La transformación de las lealtades partidistas en Venezuela 1998-2006*

 

Carmen Pérez Baralt **

Ingrid Núñez Muñoz***

Resumen

La identificación partidista fue uno de los factores explicativos más importantes del comportamiento electoral de los venezolanos durante varias décadas. Sin embargo, tras la crisis de los partidos políticos tradicionales, tanto la extensión como la naturaleza de las lealtades partidistas se han modificado sustancialmente. Desde la década final del siglo pasado y los primeros años del siglo XXI, los vínculos partidistas se modifican sustancialmente, estableciendo un nuevo tipo de afiliación, que se examina utilizando datos de encuestas en el nivel nacional realizadas para la época. Se concluye que la precariedad institucional de los nuevos partidos y la desconfianza hacia los antiguos no permitieron la consolidación de una identificación partidista de similar naturaleza a la que existió en las décadas anteriores. Las nuevas lealtades se construyeron sobre las bases del personalismo, siendo los líderes la principal referencia de estas nuevas ataduras, caracterizadas por su fragilidad y su corta duración.

Palabras clave: partidismo, partidos políticos; identificación partidista; sistema político venezolano.

* Este artículo representa el producto de investigación del Proyecto no Financiado por el CONDES titulado: “El reto de las elecciones Presidenciales de 2012: La Participación Electoral y sus Factores Explicativos.”

** Doctora en Ciencia Política. Investigadora del área Comportamiento Político del Instituto de Estudios Políticos y Derecho Público Dr. Humberto J. La Roche Universidad del Zulia. Correo electrónico: perezbaralt@gmail.com.

*** Doctora en Ciencia Política. Investigadora activa del área de Participación Ciudadana y Derechos Humanos del Instituto de Estudios Políticos y Derecho Público Dr. Humberto J. La Roche de la Universidad del Zulia. Correo electrónico: ingridknm79@hotmail.com.

Recibido: 16-07-2016 ~~~ Aceptado: 21-04-2017

The transformation of partisan loyalties in

Venezuela, 1998-2006

Abstract

Party identification was one of the most important explanatory factors of Venezuelan electoral behavior for several decades. However, following the crisis of traditional political parties, both the extent and nature of partisan loyalties have changed substantially. Since the last decade of the last century and the first years of the twenty-first century, partisan ties have been substantially modified, establishing a new type of affiliation, which is examined using survey data at the national level for the time. It is concluded that the institutional precariousness of the new parties and the distrust of the old did not allow the consolidation of a partisan identification of similar nature to that which existed in the previous decades. The new loyalties were built on the basis of personalism, with leaders being the main reference of these new ties, characterized by their fragility and short duration.

Keywords: partisanship, political parties; party identification; Venezuelan political system.

Introducción

La identificación partidista ha sido uno de los conceptos clave en el estudio del comportamiento político y electoral. Promovido por los investigadores del Survey Research Center de la Universidad de Michigan en los años cincuenta, se convirtió en un elemento esencial dentro de un enfoque psicológico de la conducta del voto. Partiendo de la noción de que la conducta del individuo está influida por su identificación con grupos sociales particulares, el comportamiento político estaría entonces influido por su identificación con los partidos políticos, como grupos organizados en el ámbito político.

El concepto de identificación partidista fue un elemento central en el desarrollo de los estudios de voto durante largo tiempo, no sólo en su país originario, sino también en muchas de las democracias occidentales. En Venezuela, desde los primeros estudios de opinión pública realizados por Enrique Baloyra y John Martz en 1973, se estableció que una de las variables con mayor capacidad explicativa del comportamiento electoral de los venezolanos era justamente la identificación partidista (Baloyra y Martz, 1979). Por su parte, Arístides Torres en su germinal artículo “Crisis o consolidación de los partidos en Venezuela”, publicado en 1980, estableció la fortaleza y extensión de los vínculos partidistas en el electorado venezolano (Torres, 1980a).

Este concepto de amplia difusión en el análisis del comportamiento político hace referencia a un nexo de tipo afectivo entre los ciudadanos y los partidos políticos, que implica un sentimiento de pertenencia al partido como grupo de referencia, aunque no requiere la existencia de una inscripción formal ni de una relación activa con el partido. Se considera como una de las actitudes políticas más estables en los ciudadanos, y tiende a reforzarse con el transcurso del tiempo. En función de ella, los electores que se sienten identificados con algún partido político tienden a votar más frecuentemente que los independientes (Miller y Shanks, 1996; Moreno, 2003). En Venezuela, la identificación de los electores con los partidos fue un factor clave para entender el apoyo electoral que en su momento apuntaló el bipartidismo, tal como lo demuestran los estudios de Torres (1980b), Canache (1992), Molina y Pérez, (1997), en los cuales se estableció la existencia de una relación positiva entre el partidismo y la conducta de voto.

1. La identificación partidista

En su concepción original, la identificación partidista es definida como una vinculación psicológica entre el individuo y un partido político, pudiendo asemejarse a la filiación religiosa. No es necesario que el individuo pertenezca formalmente al partido, ni siquiera que exprese en su conducta una cercanía a la organización. Una de las principales características de la identificación partidista es justamente su rasgo afectivo, es decir, a pesar de que pueden estar involucrados elementos ideológicos o programáticos, en su esencia predomina el sentimiento de pertenencia.

Otra de las características importantes de la identificación partidista es que su origen puede no estar ligado a la experiencia política adulta, y frecuentemente aparece como resultado de un proceso de socialización política familiar que se inicia en la infancia, aunado a la influencia de otros agentes de socialización como la escuela y los grupos de amigos (Miller y Shanks, 1996). La identificación partidista es asimismo una de las actitudes políticas más durables, a pesar de que no implica necesariamente comportamientos o acciones asociadas a ella, constituye una variable explicativa de primer orden para tales comportamientos. Esta diferenciación entre la actitud y la conducta de voto es esencial para comprender el concepto: si bien existe una marcada influencia de la identificación partidista sobre la decisión de voto, no debe confundirse con la preferencia por una opción partidista en una elección. Votar por un partido no significa que exista el tipo de vinculación que define a la identificación partidista, la cual debe ser entendida como un factor a largo plazo en la definición de la conducta de voto.

Desde su formulación original el concepto de identificación partidista ha generado abundantes críticas; entre muchas otras, las relativas al hecho de haber surgido en el marco de un electorado estable, como el de Estados Unidos en los años cincuenta, y aquellas referidas a la consideración de los independientes como electores apáticos y desinformados, así como las dificultades para su aplicación en sistemas políticos diferentes al norteamericano.

A partir de críticas a este modelo explicativo, han surgido nuevas reformulaciones del concepto, haciendo un mayor énfasis en el proceso de construcción de la identificación partidista como resultado de las experiencias electorales y evaluaciones positivas por parte de los ciudadanos hacia los partidos. En la medida en que los electores se sienten satisfechos con el desempeño del partido de su escogencia, se afianza el sentimiento de pertenencia hacia ese partido; la suma de experiencias positivas construye sentimientos profundos de adhesión. Por otra parte, también se hace hincapié en el uso de la identificación partidista como mecanismo de reducción de los costos de información para la toma de decisiones electorales. En tiempos en que la información política se ha hecho más abundante y compleja, la identificación partidista actúa como un medio para filtrar y procesar información, permitiendo al ciudadano hacer las evaluaciones que le servirán de base a sus decisiones electorales. Por último, se ha reevaluado el papel de los ciudadanos independientes, considerándoles no como una categoría residual (los que no son partidistas), sino como una condición que puede esconder una posición política determinada (los llamados “independientes pro”), o una actitud crítica hacia los partidos dominantes y más abierta a planteamientos políticos diferentes. Los independientes se consideran libres de ataduras partidistas, pero no necesariamente apáticos o desinformados.

2. La identificación partidista en Venezuela

En Venezuela el sistema bipartidista se asentó sobre las bases de una rápida y efectiva propagación de las lealtades partidistas, tal como lo demostró Arístides Torres a finales de los años 70. Desde entonces los estudios de opinión pública han evidenciado la gran influencia del partidismo en muchas de las actitudes y conductas políticas de los venezolanos. La identificación partidista se había constituido en la variable explicativa de mayor peso en el comportamiento electoral venezolano, pero en la medida en que la crítica y el descontento de los ciudadanos con el desempeño de los partidos fue creciendo, el segmento del electorado comprometido con los partidos se fue reduciendo, y con ello, el impacto del partidismo sobre los resultados electorales. Sin embargo, los estudios de encuestas seguían revelando un importante incremento en las cifras de electores identificados con los partidos.

 

Fuente: Pérez, 2000; Molina, 2000; Molina 2004; Redpol 2006

Como se aprecia en el Gráfico 1, el porcentaje de electores identificado con alguno de los partidos políticos disminuye paulatinamente entre 1973 y 1993. En este último año, los resultados de las elecciones presidenciales muestran una clara fractura del bipartidismo (AD–COPEI), que termina de desplomarse en 1998. A partir de ese momento, el porcentaje de electores identificado vuelve a ascender para situarse para 2005 por encima del 50% de los electores y para el 2006 en la impresionante cifra de casi el 66%. Este repunte de la identificación partidista esconde, sin embargo, algunos elementos importantes: el porcentaje de identificados con los partidos tradicionales (AD, COPEI, MAS) desciende continuamente, mientras que nuevas identificaciones aumentan marcadamente.

Si se considera al proceso de adquisición de una identificación partidista no necesariamente como producto de la socialización política familiar (aunque profundamente influida por ella), sino como el resultado de sucesivas experiencias electorales positivas, podría suponerse que el proceso de deterioro de las lealtades con los partidos tradicionales pasó por un proceso inverso: experiencias negativas alejaron a los electores desencantados de sus partidos hasta hacer desaparecer los sentimientos de apego hacia ellos. Por otra parte, el rechazo a los partidos ha generado -en amplios sectores del electorado venezolano- fuertes sentimientos de descontento no solamente contra las organizaciones partidistas tradicionales, sino, además, contra todo tipo de partido, y este descontento se ha venido transmitiendo a las siguientes generaciones a través del proceso de socialización política.

3. Las nuevas identificaciones partidistas

El notable aumento del porcentaje de electores que se identificaban a sí mismos como adeptos a nuevos partidos que se produce a partir de 1998, hizo surgir interrogantes acerca de la naturaleza de estas identificaciones. La vinculación con los nuevos partidos o movimientos políticos que se hizo patente a partir de 1998 presentaba características diferentes a las descritas para los partidos tradicionales. Tal como lo planteaba Molina:

[…] en este caso no se trata de la identificación partidista estable, producto de un proceso de socialización política y, por lo tanto, diferente a la intención de voto coyuntural… Tratándose de organizaciones recién surgidas, cuyo apoyo gira en torno de un líder carismático, es muy probable que aún no se hayan consolidado las lealtades estables que típicamente se consideran en la literatura como <identificación partidista> (Molina, 2000: 43).

3.1. Nuevos partidos ¿nuevas lealtades?

Para el análisis de las nuevas lealtades surgidas en Venezuela en los primeros años del presente siglo se utilizan los datos provenientes de dos estudios de opinión pública (Redpol-Zulia 2005 y Redpol 2006) realizados respectivamente en febrero de 2005, y en noviembre de 2006, previo a las elecciones presidenciales, ambos con muestras nacionales de 1.200 electores (venezolanos, mayores de 18 años)1 .

La medición de la identificación partidista se hizo con la pregunta “¿Ud. se considera emeverrista, masista, adeco, del PPT, copeyano, de Proyecto Venezuela, causaerrista, de Primero Justicia, de Un Nuevo Tiempo, de Alianza Bravo Pueblo, de Podemos, (…) o qué?”. En la tabla I se presentan los porcentajes de entrevistados según su identificación, agrupados en las categorías “Partidos Tradicionales” que incluye a quienes dijeron identificarse con AD, COPEI y MAS; y “Partidos Nuevos” a quienes manifestaron su adhesión a partidos de más reciente creación. Se hace la salvedad con respecto a CAUSA R, que, a pesar de contar con una larga trayectoria regional, su irrupción como partido nacional se produce a partir de 1993. Adicionalmente, se estableció la categoría “Independientes/Ninguno” para quienes se definían a sí mismos como independientes y quienes no se identificaban con ningún partido.

Tabla I

Identificados con partidos tradicionales y nuevos (porcentajes)

 

o

Fuentes: Encuesta Redpol-Zulia 2005; Redpol 2006

 

Como se observa, la mayor proporción de electores identificados remitía a un partido nuevo, porcentaje que creció sustancialmente entre 2005 y 2006. El estudio de 2006 reveló que la mayoría de los entrevistados se identificaban con algún partido, superando ampliamente los porcentajes de electores identificados para las épocas del bipartidismo, cuando los sentimientos de lealtad partidista eran los principales motores del comportamiento de voto. En estas nuevas identificaciones destacaba notablemente la señalada por el Movimiento V República (MVR), partido creado y liderizado por el entonces presidente Hugo Chávez.

A este alto porcentaje de identificados debe agregarse el hecho de que en Venezuela tradicionalmente se había encontrado que muchos entrevistados que se definían como independientes, en realidad poseían una afiliación partidista, que emergía cuando se les preguntaba por su cercanía con algún partido “…respetando su independencia política…” En 2005 entre estos “independientes pro”, de un total de 655 casos se encontró que el 19,7% se sentía cercano a algún partido nuevo, mientras que apenas el 2,9% lo hacía con alguno de los tradicionales. El 60,6% de estos independientes manifestaba no sentir cercanía con ningún partido. Para 2006, el porcentaje de “independientes puros” sin ninguna simpatía partidista descendía al 47,8%. La tendencia que mostraban los estudios de opinión era al aumento del porcentaje de electores identificados con algún partido, mayoritariamente con partidos nuevos y el descenso de electores independientes sin simpatías partidistas respectivamente.

Estas nuevas formas de vinculación con los partidos son marcadamente diferentes a las identificaciones exhibidas por los electores venezolanos de las décadas de los 70 y 80, en varios aspectos tales como el origen, la estabilidad y la relación con el comportamiento de voto. En primer lugar, debido a la novedad de los partidos con los cuales se manifestaba la vinculación con el partido, no había posibilidades de que los agentes de socialización primaria (familia, escuela) hubiesen promovido estas lealtades apenas en formación: el 33% de todas las lealtades partidistas registradas tenían menos de cinco años, y más de la mitad (55%) menos de diez años, es decir, no eran vinculaciones afectivas creadas en la infancia de los electores, tal como la teoría clásica de la identificación partidista sugiere como origen de las mismas. Y si te toman en cuenta las nuevas reformulaciones teóricas del concepto que hacen referencia a un proceso de exposición a las experiencias de voto que generan tal vinculación, es igualmente imposible que estas nuevas identificaciones tuviesen ese origen, puesto que no había transcurrido el tiempo suficiente como para acumular experiencias electorales y ser consideradas como actitudes estables en los electores.

En tiempos de efervescencia política es fácil confundir el entusiasta apoyo electoral a los nuevos partidos con una verdadera vinculación con estas organizaciones, y aún cuando existe una fuerte relación entre identificación partidista y voto, se trata de dos variables diferentes: la identificación partidista es una actitud estable del elector, mientras que la conducta de voto puede variar en función de múltiples influencias, particularmente las coyunturales. Las nuevas vinculaciones partidistas surgidas en los primeros años del siglo XXI pueden ser consideradas como una expresión de preferencias electorales, y no como la evidencia de una verdadera atadura de largo plazo, ni una adhesión afectiva con los nuevos partidos. Si bien la identificación partidista impulsa a la decisión de voto a favor del partido, en un momento determinado el elector puede votar por una opción diferente, sin perder su vinculación con el partido. Igualmente, un record de votación a favor de un determinado partido no implica necesariamente la existencia de vínculos afectivos con ese partido. En el caso venezolano, estas nuevas preferencias estaban más cercanas a la expresión de una conducta electoral que a la consolidación de una identificación partidista. Las personas que se identificaban a sí mismas como “chavistas” eran mayoritariamente partidarios del MVR, y votaron a favor del entonces presidente Chávez, como lo muestran los siguientes datos, donde se relaciona el voto en las elecciones presidenciales de 2006 y la identificación partidista manifestada por los entrevistados.

Tabla II

Voto en 2006 según Identificación Partidista

 

p

 

Fuente: Redpol 2006

 

La correspondencia casi perfecta entre identificación partidista y voto planteaba, cuando menos, la duda de que se tratase de dos elementos diferentes. Si se observa la casilla de los independientes, hay una distribución de los votos entre uno y otro candidato; sin embargo, los simpatizantes del MVR votaron casi en su totalidad por su candidato, Chávez, mientras que los partidarios del UNT solamente votaron por Rosales, en una coordinación perfecta que no aparecería si se tratara de dos aspectos distintos del comportamiento electoral. Si bien los identificados con un partido suelen votar por los candidatos que éste presenta, no necesariamente el voto define la simpatía partidista. En resumen, la evidencia sugería que no se cumplía el esquema teórico que separa la identificación partidista de la conducta de voto; para los entrevistados en 2006 sentirse ligado a un partido y votar por él era exactamente lo mismo, y tal vinculación no tenía como origen ni las experiencias electorales positivas acumuladas, ni muchísimo menos la socialización política a edad temprana.

¿Por qué son diferentes estas nuevas vinculaciones partidistas de aquellas que exhibían los venezolanos en los tiempos del bipartidismo? Las antiguas identificaciones partidistas fueron arrasadas por el descontento y la crítica constante y feroz a la que fueron sometidos los partidos por parte de algunos sectores, particularmente, los medios de comunicación social. Las lealtades hacia los nuevos partidos surgen en un escenario político totalmente diferente, en el cual resaltan dos elementos importantes: los sentimientos negativos hacia los partidos y la naturaleza misma de los nuevos partidos. Los sentimientos anti-partido se han encontrado entre los valores políticos predominantes en el electorado venezolano. La crítica hacia los partidos ha sido una constante que ha sido registrada en los estudios de opinión en Venezuela, haciéndose mucho más severa con el transcurrir del tiempo. En la opinión sobre los partidos resaltan las características negativas. Si bien el germen de estos sentimientos es el rechazo a los partidos tradicionales, particularmente (AD y COPEI), la actitud negativa se extiende al resto de los partidos. La casi desaparición de las lealtades hacia los partidos políticos tradicionales está en la base de la caída del bipartidismo que había dominado la escena política venezolana durante las décadas de los 70 y 80. La crisis de los partidos, evidenciada ya en 1993 cuando Rafael Caldera llega a la presidencia apoyado por una alianza de pequeños partidos y la plataforma electoral de uno nuevo, Convergencia Nacional, se hizo aún más patente en 1998, cuando los partidos tradicionales terminan de colapsar, dando paso a un nuevo sistema de partidos con una marcada tendencia a la fragilidad y la desorganización. Los partidos dejan de ser centrales en la política venezolana, y la desconfianza de los ciudadanos hacia ellos se hace más profunda. De esta manera, para la época analizada, según los datos de Redpol 2006, el 27% de los encuestados manifestaba no tener ninguna confianza en los partidos políticos, y el 47% decía tener poca confianza. En este contexto resultaba difícil que tales organizaciones lograran consolidar el tipo de vinculación que proclama el concepto de identificación partidista: sólida, estable y perdurable.

De igual manera, la naturaleza de los nuevos partidos venezolanos también dificultó la consolidación de ataduras partidistas firmes. De hecho, la consolidación de los partidos en Venezuela en los años 60 fue posible gracias a un esfuerzo deliberado por extender la organización partidista a todos los rincones del país, y crear una estructura fuerte y estable. Este proceso de institucionalización, en los términos de Mainwaring (1999) se detiene como consecuencia de las crisis políticas y económicas que terminaron por cerrar el ciclo de la democracia partidista en Venezuela. El nuevo sistema de partidos se conforma a partir de un tipo distinto de organizaciones. En muchos casos el surgimiento de los nuevos partidos responde a la necesidad de un líder de contar con una plataforma electoral, condicionando así la existencia del partido a la suerte de su creador. Fue el caso, por ejemplo, de Convergencia Nacional, que luego de ganar las elecciones de 1993 desaparece del escenario político, y de Proyecto Venezuela, creado por Enrique Salas Romer para las elecciones de 1998, con la misma suerte. El principal movimiento político del “chavismo”, el MVR, es el ejemplo más notable de debilidad organizativa2 , dada su dependencia de su fundador Hugo Chávez (Pereira, 2004).

Los datos de la encuesta de 2006 señalaban que este partido acaparaba para la época, una parte sustancial de quienes se identifican con los partidos, sin embargo, su consolidación e incluso su misma supervivencia dependían exclusivamente de las decisiones de su líder fundador. En 2007 Chávez decide exterminarlo para sustituirlo por una nueva organización partidista, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y el MVR desaparece sin dejar rastro alguno de adhesión entre sus antiguos militantes y simpatizantes, es decir, el partido por sí mismo nunca generó un sentimiento de apego con los electores. No era, desde el punto de vista de la teoría, una verdadera identificación. Con este tipo de organizaciones partidistas se hacía extremadamente difícil la construcción de una fidelidad con el partido de largo alcance. Inclusive, aquellos partidos que no dependían exclusivamente de un líder o que pretendían establecer organizaciones más estables como, por ejemplo, Primero Justicia, se enfrentaban a un ambiente hostil, en el cual la política personalista tenía y sigue teniendo, la preferencia. Otro partido de origen regional, Un Nuevo Tiempo, intentaba igualmente extenderse en el nivel nacional, sin embargo, su éxito electoral y su permanencia en el tiempo han girado alrededor del liderazgo personalista del exgobernador del Zulia, Manuel Rosales.

A pesar de estas dificultades, había un elemento a favor de la consolidación de los nuevos partidos: la frecuencia con la cual se producían los procesos electorales. Para el momento estudiado, desde la llegada de Chávez a la presidencia se habían producido dos referendos constitucionales y la correspondiente elección de miembros de la Asamblea Constituyente en 1999, una “mega elección” en 2000 para la renovación de los poderes públicos, luego de la aprobación de la nueva Constitución (ese mismo año también se renovaron las asambleas locales junto a un referéndum en materia sindical); en 2004 el referéndum revocatorio presidencial y elecciones regionales de gobernadores y consejos legislativos estadales; en 2005 elecciones de Asamblea Nacional; en 2006 elecciones presidenciales y en 2007 referéndum de reforma constitucional.

La profusión de procesos electorales tiene dos efectos concretos: por una parte, obliga a los movimientos políticos a organizarse, en principio como plataformas electorales, e igualmente como propuestas políticas más estructuradas ante la sociedad. Por otra, tienen el efecto de acumular “experiencia política” en los electores (Torres, 1980b), lo cual significa que más que el paso del tiempo para que los electores evalúen positiva o negativamente su apoyo a un partido es importante la exposición a los procesos electorales. En la medida en que los electores votan por un partido en sucesivas ocasiones, ello les permite evaluar los resultados de sus decisiones electores.

Tabla III

Resultados electorales 1998 – 2006

Voto por partido

 

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Fuente: CNE, http://www.cne.gov.ve/index.php

Los referendos, aún sin ser elecciones partidistas, obligaban a los partidos a la movilización de sus adeptos y simpatizantes, y cada proceso electoral aumentó el apoyo a las nuevas organizaciones. El extinto MVR se mantuvo con un respaldo alrededor del 40% en las sucesivas elecciones, mientras que le permitió a Primero Justicia y a Un Nuevo Tiempo acumular mayor votación y acceder a gestiones de gobierno local y regional.

Un aspecto adicional que impulsó la adhesión a los partidos se produce por la práctica intensiva y generalizada del clientelismo, particularmente por parte del régimen chavista. La inscripción en el partido facilitaba la obtención de los beneficios sociales que ofrecía el gobierno y se convirtió en un requisito para entrar o permanecer en la administración pública, incluyendo la estatal petrolera PDVSA. Esta práctica usual en la política venezolana tiene referencias desde la etapa de formación del régimen democrático y la aparición de los primeros partidos políticos modernos en los años 40 (Urbaneja, 1988), y fue característica fundamental de la democracia partidista a partir de 1958: poseer un “carnet” del partido en el gobierno era una exigencia para los empleados públicos. Es importante señalar, no obstante, que las necesidades de una mayor eficiencia del aparato público obligaron a tomar medidas tales como la Ley de Carrera Administrativa, para dar mayor estabilidad a los empleados públicos y continuidad a los programas y proyectos. La superación del clientelismo partidista comenzó a ser visto como una condición para la modernización del sistema político democrático. El regreso a las prácticas clientelares promovido por el régimen chavista tuvo el efecto de fortalecer al partido de gobierno.

3.2. Las lealtades no partidistas

En 1980 Arístides Torres se preguntaba ¿cómo se vinculan los venezolanos a la política? tratando de esclarecer cuál era el mecanismo que ayudaba a los individuos a relacionarse con el mundo político. En su análisis, Torres demostraba que la imagen partidista se había desarrollado entre los venezolanos, superando otras simbologías, tales como las personalistas e incluso las ideológicas (Torres, 1980a: 12). Por mucho tiempo la identificación con los dos partidos tradicionales fue el factor dominante en el comportamiento de voto en Venezuela. Bajo la hegemonía del régimen chavista, la forma en que los venezolanos nos relacionamos con el mundo político tomó vías claramente diferentes. La encuesta nacional Repdol-Zulia 2005 reporta que el 66,1% de los entrevistados se definían a sí mismos en función de la figura de Chávez, tanto a favor como en contra.

Tabla IV

P5. Como Ud. sabe, mucha gente se considera chavista o antichavista. En ese sentido, ¿Ud. se considera muy chavista, algo chavista, algo antichavista o muy antichavista?

 

j

Fuente: Redpol 2005

 

La pregunta utilizada es “¿Usted se considera a sí mismo como muy chavista, algo chavista, ni lo uno ni lo otro, algo antichavista o muy antichavista?”. El 33,9 de los casos válidos se ubicaron en la categoría excluyente: “ni lo uno ni lo otro”; mientras que el resto de los encuestados, el 66,1%, se situó en algún punto referencial a Chávez, a favor o en contra. Esto indica que las dos terceras partes de los entrevistados tenía a la figura del presidente como su referente para identificarse en política, bien sea para apoyarlo o para adversario, pero en todo caso como el medio para definir su propia posición política. El propio término “chavista” para definir el régimen político, revela su esencia personalista.

3.3. Efectos sobre el comportamiento electoral

El voto es el resultado de la influencia de múltiples factores de variada naturaleza. Para enfrentar esta multicausalidad, tales factores pueden dividirse en dos categorías: factores a largo plazo y factores a corto plazo. Los factores a corto plazo están referidos a las condiciones propias y particulares de cada elección, las condiciones, propuestas, candidatos, ambiente y circunstancias que inciden en la decisión de voto; son únicos para cada elección y se producen cercanos al momento de la elección. Por su parte, los factores a largo plazo son influencias más lejanas en el tiempo, más permanentes y más ligadas a condiciones menos variables en el individuo y la sociedad; destaca entre estos factores la identificación partidista.

Para una elección determinada ambos tipos de factores, a corto y largo plazo, ejercen su influencia de manera diferente. Cuando los factores a largo plazo no tienen mucha relevancia, o sus influencias se contrapesan unas a otras, son los factores de corto plazo los que sientan las bases de las decisiones de voto. En un electorado dado, las influencias de los factores a largo plazo pueden ser más o menos poderosas, es decir, elementos como las identificaciones partidistas o ideológicas, pueden estar presentes con mayor o menor intensidad; cuando estos factores de largo plazo se manifiestan con fuerza en un electorado, los factores a corto plazo tienden a perder importancia o relevancia para las decisiones electorales. Cuando, por el contrario, los factores a largo plazo están debilitados como, por ejemplo, cuando se produce un proceso de desalineación o pérdida de las vinculaciones partidistas, los factores a corto plazo cobran mayor importancia para que los electores tomen sus decisiones.

El deterioro de las lealtades partidista en Venezuela ha permitido que otros elementos distintos al partidismo revelen su influencia sobre el voto, es el caso de la ubicación ideológica del elector (Molina, 2000; Molina, 2004). Adicionalmente, los factores como la evaluación de la labor del gobierno y la percepción de la situación económica tengan un efecto más importante sobre el comportamiento electoral. A este respecto, se presentan los coeficientes de asociación entre la intención de voto en 2006 entre los dos principales candidatos, Chávez y Rosales, y las variables que implican evaluación del régimen: opinión sobre la situación económica del país, satisfacción con el funcionamiento de la democracia y opinión sobre la labor del gobierno; asimismo, se incluye la identificación partidista y la participación en misiones, ésta última como indicador de clientelismo.

Tabla V

Intención de voto en 2006

 

k

 

Fuente: Encuesta Redpol 2006

 

Las evaluaciones de los electores sobre el régimen presentaron una fuerte asociación con la intención de voto en 2006. Tanto la evaluación de la situación económica del momento como la labor del gobierno y el funcionamiento de la democracia presentan una asociación moderadamente fuerte con la intención de voto. Menor impacto mostró la participación en misiones, aunque su efecto era significativo. Con respecto a la identificación partidista, a pesar de que exhibía una asociación moderada con la variable dependiente, el voto en 2006, tal relación resultó espuria cuando se controló por la evaluación de la labor del gobierno: entre los que pensaban que el gobierno de Chávez lo estaba haciendo bien o muy bien, el impacto de la identificación partidista sobre el voto desaparecía (Dyx=0.55 Sig ,014), y se reducía notablemente en la categoría de quienes piensan que lo hacía mal o muy mal (Dyx=0.140 Sig ,000). Esto indicaba que el efecto de la identificación partidista no era autónomo, por el contrario, la identificación partidista, particularmente la chavista, respondía a una apreciación positiva de la figura de Chávez.

Conclusiones

El modelo teórico del comportamiento electoral cuyo elemento principal lo constituye el concepto de identificación partidista presenta muchas dificultades para su aplicación en contextos políticos de cambio y crisis, como lo es el caso venezolano. Los datos analizados presentan evidencias contradictorias para el periodo estudiado, por una parte, los mecanismos que este modelo plantea para la consecución de una decisión de voto parecían estar vigentes para el momento: para una minoría del electorado que aún conserva las antiguas lealtades partidistas el voto sigue estando determinado por la identificación partidista; para otro sector de los electores que exhibe afiliaciones con los nuevos partidos, particularmente el MVR, la relación con el voto era tan fuerte que prácticamente no era posible diferenciarlas.

Se evidencia que surgieron nuevas vinculaciones partidistas con un carácter diferente a las que predominaron en los tiempos del bipartidismo, puesto que estaban teñidas por otras imágenes políticas: personalistas e incluso ideológicas, en una multidimensionalidad que el concepto de identificación partidista no es capaz de abarcar. El modelo teórico que tiene como variable fundamental la identificación partidista asume la existencia de la libertad de elección por parte de los ciudadanos, es decir, que se encuentran protegidos de las coacciones económicas, y pueden decidir entre opciones que compiten en igualdad de condiciones. Tales circunstancias no han estado presentes en los procesos electorales venezolanos del presente siglo y, por lo tanto, dificultan la aplicación de tal modelo para explicar el comportamiento electoral del venezolano.

Algunas condiciones trabajaron en contra de la conversión de las recién adquiridas lealtades en auténticas identificaciones: fuertes sentimientos anti-partido que aún no han sido superados, partidos con una extraordinaria debilidad organizativa y funcional, la marcada influencia del personalismo en política. Por otra parte, la frecuencia de procesos electorales obligó a los partidos a organizarse y a presentar propuestas a los electores. Una vez que el MVR fue sustituido por el PSUV, el liderazgo de Chávez dominó completamente su fortalecimiento. Para los partidos de oposición, la consolidación de las nuevas lealtades ha estado sujeta a los vaivenes de los liderazgos locales y regionales, a la evaluación de acciones de gobierno en el nivel subnacional, y a su actuación como captadores del descontento de la oposición al chavismo.

Prácticamente liquidadas las antiguas lealtades, apenas en una dificultosa construcción las nuevas, el voto ha estado mayormente determinado por factores a corto plazo, por la influencia del liderazgo personalizado y su capacidad de reivindicar para sí los beneficios sociales que brinda el Estado, así como por las evaluaciones de las gestiones a cualquier nivel de gobierno, elementos todos ajenos al modelo explicativo del comportamiento electoral planteado por la Escuela de Michigan.

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1 Los cuestionarios para estos estudios fueron preparados por: José Molina, Valia Pereira y Carmen Pérez, investigadores del Instituto de Estudios Políticos y Derecho Público de la Universidad del Zulia, pertenecientes al núcleo Zulia de la Red Universitaria de Estudios Políticos (Redpol. La encuesta de 2005 contó con el apoyo financiero del Vice Rectorado Académico de LUZ y, el trabajo de campo fue realizado por la empresa Keller y Asociados, con un diseño muestral aleatorio, multietápico y estratificado, en ciudades de más de 20.000 habitantes. En el caso del estudio de 2006, se contó con el financiamiento de CONDES-LUZ y se utilizó un diseño muestral estratificado polietápico, en ciudades de más de 20.000 habitantes, y su trabajo de campo se realizó por la empresa Consultores 21, en noviembre 2006.

2 El MVR sustituye en 1997 al Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200) como plataforma electoral por la decisión de Hugo Chávez.