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Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 32, N° 57, enero-junio, 2020, págs: 165-175.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
A ochenta años del keynesianismo. Paradigma fundacional de la política económica... / 165-175
Omar Muñoz Ramírez
(…) un cielo estrellado, una límpida noche, como si no conociera en absoluto, que son las estrellas y
planetas, como si no supiera nada de la constitución de esos astros y de las vertiginosas distancias en
que se encuentran. Que se olvide por un momento de todo el saber astronómico que posea, de todos
los datos y teoría que conozca, adoptando una mirada ingenua, interrogando a esos increíbles puntos
de luz, a la circular y familiar forma de la luna. En: Los Caminos de la Ciencia (1996). CS.
Entonces remontado a ese observar primigenio, las grandes interrogantes frente a
lo desconocido aparecen: desde lo religioso hasta lo losóco, incluyendo la poesía, la
idea del cosmos y los mitos. Es el observar recurrente, sistémico, regular, concentrado,
denido en el objeto de donde poco a poco iríamos obteniendo, si no las respuestas a
todo lo que aspirábamos, si algunas informaciones de interés de lo que distinguíamos:
conguraciones estables unas u otras con distintas recurrencias y luminosidad, distintos
movimientos, conguraciones que permitían imaginar guras que representaban nuestras y
particulares ordenaciones mentales algunas de ellas con pretensión universal, al transcurrir
de los tiempos y de la sistematización de lo observado tenemos que la observación, atenta
y rigurosa devino en caracterizaciones que permitió la comparación y otros procesos del
conocer (ordenar, clasicar, abstraer, etc.) y la confrontación con lo experienciado, con lo
vivido y entonces:
(…) gracias al conocimiento de los cielos era posible orientarse en los viajes y preparar las cosechas,
prever los desplazamientos de rebaños y aves, iniciarse en la navegación nocturna y anticipar el curso
de los ciclos climáticos. Durante siglos y tal vez milenios, diversos pueblos acumularon los datos y
jaron los primeros conceptos surgidos de la observación astronómica. Por n, en la Grecia clásica,
hace más de dos mil quinientos años, se lanzaron las primeras hipótesis de que tengamos noticia en
cuanto a explicar lo que acontecía mas allá de la tierra. En: Los Caminos de la Ciencia (1996). CS.
Así la observación devino en ciencia y la ciencia en bienestar. Acortando las distancias
y especicando lo observado en las relaciones de apariencia caótica, se nos presenta el
mundo de lo que nalmente llamamos economía, y entonces la palabra construye un mundo,
donde no lo había y en la medida que los tiempos avanzan y las relaciones, procesos y
productos emergen del hecho humano, hacen falta palabras para describir lo que aparece
y los cientos de miles de años de humanidad, nos traen una deriva, que para los efectos de
lo que nos ocupa, decimos con John Maynard Keynes:
Desde los más remotos tiempos de los que tenemos datos –digamos dos mil quinientos años antes
de Cristo- hasta principios del siglo XVIII, no se produjo realmente ningún gran cambio del nivel de vida
del hombre corriente que habitaba en los centros civilizados de la tierra. Ciertamente, se produjeron
alzas y bajas. Visitas de pestes, hambres y guerras. Intervalos dorados. Pero no cambios progresivos
no violentos. Unos periodos son quizás 50 por 100 mejores que otros –a lo sumo un 100 por 100
mejores– en los cuatro mil que terminaron el año del Señor de 1700. En: Ensayos de Persuasión.
“Posibilidades económicas de nuestros nietos” (1930). p. 324-325. JMK.
Y con ello una nueva forma de organizar la sociedad, no exenta de violencia (en alguna
parte un alter ego de Keynes en otros tiempos, habitando los mismos espacios nos reere
a que “nunca fue manso y sereno el curso del verdadero amor”), y lo que Karl Marx nos
reere en la Acumulación Originaria (El Capital. Tomo I. Cap. XIV. La llamada Acumulación
Originaria), Keynes nos los sintetiza desde procesos de la alquimia económica, obviando en
la síntesis lo que describe en el fondo del proceso:
Creo que la era moderna se inició con la acumulación de capital que comenzó en el siglo XVI.
Pienso -por razones con las que no puedo recargar este trabajo- que esto se debió al aumento de los
precios, y a los benecios que se derivaron, a causa de las remesas de oro y plata que España trajo