ANARTIA
Publicación del Museo de Biología de la Universidad del Zulia ISSN 1315-642X (impresa) / ISSN 2665-0347 (digital)
En la entrega anterior de la revista, junio de 2020, se hizo una mención, por demás obligatoria, al temprano impacto del SARS-CoV-2, virus causante de la enfermedad tipificada como COVID-19, de rápida trasmisión y con tasas de mortalidad alarmantes. Esta última se transformó en poco tiempo en un fenómeno global delicado y en la pandemia más agresiva que la humanidad (por el número de víctimas) haya conocido. Hasta diciembre de 2020 la cifra de personas fallecidas rondaba los 1,7 millones, y cerca de 90 millones de contagios. En el año anterior la ciencia de la salud asumió el reto de curar a los enfermos y por lo tanto fueron ensayados diversos esquemas de tratamientos. Un grupo de instituciones de no menos de quince países se esmeran aún por desarrollar la vacuna con mayor efectividad e inmunidad prolongada. Varios laboratorios y farmacéuticas lograron producirlas y asignarles nombres comerciales (AstraZeneca, BNT162b2 de Pfizer, Moderna, Novavax, Sputnik V, entre otras). En algunos continentes la vacunación masiva ha sido iniciada, sobre todo en Asia y Europa. Desde mediados del año anterior y hasta aho- ra, la humanidad ha sido objeto de múltiples protocolos de aislamiento y cuarentena sociales, en donde cientos de millones de personas se recogieron en sus hogares; las ciudades quedaron solas, sin ruido, sin movimiento, con escasa contaminación. Estos y otros factores contribuyeron a una recuperación natural impresionante. Donde algunas plantas ya no crecían, allí florecieron distintas variedades. Aquellas escenas de ciencia ficción de las ciudades sin humanos inundadas de naturaleza se convirtieron en nuestra realidad. La fauna silvestre se atrevió a explorar su antiguo nicho invadido y carreteras, avenidas, ciudades y parques urbanos se mostraron amigables con la presencia de esta fauna antes críptica y revelaron su presencia, animales de diversas especies, aún temerosos, merodeando en la inédita oportunidad de verse y de encontrarse con un nuevo bosque, con sus parejas, con sus presas, y hasta de escapar o esconderse de sus depredadores.
En Venezuela, el SARS-CoV-2 fue de menos a más. Su dispersión fue lenta, pero su impacto ha dejado muchas ci- catrices y muertes durante el 2020 (113.000 contagios y unos 1.000 fallecidos – Fuente: datosmacro.com). Todavía sigue en crecimiento, pese a los esfuerzos y al esquema impuesto por el gobierno del 7 + 7, un protocolo que permite dar un lapso limitado de movilidad controlada a muchas actividades humanas en una semana, para luego cesar con otra semana de restricción social. En nuestro país el relativo éxito sobre la pandemia no puede atribuirse sólo a tratamientos médicos y metodologías de restricción social. La enorme crisis debido a múltiples causas ha provocado progresivamente en estos últimos cinco años una migración constante de personas, quienes dejan ciudades, pueblos y al país entero con casas solas, cerradas y una gran cantidad de actividades de todo tipo en suspensión completa. El SARS-CoV-2 no nos hizo correr, ni huir, porque ya veníamos corriendo y huyendo de una situación desesperada. En casi la totalidad del planeta la enseñanza en centros educativos de todos los niveles, incluyendo universidades e institutos de investigación, fue detenida para luego pasar a modalidad online o semi-presencial. Únicamente a quienes laboran en el campo de la salud les fue prohibido ausentarse de esa forma, debido a que los pacientes afectados por la enfermedad pandémica los requerían a tiempo completo.
Desde hace varios años, en Venezuela todo empezó a tener niveles crecientes de dificultad, y se hizo difícil hasta vivir de manera austera, tocando la sencillez de la pobreza. Pero no había opción. En esa vía los eventos en la espiral decadente nos prepararon para el persistente efecto pandémico 2020-2021. Las universidades están abandonadas en todo el territorio nacional, con un personal a la deriva y con poca atención. La infraestructura educativa, sus edificios y otras obras de importancia o trascendencia histórica fueron relegados y hoy son blanco de continuos robos y saqueos sistemáticos. Éste viene siendo el panorama deso- lador y común denominador de la academia y núcleos de aprendizaje en el país, agudizado en este último año, cuan- do el SARS-CoV-2 clausuró al planeta. Será necesaria una reformulación y refundación de todo lo existente y de lo destruido, pero esto deberá hacerse con esmerado cuidado, para no caer en redescubrimientos y hallazgos de segunda. No habrá memoria histórica, ni estadísticas recopiladas en base de datos para sorprendernos de nuestros errores, más aún cuando todo libro de papel es desdeñado si es viejo y puesto en la basura para los recicladores afortunados o para desaparecer por efecto de la lluvia y el sol. Este fue el caso de una biblioteca de economía, con cientos de libros clásicos, perdida totalmente por el aguacero nocturno del 17 de noviembre del 2020 en la calle 86a con avenida 8 en Maracaibo.
Las revistas científicas en Venezuela (comentarios en el editorial número 29 para las Ciencias Naturales) se mantienen por la decisión y pasión desinteresada de sus comités editoriales, personal que lucha y se esmera con un reducido financiamiento directo pero con un equipo humano que asumió un apostolado voluntario y necesario en estos tiempos. De veintiocho revistas activas en la Universidad del Zulia, algunas depredadas internacionalmente con sitios paralelos en la red y sufriendo campañas de descalificación a través de portales de países vecinos, estigmatizadas sin argumentos serios, fue Anartia una de las que logró ubicarse entre las diez con mejores índices internacionales (enero 2021, informe técnico RevicyhLUZ, G. Cardozo). Aún con un bajo nivel de citas pero en franco crecimiento, Anartia, ahora con un formato físico de mayor tamaño, la inclusión de nuevas secciones (reseñas históricas, ensayo invitado, recensiones y obituarios, entre otros) se permitió una mayor visibilidad e impacto en su campo de influencia. La adquisición de sus códigos para presentarse bajo formato electrónico y su respectivo depósito legal fue un paso para catapultar su reconocimiento. Por supuesto, sin desmerecer el cuidado por el formato, estilo, revisión exhaustiva de sus artículos y el contenido total de la revista.
La presente entrega de Anartia (número 31) contiene cuatro artículos generales: uno de sistemática y otro referido a las aves de comederos artificiales, un tercero de ecología de mariposas neotropicales, y el registro de los murciélagos de un relicto de bosque seco en la planicie de Maracaibo. Una “Selección del Editor”, la cual aborda la alimentación de uno de los mamíferos terrestres más emblemáticos en la lucha por alejarse de la extinción, el Oso Andino (Tremarctos ornatus), una reseña histórica sobre un extranjero cuyo trabajo dejó huellas, dos notas: una sobre lagartos diurnos del género Gonatodes y otra sobre avispas, y finalmente los obituarios de dos héroes más que también vinieron de otras tierras a Venezuela a dar lo mejor de sí.
Le damos las gracias a los autores, que vieron en Anartia el medio actual e ideal para hacer públicas sus contribuciones.
Tito R. Barros & Gilson A. Rivas