Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 161-174.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
161
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de
América y del mundo *
Roberto López Sánchez **
Introducción
El trabajo analiza las implicaciones de las recientes investigaciones arqueológicas,
antropológicas, lingüísticas, paleo-climáticas y genéticas sobre la América antes de la
invasión europea, que modican sustancialmente el conocimiento cientíco que hasta
ahora predominaba sobre el poblamiento y desarrollo de las civilizaciones humanas en el
continente americano, incidiendo también en las explicaciones que hasta ahora sustentaban
el orden cronológico de aparición de las primeras sociedades a nivel mundial.
Considerando de manera principal el descubrimiento de la civilización de Caral, en Perú,
cuya antigüedad se remonta a 5.500 años, la cual constituye uno de los datos históricos
más contundentes acerca del notable desarrollo cultural de los pueblos americanos varios
milenios antes del orecimiento de Grecia y Roma, se desmonta el discurso eurocéntrico que
falsicó la historia de la América indígena, atribuyéndole una supuesta inferioridad cultural a
nuestros pueblos originarios, discurso que sirvió de justicador para el saqueo, el genocidio
y etnocidio, que por varios siglos, Europa ejecutó contra las poblaciones amerindias.
La idea de concebir a América como el “Nuevo Mundo” se ha derrumbado ante las evidencias
arqueológicas que retrasan en decenas de miles de años la entrada de seres humanos al
continente y que colocan a los Andes suramericanos en el origen mismo de las primeras
grandes civilizaciones de la humanidad. Unas sociedades complejas y sosticadas, que
nada tienen que envidiarle a las que se desarrollaron en el resto de continentes, comienzan
a emerger poco a poco, trastocando todos los discursos cientícos, todos los prejuicios
culturales y todas las justicaciones perversas que sirvieron de sustento a la aniquilación
casi completa de milenios de civilización que se suscitó en los siglos siguientes a la invasión
europea. Una historia de más de cuarenta mil años espera por ser conocida, difundida y
comprendida, para bien del futuro de la actual sociedad globalizada.
1. La historia recién descubierta del Continente Americano modica completamente
el pensamiento dominante referido al desarrollo de las civilizaciones humanas
El mundo globalizado, a partir de los siglos XV-XVI, se desarrolló bajo un discurso
dominante que impusieron las élites absolutistas de la Europa Occidental, discurso que
luego continuaron las burguesías nacionales y prolongaron hasta el presente quienes han
controlado el capitalismo global. Ese discurso fue construido bajo la necesidad de justicar
la expansión de las potencias europeas hacia el resto de continentes, estableciendo a partir
de allí que todo lo europeo es universalmente válido y que su cultura posee una actividad
creadora y dinámica superior al resto de sociedades del mundo.
* El presente ensayo es una primera aproximación al debate en torno a la nueva historia del continente americano. No son ideas
totalmente acabadas, sino un primer intento por abordar el impacto teórico que sobre todo el conocimiento cientíco implica estos
descubrimientos que cambian la historia de la humanidad.
** Historiador. Doctor en Ciencias Políticas. Profesor Titular de la Universidad del Zulia en la Licenciatura de Antropología. Maracaibo,
Venezuela. Correo: cruzcarrillo2001@gmail.com.
162
Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 161-174.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de América y del mundo / 161-174
Roberto López Sánchez
Dicho discurso parte de considerar que las llamadas sociedades clásicas de Grecia y
Roma constituyeron la “cuna de las grandes civilizaciones humanas”, y esa cultura greco-
romana ha sido impuesta en todo el mundo como paradigma de la supuesta “superioridad”
de las sociedades europeas sobre el resto de pueblos del planeta Tierra.
Todo el pensamiento occidental de los últimos siglos se ha fundamentado en la cultura
del Renacimiento europeo (siglos XV-XVI), considerado como recuperación de las antiguas
civilizaciones greco-romanas, y se puede considerar que buena parte de todos los desarrollos
teóricos en el campo de las ciencias: en la economía, la política, la losofía, la sociología,
la antropología, la historia, la educación, la matemática, la física, la química, la biología, la
agronomía, la medicina, la arquitectura y demás ciencias, tienen sus principios fundamentales
a partir de las ideas renacentistas y su posterior desarrollo por el pensamiento occidental en
los cinco siglos siguientes.
Incluso el marxismo, entendido como cuerpo teórico de las luchas anticapitalistas de los
trabajadores, también tiene un fundamento eurocéntrico, engarzado en ese principio básico
de considerar la superioridad cultural de la civilización que dio origen al actual sistema
capitalista dominante. Sobre ese principio ocurrieron absurdos como el respaldo dado por
Marx y Engels a la guerra de Estados Unidos contra México:
En América hemos presenciado la conquista de México, la que nos ha complacido.
Constituye un progreso que un país ocupado hasta el presente exclusivamente de sí mismo,
desgarrado por perpetuas guerras civiles e impedido de todo desarrollo (…) que un país
semejante sea lanzado por la violencia al movimiento histórico. Es en interés del desarrollo
de toda América que los Estados Unidos, mediante la ocupación de California, obtienen el
predominio sobre el Océano Pacíco (Marx y Engels, 1979, p. 183).
¿o acaso es una desgracia que la magníca California haya sido arrancada a los perezosos
mexicanos, que no sabían qué hacer con ella? (...) El oro californiano se vierte a raudales sobre
América y la costa asiática del Océano Pacíco y arrastra a los reacios pueblos bárbaros al
comercio mundial, a la civilización (Marx y Engels, 1979, p. 191-192).
En este discurso eurocéntrico sobre la historia del mundo, que denominan “historia
universal”, la población del Continente Americano es un actor que ingresa bastante
tardíamente en el proceso histórico. Un continente poblado con mucha posterioridad al resto
de continentes, al cual se le reconocen la existencia de varias civilizaciones medianamente
desarrolladas, pero que en términos generales han sido consideradas en un estadio inferior
a la cultura que invadió América a partir de las carabelas de Colón, razón que explicaría la
aniquilación de los imperios existentes para inicios del siglo XVI (Inca y Azteca) por parte
de ese pequeño contingente de aventureros españoles que inició tres siglos de genocidio,
etnocidio y saqueo.
Al designar como el “Nuevo Mundo” a América, las élites europeas construyeron un
referente que nos designaba como un territorio casi virgen, escasamente habitado, cuyos
pobladores calicaban en el concepto de “salvajes”. En el mejor de los casos, unos salvajes
con ciertos destellos de inteligencia que les permitieron crear civilizaciones difíciles de
explicar para el eurocentrismo, como los Mayas, y construir maravillas arquitectónicas como
Machu-Picchu. Pero salvajes al n, que habían ingresado al torrente civilizatorio a partir de la
conquista y colonización europea. Un continente que no tenía nada relevante que aportar al
163
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de América y del mundo / 161-174
Roberto López Sánchez
Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 161-174.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
desarrollo cientíco-cultural de la humanidad, más allá de algunas manifestaciones exóticas
reducidas a las secciones periféricas de los museos y las enciclopedias (López, Suárez y
Rodríguez, 2019, p. 20).
Todo el conocimiento cientíco y todos los valores culturales que hoy imperan en Nuestra
América, que se continúan reproduciendo y expandiendo en universidades, medios de
comunicación, redes sociales, instituciones públicas, empresas privadas, en los núcleos
familiares y comunidades populares, sigue siendo básicamente eurocéntrico.
Desde la época colonial, buena parte de las élites criollas se hicieron reproductoras de ese
mismo discurso, justicador de la dominación europea en América. En el período republicano
y ya entrado el siglo XX con sus luchas populares inuidas por la óptica marxista, sectores
mayoritarios de las élites políticas tanto de derecha como de izquierda asumieron la misma
perspectiva eurocéntrica explicativa de una “historia universal” cuya columna vertebral parte
de la antigua Grecia, en la cual los americanos nos ubicamos en las extremidades inferiores
de la humanidad.
La izquierda latinoamericana, repitiendo a los manuales soviéticos, ha reproducido y sigue
haciéndolo en pleno siglo XXI, una visión de la historia humana que desconoce completamente
el desarrollo de las grandes civilizaciones que milenios antes de Grecia y Roma se erigieron
en América, África y Asia. Ante la periodización de los historiadores europeos, impuesta a
nivel mundial gracias a la hegemonía de occidente, es decir: Prehistoria - Edad Antigua -
Edad Media – Edad Moderna – Edad Contemporánea, los marxistas soviéticos reprodujeron
el mismo esquema unilineal pero con otros nombres: Comunismo Primitivo – Esclavismo –
Feudalismo – Capitalismo – Socialismo.
Las mayoritarias sociedades tributarias, que el mismo Carlos Marx denió como “modo de
producción asiático”, y que predominaron en casi todas las grandes civilizaciones originarias
de la humanidad, en Sumeria, Egipto, India, China, y también en América, han sido ignoradas
por ese discurso histórico eurocéntrico (Soto, 1994, p. 33-34)
1
.
La mayoría de las sociedades evolucionaron de la sociedad sin clases a la forma
tributaria. El esclavismo dominante en la antigüedad clásica europea (Grecia-Roma) fue
una excepción y no la regla. El esquema unilineal eurocéntrico hasta ahora dominante sólo
reeja las etapas de la historia de Europa occidental. Es imprescindible elaborar esquemas
de desarrollo de las distintas civilizaciones en cada uno de los continentes, en los cuales el
modo de producción tributario sería una constante, salvo la mencionada excepción europea.
Al tomar la historia de Europa como eje de la “historia universal”, la perspectiva global se
tergiversa totalmente, pues en vez de considerar a las demás culturas por lo que ellas son
en sí mismas, estas adquieren interés desde el momento en que entran en contacto con el
mundo europeo. La “entrada” en la historia de los pueblos no europeos sólo se produce al
contactar con Europa. La historia europea es la que decide cuándo, cómo y por qué otros
pueblos tienen acceso a la historia, cuándo pueden aspirar a la historicidad. De acuerdo con
esa perspectiva eurocéntrica, se habla entonces del “descubrimiento” cuando los europeos
entran en contacto con otras culturas, como ha ocurrido con su narración de la invasión al
continente americano.
1 Esta reexión crítica sobre la periodización histórica unilineal impuesta por el eurocentrismo la escuchamos por primera vez de
nuestro profesor Antonio Soto Avila, quien para 1990 dictaba la materia Africa y Medio Oriente en la mención Ciencias Sociales de la
Escuela de Educación de la Universidad del Zulia.
164
Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 161-174.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de América y del mundo / 161-174
Roberto López Sánchez
El llamado mundo occidental y cristiano
2
le ha impuesto al resto del mundo su propia
explicación de la historia, presentándola como si fuera “universal”. De acuerdo con ello, el
derecho romano, la losofía griega, la religión cristiana, la democracia griega, la música, la
pintura, el modo de vida, característicos de la cultura occidental, deben constituirse en el
patrón de referencia para el resto de pueblos del mundo. Particularmente, se ha fortalecido
la tendencia a atribuir la ciencia a Occidente, despreciando sistemáticamente todos los
aportes cientícos provenientes de culturas no europeas. Pero el supuesto de que todo lo
europeo u occidental es universalmente válido es una falacia.
El resultado del eurocentrismo ha sido el predominio de una visión completamente falsa
y tergiversada sobre nuestra historia como humanidad. Un desconocimiento casi total sobre
la extensamente rica experiencia civilizatoria del mundo no europeo, y particularmente de la
historia americana antes de la invasión colonial iniciada con la llegada de Colón.
Pero las cuatro últimas décadas han aportado investigaciones en distintos campos de la
ciencia que están derrumbando todos los falsos mitos sobre la superioridad europea y las
pretendidas limitaciones de las culturas americanas. El calibre de los nuevos descubrimientos
es tal que voltean completamente al eurocentrismo hasta ahora dominante, y aportan una
visión de la historia humana en donde América pasa a jugar un papel de primer orden
como territorio de las primeras grandes civilizaciones, junto a Mesopotamia, y como espacio
continental que albergó manifestaciones culturales extremadamente sosticadas y aún casi
desconocidas en toda su amplitud como sociedades complejas, cuya experiencia civilizatoria
tiene mucho que aportar al devenir futuro de la raza humana (Mann, 2006, p. 51)
3
.
2. La nueva información sobre la América indígena
Haciendo una enumeración de los principales aportes de la ciencia a la nueva historia
americana, podemos mencionar:
1) La fecha de ingreso de los primeros grupos humanos al continente americano, que
hasta el presente se ubicaba en unos 13.000 años atrás, de acuerdo a la tesis que postula
al yacimiento “Clovis” como la manifestación primaria de ocupación humana en América, ha
retrocedido hasta llegar a aproximaciones entre 23 y 43 mil años, de acuerdo a los estudios
arqueológicos y genéticos más recientes (Neel y Wallace, 1994, p. 1158; Bonatto y Salzano,
1997, p. 1866). Hace 18.000 años, América se encontraba habitada por los seres humanos
en toda su extensión, desde Alaska hasta el sur de Chile y Argentina. En contraste, el
continente europeo, que atravesaba el último glaciar (Würm), se encontraba bajo los hielos
y deshabitado en buena parte de su extensión. El término “Nuevo Mundo” para designar al
continente americano se ha demostrado como completamente inadecuado y equivocado
(López, 2017a).
2 Según conceptualiza Antonio Soto: “Debemos aclarar previamente que entendemos como Occidente a toda Europa, Rusia incluida,
a América del Norte, a Australia, Nueva Zelanda y a Sudáfrica. No es pues un término geográco, sino más bien cultural. De allí se
supone que no existe un Oriente y que las llamadas sociedades orientales sólo lo son para Europa. Si desde nuestro país debemos
señalar la ubicación de otros continentes, observamos que nuestro Occidente es el Asia y nuestro Oriente está formado por Europa y
África. Sin embargo, como europeos, norteamericanos y australianos se denominan a sí mismos occidentales, debemos utilizar dicho
término para referirnos a ellos”.
3 La primera información a la que tuvimos acceso sobre los nuevos descubrimientos cientícos referidos a la América precolombina fue
en 2009 al leer la obra de Charles Mann, “1491. Una nueva Historia de las Américas antes de Colón”. En 2009 inicié el dictado de la
materia Historia de América en la nueva Licenciatura de Antropología que arrancó ese año en la Universidad del Zulia, y encontrar el
libro de Mann en una librería de la ciudad de Maracaibo fue un maravilloso descubrimiento a partir del cual hemos iniciado la reexión
que en este ensayo intentamos resumir.
165
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de América y del mundo / 161-174
Roberto López Sánchez
Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 161-174.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
2) El descubrimiento de la civilización de Caral, en Perú, cuya antigüedad se remonta
a 3.500 años antes de nuestra era (5.500 años de antigüedad), constituye uno de los
datos históricos más contundentes acerca del notable desarrollo cultural de los pueblos
americanos varios milenios antes del orecimiento de Grecia y Roma (López, 2017b). En el
comienzo del siglo XXI se ha podido constatar que tres mil años antes de la Grecia clásica los
antiguos peruanos ya construían pirámides (la ciudad de Caral cuenta con seis pirámides) y
se organizaban en sociedades complejas. A partir de investigaciones realizadas a nes de
la década de 1990 por los arqueólogos peruanos Ruth Shady Solís, Arturo Ruiz Estrada y
Manuel Aguirre Morales, y los estadounidenses Jonathan Haas y Winifred Creamer, se ha
podido determinar que en el norte de Perú se desarrollaron hace unos cinco mil años varios
grandes asentamientos humanos encabezados por la ciudad de Caral, que constituirían
los primeros complejos urbanos de la humanidad después de Sumeria. En total se han
descubierto al menos 20 centros urbanos en la región del valle del río Supé y otros valles
aledaños, en Norte Chico, a unos 210 kilómetros de Lima. Fue en 1997 cuando Ruth Shady
publicó los primeros resultados de sus investigaciones en Caral, cuyas dataciones de
carbono 14 determinaron el horizonte de cinco mil años de antigüedad, dejando muy atrás
a los Olmecas, que se desarrollaron en Mesoamérica 1.200 años después, y a la cultura
Chavín, en los andes peruanos, que surgiría 2.100 años más tarde que Caral. De acuerdo
al fechado de radiocarbono, Huaricanga tendría una antigüedad de 3.500 años a. C.,
constituyendo hasta ahora el centro urbano más antiguo de la región. Otros centros urbanos
de ese período, que se ubican en zonas ecológicas distintas (costa, sierra y selva alta), son
Áspero, la Galgada, Piruro, Kotosh, Huaricoto, Allpacoto, Chupacigarro Este, Chupacigarro
Centro, Chupacigarro Oeste, Pueblo Nuevo, Huacache, Peñico, Miraya y El Paraíso. En
una época en que los griegos apenas superaban el neolítico, las sociedades indígenas
americanas de Norte Chico, en Perú, desarrollaban un amplio escenario cultural que perduró
por unos dos mil años. Hoy tenemos la certeza de que los antiguos peruanos desarrollaron
una gran civilización con instituciones estadales, centros urbanos, agricultura, sistemas de
riego y redes de comercio casi 30 siglos antes que los griegos (Shady, 2006, p. 85). La
gran envergadura de las construcciones públicas implicó la organización de una forma de
estado expresados en trabajo tributario, dirigido por una elite teocrática no militarista (no hay
indicios ni de guerras ni de murallas defensivas). Caral constituye una de las dos primeras
civilizaciones humanas que por cuenta propia desarrollaron formas de gobierno estadal, la
otra es Sumeria (Shady, 2002, p. 58).
3) Con estos descubrimientos, que se han conrmado gracias a las dataciones con carbono
14 en los primeros años de este siglo XXI, el continente americano ha pasado a ocupar
los primeros lugares en el orden de nacimiento de las grandes civilizaciones humanas,
implicando con ello un vuelco considerable en la valoración de las culturas indígenas
precolombinas, despreciadas históricamente por la civilización occidental, desprecio que
ha servido de justicación permanente para perpetuar diversos y complejos mecanismos de
sometimiento económico, político y sociocultural hacia los países de Nuestra América.
4) Diferentes investigaciones arqueológicas, antropológicas y de ecología histórica,
desarrolladas durante las dos últimas décadas del siglo pasado y lo que va del presente siglo
han permitido el reciente descubrimiento de una gran civilización indígena en el territorio
amazónico suramericano, que existió durante varios milenios antes de la conquista europea
(Balee, 2013, p. xiv). La existencia de selvas construidas por humanos (Roosevelt, 2014,
166
Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 161-174.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de América y del mundo / 161-174
Roberto López Sánchez
p. 70), a partir de tierras fértiles elaboradas por dichas sociedades en un proceso de varios
milenios de experimentación agrícola, y la constatación de centros poblados con decenas
de miles de habitantes, alimentados con un sistema de agricultura intensiva muy sosticado,
permite armar que la Amazonia albergó una civilización de entre 8 y 10 millones de personas
en el período precolombino (Clement et. al., 2015, p. 2). La “Terra Preta”, base de las selvas
producidas por humanos, echa por tierra la vieja tesis del “conuco de tala y quema” como
sistema agrícola originario de los indígenas suramericanos, colocando a este último como un
sistema de “emergencia y subsistencia” que se desarrolló en el siglo XVII luego del desalojo
de los pueblos amazónicos de sus bosques antropogénicos. Los indígenas amazónicos
construyeron sus propios bosques como sistema altamente sosticado de cultivo, utilizando
una tecnología que aún hoy no se ha interpretado totalmente, pero que puede aportar mucho
al futuro de la humanidad, al aprender las respuestas que nuestros indígenas dieron ante los
desafíos del ambiente y de cómo modicaron ese ambiente para su propio benecio.
5) Recientes investigaciones (en el 2018) han identicado las ruinas de más de 60.000
casas, palacios, súper carreteras y otros asentamientos humanos que han estado ocultos
durante siglos bajo las selvas del norte de Guatemala. Este hallazgo es un gran avance en
la investigación arqueológica de la civilización maya. El descubrimiento se realizó gracias al
uso de la tecnología LIDAR (llamada así por las siglas en inglés de Laser Imaging Detection
and Ranging, en español Detección y medición de imágenes con láser), un dispositivo que
les permitió remover digitalmente los árboles de las imágenes aéreas de las ciudades mayas,
revelando las ruinas de una civilización precolombina que era mucho más compleja y estaba
más interconectada de lo que la mayoría de los especialistas en la civilización maya habían
supuesto (Canuto et al., 2018, p. 2). Las imágenes proporcionadas por el escaneo de LIDAR
muestran redes de súper carreteras que conectaban centros urbanos, canteras y sistemas
complejos de irrigación y terrazas para la agricultura, actividad que les permitió alimentar
a cientos de trabajadores tributarios encargados de construir las grandes ciudades. Estos
resultados demuestran que Centroamérica albergó una civilización avanzada y compleja
comparable con la antigua Grecia. El estudio con LIDAR de la ciudad de Tikal ha permitido
descubrir una extensión desconocida hasta ahora de las áreas urbanas, que indican que
dicha ciudad tuvo cuatro veces más población de la que hasta ahora se había calculado.
“Visto en su conjunto, las terrazas y canales de riego, embalses, forticaciones y calzadas
revelan una asombrosa cantidad de modicación de la tierra hecha por los mayas en todo
su paisaje en una escala previamente inimaginable”, cuenta el investigador Francisco
Estrada-Belli. Lo que hace estimar la población de 10 a 15 millones de personas en lugar de
siete, durante el período Clásico Tardío (650-800 d. C). Un hallazgo que sorprendió a los
arqueólogos fue la compleja red de calzadas que unían a las ciudades mayas en el área. Las
carreteras elevadas, que permitieron el paso fácilmente incluso durante las temporadas de
lluvia, eran sucientemente amplias y esto sugiere que fueron muy transitadas y utilizadas
para el comercio. El estudio a fondo de los sistemas de escritura, numéricos y astronómicos
de civilizaciones americanas como la Maya, permiten conocer la profunda sosticación de
sus conocimientos cientícos. Entre otras cosas, los mayas fueron los primeros en usar
el cero dentro de un sistema numérico. Los mayas fueron el pueblo más avanzado en su
calendario y cálculos astronómicos para la época en que existieron. Estrada-Belli naliza
diciendo: “Necesitaremos 100 años para analizar todos los datos y realmente entender lo
que estamos viendo”.
167
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de América y del mundo / 161-174
Roberto López Sánchez
Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 161-174.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
6) La población americana al momento de la invasión europea era realmente muy
superior a la que se le ha adjudicado en el discurso eurocéntrico que calica al continente
como un territorio casi deshabitado. Cuando Colón emprendió su viaje en 1492, en América
habían más habitantes que en toda Europa Occidental. Sólo en la meseta central de México
habitaban 25 millones de personas, mientras España y Portugal juntos no llegaban a los
10 millones. Para el momento de la llegada de los europeos a América, este continente
poseía entre 90 y 112 millones de habitantes, más poblado que toda Europa (Dobyns, 1983;
Cook y Bora, 1979). La aplicación de la reciente tecnología LIDAR al estudio de los sitios
arqueológicos precolombinos pudiera aumentar considerablemente esa cifra poblacional.
Esta grandiosa población indígena de América fue diezmada en el trascurso de un siglo debido
principalmente a los efectos de las enfermedades trasmitidas por los invasores europeos. Se
calcula que entre comienzos del siglo XVI y el XVII América perdió el 90% de su población
indígena debido a las enfermedades, acompañado por el genocidio-etnocidio desarrollado
por los conquistadores europeos para derrotar la resistencia y someter al trabajo esclavo
a los indoamericanos. El ocultamiento expreso de la gran cantidad de población indígena
americana al momento de la invasión europea ha tenido por objetivo legitimar el argumento
de que era perfectamente lícito y admisible apoderarse de un territorio deshabitado, o que
estaba escasamente poblado por unos pocos “salvajes”.
7) La enorme riqueza cultural de las sociedades americanas antes de la llegada
europea se reeja en la gran diferencia numérica entre las lenguas indígenas de América
y las existentes en Europa. Los estudios lingüísticos han demostrado que los indígenas
americanos hablaban unas 1.200 lenguas distintas, que han sido clasicadas en 180
familias lingüísticas. En contraste, Europa sólo posee 8 familias lingüísticas (entre ellas,
la indoeuropea, la ugro-nesa, la vasca y la turca). Una variedad lingüística que echa por
tierra la armación anterior que establecía un poblamiento del continente de sólo 13 mil
años, que es el tiempo aceptado por la arqueología ocial norteamericana para la llegada
del hombre al continente americano, usando como patrón los yacimientos denominados
“Clovis”. Notable contraste entre las 180 familias lingüísticas de América con las tan sólo 8
familias lingüísticas en Europa, lo que sugiere que la llegada de los primeros seres humanos
a nuestro continente debió ocurrir en una fecha muy distante a la que sugiere la tesis “Clovis”,
considerando en el caso europeo que ese continente tendría 40 mil años habitado por el
homo sapiens, lo que permite sugerir que América pudiera tener un tiempo incluso mayor
para el ingreso de los primeros humanos a este territorio.
8) Las sociedades que se desarrollaron en América en modo alguno pudieran
considerarse como pertenecientes a estadios culturales inferiores a las existentes en el
resto de continentes. Como arma Mann (2006): “El Imperio Inca para 1492 constituía el
imperio más vasto de la tierra. Más extenso que la China de la dinastía Ming, mayor que la
Rusia en expansión de Iván El Grande, mayor que el imperio de Songhay en el Sahel o que
la poderosa Zimbabue en las mesetas de África occidental, mayor que el Imperio Otomano,
mayor que el imperio Azteca y mucho mayor que cualquier estado europeo, el territorio de
los incas se extendía a lo largo de treinta y dos grados de latitud, equivalente a la distancia
entre San Petesburgo (Rusia) y El Cairo (Egipto)”. Ciudades como Tenochtitlán, capital del
imperio Azteca, constituía un centro urbano de mayores dimensiones que cualquier ciudad
europea de la época. La América precolombina desarrolló otras ciudades con poblaciones
de por lo menos 100.000 habitantes, como Teotihuacán en México, Chan Chan en Perú, Tikal
168
Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 161-174.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de América y del mundo / 161-174
Roberto López Sánchez
en Guatemala y Marajó en Brasil. Mucho se ha escrito sobre las maravillas arquitectónicas
de los Incas, Mayas y Aztecas, junto a otros pueblos indoamericanos. Pensar nada más que
en Caral hay pirámides que superan los cuatro mil años de antigüedad, y todavía están en
pie, es reconocer la grandeza de las civilizaciones americanas, equiparables a cualquier
otra expresión civilizatoria del globo.
9) El conocimiento cientíco aplicado a la agricultura tiene su mejor ejemplo en el maíz,
considerado en términos de producción el cultivo más importante del mundo. El desarrollo
del maíz, principal alimento de todas las grandes civilizaciones americanas, se considera
hoy en día como un milagro de la ingeniería genética desarrollado por los indígenas de
Mesoamérica (difícil incluso de lograr en la actualidad). El maíz es una planta que no
posee especies silvestres, y se calcula que lo desarrollaron los mesoamericanos mediante
la hibridación de plantas silvestres, hace unos 6.000 años. El maíz no fue domesticado,
fue creado por los indígenas mesoamericanos. En México se han identicado más de 50
cepas híbridas de maíz, genéticamente diferenciables, de las que se desprenden hasta
5 mil variedades en Mesoamérica. El cultivo del maíz fue desarrollado por los indígenas
mediante la Milpa, que es un campo en el cual se plantan una docena de cultivos a la
vez, entre ellos maíz, aguacates, múltiples variedades de calabazas y frijoles, melones,
tomates, ajíes, amaranto. Los cultivos de la Milpa son complementarios tanto nutritiva como
ambientalmente. A diferencia de otros sistemas de cultivo en distintos continentes, incluso
en la actualidad, que generan un agotamiento del suelo a largo plazo, aunque se recurra
a fertilizantes articiales, rotación de cultivos y dejar el campo en barbecho por un tiempo.
La Milpa existe en lugares de Mesoamérica que han sido cultivados en forma continua y
sistemática desde hace cuatro mil años y que siguen siendo productivos. Asimismo, la Milpa
es el único sistema que permite esa clase de explotación a largo plazo. Al crear el maíz, los
indígenas no sólo crearon una nueva especie, sino que crearon un nuevo entorno en el cual
situarlo, si se considera que no existen variedades silvestres de ese cereal en América. Los
indígenas americanos desarrollaron tres quintas partes de los cultivos actuales en el mundo
global, entre ellos el maíz, la papa, la mandioca (yuca), el tomate, el pimiento (ajíes), las
calabazas (auyamas) y otras cucurbitáceas (melones, pepinos, patillas) y muchas variedades
de alubias (granos), el aguacate, el cacao y muchas otras plantas alimenticias de consumo
mundial. Además de otros vegetales fundamentales como el algodón y el tabaco (Mann,
2006, p. 241).
10) Los indígenas americanos transformaron a gran escala amplios espacios territoriales
para su propio benecio. Ya hemos mencionado las selvas antropogénicas de la Amazonia,
que lanzan al basurero de las especulaciones pseudocientícas las tesis que predominaron
por siglos de considerar a la selva amazónica un paisaje virgen, sin intervenir, en el cual los
seres humanos que allí residieron lo hicieron prácticamente al mismo nivel que los animales,
sin modicarlo en ningún aspecto. Pero esa remodelación del paisaje se desarrolló también
en muchos otros lugares del continente. Por ejemplo, los Iroqueses en Norteamérica, que
todos los otoños prendían fuego a los bosques, las llanuras y las praderas para desbrozar
los montes de toda hierba y sustancia nociva, a n de que se desarrollase mejor la primavera
siguiente. Los indígenas norteamericanos, como arma Mann (2006), aplicaban el mismo
principio ecológico de “sucesión”, mediante el cual la naturaleza siempre se ha servido
del fuego como medio para remodelar los paisajes. Gracias al fuego cazaban ciervos en
el noreste, caimanes en los Everglades, búfalos en las praderas, saltamontes en la Gran
169
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de América y del mundo / 161-174
Roberto López Sánchez
Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 161-174.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
Cuenca, conejos en California, alces en Alaska. En lugar de domesticar a los animales
para alimentarse con su carne, los indígenas adaptaban los ecosistemas para fomentar la
reproducción de los alces, ciervos y osos. Los indígenas lograron movilizar hacia el este a
los bisontes de sus praderas en el oeste, mediante el uso del fuego. Los grandes bosques
con los cuales se encontraron los primeros europeos en Norteamérica, que interpretaron
como “jardines” naturales, ralos y desprovistos de malezas, a través de los cuales podían
recorrerlos con caballos y carruajes, no eran en lo absoluto “naturales”, sino conformados
a través de los siglos por los mismos indígenas. El desarrollo de la agricultura se realizó a
la vez que conservaban bosques para la caza mientras reforestaban con diversos tipos de
nueces y frutos secos (nueces, bellotas, avellanas, castañas). Como arma el historiador
William Cronon, citado por Mann (2006): “cuando los iroqueses cazaban bisontes obtenían
un alimento que habían contribuido a producir. Pocos observadores ingleses podían
percatarse de este detalle. La gente acostumbrada a la domesticación de animales carecía
de los instrumentos conceptuales adecuados para comprender que los indios practicaban
una modalidad agropecuaria propia”.
11) La remodelación del paisaje también se presentó en los Aztecas: su sistema de
agricultura desarrollado sobre el lago Texcoco mediante las chinampas, balsas que otaban
sobre las aguas, demuestra una inventiva cientíca propia de sociedades avanzadas. Las
culturas de los andes suramericanos, de las cuales el Imperio Inca fue su última expresión,
constituyeron (y siguen existiendo en la actualidad) el único lugar de la tierra en donde
millones de personas, contra toda lógica aparente, viven a más de tres mil metros de altitud
sobre el nivel del mar. En ningún otro lugar de la tierra ha vivido una población tantos miles
de años en circunstancias tan precarias. Los Incas construyeron una telaraña de senderos
empedrados que abarcaba un total de 40.000 kilómetros, incluyendo la denominada
“Gran Muralla del Perú”, de 65 kilómetros de longitud, que todavía no ha sido investigada
debidamente por los arqueólogos. Destacan también los gigantescos trabajos de remoción
de tierras que les permitió construir enormes terrazas para el cultivo con sus respectivos
canales de irrigación, que asemejaban grandes escaleras que iban desde el fondo de los
valles hasta las cimas de las montañas, las cuales aún se pueden observar en diversos
sitios de los Andes.
12) Los Quipus, cuerdas y nudos de colores elaborados por los Incas, que eran considerados
hasta ahora un complejo mecanismo de contabilidad, están siendo investigados tratando de
descifrarlos como sistema de escritura que se perdió en la memoria de los tiempos al colapsar
la cultura de los Incas ante el avasallamiento militar y cultural español, acompañado de la
brutal pérdida poblacional en muy poco tiempo debido a las enfermedades trasmitidas por
los invasores. De comprobarse esta hipótesis sobre los Quipus como sistema de escritura,
se demostraría una vez más la alta sosticación de las culturas americanas. Los Quipus
forman un código binario que se asemeja al lenguaje informático de la actualidad, y han
atraído el interés de investigadores en universidades como Harvard.
3. ¿Se puede seguir llamando “Nuevo Mundo”?
La idea de concebir a América como el “Nuevo Mundo” se ha derrumbado ante las evidencias
arqueológicas que retrasan en decenas de miles de años la entrada de seres humanos al
continente y que colocan a los Andes suramericanos en el origen mismo de las primeras
170
Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 161-174.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de América y del mundo / 161-174
Roberto López Sánchez
grandes civilizaciones de la humanidad. Unas sociedades complejas y sosticadas, que
nada tienen que envidiarle a las que se desarrollaron en el resto de continentes, comienzan
a emerger poco a poco, trastocando todos los discursos cientícos, todos los prejuicios
culturales y todas las justicaciones perversas que sirvieron de sustento a la aniquilación
casi completa de milenios de civilización que se suscitó en los siglos siguientes a la invasión
europea.
Recuperar la memoria de la humanidad en América es imprescindible para valorar
adecuadamente los aportes civilizatorios que millones de personas desarrollaron durante
milenios en casi absoluta incomunicación con el resto del mundo habitado. Una historia de
más de cuarenta mil años espera por ser conocida, difundida y comprendida, para bien del
futuro de la actual sociedad globalizada.
La historia de la América precolombina debe reescribirse (López, Piñango y Suárez,
2018). Esa es la conclusión fundamental a la que se llega a partir de las más recientes
investigaciones cientícas en arqueología, genética, lingüística, antropología y estudios
paleo-climáticos. Las últimas décadas del siglo XX y las dos primeras del siglo XXI han
servido para modicar de una manera bastante radical la percepción sobre el poblamiento
americano y sobre las culturas que se desarrollaron en este continente antes de la llegada
de los europeos.
Aunque la existencia de grandes civilizaciones como la de los Aztecas e Incas había sido
aceptada y estudiada desde hace varios siglos, la valoración general sobre las culturas
precolombinas, incluyendo a estos grandes imperios, se ha modicado en la medida en
que los investigadores han roto con los prejuicios culturales impuestos por el racismo
eurocentrista, y se han aportado nuevos datos y perspectivas que colocan a la América
antes de 1492 como un territorio en el cual surgieron importantes procesos civilizatorios que
aún hoy no se conocen del todo, pero que de manera indudable colocan a la América en los
primeros lugares del desarrollo cultural de la humanidad.
El proceso de invasión, conquista y saqueo que se produjo a partir de 1492 en América,
introdujo simultáneamente un discurso justicador, el cual fue perfeccionándose con los años
y que sigue vivo en pleno siglo XXI. Ese discurso parte de considerar que los habitantes de
América poseían una cultura inferior a la europea, y que por tanto era plenamente justicado
su sometimiento y dominación, como mecanismo que los impulsara hacia un “estado
civilizatorio” del cual eran incapaces de alcanzar por sí mismos.
En la práctica, la invasión europea signicó la destrucción sistemática de todas las culturas
originarias de América, incluyendo los grandes imperios de los Incas y los Aztecas, el saqueo
generalizado de nuestras riquezas naturales (saqueo que aún pervive) y el sometimiento
esclavista de la población indígena que logró sobrevivir al exterminio guerrerista europeo y
a las enfermedades por ellos transmitidas.
Miles de años de civilización se disolvieron en pocos siglos de conquista y colonia. Con el
tiempo, tanto los colonizadores como los colonizados terminaron olvidando la enorme riqueza
cultural con la cual se tropezaron Colón y demás conquistadores. El discurso discriminador
y negador de las culturas americanas terminó como fuente de verdad, y los posteriores
desarrollos culturales republicanos de los siglos XIX y XX reprodujeron las explicaciones
eurocéntricas sobre nuestros orígenes y nuestro pasado precolombino.
171
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de América y del mundo / 161-174
Roberto López Sánchez
Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 161-174.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
Postulamos un conocimiento histórico y antropológico que reivindique nuestra identidad
nuestramericana, para volver a creer en nosotros mismos, valorar nuestras culturas y poder
crear las condiciones de soberanía que permitan el desarrollo y el bienestar tanto material
como espiritual de nuestras sociedades. Cada pueblo, al encontrar sus propias raíces,
construye su identidad y busca armarse e insertarse en la historia mundial con su perl
original. Recuperar la memoria de las sociedades originarias americanas es una de las
tareas teóricas principales del momento actual.
Desde principios del siglo XIX se produjo en Nuestra América
4
un pensamiento propio
que intenta ver y pensar nuestras sociedades con un proyecto americanista autónomo
que busca apartarse de la subordinación a las potencias occidentales que han dominado
directa o indirectamente esta parte del mundo desde la época de Colón. Este pensamiento
nuestramericano ha sido escasamente estudiado y considerado en los escenarios académicos
de Venezuela. Incluso algunos de sus principales autores son totalmente desconocidos en
el medio universitario del país.
El pensamiento americanista que comenzó a surgir desde el siglo XIX ha enfrentado
durante dos siglos a una corriente contraria que podemos llamar civilizatoria (Corvalan,
2015, p. 24), que en los hechos ha actuado como representante criolla de los intereses
foráneos en Nuestra América, pues considera a nuestras sociedades como apéndices de la
cultura europeo occidental y valora nuestros desarrollos societales en la medida en que se
asemejan a los modelos del capitalismo liberal que esas naciones representan.
Con las nuevas aportaciones cientícas sobre la historia real de las sociedades que
habitaron el continente durante milenios anteriores a la invasión europea, se abre un campo
de reexión y debate que fortalece considerablemente esta perspectiva americanista.
Toda esta contundente realidad que aportan las recientes investigaciones arqueológicas,
antropológicas, lingüísticas, paleo-climáticas y genéticas sobre el pasado americano,
contribuyen a fortalecer una tendencia epistemológica, losóca y política que ha buscado
desde la época de la independencia denir un camino propio y soberano para el desarrollo
de los pueblos de Nuestra América.
Armaciones como la de Stuart Fiedel, prominente arqueólogo estadounidense, en las
palabras iniciales de su obra: “Prehistoria de América”: “Cuando Cristóbal Colón desembarcó
en una isla de las Bahamas a la que llamó San Salvador (…) América y sus habitantes
pasaron repentinamente de la prehistoria a la historia, esto es, al período en el cual los
acontecimientos se recuerdan por medio de documentos escritos” (Fiedel,1996, p. 19), que
implican concebir a los pueblos indígenas americanos como pertenecientes a estadios muy
atrasados de evolución socio-cultural, están actualmente en total cuestionamiento en virtud
de todas estas recientes investigaciones que voltean completamente lo que se conocía
como la historia de la América precolombina, e incluso modican la propia historia de la
humanidad en su conjunto.
4 Recuperando a José Martí, Nuestra América abarca todos los territorios del continente fuera de los Estados Unidos y Canadá. En esta
perspectiva que considera los nuevos descubrimientos sobre toda la América precolombina, el concepto de Nuestra América debería
extenderse al continente completo, pues el tiempo durante el cual los estadounidenses han dominado y expoliado a los pueblos
latinoamericanos y caribeños es demasiado corto para suprimir las decenas de siglos durante los cuales los indígenas norteamericanos
desarrollaron importantes expresiones culturales que hoy siguen siendo casi desconocidas. En esta nueva interpretación, Nuestra
América ya no estaría solamente referida a un territorio, sino también a un tiempo histórico hasta ahora silenciado e ignorado (su
ámbito territorial dependería del espacio temporal que se estudie).
172
Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 161-174.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de América y del mundo / 161-174
Roberto López Sánchez
Reexiones nales
La conciencia sobre nuestro pasado y sobre cómo el mismo puede repercutir y ayudar
a resolver los gruesos nudos civilizatorios de la humanidad en el siglo XXI, es una tarea
de grandes implicaciones y de mucha pertinencia para las nuevas generaciones de
investigadores y de líderes sociales. El pensamiento propio de Nuestra América, surgido
en el siglo XIX, fortalecido en el XX y que se adentra en la actual crisis civilizatoria del siglo
XXI, espera por los aportes que se deben extraer de ese pasado precolombino que apenas
comenzamos a conocer.
Este vuelco del conocimiento que por décadas predominó en el mundo cientíco sobre
la América precolombina implica una alerta para los ciudadanos al momento de valorar
la información que se recibe tanto en los medios académicos como en la opinión pública
(medios de información, redes sociales), sobre el pasado del continente americano. Luego
de 1492 se construyó un discurso y se erigieron unas sociedades que negaron totalmente
los milenios de grandes civilizaciones que se habían desarrollado anteriormente, hasta el
punto que luego de medio milenio y pese a todos los avances, aún podemos armar que el
desconocimiento y la ignorancia sobre nuestro pasado es lo que prevalece.
Las implicaciones teóricas, losócas, de estos recientes descubrimientos sobre nuestro
pasado antes de Colón, no solamente para el pensamiento de Nuestra América, sino para
la humanidad toda, aún están por verse. El discurso eurocéntrico predominante durante
cinco siglos está en proceso de derrumbe total ante la certeza de que milenios antes de la
civilización clásica en Grecia y Roma, existían en América diferentes sociedades de alta
sosticación, de considerable extensión y numerosamente pobladas.
El Nuevo Mundo americano, anteriormente valorado como prístino, salvaje, casi
deshabitado y muy poco avanzado en términos civilizatorios, se comienza a presentar en
contrario como cuna de las primeras grandes civilizaciones humanas y cuyos secretos se
van revelando a medida que la ciencia avanza en sus investigaciones.
“Practicaron la agricultura durante siglos. Pero en vez de destruir el terreno, lo
mejoraron. Algo que hoy en día aún no se conoce en las tierras del trópico”.
“Durante mucho tiempo unos pobladores inteligentes, que conocían trucos que nosotros
aún estamos por aprender, utilizaron grandes parcelas de la Amazonia sin destruirla. Ante
un problema ecológico, los indios lo resolvían. En vez de adaptarse a la naturaleza, la
creaban. Estaban en pleno proceso de formación de la tierra cuando apareció Colón y lo
echó todo a perder”.
Charles Mann (2006).
Maracaibo, Tierra del Sol Amada, 12 de mayo de 2019
Referencias bibliográcas
Balee, W. (2013). Cultural forests of the Amazon: a historical ecology of people and
their landscapes. Tuscaloosa, AL. The University of Alabama Press. Disponible en:
173
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de América y del mundo / 161-174
Roberto López Sánchez
Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 161-174.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
https://es.slideshare.net/shoma899/william-baleeculturalforestsoftheamazonahistorica
lecologyofpeopleandtheirlandscapes-81704713.
Bonatto, S. y Salzano, F. (1997). “A single and early migration for the peopling of the Americas
supported by mitochondrial DNA sequence data”. Proceedings of the National
Academy of Sciences of the United States of America. Vol. 94. Pp. 1866-1871.
March. Disponible en: https://www.pnas.org/content/pnas/94/5/1866.full.pdf.
Canuto, M.; Estrada-Belli, F.; Garrison, T.; Houston, S.; Acuña, M.; Kováč, M.; Marken, D.;
Nondédéo, P.; Auld-Thomas, L.; Castanet, C.; Chatelain, D.; Chiriboga, C.; Drápela,
T.; Lieskovský, T.; Tokovinine, A.; Velasquez, A.; Fernández-Díaz, J. and Shrestha,
R. (2018). “Ancient lowland Maya complexity as revealed by airborne laser scanning
of northern Guatemala”. Science. 28 de September. Vol. 361. Disponible en: http://
science.sciencemag.org/content/361/6409/eaau0137.
Clement, Ch.; Denevan, W.; Heckenberger, M.; Braga, A.; Neves, E.; Teixeira, W. y Woods,
W. (2015). “The domestication of Amazonia before European conquest”. Proceedings
of the Royal Society. Proc. R. Soc. http://rspb.royalsocietypublishing.org/content/
royprsb/282/1812/20150813.full.pdf.
Cook, S. y Bora, W. (1979). “Royal Revenues and Indian Population in New Spain, ca. 1620-
1646”. Berkeley (Cal.). In: Essays in Population History: México and California.
University of California Press, 3:1-128.
Corvalan, L. (2015). La lucha por un pensamiento propio en Nuestra América. Santiago
de Chile. Valparaíso, Chile. Ediciones del Programa de Magister del Instituto de Historia
y Ciencias Sociales. Universidad de Valparaíso.
Dobyns, H. F. (1983). Their number become Thinned: Native American Population
Dynamics in Eastern North America. Knoxville, Tennessee. University of Tennessee
Press.
Fiedel, S. (1996). Prehistoria de América. Barcelona, España. Editorial Crítica.
López, R.; Suárez, R. y Piñango, K. (2018). “La América precolombina en las cátedras
universitarias”. Ponencia en la VI Jornada de Pregrado. Vicerrectorado Académico.
Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela. 5 al 8 de noviembre.
López, R.; Suárez, R. y Rodríguez, M. (2019). Un nuevo debate sobre la América
Indígena. ¿Se puede seguir llamando nuevo mundo?. Mérida, Venezuela. Red de
Antropologías del Sur. Biblioteca Digital Latinoamericana de Antropologías. Colección
Textos Introductorios.
López, R. (2017a). “América estaba totalmente poblada cuando Europa era un glaciar casi
deshabitado”. Disponible en: www.aporrea.org/actualidad/a254163.htm.
López, R. (2017b). “Los antiguos peruanos construían pirámides tres mil años antes que la
Grecia clásica”. Disponible en: www.aporrea.org/internacionales/a254266.html.
174
Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 161-174.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de América y del mundo / 161-174
Roberto López Sánchez
Mann, Ch. (2006). 1491. Una nueva historia de las Américas antes de Colón. Ciudad de
México, México. Editorial Taurus.
Marx, K. y Engels, F. (1979). Materiales para la historia de América Latina. Ciudad de
México, México. Siglo XXI Editores. Cuadernos de Pasado y Presente. No. 30.
Neel, J. y Wallace, D. (1994). “Mitochondrial DNA “clock” for the Amerinds and its implications
for timing their entry into North America”. Proceedings of the National Academy
of Sciences of the United States of America. Vol. 91. Pp. 1158-1162, February.
Disponible en: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC521473/pdf/pnas01125-
0334.pdf.
Roosevelt, A. (2014). “The Amazon and the Anthropocene: 13,000 years of human inuence
in a tropical rainforest”. Anthropocene. No. 4. Pp. 69–87. Disponible en: https://www.
elsevier.com/locate/ancene
Shady, R. (2002). “Caral-Supe. La civilización más antigua de América”. Investigaciones
Sociales. Año VI. No. 9. Pp. 51-81. http://www.zonacaral.gob.pe/downloads/
publicaciones/caral-supe-la-civilizacion-mas-antigua-de-america-edicion-escolar.pdf
Shady, R. (2006). “La civilización Caral: sistema social y manejo del territorio y sus recursos.
Su trascendencia en el proceso cultural andino”. Boletín de Arqueología. No. 10. Pp
59-89.
Soto, A. (1994). “Algunas reexiones acerca de la enseñanza de la denominada Historia
Universal”. En: Varios autores. Eurocentrismo y descolonización de la historia.
Caracas, Venezuela. Fondo Editorial Tropykos.
www.luz.e du.ve
www.serbi.luz.edu.ve
produccioncientica.luz.edu.ve
Esta revista fue editada en formato digital y publicada
en diciembre de 2019, por el Fondo Editorial Serbiluz,
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
Vol.31 Nº56
56
CUADERNOS LATINOAMERICANOS
Vol. 31 , Julio-Diciembre 2019
ISSN: 1315-4176
Dep. Legal digital : ppi:201502ZU4638
EN ESTE NÚMERO
EDITORIAL
Elita Luisa Rincón Castillo
Trayectoria de Cuadernos Latinoamericanos: más de 30 años de producción
intelectual
ARTÍCULOS
Antonio Enrique Tinoco Guerra y Caribay Delgado Medina
Minería, ética y progreso social
Elita Luisa Rincón Castillo, Carlos Alberto Añez González y
Emilio Enrique Urdaneta Boscán
Visiones económicas del petróleo en Venezuela durante el siglo XX: un programa de
investigación
John Alexander Campuzano Vásquez
La teoría neoclásica en América del Sur: mitos y realidades
Bladimir Jaramillo Escobar y Larry Yumibanda Montiel
Desarrollo del mercado nanciero en Ecuador: un análisis del comportamiento y
determinantes del mercado de valores
María Eugenia Soto Hernández y Numa Enrique Alvarado Villa
Denuncia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos por el Estado
venezolano: violación a los principios pro homini y progresividad
Carlos Silvestri Vivas y Karin Silvestri Vivas
La planicación de países en desarrollo. La experiencia en África, Asia y América
Latina
Nebis Acosta Kanquis, Genyelbert Acosta Olivares y Denniza Coello
Los procesos de integración y cooperación ALBA-TCP, UNASUR y CELAC ante los
cambios políticos en Sudamérica y el Caribe (2000-2019)
ENSAYO
Roberto López Sánchez
La civilización Caral y sus implicaciones. Una nueva historia de América y del
mundo
ÍNDICE ACUMULADO
Cuadernos Latinoamericanos
1988-2019