42
Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 32, N° 57, enero-junio, 2020, págs: 38-51.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
El Amazonas venezolano en caos: crisis económica y social / 38-51
Leonardo Favio Osorio Bohórquez
La escuela de la comunidad tiene su propio conuco donde siembran productos como
frijol, plátanos y yuca, que sirve para enseñarles a los niños a aprender a cultivar la tierra
según la tradición indígena. Tanto la mujer como el hombre siembran o participan en la
producción del conuco. Aunque las mujeres y los hombres se han vuelto profesionales, en
su mayoría son educadores con grados de licenciatura y maestría, combinan su profesión
con la siembra tradicional (Morales, 2018).
Los sueldos no alcanzan para subsistir con el trabajo profesional. Ante esa realidad,
Morales (2018) maniesta que no reciben ayuda de las autoridades del estado regional ni
del Estado nacional. El gobernador actual Miguel Rodríguez no ha ido a la comunidad y
desatiende a los indígenas. La caja otorgada por los Comités Locales de Abastecimiento y
Producción (CLAP), contienen una serie de alimentos vendidos a costos subsidiados por el
gobierno nacional, que les llega aproximadamente una vez al mes.
Sumado a esos inconvenientes, no hay medicinas en el dispensario de la comunidad
(Morales, 2018). Esa falta de atención médica ha hecho que se mueran algunos indígenas
por enfermedades como el paludismo. Continúan visitando al chamán de la comunidad por
asuntos médicos, pero lo combinan con la medicina occidental, por eso se ven afectados por
la falta de medicamentos. Ante la crisis económica, Morales (2018) alega que las indígenas
toman un remedio para que se les seque la matriz para no tener más hijos.
Aunque ese remedio es usado desde mucho tiempo atrás, ante la penuria económica se ha
vuelto de uso cada vez más generalizado. Los indígenas tienen muchos niños por tradición,
pero la conciencia de la situación de crisis, los ha llevado a optar por esas soluciones. Es
cada vez más difícil alimentar a una familia numerosa.
Sumado a esos inconvenientes, en la comunidad indígena de La Reforma se han dado,
actualmente, problemas de delincuencia y droga, algo no visto antes por las etnias indígenas.
En la Comunidad de Coromoto también de origen Jivi, Figuera (2018), igualmente, alega
que la droga y delincuencia no es algo propio de las etnias indígenas. Expresa que la
crisis económica los obliga a robar para alimentar a las familias. Esto se da sobre todo
en el caso de muchachos huérfanos, los hijos mayores se ven obligados a alimentar a sus
hermanos menores y se da en algunos casos el robo dentro de la misma comunidad. Ante
esa problemática, hay solidaridad ante situaciones de hambre, algunas familias los ayudan
con alimentos (Figuera, 2018).
En el año 2019 ha habido un recrudecimiento de los problemas en la comunidad, los cultivos
locales ya no son sucientes para alimentar a toda la población local, los profesionales han
abandonados sus trabajos y regresado a la localidad, por lo cual ha aumentado la demanda
(Figuera, 2018). Hay casos de desnutrición infantil, así lo reeja el Alto Comisionado de las
Naciones Unidad para los Refugiados (ACNUR), esta institución ha hecho presencia en la
comunidad jivi para ayudarlos con alimentos y medicinas.
Los indígenas están sufriendo fuertemente la crisis económica nacional sin respuesta
por parte del gobierno regional ni nacional (Figuera, 2019). Los indígenas han tenido que
ingeniárselas para sobrellevar la problemática. Para lograr subsistir, existen diversas formas
de intercambio. Amodio (2005) explica el comercio realizado históricamente por los Jivi:
Una parte de los productos elaborados por los Jivi son intercambiados con otros grupos
indígenas, como los piaroa, o comercializados en los mercados criollos, sobre todo en Puerto
Ayacucho, donde la presencia de familias Jivi emigradas, permite a las del interior tener una base