Comportamiento Agonista en Cavia porcellus macho / Vicuña-Arévalo y col. __________________________________________________________
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INTRODUCCIÓN
Una de las funciones de la Psicología consiste en conocer las causas
que producen una conducta determinada, tanto en animales como en
seres humanos, esto con el n de poder explicar, describir y, en muchos
casos, predecir la conducta, para evitar o potenciar comportamientos
deseados [32]. Para Cepeda [13], el ámbito de la Psicología describe
aquellas realidades y fenómenos en la mayoría sutiles y complejos del
ser humano. Esta descripción se centra en la conducta; que es denida
como el conjunto de manifestaciones externas frente a estímulos de
cualquier tipo, que pueden ser sometidas a observación, registro,
vericación y posterior a una categorización, tanto en animales como
en seres humanos [40], la conducta consiste en las interacciones del
individuo con su ambiente [7].
Esta investigación se centra en la conducta animal (CA), de forma
especíca en la conducta agresiva del Cavia porcellus, conocido de
manera coloquial como cuy (C), esta especie es originaria de Sudamérica,
especícamente de la zona andina del Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia,
estudios exponen que el C fue domesticado hace aproximadamente
2.500 a 3.600 años (a), este animal tuvo una presencia relevante dentro
de las culturas ancestrales, debido a que existen evidencias que los
Paracas ya se alimentaban de la carne del C [14].
El C es un mamífero roedor domesticado, de comportamiento
dócil, y su crianza está direccionada a varios fines, por ejemplo,
experimentación, producción de estiércol, consumo de su carne,
economía sustentable, entre otros [39]. Por ello, su crianza
tiene algunas ventajas, debido a que son animales resistentes a
enfermedades, su reproducción es rápida y prolífera y no requieren
de una infraestructura sosticada para su crianza [34]. Según Conde
y Vicente [15], la producción de C en la actualidad está tomando mayor
importancia, debido a que es una fuente importante de nutrientes
de alto valor biológico para el consumo humano; esto ha permitido
una mayor propagación y mejora de sus características productivas.
El C. porcellus puede vivir hasta ocho a, sin embargo, el auge de
su vida reproductiva puede durar entre los tres y cuatro a [27]. Se
desarrolla en climas templados, aunque se adapta más a climas
fríos [14]. Según Bolaños [6], el desarrollo del animal es importante,
manteniendo dimensiones y diseños que cumplan con la adecuada
alimentación, temperatura, humedad, ventilación y luminosidad, puesto
que tiene efectos directos sobre el desarrollo y consecuentemente
sobre la respuesta productiva [33].
Córdova y col. [16] mencionan que, los diferentes factores del
cautiverio van a determinar el bienestar animal, comportamiento
social (agresividad), mecanismos siológicos (estrés, enfermedades)
y ciclos de desarrollo, permitiendo al animal la correcta movilización,
y la solvencia de las necesidades que presente durante el mismo,
puesto que, los criaderos con altas densidades poblacionales
(hacinamiento), pueden tener problemas de manejo, que son propios
de la sobrepoblación [38].
Como se mencionó anteriormente, la investigación se centra en la
conducta agresiva del animal, siendo la conducta manifestaciones de
elementos internos o externos [19], esta constitución hace referencia
a conductas automáticas (genéticas), y a conductas voluntarias, pero
siempre en relación con los estímulos del entorno [22].
Por ende, la conducta agresiva es entendida como las reacciones
que buscan atacar o dañar la integridad de otro, se considera la
multicausalidad, pues este comportamiento se genera en respuesta a
diferentes factores, una de las causas está ligada al sexo (la Biología),
este factor, en relación al entorno social pueden inuir en la conducta
social [11].
Otro enfoque sobre este tipo de comportamiento, es de los autores
Ferrari y col. [21] quienes manifestaron que, los fenómenos considerados
como comportamiento se basan principalmente en programas
ontogenéticos especicados en la genética del individuo, es decir, esta
conducta puede ser inuenciada por el procesamiento interno del animal,
no como una respuesta, sino como un proceso cognitivo, basándose
en los mecanismos por los que el animal adquiere, procesa, almacena
y actúa sobre información del ambiente, generando un comportamiento
agonista como defensa.
Para Carrasco y González [10], la conducta agresiva es un
comportamiento básico y primario presente en todo el reino animal
existiendo tres elementos que coinciden en la mayoría de deniciones,
como: el carácter intencional, las consecuencias negativas y la variedad
expresiva.
Haciendo referencia a la conducta agresiva se expone que, un factor
relevante es la dotación genética, en algunas especies se observa
una variación en la agresividad, por el factor hereditario, pero que
se potencializan, por ejemplo, los animales están aislados en jaulas
individuales [23]. En relación a lo dicho, cuando los animales más
agresivos entran en contacto con otros miembros de su especie,
su conducta se ve modulada, debido a diferentes causas como: la
jerarquía, la agresión maternal, el espacio en el que se desarrollan,
o factores biológicos [20].
Un estudio respecto a los roedores, especícamente en torno al
ratón (Mus musculus) de los volcanes realizado por Granados y col.
[24], exponen que el comportamiento de este tipo de animales en
estado silvestre es dócil, pero en cautiverio, el comportamiento del
macho se vuelve más agresivo.
Otra investigación realizada por Dávila y col. [18] reportan que, estos
animales presentan mayor agresividad cuando se desenvuelven en
un sistema de producción tecnicado, así, los sujetos que estuvieron
menor tiempo en descanso, quizá por la presencia de factores causales
de estrés (ruido, personas extrañas), y a la menor área disponible para
demarcar territorio, generaron mayores niveles de agresividad, de
igual forma [8], indica que el insuciente espacio vital estresa a los
animales y hace que se incremente la frecuencia del comportamiento
agresivo, notando esta tendencia lineal es decreciente al momento de
aumentar el espacio vital del animal.
Vega y col. [38] realizaron un estudio sobre el efecto de la castración
química en el comportamiento del C, trabajaron con dos grupos de
estudio, C castrados y no castrados, concluyendo que la castración
ayuda a disminuir la conducta agresiva y mejora el peso y producción del
animal. De forma similar, Cornelio y col. [17] reportan que la extirpación
de las espículas disminuye signicativamente los niveles de testosterona
en los C, esta disminución es similar al efecto de la castración.
Si bien estos estudios hablan sobre la agresividad, lo hace de forma
superua, pues se centra en varios aspectos conductuales de esta
especie, por ejemplo, los comportamientos materno infantiles,
procesos de reproducción, delimitación de territorio, descanso,
entre otros. En este sentido, esta investigación se centra en un solo
aspecto comportamental: la agresividad en relación al hacinamiento
en ambientes controlados.