Recensión: The process of animal domestication
99
ANARTIA
Publicación del Museo de Biología de la Universidad del Zulia
ISSN 1315-642X (impresa) / ISSN 2665-0347 (digital)
Anartia, 34 (junio 2022): 99-101
e process of animal domestication
Sánchez Villagra, Marcelo R.
2022. [1st ed.]. Princeton and Oxford: Princeton
University Press, xii + 324 pp., 16 color plates.
ISBN: 9780691217666 (hbk, US$ 110.00),
9780691217673 (pbk, USD$ 45.00), 9780691217680
(e-book, US$ 31.99). (Paperback, 25.2 × 17.7 cm).
Distribuido por: https://press.princeton.edu/books/
hardcover/9780691217666/the-process-of-animal-
domestication
una página del texto puedo especular sobre varios hechos y
n colegir en primer lugar que el tema en cuestión ha sido
profusamente estudiado con anterioridad y por muchos
autores; que podría tratarse de un asunto de interés capital
entre todo lo que tenga que ver con lo animal; que en sí es
históricamente importante; que aún despierta curiosidad
profunda; que está lleno de problemas no resueltos; que
seguramente más de una vez habrá generado acaloradas
controversias y que por asociación con su título pudiera ser
fundamental para aliviar las angustias del gran dilema de la
biología. Por otro lado, esta asombrosa bibliografía cuyos
títulos ahora estoy detallando, no me deja otra opción que
pensar en la peculiaridad intelectual de su único compila-
dor, probablemente lo sucientemente audaz, inteligente
y loco, pero también extremadamente organizado, como
para enfrentar semejante cantidad de información y cons-
truir con ella un guión, un conjunto coherente de ideas en
el que al adentrarse, el lector sea capaz de enlazar progresi-
vamente cada capítulo, cada cuadro inserto, sus numerosas
ilustraciones, y nalmente, entender. Este es un trabajo de
pasión y perseverancia admirable que habrá sumado ingen-
tes entregas a la lectura y largos momentos de pensamien-
to (habida cuenta de que realmente es imposible escribir
sin pensar). Me atrevo a adivinar que la investigación y el
aprendizaje para su escritura tomó años, muchos, posible-
mente medio camino de una vida.
Es así que sería supercial y ofensivo decir solamente
que nos encontramos ante un libro bonito, útil, o bien he-
cho. Esos apelativos no pagan el precio del esfuerzo. Pero
tampoco es una reseña apresurada sino la comprensión de
Contenido: Preface / Chapter 1. Pathways in time and
space / Chapter 2. Domesticated mammals and birds: Spe-
cies accounts /Chapter 3. e genetics of domestication /
Chapter 4. Evolutionary development /Chapter 5. Ontoge-
netic change / Chapter 6. Life history and growth /Chapter
7. Morphological diversication /Chapter 8. Feralization
and experimental domestication / Chapter 9. Fish domesti-
cation /Chapter 10. Insect domestication / Epilogue / Ack-
nowledgments / References / Index / Image credits.
Ha llamado poderosamente mi atención la relación de
fuentes de información al nal de este libro. Son 59 pá-
ginas compactas de referencias bibliográcas impresas en
un pequeño tamaño de fuente. Calculo, grosso modo, unos
1.500 títulos. Con este único dato y sin haber leído aún
Á. L. Viloria
100
su contenido la que vendrá a valorizar el aporte verdadero
de la puesta al día del célebre asunto de la domesticación
animal. Que como lo dice sabiamente el título, es un pro-
ceso.
En lo personal me considero ingenuo (naive), ignoran-
te, y mal preparado para opinar en esta oportunidad. Mi
formación ha sido la de un zoólogo de museo, acostum-
brado a lidiar con los cuerpos de los animales muertos y
tejidos jados con formol, alcohol y mezclas más o menos
exitosas de otras sustancias químicas que ahora son todas
sospechosas de ser cancerígenas. Mi experiencia con ani-
males domésticos nunca fue más allá de jugar media hora
con el perro de la casa, que “no era mío” sino de mis pa-
dres, soportar el apego no correspondido de una gata que
buscaba afecto rozando mis piernas debajo de la mesa, y
más recientemente, cuando empezó a agobiarme el stress
de un trabajo de ocina, la posesión de un acuario don-
de jaba mi vista únicamente por el placer de la contem-
plación de peces perezosos que alegraban mis momentos
de relajación y descanso mental. Miraba sus colores y su
movimiento, pero jamás me detuve a pensar cuales eran
salvajes (los neones, supongo) y cuales eran domésticos (el
rechoncho goldsh). Estas evocaciones de un zoólogo que
cuenta y escudriña insectos secos atravesados con alleres,
pero que nunca tuvo la ocurrencia de ponerse a criar abe-
jas, ni por su miel que se ha puesto tan cara, y que para ser
honesto, no ama la responsabilidad de tener una mascota,
me conducen a pensar en quienes si les obsede acercarse
a las eras y domarlas, enlazar y montar un potro salvaje,
colear un toro como ritual demostrativo de la supremacía
humana sobre los otros animales o criar cabras. No impor-
ta cuán grande, poderoso y bruto sea. Lo hemos presen-
ciado como testigos en la vida privada de amigos o cono-
cidos que por años han criado perros de raza, conejos para
consumo (los llaman “beneciados”), palomas, gallos de
pelea, gallinas ponedoras, peces de acuario, forzándolos a
condiciones articiales para lograr cruces imposibles, al-
gunas veces seleccionando fenotipos monstruosos, prodi-
giosos en tamaño, forma o color, o en el mejor de los casos
mejorando su rendimiento al antojo del poderío humano,
vacas productoras de cantidades de leche inimaginables,
galgos más rápidos que un zorro, perros cazadores sin raza
denida que se lanzan a la muerte inminente en las garras
de un jaguar por amor al amo. Los llaman perros bravos y
cuando sobreviven se dejan curar mansamente por quien
los ha criado.
El ser humano, obsesivo y curioso, biofílico o zoofílico
(en el sentido no morboso del término) encuentra gusto y
aceptación social en domar las bestias, sustraer la peque-
ña sabandija de su reducto natural y hacerla suya, criarla
y acostumbrarla a sus cuidados, demostrar a terceros que
es capaz de criar y mejorar los animales que terminarán
dando su carne al fogón invernal de un apartado campa-
mento nómada. Pero en la soledad y el ensimismamiento
también encontró al animal inteligente y emocional con
el cual crear lazos afectivos y hacerse acompañar. El pastor
trashumante se enamora especialmente de su rebaño y pasa
el día interactuando con sus ovejas o cabras hasta que el
sol cierra el ciclo y no queda más tiempo sino el preciso
para cenar, hablar un poco sobre los animales y descansar
la noche (muchas veces haciendo vigilia parcial en favor de
estos últimos). Son suyos. Históricamente se ha creado un
vínculo sentimental de posesión.
Pero esta posesión es mutua, el animal doméstico es
antropofílico, se vuelve parcialmente dependiente y llega
a prestarse a la manipulación, bien individual y momen-
tánea, como colectiva, permanente o generacional. Se crea
una relación de comensalismo que revierte en benecio
mutuo. La domesticación llega a ser un proceso de coope-
ración y un hábito sospechoso de fomentar por lo menos
la coevolución social, cuando no la controvertida evolu-
ción biológica. Es evidente que a través de la historia y de
lo que llamamos prehistoria, el proceso de domesticación
animal también ha tenido un gran impacto en el desarrollo
de las sociedades humanas. Últimamente la arqueología y
la zooarqueología han tenido mucho que revelar sobre el
progreso humano, sus desplazamientos territoriales, y sus
costumbres en relación con los animales que lo acompa-
ñaron en su épica expansión. En la cueva del milodón en
el extremo sur de Suramérica se preservaron los vestigios
de un encerramiento controlado de los grandes xenarthros
que coexistieron con la especie humana en los críticos años
glaciales y postglaciales. Dice el autor, Marcelo Sánchez-
Villagra, que los animales domados no necesariamente
eran domesticados, pero es un gran paso en la satisfacción
de ciertas necesidades humanas lograr controlar el cautive-
rio, aunque sea para explorar la iniciativa de hacer posible
la cría de los animales bajo estas condiciones.
Solamente se prestaron a la cría aquellos animales a los
que les faltó el miedo a la presencia de los humanos, a los
que además estuvieron dotados de tolerancia suciente
para ser manipulados, o aquellos que por adaptarse gradual-
mente a las interacciones con el Homo sapiens, despertaron
su tendencia a crear también lazos afectivos que les permi-
tieron, por ejemplo convertirse en mascotas, o por lo menos
en candidatos aptos para convivir permanentemente con el
hombre, adaptándose a otras condiciones ecológicas, a ve-
ces bastante más estrechas de las que originalmente requi-
rieron en la naturaleza. Así las llamadas fuerzas selectivas
del neodarwinismo, son evidentemente distintas para los
animales que viven libres y salvajes y para los que nacen y se
desarrollan a expensas de la domesticación.
Recensión: The process of animal domestication
101
* Centro de Ecología, Instituto Venezolano de Investigaciones Cientícas (IVIC), km 11 carretera Panamericana, Altos de Pipe, estado Miranda,
Venezuela.
Esta narrativa curiosa, está bastante completa y más o
menos escondida en las páginas de un libro técnico que
intenta explicar cientícamente los procesos evolutivos
(selección natural vs. articial) que operan para producir
divergencias genéticas, morfogenéticas, morfológicas, -
siológicas, etológicas, poblacionales, biogeográcas o eco-
lógicas en los animales que fueron escogidos por los huma-
nos para ser aislados o cautivos, protegidos de los riesgos
y peligros naturales, cuidados con afecto (un sentimiento
que crece hasta entre hombres y máquinas, llegamos a que-
rer a nuestros automóviles), usando a veces técnicas y tec-
nologías propias y especícas, alimentados y en ocasiones
tutelados o dirigidos en su reproducción y lamentablemen-
te explotados. También es un texto para reexionar sobre
ética. Creo que es lectura obligada para los defensores de
los derechos de los animales. Nadie que se precie de serlo
puede dejar de instruirse sobre lo que se desarrolla en estas
trescientas y tantas páginas.
Los objetivos perseguidos por la domesticación animal
son muchos, pudiendo ser meramente estéticos o lúdicos,
pero también funcionales o económicos. De este curioso
y apartado tema trata este libro, en toda su amplitud teó-
rica, pero además, para no ser aburrido, está sembrado de
cientos de ejemplos, esquemas explicativos, ilustraciones
sencillas y elocuentes (más de la mitad las puede entender
un niño y casi todas fácilmente cualquiera que no haya es-
tudiado mucha biología), paseándose por las principales
clases animales, desde los mamíferos más grandes hasta los
insectos. No solamente nos instruye profunda y metódica-
mente sobre todo lo que es fundamental en un curso inten-
sivo de biología sino que nos lleva paralelamente o cruza-
dos con tópicos insospechados de la antropología cultural.
Llegado el momento de emitir mi opinión como zoólo-
go, diré que para quienes nos interesa e importa lo animal
como misterio y lo que todavía es invisible en el mundo
viviente, o para quienes persisten en dividirnos de nuestros
hermanos de clase y reino, este libro es imprescindible. Me
parece sensato predecir que será traducido y publicado en
otros idiomas y que será por algún tiempo usado con éxito
como libro de texto universitario.
Ángel L. Viloria*