores. Termino que
además no ha trascendido en el tiempo sino en pocos círculos académicos,
y proviene de la palabra okhlos, y se reere a la forma degenerativa de la
Democracia, en donde los gobernantes son envueltos por la soberbia y el
más vil desprecio por las leyes ejerciendo el poder de forma totalitaria,
estos se posicionan en altas las de la política, muchos personeros que ni
en el fondo ni en la forma se muestran entrenados y capaces de ejercer ese
difícil ocio que es gobernar (Gamus, 2003).
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Venezuela en Oclocracia ¿Un problema más cultural y educacional que económico o ideológico?
En este orden de ideas, El presente artículo tiene como objetivo analizar
la oclocracia como una forma de degeneración de la democracia venezolana.
Entonces la pregunta de investigación a responder al nal de esta es: ¿Es la
oclocracia en el sistema político venezolano un problema más educacional
y cultural que económico o ideológico?
1. Metodología aplicada
La tradición hermenéutica de carácter político sociológico documental
constituye esta investigación, que se aborda desde la visión cualitativa
con la revisión bibliográca. Con el interés en interpretar textos de tipos
documentales escritos, para establecer su verdadero signicado, esto
signica, mostrar de manera clara y más allá de toda duda que pueda
ser razonable basadas en el marco del sistema de representaciones
epistemológicas, ideológicas y espacio-temporales, en el cual es creado
por un autor o por autores, siempre condicionado por su carga histórica,
su ámbito temático o problemático del que puede versar su obra, sino,
además, de sus intereses personales, concepción del mundo así como de las
características materiales y culturales del tiempo y espacio social en el que
vive o vivió.
Entonces denominamos hermenéutica al conjunto de conocimiento y
técnicas que permiten que los signos se expresen y los ayudes a descubrir
sus sentidos e ideas.
Pero en este contexto no solo los textos escritos son susceptibles a los
procesos interpretativos, de hecho, la misma realidad que le rodea puede
ser considerada como un texto que puede ser leído y releído de manera
innita sin llegar a agotarse en su signicación, para conocer a profundidad
sus mensajes visibles u ocultos, es por esto por lo que en todo proceso de
observación documental encaminado al diálogo simboliza por sí mismo un
ejercicio hermenéutico.
En el caso especíco de esta investigación que, como se ha reiterado,
tiene por objetivo determinar y revelar algunas de las críticas efectuadas a la
democracia bolivariana revolucionaria o socialista y su forma degeneración
a una oclocracia, por lo que se procedió mediante la estructuración de un
conjunto de elementos teórico a partir de una selección de la literatura
losóca, sociológica y politológica que dan cuenta, en distintas etapas, de
actitudes o posiciones críticas sobre el régimen democrático en general.
Lo que se pretende es dar cuenta, en una línea histórica de tiempo
evolutiva, que parte de la antigüedad hasta el presente, de particulares
argumentos críticos que pronunciaron en su obra autores que, sin duda,
forman parte importante del acervo epistémico de los saberes políticos,
nada más.
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El proceso indagativo se desarrolló en el segundo semestre del 2020 y
comprendió desde el punto de vista de su operatividad de dos momentos:
En un primer momento se llevó a cabo la constatación de fuentes
documentales escritas, primarias y secundarias, de los artículos escritos
que abordan el tema los cuales sirven para identicar y para elaborar la
selección de la literatura y los autores analizar con respeto a la temática
sobre la degeneración de la democracia venezolana a oclocracia.
En el segundo momento y último momento, se procedió a redactar el
trabajo para su publicación, análisis y coherente discusión por los lectores.
2. La oclocracia como la forma de Gobierno viciada por la
tiranía de la muchedumbre
En la evolución histórica de las formas de Gobierno, esta nos relata
cómo las diferentes formas de gobierno siempre son cíclicas y que cada
periodo, etapa o fase acaba cuando una de estas formas de gobernar
se degenera en una versión de misma. Lo que hoy es Venezuela fue
conquistada y subyugada por la monarquía española, luego fue gobernada
por la aristocracia criolla que terminó en una oligarquía, que devasto a la
democracia y que, al parecer, ahora surgió en una oclocracia para terminar
en una kakistocracia o ineptocracia, es decir, el gobierno de los peores.
El lósofo griego Aristóteles, sopesaba que la oclocracia era el gobierno
de los demagogos (Persona o dirigente político, que con su actuación y
actitud trata de complacer a las personas para atraérsela y conseguir su
apoyo, estos maniobran los sentimientos de los electores) que gobernaban
en nombre de la muchedumbre y, por tanto, consideraba que era una forma
de degradación del modelo democrático. Es por ello por lo que, al pasar
de los siglos, la oclocracia como forma de gobierno se ha materializado en
muchos sectores del mundo, particularmente en Occidente en especial en
las sociedades latinoamericanas como lo es Venezuela.
No obstante, es por esto por lo que, desde la vieja ciudad de Atenas en
la antigua Grecia hasta nuestros días, las diversas sociedades se han dado
otras formas de gobierno como la aristocracia, la democracia, la monarquía,
y la tiranía, entre otras. Es por ende que la oclocracia ha venido a ocupar,
entre todas ellas, un papel inuyente al constituir una forma degenerativa
de la democracia, conrmando la anacyclose o teoría cíclica de la sucesión
de los sistemas políticos, desarrollada por el griego Polibio (Knoll, 2017).
Como la oclocracia es una forma degenerativa de gobernar, ya que esta
representa al gobierno de las muchedumbres, es decir, la plebe o las masas
o el gentío o las personas mediocres, es un elemento tergiversado de la
creación de la biopolítica y del ejercicio del mando político que al instante o
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Venezuela en Oclocracia ¿Un problema más cultural y educacional que económico o ideológico?
en la oportunidad de afrontar las diferentes cuestiones políticas se presenta
con una voluntad tergiversada, viciada, evicciosa, confusa, injuiciosa o
irracional, por lo que carece de capacidad de autogobierno y por ende no
conserva los requisitos necesarios para ser considerado como pueblo.
Es muy importante no caer en la confusión cuando se hace mención del
concepto de muchedumbre con la noción de multitud, es decir entre pueblo
y muchedumbre (Knoll, 2017).
La diferencia básica radica en que el conjunto de ciudadanos puede
ser simplicado en una unidad como cuerpo con voluntad única, ya sea
como una simple muchedumbre que reúna los todos los requerimientos
imprescindibles e indispensable para ser considerada como pueblo, la cual
no se puede confundir con el concepto de multitud, ya que esta rehúsa esa
unidad conservando su naturaleza múltiple.
Es un sistema político que emerge de la degeneración de la democracia
caracterizado por la toma del poder de la muchedumbre, es decir, aquel
sector de la sociedad sumido en la ignorancia, que se mueve por sentimientos
elementales y emociones irracionales, en contraposición al pueblo, que,
inuenciada por la propaganda política, combinado al cansancio de las
masas consientes y provocado por malos gobiernos, decide otorgarle al
momento del sufragio su voto al enemigo de “la maa del poder” (Gamus,
2003).
En la oclocracia, el oclócrata disfraza su voluntad como la voluntad de
todos. Para gobernarlo el líder oclócrata utiliza al sector más ignorante de
la población que ha sido manipulada por el discurso y la propaganda de
unos pocos, desgraciadamente no bien intencionados. Esta población cree
que está actuando de acuerdo con la democracia porque está ejerciendo su
legítimo derecho de escoger a sus gobernantes.
La oclocracia ingobernabilidad como resultado de la aplicación de
políticas demagógicas, es una forma de gobierno viciada por la tiranía
de la muchedumbre, por el tumulto corrompido convertido por el poder
en autocracia. La cual nace de una democracia incipiente que se puede
convertir en la autocracia y desembocar en la dictadura como ya se tienen
ejemplos en la historia de la humanidad, tal fue el caso de Alemania con el
nazismo, en Italia con el fascismo, en Cuba con el comunismo, y Venezuela
con el socialismo del siglo XXI, junto a la revolución bolivariana (Puentes,
2009).
La oclocracia era concebida por Polibio como la imposición de las
mayorías incultas y el uso indebido que hacen del poder político-social, para
de una forma obligar a los gobernantes a adoptar, decisiones o regulaciones
políticamente desacertadas y/o desafortunadas; es una forma o manera de
gobernar muy parecida o con mucha similitud a la forma demagógica. Es
por esto por lo que la oclocracia, se caracteriza por tres fenómenos:
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1. Un tipo especíco de violencia denominado desde la Antigüedad
“hybris” y caracterizado por una violencia especíca.
2. La ilegitimidad o la ilegalidad o la paronimia que se asienta sobre
la violación reiterada de los preceptos legales y su consecuente
neutralización del sistema de justicia, y;
3. La tiranía de la mayoría, que pretende sustituir la democracia
representativa mediante un sistema plebiscitario el cual es una
forma especial de demagogia (Bueno, 2018).
Por estas razones, la oclocracia se convirtió en la degeneración natural
de la democracia, incluso quizá nadie se acuerde de este concepto porque
para muchos les incomoda ponerle nombre o, siquiera, considerar la
inevitabilidad de la degradación de su sistema democrático, como es hoy en
día el caso venezolano al cual haremos referencia.
Entonces ¿Por qué Venezuela es una oclocracia? Hoy tiene un gobierno
aparentemente democrático con tendencia autoritarias y con destellos de
demagogia, de hecho, no existe un solo caso histórico, donde un Estado
organizado, complejo, como lo conocemos hoy día que, en occidente, se
haya instaurado este sistema político degenerativo del modelo democrático,
como lo es la oclocracia o gobierno demagogo, era inimaginable dicha
práctica tergiversada de la democracia, a pesar de ser una forma degenerada
o tergiversada de gobernar, sigue siendo para muchos políticos una forma
muy útil como estrategia para la consecución del poder político-social e,
incluso, también el poder económico.
Pero tenemos que denir que la demagogia es un vocablo que signica
Demos= pueblo y Ago= dirigir, regir, manejar, conducir, guiar presidir, en
otras palabras, entre la teoría y la práctica del uso en gobernabilidad de la
demagogia hay una grieta primordialmente acrecentada que obstaculiza su
impracticabilidad real. El demagogo hace uso de los sentimientos, anhelos,
aspiraciones, expectativas de las grandes masas para mediante una serie
de tácticas narrativas hacer promesas aceptables que le permiten a los
candidatos postulantes alcanzar el voto de los electores a consta de los
benecios de estos.
En Venezuela esta degeneración natural de la democracia denominado
oclocracia por los antiguos griegos tuvo su inició hace veinte años, cuando
el exmilitar golpista Hugo Chávez Frías, abrió en 1999 su “Caja de Pandora”
donde estaba encerrado el “Socialismo del Siglo XXI” y dejó salir todas las
perversidades del populismo radical.
La denominada Revolución Bolivariana que comandó el ex-militar
Hugo Chávez, no prometió un tipo de democracia liberal, sino más
bien su intención era instalar una especie de sistema democrático
mayoritario que diera paso a un modelo de democracia de corte
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Juan Carlos Araujo-Cuauro
Venezuela en Oclocracia ¿Un problema más cultural y educacional que económico o ideológico?
participativa. Se retomaba, aunque en clave popular y anti-elite, lo que
denominaba en su libro el periodista y político venezolano, Vallenilla
Lanz, el “Cesarismo democrático” (Puente, 2016).
Ante la creencia de la existencia de un pueblo incapacitado, para el
político oclócrata o demagogo, este lo que concebía o lo reivindicaba como
la gura del caudillo carismático y el gendarme que concentrase el poder y
garantizase el orden político y socioeconómico para el país ideal que ellos
añoraban. Debido a la gran brecha suscitada después del estallido social
denominado por muchos el “Caracazo” de 1989, lo que generó una aguda
inestabilidad socioeconómico y política y permitió que, apareciera el ex-
militar golpista Hugo Rafael Chávez Frías, quien representaba para muchos
el salvador de la patria y del sistema democrático venezolano decadente,
surgía como una especie de expresión de un “cesarismo progresista”. Sin
embargo, para otros representaba una especie de caudillo mesiánico,
populista y demagogo.
En Venezuela después del estallido social del “Caracazo”, comenzó la
democracia, a convertirse en una víctima de la ineptitud y cleptomanía de
la clase política que gobernaba, de la crisis de las políticas que han dejado
en la acequia a millones de venezolanos, de la insultante endogamia de los
partidos, ha entrado en una fase de deslegitimación que ha degenerado en
oclocracia.
Se puede observar hasta nuestros días como una parte de los ciudadanos
cada vez mayor, ya no ven satisfechas sus necesidades básicas, que sus
demandas y expectativas no son atendidas, que se sienten aislados,
defraudados y esto ha generado que entremos en una fase de anomía,
donde unos pocos, erigidos ya en líderes sociales y políticos, no dudan en
lanzar a los “suyos” a defender cualquier causa que vaya contra el orden
establecido, contra los principios aceptados hasta ahora como norma,
contra la legalidad vigente (Matheus, 2012).
Exponía el lósofo chino Confucio que sin un buen ejemplo
institucional no hay esperanza para el pueblo”, en Venezuela hoy,
las instituciones, comenzando por los partidos políticos, son cualquier cosa
menos un buen ejemplo.
Es por eso por lo que es conviene recordar siempre que la historia es
cíclica, para hacer ver que nunca hay nada nuevo bajo las nubes y el sol.
Esto nos ayuda a explicar que la oclocracia, para que nadie lo olvide, tiene su
origen en los totalitarismos y, por lo tanto, todos los oclócratas de cualquier
época tienen algo en común: saben seducir a la gente vendiéndoles el relato
legítimo de una vida digna, pero jamás revelaron sus verdaderos propósitos
hasta llegar al poder, como lo hizo Hugo Chávez (Levy, 2018).
La sociedad venezolana castigada por una profunda crisis moral,
educacional, cultural, económica y política es hoy en día víctima de un
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ardid de corrupción, la sensación de desgobierno crece día a día., y lo que
se está observando es, un desorden, un caos, un abandono, un desconcierto,
un desarreglo, un desbarajuste, una desidia, un descuido, una desatención,
una negligencia e incuria.
Se difunde entre la ciudadanía, la sensación de falta de autoridad. ¿Por
qué? La grave crisis social, económica y política por la que atravesaba el
país fue tergiversado, desgurando y demoliendo no solo la imagen del
sistema político venezolano como lo era la democracia representativa, sino
también a los partidos políticos, así como la imagen y la legitimidad de las
clases dirigentes en general, a quienes la sociedad los percibió como los
grandes cómplices de una gran impostura, lo que condujo a la sociedad
venezolana y, al país en general, a un descomunal desastre, que se hubiese
podido evitar si no fuera por la codicia o avaricia de unos y la incompetencia
y la ineptitud de otros (Bonal, 2006).
El complejo sistema político generado en estos últimos veinte años
de revolución bolivariana y de socialismo del siglo XXI, han ocasionado
crecientes y razonadas dudas sobre la capacidad real del gobierno del
oclócrata Nicolas Maduro, al tiempo que ha relegado la legitimidad
democrática a un segundo plano, congurando un sistema de poder en el
que la legitimidad que emana de los ciudadanos tiene un papel secundario
y accesorio (Puentes, 2009).
El resultado es la sensación de que el gobierno ejerce poco su mando, y
que, por lo tanto, Nicolas Maduro como gobernante carece de autoridad.
No resulta convincente en sus palabras, ni able en sus acciones.
Esta combinación de la falta de autoridad y la confusión de su
responsabilidad, han dado como resultado la sensación de que Venezuela
se encuentra en un desgobierno, el cual siempre representa un factor de
desasosiego, intranquilidad, inquietud, incomodidad, malestar, disgusto
social, porque no hay nada más inquietante que el caos. Y mientras la
sociedad venezolana continúe en esta senda en medio de este caos, la
democracia funcional, no pasará de ser una oclocracia cleptocrática
(Romero y Benayas, 2018).
A partir del desgobierno de Nicolás Maduro, la incierta aspiración a una
democracia participativa mayoritaria encabezada por un “buen César” al
mejor estilo del imperio romano, se transformó en un “cesarismo regresivo”
y en una oclocracia liderada por un “mal César” (Levy, 2018).
Según Polibio, la oclocracia desvirtuaba la democracia con su recurso a la
demagogia y la ilegalidad. En una interpretación moderna de la oclocracia,
esta antes que fortalecer a un pueblo organizado y el poder popular, se
instrumentaliza a las masas por diferentes medios y se arma una estrecha
base de apoyo para lograr la supervivencia de un grupo en la cúspide del
gobierno.
900
Juan Carlos Araujo-Cuauro
Venezuela en Oclocracia ¿Un problema más cultural y educacional que económico o ideológico?
Es allí donde se produce el retroceso de los componentes básicos de toda
democracia; como la protección de los derechos humanos, se degradan y
surgen dispositivos autoritarios. En Venezuela esto se da en medio de una
monumental crisis cultural y educacional más que económica e ideológica,
que arrasa con todos aquellos avances y aportes de los anteriores gobiernos
democráticos, conocidos como los gobiernos de la cuarta república,
que beneciaron a los sectores populares, lo que género y agudizo la
confrontación social entre las clases sociales (García, 2003).
Como ya se ha determinado por lo antes expuesto, la oclocracia
es, simplemente, aquel sistema caracterizado por el gobierno de la
muchedumbre, es decir, aquel sector de la sociedad marginal sumido
en una gran ignorancia, que se mueve por sentimientos elementales y
emociones irracionales, en contraposición a la multitud, aquel cuerpo
social que está integrado por los ciudadanos conscientes de su situación y
de sus necesidades, con una voluntad formada y preparada para la toma de
decisiones y ejercer así su poder de legitimación de forma plena.
Esta aproximación de la denición de oclocracia coloca de realce su
característica fundamental, es decir, el gobierno de la muchedumbre,
contrapuesto al pueblo, al demos griego. No obstante, debido a que la
muchedumbre, como grupo social investido con el telar de la ignorancia y
el resentimiento social, da pie a que el dirigente oclócrata aprovecha para
gurar como el prototipo del personaje justiciero que gira todo sus empeños
propagandísticos y todas sus maniobras en general hacia la muchedumbre,
recurriendo e invocando la sensibilidad del sentir más grosero, tosco,
rústico, basto, ordinario, inculto y elemental de ésta para legitimarse en el
poder y alcanzar sus propios objetivos, teniendo en cuenta supercialmente
los intereses reales de un país, pues su único objetivo es la conquista y
mantenimiento del poder (Bovero, 2000).
Ante este panorama, la muchedumbre se subyuga y siente que, a través
del oclócrata, ejerce el poder y que su propia situación personal mejora,
aunque esté desplomándose en la más profunda crisis de miseria, pero jamás
pierde la esperanza en términos de una certeza delirante. Sus limitaciones
educacionales, culturales, sociales, económicas, raciales le impiden ver
la realidad y queda a merced de ese sujeto manipulador que lo controla
mientras disfruta de su poder. Es por ello por lo que, en buena medida, es la
muchedumbre la que sostiene y mantiene al oclócrata en ejercicio del poder
(Romero et al., 2005).
El oclócrata asume el papel del caudillo carismático como lo hizo Hugo
Chávez en su momento, y como lo está haciendo Nicolas Maduro Moro hoy
en día, dotado de la capacidad intuitiva de adaptar materiales simbólicos
a las necesidades de la muchedumbre haciéndoles creer a estos que va a
satisfacer las más inmediatas de sus necesidades básicas para, de esa forma,
mantener su adhesión de ese determinado sector social inmerso en la
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ignorancia y en la desesperanza, y que, ante la manipulación del oclócrata,
se rinde y entrega a éste con una fe ciega.
En el desarrollo de su política, el oclócrata Nicolas Maduro Moro
sólo tiene en cuenta de una forma supercial y ordinaria los verdaderos
y reales intereses del país, dirigiendo siempre su objetivo a la conquista
y al mantenimiento de su poder personal o de su grupo de colaboradores
más cercano, este se vale y hace uso de la demagogia apelando a las
emociones irracionales mediante estrategias como la promoción de
discriminaciones, fanatismos y sentimientos nacionalistas exacerbados;
el fomento de los miedos e inquietudes irracionales; la creación de deseos
injusticados o inalcanzables, frecuentemente mediante el uso de un verbo
encendido o vulgar, o una repetida retórica generalmente soez y plena
de descalicaciones a sus opositores, con miras a permitirse el control
y del dominio de la muchedumbre que hace valer sus propias instancias
inmediatas e incontroladas frases a grito de “ahora el poder es el pueblo”.
Dentro de esas instancias de la muchedumbre puede mencionarse
los consejos comunales socialista, las milicias populares socialista, los
escuadrones socialistas para la vigilancia de los comerciantes ante supuestas
e imaginarias escaladas ilegales de precios de los productos de la canasta
básica alimentaria, constitución de un partido único y, en n, cualquier tipo
de organización que haga creer a la muchedumbre que es depositaria del
poder originario (Romero y Benayas, 2018).
Por ello, para poder ejercer el gobierno mediante la práctica demagógica u
oclocrática, el jefe político debe preguntarle continuamente e incesantemente
en tiempo real todos los sentimientos antes mencionados a todo el pueblo
de su nación, es decir, a la muchedumbre para poder instaurar su discurso
manipulador que le permita acceder su continuidad efectiva en el poder y su
gobernabilidad necesaria; los actos de gobierno derivados de las peticiones
masivas son denitivamente muy temporales, originales y espontáneos, si
se le suma y se les une, una mezcla la complejidad de un Estado hoy día,
entonces se tendrá que conceptualizar un contexto verdadero y real de la
inviabilidad de ejercitar o desempeñar éste tipo de gobierno oclocratico.
Por lo que se deduce que es inverosímil emprender y ejecutar esta forma
de gobierno verdaderamente, por lo que solo se proporciona como una
alusión y/o mención de la cultura general, no así en su ejercicio continuo
y efectivo en casi todos los procedimientos eleccionarios de casi todos los
países por parte de la mayoría de los políticos y organización con esos nes
(Bolívar, 2013).
Esto signica que el oclócrata utiliza al populismo, como a otro cualquier
mecanismo que le permita en el momento y las circunstancias el control de
la muchedumbre, de manera que sea visto en un momento como un caudillo
que ejerce gobierno a través de un poder arbitrario no subordinado a normas
902
Juan Carlos Araujo-Cuauro
Venezuela en Oclocracia ¿Un problema más cultural y educacional que económico o ideológico?
ni restricciones y en nombre de una “causa común” mediante la cual asocia
su intereses particulares con los interese de sus seguidores, o como un gran
líder o dirigente populista, haciendo uso de un léxico común con el de sus
seguidores y con un cierto grado de identicación entre éstos y el emisor
del mensaje, incorporando para ello varios elementos, componentes o
principios, como la tradición, para lo cual fabrica un mensaje propio ecaz
como son los ataque a la clase burguesa, a la clase media profesional, a los
empresarios, a los políticos opositores, entre otros, el cual está destinado a
ganar la reacción y el respaldo favorable de la muchedumbre.
Para ejecutar su modelo político, el oclócrata acude al modelo burócrata
autoritario cuenta, además con respaldo de las fuerzas armadas militares,
con comités de defensa, grupos de irregulares armados o no y, en n,
cualquier mecanismo que haga sentir a la muchedumbre que ella es la que
manda, con esta tácticas ejercer el control social e impide las prácticas
democráticas y el ejercicio de la libertad (Villarroel, 2003).
Pero, como sostiene Rousseau a la oclocracia le falta la piedra angular,
es decir, la voluntad general de unos ciudadanos conscientes de su situación
y de sus necesidades, una voluntad constituida y dispuesta para tomar
decisiones y para desempeñar su dominio de una legitimización plena, de
lo que viene a ser el demo, en el sentido exacto de la palabra pueblo. Puede
decirse, por tanto, que, en la oclocracia la legitimidad que otorga el pueblo
está corrupta, porque carece de los elementos racionales que asigna Hobbes
al pueblo (Beck, 1998).
4. La oclocracia venezolana. Un problema más educacional y
cultural que económico o ideológico
Avanzado ya en la narrativa en esta parte, es conviene hacer el siguiente
análisis, si será necesario, como lo expresaba el historiador precristiano,
si con la aparición de los individuos providenciales que reorienten la
tergiversada oclocracia hacia una transformación de la democracia
participativa, para la exclusión de un gobierno oclocratico en la cual el seudo
líder de turno solamente puede aspirar a un mandato vitalicio alcanzado
mediante la rapacería y el escamoteo, para dar paso a la reposición de un
sistema político que sea resultado de la intención y el deseo de una masa
social que está constituido por los ciudadanos sensatos a cerca de su
posición, situación y de sus necesidades, carencias y obligaciones con una
ansia compuesta y dispuestos y presto con la rmeza y entereza para la
toma de decisiones y ejercitar así su mando de legitimación en un modo de
proceder pleno, sin tener que aguardar, por esos individuos providenciales
que le restituya su deseable modo de gobierno, como lo es la democracia
(Brewer-Carías, 2002).
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CUESTIONES POLÍTICAS
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Porque, en la realidad que se vive a diario, se tiene la sensación de que
la actual aldea globalizada que llamamos mundo se encuentra en una fase
vertical de un espeluznante descenso de gobiernos que se perlan hacia una
oclocracia segura, esto acontece cuando el populismo con buen maestro en
el ejercicio cínico de la tergiversación devora países en Hispanoamérica. Es
la oclocracia la que sufren los países gobernados por regímenes teocráticos;
o si el adoctrinamiento y la censura educacional o cultural a que el oclócrata
quiere someter a su pueblo a la fuerza mediante el pensamiento débil y único
de la posmodernidad, es una manifestación patológica de la oclocracia;
o si la estúpida obsesión nacionalista con la que mediocres arribistas de
limitada educación y cultura quieren echar por tierra logros de los gobierno
que los antecedieron, es pura y simple oclocracia (Bonal, 2006).
Entonces, qué hacer para evitar la anaciclosis de la que hacía referencia
el lósofo de la antigua Grecia Polibio, si el mundo, y en particular la
Hispanoamérica enfrenta una fase de declive mundial hacia la oclocracia.
Entonces surgen las siguientes interrogantes ¿Cómo mantener nuestras
libertades en democracia y evitar que se repita la anaciclosis de Polibio?
¿Será tal vez recuperando los valores perdidos? O ¿Tal vez sacar del baúl
de los recuerdos el derecho natural que nos dice que no es lícito legislar,
ni siquiera democráticamente, contra la naturaleza humana? O ¿Tal
vez formarnos debidamente e inculcar a nuestra generación de relevo
criterios de hombres idealistas, es decir, aquellas personas capaces de usar
su imaginación para crear ideales genuinos y que son capaces de seguir
ilusiones e ideales de perfección muy altos?
Tal vez algunas de esas respuestas sobre lo antes planteado se pueden
encontrar en aquellas insignes expresiones del ideal del Libertador Simón
Bolívar, como lo son: “Moral y luces son nuestras primeras necesidades”,
“Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”.
Con esto quiso armar que la ignorancia política es la causante de la pobreza
extrema en que viven más de veintiocho millones de venezolanos, porque
siguen eligiendo por los mismos ineptos, los mismos corruptos, los mismos
ladrones, entre otro, que los ilusionan y que manipulan sus sentimientos o
necesidades como pueblo.
El fenómeno político que está sucediendo en la actualidad en la sociedad
venezolana no es extraño si dedicamos un tiempo a hacer un repaso en su
historia republicana. Son ciclos, así, los reconoció Polibio, quien identico
las seis etapas que se acontecen cada vez que un régimen se degenera o
entra en crisis: monarquía, tiranía, aristocracia, oligarquía, democracia y
oclocracia.
Pero ¿Qué es entonces la política y qué es lo político? La política es
una ciencia que trata del gobierno y de la forma como se organizan las
sociedades humanas, fundamentalmente la de los estados. Es una actividad
de acción social de los que gobiernan o aspiran a gobernar sobre los asuntos
904
Juan Carlos Araujo-Cuauro
Venezuela en Oclocracia ¿Un problema más cultural y educacional que económico o ideológico?
que afectan a la sociedad o a un país, ante sus necesidades comunes y más
aún, los intereses contrapuestos.
Mientras que el político es una persona que se dedica a realizar
actividades políticas, es una especie de servidor que nunca, jamás, debe
servirse del mandato que le fue otorgado para beneciarse, enriquecerse
o favorecerse. También puede referirse a cualquier persona aliada a una
organización o asociación o grupo que despliegue una actividad o labor
y/o función partidaria, en suma y menos en perjuicio de ese colectivo
en general que lo eligió o escogió encomendándole su disposición como
guía en la toma de decisiones instituyéndolo como su administrador, su
dirigente, su apoderado, su regente, su líder conductor, su jefe, por el honor
y ello constituye con independencia de si ostentan o no algún cargo público
(Tarabay y Perinat, 2011).
En la Venezuela de las últimas dos décadas se dejó de hacer política y
disminuyó patéticamente el número y la signicación de los actores político.
Una auténtica oligarquía, una camarilla, un caudillismo, una organización
de tipo criminal se levantó y controla el país para medrarlo, secarlo, privarlo
de todo aquello que tiene valor y las ejecutorias se cumplen a cambio de un
discurso falaz y de una reacción difícil, cobarde, costosa de los destinatarios
del poder que los han dejado y dejan hacer a placer sus desmanes y traición
(Torres, 2008).
Entonces el conicto político social venezolano está más determinado
por factores culturales y educacionales que económicos o ideológicos.
La sociedad venezolana a lo largo de estas dos últimas décadas de vida
republicana se ha convertido en una sociedad de la plebe, la chusma, de
las muchedumbres vulgar, grosera, ignorante y cargada de vulgaridad,
esto se debe a su baja formación cultural, moral y educacional, muchos
políticos y representantes gremiales que ostentan o no algún cargo público
carecen de ideas propias, desconocen las normas y carecen de un léxico o
vocabulario educado, tanto en lo político, así como en lo moral que acaten,
que honren y respeten la honorabilidad de sus propios cargos y funciones
como servidor público, y la de los ciudadanos, es por esto que escogen la vía
errada como lo es la opresión, el despotismo, la sumisión, el dominio y el
abuso de las masas son las característica modernas de los políticos de hoy,
estos emplean el poder cedido para enriquecerse a sí mismos y sus acólitos
(Romero y Benayas, 2018).
Esto es producto de que se ha pasado por alto el problema cultural de
las mentalidades, investigaciones recientes muestran que los excluidos
son presa de la indefensión aprendida, carecen de un horizonte de vida
mejor, sus disposiciones y preparación para una actividad productiva, son
prácticamente inexistentes.
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La exclusión social, por cuestiones culturales e incluso educacionales
causa como efecto la pobreza, lo que trae como primera consecuencia que
los excluidos socialmente vivan en un mundo socialmente desintegrado;
la convivencia no está organizada, no afrontan de manera coordinada los
problemas que surgen esto genera la ausencia de normas de la vida cívica,
lo cual, genera la casi total inexistencia de participación ciudadana, ya
que se mentalizan que como pobres excluidos no tienen el derecho de la
capacidad para tomar decisiones en los asuntos locales o nacionales que
les afectan. En términos modernos, los pobres excluidos no disponen de
capital humano ni de capital social cultural comunitario (Tarabay y Perinat,
2011).
En este artículo se quiere hacer hincapié en un punto tan relevante;
como lo es el aspecto cultural y educacional más que el aspecto económico
e ideológico del sistema democrático venezolano y su degeneración. La
cultura es un concepto “poliédrico”, tiene muchas facetas. Entre ellas: las
costumbres, las normas, la vida familiar, el trabajo y el ocio, el lenguaje y
las instituciones (la escolar entre otras) han sido subsumidas bajo el lema
de cultura.
Sin embargo, a un nivel de mayor conceptualización, cultura es un modo
de confrontar la vida, una percepción del mundo. La cultura es el conjunto
de conocimientos e ideas no especializados, el discernimiento, las creencias
adquiridas para interpretar la realidad, la orientación y disposición
para comportarse frente a ésta. También puede ser la agrupación de
conocimientos, competencias, ideas, tradiciones y costumbres que
caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una nación o Estado, a una
época, entre otras.
Tiene el aspecto cultural inuencia sobre el crecimiento económico
y sobre el aspecto político, pues si todas las investigaciones actuales no
dudan en considerar el factor cultural como esencial en la promoción del
desarrollo de una nación en su sistema económico como político social. Ya
que lo cultural tiene una faceta que tiene que ver con el componente mental
(representacional) que son las creencias, valores, disposiciones, normas,
ideologías, entre otras (Martinell, 2010).
Por lo antes mencionado una parte de la sociedad venezolana presenta
ese componente mental que son las creencias, valores, normas compartidas,
que son obstáculo a los modos de funcionamiento de una sociedad que crea
benecios económico social y, por lo tanto, político.
De esa mentalidad adoptada por una parte de la sociedad venezolana
se transcriben en una serie de dualidades que ofrecen el contraste entre lo
que denomina la psicología moderna mentalidad premoderna o tradicional
y la moderna. La mentalidad premoderna sustenta la creencia de que las
personas tienen poco control sobre los sucesos que les afectan, a ellos
906 Juan Carlos Araujo-Cuauro
Venezuela en Oclocracia ¿Un problema más cultural y educacional que económico o ideológico?
mismos o a la sociedad en general, es decir, en los términos clásicos de la
psicología su “locus of control” es externo. Todo lo que les pasa (no pueden
salir de su estado de pobreza cultural o espiritual porque no tienen empleo,
sufren algún tipo de accidente o sus hijos fracasan…) es el resultado producto
de agentes ajenos a la sociedad: Dios, la suerte, el destino. Asimismo, la
mentalidad premoderna también actúa en función de las recompensas
inmediatas (Hernández, 2018).
Cuando una sociedad como la venezolana sigue este patrón dual sobre
todo basado en la concepción del pensamiento tradicional, llegan a creer que
todas las regulaciones sociales están sujetas, subordinadas o dependiente
a los intereses particulares y, para eludir o esquivar la normativa legal,
se resguarda apelando al vinculo de la amistad, de la aliación a una
organización o asociación o fracción o partido político, lo cual escenica
el estrato magníco para que este que contribuya a la degeneración de la
democracia en una oclocracia como esta sucediendo hoy en día.
Una de las mayores riquezas de una sociedad es su nivel educativo lo
que hace indiscutible no entender que entre el desarrollo económico y
el desarrollo humano hay una onda relación de recíproca alimentación.
Un considerable y sobresaliente crecimiento humano a concesión de la
educación lo que se traduce en desarrollo económico, ya que esto incide en
la creación de capital humano. Recíprocamente, el desarrollo económico
redunda en desarrollo humano, entre otras cosas a través de un incremento
en la educación y su calidad. En la medida que se asume que la educación
hace de correa de transmisión entre desarrollo humano y el económico las
sociedades avanzan (Rey, 1989).
Una de las consecuencias inmediata de lo que precede es que, dentro de
un proyecto de desarrollo humano en un país como Venezuela en particular,
la educación, por si sola, no es la fórmula mágica ni autosuciente y debe ir
emparentada con la política económico-social y con el aspecto cultural de
su gente.
El motivo por el cual los individuos de una determinada sociedad se
eduquen representa una las mejores herramientas para subyugar así el
cerco nefasto de la pobreza. Sí se analiza la dinámica social que ha gestado
esta situación de crisis política económico-social y cultural.
No puede haber cambios en una sociedad si esas propuestas no están
basadas en la introducción de modicaciones sustanciales en el modo de
vida de la sociedad venezolana, los cambios más relevantes y quizás los más
difícil de solucionar, es en la dimensión educacional y cultural de dicha
crisis.
Estos desniveles de cultura, educación, y costumbres no habían podido
ser más sorprendente. Con la riqueza generada por la explotación petrolera
la sociedad venezolana experimento una gran metamorfosis en sus procesos
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CUESTIONES POLÍTICAS
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culturales, lo que dio origen a una mayor vulnerabilidad cultural y, por ende,
a una compleja fragilidad educacional al producirse un deterioro creciente
y acelerado de la ya debilitada identidad nacional.
Sin embargo, se mencionan algunas iniciativas que han tenido éxito,
pero se concluye que el problema del desarrollo humano es de índole
sistémico y ha de atacarse mediante una política coordinada en los diversos
frentes económico, educativo y cultural a la vez (Tarabay y Perinat, 2011).
La educación no puede por sola resolver los problemas sociales,
sino que exige para ello que, paralelamente, se produzcan determinadas
transformaciones en otros ámbitos de la sociedad. El énfasis, por tanto, se
sitúa en las políticas globales, capaces de plantear estrategias convergentes
en las esferas económica, social y política (Bonal, 2006).
El fundamentalismo del régimen de Nicolas Maduro solo puede
mantenerse utilizando en benecio propio la dinámica de no desarrollado de
la sociedad. Ante esto, el llamado es siempre el mismo: a que los ciudadanos
se informen, se eduquen, comprendan qué es (y qué no es) la democracia.
Porque si no, las confusiones pueden darse y, ante la degeneración, estos
lleguen a pensar erróneamente que la democracia es la que está fallando,
y no es así. Al menos, esto no debe suceder en el caso los sistemas
democráticos tradicionales como lo es en la democracia participativa, pero
si sucede en la forma degenerada de la democracia. Sobre todo, cuando no
se tiene un grado básico de cultura política sobre el sistema democrático o
cuando se hacen reducciones en la educación de la sociedad o cuando se
hacen restricciones en el aspecto de lo económico, o en lo “valórico” (moral)
u otras parcelas de la convivencia social, sin entender que el sistema social
es un todo holístico e inalienable.
Este es el quid del asunto, pues bien, la oclocracia juega a ser una
apariencia de democracia, pero a diferencia de los regímenes dictatoriales
que se visten y aparentan ser democráticos y ocultan su autoritarismo, en
los regímenes oclocraticos el juego democrático parece seguir en su interior,
pero es un juego con reglas cambiadas producto de la degeneración, el
concepto de democracia es trastocado, y el pueblo entendido como una
conciencia común y clara que equilibra sus tres tiempos (pasado, presente
y futuro) se degrada a una muchedumbre, inmadura y cortoplacista, que no
tiene esa conciencia y se entrega a las soluciones que los lideres oclócratas
mesiánicos, omnipotentes e iluminados dictan.
Entonces, la oclocracia, es más que una democracia degenerada, esta
podría concebirse como la "mutilación de la democracia”, ya que
las instituciones, que en una democracia deben velar por ese equilibrio,
se transforman en herramientas que potencian la mutilación y crean el
ambiente de aparente democracia que obnubila a quienes se benecian del
cuento, es la involución de democracia (Bovero, 2000).
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Juan Carlos Araujo-Cuauro
Venezuela en Oclocracia ¿Un problema más cultural y educacional que económico o ideológico?
Conclusiones
Como sostuvo Polibio, la oclocracia se presenta como el peor de todos
los sistemas políticos, el último estado de la degeneración del poder. La
oclocracia tiene la apariencia de una democracia, pero mientras ésta se basa
en el equilibrio entre derechos, libertades e igualdades, y en el no atropello
de la mayoría a la minoría, la oclocracia pervierte sus instituciones y mutila
el concepto, para halagar el deseo de las masas (muchedumbre).
Inmersa en problemas sociales se encuentra la sociedad venezolana en
las dos últimas décadas de su vida republicana, debido a la degeneración
de su sistema democrático, el conicto político social venezolano está
más determinado por factores culturales y educacionales que económicos
o ideológicos. Es por ello por lo que la cultura por ser un concepto
“poliédrico”, tiene muchas facetas. Entre ellas: las costumbres, las normas,
la vida familiar, el trabajo y el ocio, el lenguaje y las instituciones (la escolar
entre otras) han sido subsumidas bajo el lema de cultura.
La sociedad venezolana a lo largo de estas dos últimas décadas de vida
republicana se ha parte de esta se transformado en una sociedad sin cultura
que muchos han denominado la plebe, la chusma, de las muchedumbres
vulgar, grosera, ignorante y cargada de vulgaridad, esto se debe a su baja
formación moral y educacional.
Es en este momento, donde aparecen individuos como Hugo Chávez y
luego su sucesor Nicolas Maduro que ofrecen la sustitución de la democracia
por la oclocracia, último escalón de la degeneración de la democracia. Es
el gobierno de la muchedumbre, de la gente, de la masa.
La oclocracia se puede prevenir, desarrollando una cultura cívica que
comprenda lo necesario de los equilibrios del sistema como elemento
indispensable para el avance del progreso social y la educación (no sólo la
instrucción escolar o profesional) es la clave.
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Esta revista fue editada en formato digital y publicada
en enero de 2022, por el Fondo Editorial Serbiluz,
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
Vol.40 Nº 72