Á. L. Viloria
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Católica de Oriente (Rionegro, Antioquia). Sus textos y
magnícas ilustraciones sirvieron de base documental para
la exposición “Un mundo de mariposas” que se instaló pos-
teriormente en la Biblioteca Luis Ángel Arango (2019),
repositorio bibliográco nacional de Colombia.
Se trata de una edición organizada por capítulos cuyos
títulos, enunciados arriba, hablan por sí solos. En cada uno
interviene(n) su(s) autor(es) individualmente o en pares,
naturalistas, entomólogos, investigadores e historiadores
que redactaron sus notas en estilo sencillo para transferir
expeditamente sus conocimientos a otros amantes de la
naturaleza. Ese es el público esperado. Pero seguramente
contarán entre sus lectores a algunos artistas plásticos, a los
acionados al color y la belleza, a los curiosos de la estética
de las artes grácas y a los zoólos que rehúyen del aturdi-
miento cientíco. Tiene por tanto posibilidades amplias
de difusión, pero es un libro no comercial que salió de una
editorial universitaria, probablemente con un tiraje redu-
cido, distribución focalizada y alto costo (por el tipo de
papel satinado y la encuadernación en tapa dura).
Con su diseño gráco sobrio y de buen gusto: amplias
imágenes, márgenes controlados, textos a dos columnas,
leyendas en tono claro y páginas con fondo oscuro con-
trastando visualmente con su opuesta; esta edición es muy
vistosa y viene saturada con fotografías principalmente de
mariposas vivas y en condiciones silvestres, pero también
extendidas, disecadas y preservadas en gabinetes entomo-
lógicos, resguardadas en algunas colecciones instituciona-
les o privadas que se encuentran en Colombia. Entre estas
últimas destacan las dos cajitas de muestras entomológicas
acopiadas por el sabio Francisco Caldas hace cerca de dos
siglos y heredadas por José Reynolds Pombo a través de sus
parientes (p. 89). Una sección descriptiva de la biología de
una mariposa se acompaña con dibujos a tinta, dedignos,
elaborados por Catalina Londoño Carder, quien es auto-
ra también de bonitas acuarelas de estilo naturalista clási-
co (pp. 15, 23, 37, 55-57, 99, 108, 119, 131) o gurativo
(portada) y de no pocas fotografías de mariposas, orugas y
crisálidas, que acompañan otras tantas notables de distin-
guidos fotógrafos de ora, fauna y paisajes naturales, como
Emilio Constantino, David Geale, Carlos E. Giraldo, Juan
Guillermo Jaramillo, Juan Guillermo Montañés Alzate y
Fredy Montero Abril. Vale señalar que todos se encuentran
ligados o familiarizados, de una u otra forma, con el estu-
dio de las mariposas en Colombia.
Un ágil tesoro: las mariposas colombianas es un mues-
trario educativo caracterizado por contenidos sintéticos
que se valoran positivamente por la veracidad de su infor-
mación. Está correctamente actualizado en lo que corres-
ponde a las identicaciones taxonómicas de las mariposas
que en él se representan y se ocupa de temas de gran ac-
tualidad como la diversidad biológica y la búsqueda de su
génesis, las cualidades sobresalientes de las mariposas que
las hacen interesantes y útiles a la ciencia, los problemas
que emergen para estos maravillosos insectos de la crisis
ambiental contemporánea y el grito de alarma que nos
solicita intervenir para tratar de conservar ese tesoro bio-
lógico para la posteridad. Me ha llamado particularmen-
te la atención la introducción por su tono histórico y sus
preciosas reproducciones de antiguos grabados y acuarelas,
así como el prospecto nal redactado por Juan Guillermo
Jaramillo; la iniciativa de catalogar imágenes digitales de
la rica fauna de mariposas colombianas. Al momento de
escribir esta nota, puedo informar con satisfacción que esa
catalogación y la elaboración de las listas taxonómicas de
las mariposas colombianas, anunciadas con entusiasmo en
el 2016, ya son productos en progreso.
Apenas he visto noticias de la exposición “Un mundo
de mariposas”, y en realidad desconozco cuanto hubo de
solapamiento entre el guion de la exhibición (2019) y el
contenido de este libro (2016). A juzgar por las conexio-
nes que hago, la obra impresa bien pudo dar origen el tra-
bajo museográco. Seguramente lo complementó, quizá
no como un catálogo, pero sí como una guía. Es una buena
obra de divulgación cientíca pero también un portafolio
artístico de imágenes representativas de la fauna de ma-
riposas de Colombia, la cual es tan rica en especies, que
probablemente sea su territorio el que resguarde la mayor
diversidad de tales insectos en el mundo. Con tantas joyas
coloridas y el atributo irremplazable de sus endemismos
¿Quién podría no estar de acuerdo con que se trate de un
tesoro?
Ángel L. Viloria*
* Centro de Ecología, Instituto Venezolano de Investigaciones Cientícas (IVIC), km 11 carretera Panamericana, Altos de Pipe, estado Miranda,
Venezuela.