ANARTIA
Publicación del Museo de Biología de la Universidad del Zulia ISSN 1315-642X
Anartia, 28 (junio 2019): 47-81
Edible oysters (Mollusca, Bivalvia) of the maritime coast of Venezuela
Oliver Macsotay
(Recibido: 16-12-2016 / Aceptado: 04-07-2018)
RESUMEN
La ostra comestible meridional, Crassostrea rhizophorae rhizophorae (Guilding) es una especie autóctona, estando reporta- da desde el Plioceno Tardío. Habitante de los rizomas del manglar, también puede crecer sobre fondos duros. Los ecofeno- tipos se denominan aquí guayanensis y lacerata, pero conservan todos los rasgos internos de las valvas de C. r. rhizophorae. Una subespecie de la Provincia Magallánica, C. rhizophorae praia (Von Ihering), adaptada a vivir en posición vertical sobre fondos rocosos o gravosos, se halla en Venezuela, desde final del Pleistoceno. Durante el Plioceno, Crassostrea paraibanensis Singarajah, de valvas macizas, invadió el norte de Suramérica, donde aún sobrevive sobre fondos lodosos estuarinos. Duran- te el Plesitoceno Medio, Crassostrea iridiscens (Hanley) y C. corteziensis (Hertlein), de la provincia Panámica del Pacífico, invadieron ambientes de lata energía del Caribe meridional. Solo el segundo sobrevivió en Venezuela. Crassostrea brasiliana (Lamarck) es un taxón viviente en Brasil y Venezuela, que parece haber evolucionado del grupo de C. r. rhizophorae adap- tada a substratos duros de alta energía y salinidad. Saccostrea fue un género común durante el Neógeno venezolano, con S. cujiensis (F. Hodson), S. distans (White) y S. guppyi (Wooding), el cual migró a la provincia de lo que hoy es Perú durante el Plioceno. Su descendiente, S. palmula (Carpenter) reinvadió el Mar Caribe meridional durante el Pleistoceno Medio. Saccostrea cf. cucullata (Born) y Crassostrea gasar (Adanson) son especies invasivas desde el Océano Indico el primero, y de África occidental el segundo.
Palabras clave: Ostreidae, período Neógeno, Venezuela.
ABSTRACT
The common edible oyster of the Caribbean Sea, Crassostrea rhizophorae rhizophorae (Guilding) is an autochthonous spe- cies, recorded since Late Pliocene. It is mostly found growing on mangrove roots, but it can also get attached to rocky bot- toms. The ecophenotypes are here named guayanensis and lacerata, but these are only adaptations to the substrate and the water conditions. A subspecies involved in the Magellanic Province, C. rhizophorae praia (Von Ihering), adapted to grow in upright position, on gravelly or shelly bottons, arrived to Venezuela during Late Pleistocene-Holocene times. Since the Pliocene epoch, a thick-shelled species, Crassostrea paraibanensis Singarajah, invaded from Brazil northern South America, where it still inhabits muddy bottoms in estuaries. During Middle Pleistocene times, C. iridiscens (Hanley) and C. cortezien- sis (Hertlein) invaded from the Panamic Province (Pacific) the high-energy environments of the southern Caribbean. Only the second survived locally in Venezuela. Crassostrea brasiliana (Lamarck) –living in Brazil and Venezuela on hard sub- strates‒ could have evolved from C. r. rhizophorae. Saccostrea was a common genus in Venezuela on Neogene times, with S. cujiensis (F. Hodson), S. distans (White) and S. guppyi (Wooding), migrated to the Peruvian Province during Pliocene times. Their descendant, S. palmula (Carpenter) re-invaded the southern Caribbean during Middle Pleistocene times. Saccostrea cf. cucullata (Born) and Crassostrea gasar (Adanson) are invasive taxa from the Indian Ocean and Western Africa, respectively.
Key words: Ostreidae, Neogene, Venezuela.
O. Macsotay
INTRODUCCIÓN
En Venezuela, durante las últimas décadas del siglo pa- sado, se ha despertado mucho interés entre los biólogos marinos por el tema de las especies exóticas, criptogénicas o invasivas en las faunas costeras e insulares (Pérez et al. 1997, 2006a, 2007). Previamente en la literatura se había registrado información acerca de la presencia de moluscos de especies procedentes de las costas del Brasil, de la Pa- tagonia, el mar Mediterráneo y de las costas Pacificas de Centro-América, formando parte de la fauna de la Plata- forma de Margarita del nor-oriente de Venezuela (Mac- sotay & Campos-Villarroel 2001). La Familia Ostreidae Rafinesque, 1815, nunca ha sido estudiada de manera sis- temática en Venezuela o en los países vecinos, Colombia o Trinidad. A pesar de ser una de las especies más buscadas para su consumo, no existía ningún estudio taxonómico de los mismos. Tello (1975) en el volumen VIII (molus- cos) del catálogo de la fauna venezolana, señala seis espe- cies de Crassostrea, entre vivientes y fósiles. De Ostrea, cita unos 80 taxones, cuya edad se extiende desde el Cretácico al Reciente. En su estudio sobre la taxonomía molecular comparando la C. rhizophorae y la C. virginica sobre mues- tras de Venezuela, Gutiérrez et al. (1989) se sorprenden de la gran semejanza de 1.6 loci por proteína en ambas. La explicación se halla en las localidades de recolecta: Ense- nada Grande del Obispo y la laguna La Arestinga para C. rhizophorae y Caño Ajíes para “C. virginica”. En el segundo caso, se trataba solamente de C. rhizophorae ecofenotipo guyanensis el cual alcanza tamaños de hasta 100 mm de al- tura y más, debido a lo favorable del ambiente estuarino, lo que explica la “semejanza”. Por ello, se ha decidido aprove- char la revisión de las Ostreidae (Familia Ostreidae: Clase Bivalvia), analizándose taxonómicamente las especies ha- lladas, desde el punto de vista de su autoctonicidad.
La Superfamilia Ostreacea está constituída por un gran número de especies de ostras comestibles y no comestibles. Su distribución actual está limitada a una franja ancha de la costa y la plataforma epicontinental, en aguas dentro de la latitud 64° N y 44° S en ambas costas del continente Ame- ricano (Galtsoff 1964).
Las ostras comestibles de la Provincia del Caribe, se incluyen actualmente en los géneros Crassostrea Sacco, 1897, y Saccostrea Dollfus & Dautzenberg 1920, ambos géneros no-incubatorios de la subfamilia Ostreinae (Sten- zel in Cox et al. 1971). Existe amplia bibliografía acerca de las Ostreacea en el Neógeno de la región anfiamericana, aunque se halle disperso entre otras familias de moluscos (Maury 1925, Weisbord 1964, Woodring 1982). Revisa- das estas, se compararon todos los ejemplares de nuestras colecciones, tratando de adquirir criterios estadísticos váli-
dos para las asignaciones genéricas y la separación de espe- cies y subespecies de los morfotipos.
MATERIALES Y MÉTODOS
La recolecta de ejemplares vivientes de ostras u ostiones para este estudio, se realizó con equipo de buceo apnea, para poder laborar con más precisión debajo del agua. Se recolectaron en los manglares, desde el flanco abierto al mar, o dentro de los canales naturales internos. Se trató de desprender las colonias de ostiones vivos, lo más com- pletos posibles, sin dañar las rizomas de los mangles. Se utilizó buceo autónomo para muestrear fondos más pro- fundos, tratando de desprender las C. rhizophorae praia, de su substrato firme. Esta fue también la técnica de recu- peración de los ejemplares de Saccostrea palmula, que pre- fieren un substrato de conchas muertas en su etapa adulta. Los ejemplares de C. brasiliana, requirieron del cuchillo de submarinismo, para desprenderlos de su substrato de cemento. En el laboratorio, se maceraron las conchas en agua dulce, hasta la descomposición completa de los teji- dos orgánicos. Las valvas vacías se secaron al aire pero no al sol, y se etiquetaron para su fotografía con escala. Luego, se cerraron con tirro, para su resguardo.
Para este estudio, se dispuso de una colección de unas 480 valvas articuladas. Para la fauna fósil, se dispuso de unas 120 valvas articuladas y otras tantas, desarticuladas de las mismas localidades. El estudio se realizó utilizando la nomenclatura propuesta por Stenzel (1971) para la cla- sificación de los taxones de la Superfamilia Ostracea, hasta el nivel genérico y subgenérico. Este método utiliza los ras- gos internos de ambas valvas, como la charnela, posición y anchura de los resilíferos, las huellas musculares aductoras y las de Quenstedt y su posición relativa; presencia y exten- sión de las chomata y la cavidad umbonal. El grosor de cada valva, así como las de sus resilíferos fueron considerados ‘rasgos evolutivos’ por Seilacher et al. (1984).
Para la definición de las especies vivientes, se han toma- do en cuenta sus linajes ancestrales, así como sus migracio- nes con los cambios paleoceanográficos. Se han revisado las Ostracea desde el Mioceno medio hasta el Pleistoceno tardío (15 Ma-0,13 Ma). Las valvas se denominan izquier- da (VI) y derecha (VD), en vez del inferior y superior, como en estudios anacrónicos.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Localidades de recolecta de Ostreidae vivientes en Venezuela
Las localidades de recolecta se presentan de oeste al este, consideradas por estados. Se nombran las especies,
Ostras comestibles de Venezuela
subespecies o morfotipos y las características resaltantes. Los epibiontes se consideran importantes.
Estado Zulia
Península de Castilletes, Guajira venezolana: C. rhizo- phorae, ecofenotipos lacerata y guyanensis, sobre mangle y
C. rhizophorae praia sobre rocas. Epibiontes: serpúlidos.
Laguna de Cocinetas: C. rhizophorae, ecofenotipo gu- yanensis. Sin epibiontes.
Boca Cañonera: Estuario del Lago de Maracaibo. Sac- costrea palmula sobre valvas desarticuladas de bivalvos, en fondos fangosos. Adultos y juveniles, muchos muertos por poliquetos espiónidos.
Caños Cojoro y Neima: C. rhizophorae, forma lacerata, adultos que alcanzaron 145 mm de altura, con abundantes tubos de poliquetos como epibiontes.
Estado Falcón
Manglares de Chichiriviche: C. rhizophorae forma gu- yanensis, más conchas juveniles que adultos, asociados a Isognomon alatus.
Bahía de Tucacas: C. rhizophorae, forma guyanensis, asociados a Isognomn alatus y Ostrea lixula.
Estado Carabobo
Bahía de Patanemo: C. rhizophorae, forma guyanensis, adultos con epibiontes de serpúlidos y balánidos.
Estado Aragua
Bahía de Cata: C. rhizophorae praia, adultos articula- dos recolectados en el acantilado submarino, en el flanco este de la bahía, entre 5 y 8 metros. Adheridos a esquistos y algas calcáreas.
Estado Nueva Esparta
Bahía de Juangriego: Saccostrea cf. S. cuccullata, adultos y juveniles capturados entre 9 y 11 metros de profundidad, entre rocas. Epibiontes de serpúlidos.
La Arestinga: Ostiones cultivados, C. rhizophorae, for- ma lacerata, alcanzando la altura máxima de 125 mm en la valva izquierda. Sin epibiontes, pero biohoradados por espiónidos.
Banco entre islas de Coche y Cubagua: Saccostrea ca- raboboensis, adultos y juveniles adheridos a corales muer- tos y rocas, entre 6 y 8 metros.
Estado Sucre
Salinas de Araya: C. rhizophorae, forma guyanensis, con serpúlidos como epibiontes. También C. brasiliana, adul- tos, con balanos como epibiontes.
Laguna de Chacopata: C. rhizophorae, y C. brasiliana, con abundantes adultos y juveniles adheridos entre sí. Ad- heridos se hallan juveniles de S. palmata. Tres VD y una VI de C. corteziensis, recolectados de los manglares.
Laguna Chica, Golfo de Cariaco: C. rhizophorae típi- cas y de la forma guyanensis. Entre los epibiontes, se hallan Ostrea lixula y Ostea spreta, mayormente juveniles y con balánidos de epibiontes.
Ensenada Grande del Obispo, Golfo de Cariaco: C. rhizophorae, adultos y juveniles de los manglares. C. rhizo- phorae praia, fijados sobre conchas sueltas y grava gruesa.
Ensenada de Los Botones, y La Cagalona: C. rhizopho- rae, ecofenotipos guyanensis y lacerata, con más adultos que juveniles. Epibiontes: algas calcáreas ramosas, baláni- dos y vermes espiónidos.
Ensenada El Brasil: C. rhizophorae, juveniles de forma
guyanensis, con balánidos de epibiontes.
Ensenada Los Cachicatos: C. rhizophorae, forma típica, adultos y juveniles.
Caño Ajíes, Guariquén: C. rhizophorae, formas guyanen- sis y lacerata, fijados tanto sobre rizóforos, como sobre rocas.
Río San Juan: C. paraibanensis, adultos dragados en lodos de estuario, dragados río debajo de la población de Caripito.
Caño Angostura, Golfo de Paria: C. rhizophorae, de las formas lacerata y guyanensis, sobre rizóforos de mangles.
Estado Delta Amacuro
Pedernales, Caño Mánamo: C. rhizophorae, de los mor- fotipos guyanensis y lacerata sobre rizóforos de mangle, con epibiontes de balánidos y espiónidos.
San José de Amacuro: C. gasar, el cual ha sido recolec- tado de los manglares cercanos a esta población, sin cono- cerse el punto exacto, sin compartirlo con C. rhizophorae.
LISTA TAXONÓMICA
A continuación, se presenta la lista de las Ostreacea vi- vientes en el Mar Caribe y el Océano Atlántico occidental adyacente. La clasificación taxonómica es según Stenzel en Cox et al. (1971):
Superfamilia OSTREACEA Rafinesque 1822 Familia GRYPHAEIDAE Vyalov 1836 Subfamilia PYCNODONTINAE Stenzel 1971
Género Hyotissa Stenzel 1971
Hyotissa thomasi (McLean 1941)
Curazao, La Florida, Cartagena hasta el Golfo de Ura- bá, Colombia, probable presencia en Los Roques, Vene-
O. Macsotay
zuela. Euhalino, de 33 a 79 m de profundidad sobre sedi- mentos carbonáticos.
Familia OSTREIDAE Rafinesque 1815 Subfamilia OSTREINAE Rafinesque 1815
Género Crassostrea Sacco 1897
Crassostrea virginica (Gmelin 1791)
Tipo del género. Golfo de San Lorenzo, Canadá, hasta ambas costas de La Florida y el Golfo de México. Favoreci- do en estuarios, en agua salobres.
Crassostrea rhizophorae (Guilding 1828)
Antillas mayores y menores, América central desde Yu- catán hasta Panamá, todo el norte de Suramérica, hasta el estado de Santa Catharina, Brasil. C. rhizophorae rhizo- phorae, el cual representa el 92% de la colecta estudiada, siendo el taxón de más difusión en las costas continentales de Venezuela, estando ausente de las islas alejadas de la cos- ta. El stock de C. rhizophorae sensu stricto es autóctono en el Mar Caribe meridional, mientras que su subespecie C. rhizophorae praia es un invasor austral, que sobrevive en nuestra área gracias a las bajas temperaturas relacionadas a la surgencia marina. Es simpátrico, pero no comparte subs- trato con la especie nominal. C. rhizophorae rhizophorae se originó durante la época Pliocena, en respuesta a la salini- zación incipiente del Mar Caribe. En Venezuela, Colom- bia y Trinidad se cultiva para su explotación.
Crassostrea rhizophorae praia (Von Ihering 1907)
Desde Brasil, Santa Catharina, Uruguay y Argentina hasta Puerto Belgrano. Venezuela. De hábitat marino cos- tero, sobre fondos duros.
Crassostrea brasiliana (Lamarck 1819)
C. brasiliana aparece durante el Plioceno tardío en las costas caribeñas de Costa Rica, y se halla viviente en Vene- zuela y Brasil. Puede considerarse una especie endémica, en áreas costeras de substrato duro. Forma el 2% de la recolecta.
Crassostrea paraibanensis (Singarajah 1980)
C. paraibanensis se originó en el Mioceno medio de Ve- nezuela, donde persistió hasta la época Pliocena, restrin- giéndose en la fauna actual, a algunos estuarios cenagosos de Venezuela y Brasil. Descubierto por Singarajah (1980) en Brasil, este autor sugirió su afiliación con el grupo de Crassostrea gryphoides, fósil del área del Mediterráneo. C. parahybanensis es una especie paleoinvasora que evolucio- nó a neoendémica en Venezuela y Trinidad.
Crassostrea corteziensis (Hertlein 1951)
C. corteziensis es una especie muy escasa en Venezuela, de carácter holomarino, donde se asocia más a C. brasilia- na y Ostrea (Ostrea) lixula. Siendo una especie viviente de la costa Pacífica de Centro-América desde la época Plioce- na, pasó a ser invasora en el Caribe meridional, a finales de la época Pleistocena.
Crassostrea gasar (Adanson 1757)
C. gasar, es una especie de África occidental, descubier- ta recientemente como invasiva en Brasil y Surinam (Lapè- gue et al. 2002), donde comparte el hábitat salobre estua- rino con C. rhizophorae. En Brasil, ambas son cultivadas y cosechadas.
Género Saccostrea Dollfus & Dautzenberg 1920
Saccostrea palmula (Carpenter 1857)
Especie conocida de la costa Pacífica de las Américas, desde la Baja California hasta las islas Galápagos, donde habita sobre raíces de mangle o rocas y arrecifes cerca de la línea de resaca. En Venezuela, en varios sectores de la costa meridional del Golfo de Venezuela.
Saccostrea caraboboensis (Weisbord 1964)
Plataforma de Margarita, Venezuela. Adherido sobre substrato duro, de preferencia calcáreo, entre 10 y 18 m de profundidad. Holomarino y solitario.
Saccostrea gibsonsmithi (Macsotay & Campos Villarroel 2001)
Plataforma de Margarita, área de la isla La Sola, fondo calcáreo. Holomarino y solitario.
Saccostrea cf. cuccullata (Born 1778)
Plataforma de Margarita, ensenada de La Guardia, sien- do una especie invasiva, desde las costas de África sudoc- cidental.
Géneros incubatorios
Género Ostrea Linnaeus 1758
Ostrea cristata Born 1778 (=O. equestris Say 1846)
Golfo de México hasta La Florida, América Central y meridional, hasta el Golfo de San Matías, Argentina. Ha- bita sobre substrato duro de toda clase, en aguas marinas someras (0,5 m hasta 20 m.). Tolera reducción de salinidad hasta 25 ppm.
Ostras comestibles de Venezuela
Ostrea spreta d’Orbigny 1842
Venezuela, Brasil, Uruguay y Argentina hasta el Golfo de San Matías. Habita fondos arenosos y gravosos bien consolidados.
Ostrea puelchana d’Orbigny, 1842
Venezuela, Trinidad, costas del Brasil, hasta el Golfo de San Matías, Argentina. Habita sobre fondos de conchas, arena y grava, entre 3 y 40 m de profundidad; no tolera aguas salobres.
Ostrea stentina Payradeau 1828
Es una especie del Mediterráneo oriental.
Ostrea libella Weisbord 1964 y Ostrea lixula
Weisbord 1964
Dos especies endémicas de Venezuela, discutidas en este estudio. Fueron descritas originalmente como parte de la fauna Pleistocénica de Venezuela.
Subfamilia LOPHINAE Vyalov 1936 Género Dendostrea Sowerby 1839
Dendostrea folium (Linnaeus 1758)
Ambas costas de la Florida y todo el Mar Caribe, has- ta Taparica, Bahia, Brasil. De preferencia adherida sobre hidrozoarios u otro substrato duro, sobre bancos carbo- náticos o alrededor de islas alejadas de las costas conti- nentales.
ESPECIACIÓN EN EL GÉNERO
CRASSOSTREA SACCO 1897
Antes del ordenamiento sistemático propuesto por Stenzel (1971), prevaleció una confusión entre las Ostra- cea en general, lo cual se refleja en los listados de sinoni- mias (Günter 1950, 1951, Ahmed 1975). Las diferencias entre las especies, subespecies y ecofenotipos, se entienden cuando se lee la explicación dada por Dall (1898: 675- 676), al discutir las Ostreidae:
“Las características de las conchas se deben al sitio de habitación. Cuando un ejemplar de Crassostrea vir- ginica crece en aguas de baja energía, tiende a formas redondeadas o anchas. Cuando la misma crece en un canal de marea, o un fondo con corrientes fuertes, las valvas se forman axialmente alargadas, con tendencia a ser rectilíneas.”
Además cuando un banco de ostras queda expuesto
durante la marea baja, la valva izquierda tiende a hacer- se más cóncava debido a la necesidad de retener mayor cantidad de agua durante el lapso de desecación. Cuando
ejemplares vivientes de ostras se trasladan de un sitio a otro de características diferentes, dichos ejemplares cambiarán sus formas de crecimiento; siendo ésta una observación comprobada en numerosos criaderos de ostras de la costa oriental de Norte América. Citando a Dall (1898) “cuan- do los ejemplares crecen densamente agrupados en un ban- co de ostras, la forma adoptada para la sobrevivencia es la alargada, siendo el contorno más irregular, y más o menos comprimida lateralmente.” Por otro lado, cuando el banco de ostras “queda expuesto durante la marea baja, la valva izquierda tiende a formarse más cóncava internamente, probablemente por la necesidad de retener más agua dis- ponible durante el lapso de desecación”. Cuando una ostra crece sobre sustrato de naturaleza dura (roca, cemento o una concha) en agua sin sedimentos en suspensión, se de- sarrolla la cavidad umbonal (Fig. 3-1 a 3) así como algunas costilletas radiales con la finalidad de reforzar la concha (Fig. 3-5, 6).
Sin embargo, si el crecimiento se da sobre un rizóforo de mangle, se manifiesta tendencia a extenderse lateral- mente cerca de la charnela (gozne) (Figs. 2 y 3) para poder torcerse lo suficiente a fin de que el extremo distal quedase más alto que el resto de la concha, y por consiguiente, la ca- vidad umbonal se extienda más allá del borde de la charne- la. Cuando la ostra (C. virginica) crece sobre una superficie aplanada, se forma una concha ovalada poco profunda, y sin concavidad bajo la charnela. Todo lo anteriormente se- ñalado se ajusta a la C. brasiliana siendo posible que éste fuese el origen de dicha especie disponiendo de abundan- tes substratos duros con la emersión de los volcanes duran- te el Plioceno; cuando la especie divergió del stock de la C. rhizophorae.
Von Cosel (1986) investigando en la Ciénaga Gran- de, Santa Marta (Colombia) describe el reemplazo de los morfotipos de C. rhizophorae, habitantes en bancos es- tuarinos, por una población de ostras arbolícolas (forma lacerata) en un lapso de cuatro años, aclarando que no se trataba de un reemplazo de especies, sino de ecofenotipos de la misma especie. Woodring (1982) observó que los taxones C. cahobasensis cahobasensis (Pilsbry & Brown 1917) y C. cahobasensis portoricana (Hubbard 1920) pueden hallarse en las mismas formaciones de edad Mio- cena en Panamá, República Dominicana, Haití y Puerto Rico, pero nunca se les halla en la misma capa, por razo- nes de facies.
Las Ostreidae del Mioceno europeo, que forman bancos in situ, se presentan bajo diversas tendencias, pero siempre dentro de unas características comunes: una extensión con- siderable del banco y un espesor regular a lo largo del mismo (Porta 1986/1987). N. Laurain (1980) demostró por méto- dos bioestadísticos que dos especies, Crassostrea gryphoides
O. Macsotay
(Schlotheim 1813) y C. gingensis (Schlotheim 1813), eran sólo ecofenotipos de la misma especie, el cual por prioridad, es la primera. Ésta es la especie que durante el Mioceno tem- prano migró hacia el oeste (Peraza & Macsotay 2011), inva- diendo las costas atlánticas de América (Singarajah 1980) donde C. virginica, C. brasiliana, C. paraybanensis y C. rhi- zophorae rhizophorae son sus descendientes.
BIODIVERSIDAD DE OSTREIDAE
En la monografía sobre las Ostreidae vivientes de am- bas costas de México se utilizó análisis “cluster” para la anatomía comparada de los taxones (Castillo Rodríguez
& García Cubas 1986) se describieron nueve especies de la costa Pacífica y tres de la costa Caribeña. Se contaron 17 caracteres de las valvas y 30 rasgos anatómicos, fue muy útil para nuestro estudio. Se incluyeron fotografías de las valvas y dibujos de las vísceras de cada especie identificada. Previamente Keen (1960) de las costas Pacíficas de Cen- troamérica, describió siete especies, de los que tres corres- ponden a Crassostrea, y una respectivamente de Hyotissa, Lopha, Ostrea y Saccostrea.
La recopilación taxonómica de Harry (1981) citó la pu- blicación de Singarajah (1980) en la cual se describen va- rias especies de los estuarios brasileños. A esto se le agrega la información sobre una especie de África occidental (C. gasar) que se reconoció en Brasil y Surinam, coexistiendo con C. rhizophorae (Lapègue et al. 2002).
Para la Ciénaga Grande de Santa Marta (Caribe colom- biano) Von Cosel (1986) señala C. rhizophorae y Ostrea equestris. De Puerto Rico, Panamá y la península de Yu- catán, sólo se citaron C. rhizophorae y Dendostrea folium (Warmke & Abbott 1961, Olsson & McGinty 1958, Vokes & Vokes 1983). Esto nos sugiere que las costas de Venezuela presentan una biodiversidad comparativamente alta, con respecto a las regiones vecinas del Caribe. Esta biodiversidad es comparable a la de la costa Pacífica de las Américas. Se confirma que la costa venezolana es un área de refugio natural con especies relícticas, del Neógeno (Petuch 1982) y no sólo para los gasterópodos, sino para muchos bivalvos, como es la Familia Ostreidae.
En este estudio solo se discutirán las especies comesti- bles de los géneros Crassostrea y Saccostrea de la fauna vi- viente, y su ascendencia Neógena en el norte de Sur Amé- rica, en la cual se demuestra una movilidad sorprendente en estos animales tan sedentarios.
Clase BIVALVIA Orden PTERIOIDA
Superfamilia OSTRACEA Familia OSTREIDAE
Género Crassostrea Sacco 1897
El tipo es Ostrea (Crassostrea) virginica (Gmelin 1791). Para más detalles, consultar a Stenzel (1971).
Diagnosis: concha pequeña a muy grande (hasta 60 cm de altura) de contorno muy variable, pero en la cual dominan las formas espatuladas alargadas, con márgenes anterior y posterior sub-paralelas. VI más cóncava, VD plana a convexo-cóncava; VI con cavidad umbonal. Care- ce de chomata. Huella muscular aductora cercana a la par- te posterior de la concha, y más cercana al margen ventral que a la charnela. Formas delgadas espatuladas con el área ligamentaria de la VI más alta que los de la VD. VI con el resilífero cóncavo y la VD, convexo. Externamente con lamelas concéntricas irregulares (Stenzel 1971). Cretácico Temprano al Reciente. Cosmopolita. Euryhalino, pudien- do subsistir en salinidades bajas (17 g/L), así como en las elevadas (42 g/L).
Ostrea virginica Gmelin 1791: 3336.
Ostrea mauricensis Gabb 1860: 376, pl. 67, fig. 26.
Ostrea virginiana (Gmelin); Whitfield 1894: 27-28, pl.
II, figs. 1-7.
Ostrea virginica Gmelin; Richardson & Harbison 1942: pl. 187, pl. 9, fig. 4.
Ostrea (Crassostrea) virginica (G.) McLean 1951: 24- 25, pl. 4, fig. 5.
Crassostrea virginica (G.) Richards 1962: 55-56, pl. 4,
figs. 5-7; Ward 1998: 79, pl. 10, figs. 1, 2, 5–8.
No Ostrea virginica Maury 1925: 232-233; F. Hodson,
H. K. Hodson & G. D.
Harris 1927: 21-22; Weisbord 1964: 181-185, pl. 22,
figs. 11, 12;
(=Crassostrea rhizophorae /Guilding 1828)
No Crassostrea virginica Gutiérrez, Coronado & Pérez 1989: 172, 174.
(=Crassostrea rhizophorae /Guilding 1828/).
Diagnosis: la del género. Es comparativamente más grande y más gruesa en ambas valvas, que C. rhizophorae. La charnela se distingue porque su resilífero central es solo levemente más ancho, que los de los bordes, por separado. El canal ligamentario es cóncavo en la VI y convexo en la VD. Sus huellas musculares aductoras son ovoideas, for- man el 1/3 del ancho de la concha y de color pardo en las vivientes. El músculo de Quenstedt en posición anterior con respecto al resilífero.
Biocrón: se origina en la Formación Calvert (Delaware, EEUU) de edad Mioceno Temprano-Medio, y se halla en varias formaciones de la costa Este de los Estados Unidos,
Ostras comestibles de Venezuela
durante el resto del Mioceno y Plioceno (Ward 1998). Pero donde adquiere máxima abundancia, es durante el Pleistoceno, cuando forma verdaderos bancos desde Mas- sachusetts hasta La Florida, y hasta Texas en el Golfo de México. Los tamaños máximos se hallan en los sedimentos de los ciclos glaciales de Norteamérica. Durante el Mioce- no Tardío, alcanzaron las costas de Puerto Rico y Repú- blica Dominicana, pero no más al sur. Definitivamente, no la hemos identificado ni en Venezuela, ni en Trinidad. Ensayos de transplante de C. virginica, han resultado ser infructuosos (Vélez & Díaz 1988).
Ostrea rhizophorae Guilding, 1828: 542; Macsotay 1968: 58, 77; Macsotay 1975: 466, lám. 3, figs. 7, 8: Ostrea (Crassostrea) rhizophorae G.; McLean 1951: 25, pl. 4 fig. 6; Weisbord 1964: 185-186, pl. 24, figs. 3, 4. Crassostrea rhizophorae (G.); Warmke & Abbott 1961: 173, pl. 35-b; Martínez Escarbassier 1962: 6-7, figs.
1, 2; Macsotay 1982: 172-173, t. 3; Vokes & Vokes
1983: 38, pl. 37, fig. 9; Von Cosel 1986: 118-123,
fig. 34; Lodeiros et al. 1999: 38, fig. 32; Macsotay &
Campos 2001: 151; Lapègue et al. 2002: 233, 238,
figs. 3, 4, tbl. 3.
Crassostrea guyanensis Ranson 1967; (n. n.) Altena 1971b: 36, pl. 3, figs. 1-4.
Crassostrea lacerata (Hanley 1846, non Goldfuss 1833); Altena 1971b: 36-37, fig. 10, lám. 2, fig. 5; Macsotay
& Caraballo 1976: 35, lám. 7, figs. 6, 10.
Ostrea parasitica Linnaeus; Liddle 1946: 532; Ginés 1947: 282, fig. 285.
Ostrea virginica Gmelin; Hodson, Hodson & Harris 1927: 21, 22; Macsotay 1968: 77.
Ostrea sp.; Van Andel & Postma 1954: 203.
Crassostrea virginica (Gmelin); Lodeiros, Marín & Prie- to 1999: 38-39, fig. 33; (non Gmelin 1791).
Diagnosis: de aspecto general semejante a C. virginica
– el tipo del género – con su superficie externa lamelar irre- gular en ambas valvas, pero su concha es consistentemente más delgada en ambas valvas. Las valvas son asimétricas y desiguales. Su tamaño es consistentemente menor, varia- ble entre 5 y 15 cm de altura. La superficie de fijación es variable, según el tipo de substrato, y la misma define los morfotipos de la especie, a semejanza de C. virginica (Figs. 2 a 4). En todo caso, su superficie de fijación es menor del 65%, lo cual lo distingue de C. brasiliana. La superficie de fijación, en la VI, suele presentar su equivalente xenomór- fico en la VD (Figs. 9-3, 5), y no tiene que restringirse al área charnelar, como en C. virginica. La huella muscular aductora es de posición más posterior y más distal que C.
virginica; su forma es semilunar y oblicua. La huella mus- cular de Quenstedt (Stenzel 1971) es más pequeña y se ha- lla más cercana a la plataforma charnelar. El trazo braquial pulmonar es semejante, aunque más alejada de la huella muscular aductora.
Morfotipos o ecofenotipos: El adulto de C. rhizophorae rhizophorae se adhiere sobre cualquier substrato duro, con tal de hallarse expuesto a la corriente que le aporta nutrien- tes. Su preferencia son los rizóforos de mangle. El carácter del substrato le confiere la morfología polimórfica. Reco- nocemos en Venezuela:
La forma típica, oblongo-oval, de resilífero ancho, pro- pia de manglares marinos o con aguas poco salobres (Figs. 1-1 al 10; 2- 1, 2). Cavidad umbonal reducida, por habitar por debajo de la línea de marea baja.
La forma guyanensis, ovoideo más alargado axialmen- te, con cavidad umbonal importante, por habitar entre las líneas de marea alta y baja. Propia de ambiente estuarino, como el Golfo de Paria o la Bahía del Tablazo (Figs. 2- 3, 4, 5; Figs. 3- 1, 4).
La forma lacerata, alargada, de flancos subparalelos, cuyo resilífero es más ancho que las otras tres formas. Esta es la única cuya VD desarrolla costilletas radiales (Figs. 3- 2, 3, 5, 6). Cavidad umbonal profunda y estrecha.
Según Lapègue et al. (2002: fig. 3) el árbol filogenético de C. virginica y C. rhizophorae sugieren sólo 3,5% de di- vergencia de nucleótidos, lo que sugiere una relación más cercana que la de C. rhizophorae con C. gasar. En las ex- tensas costas de Brasil y las Guyanas, C. rhizophorae y C. gasar han sido confundidas, y consideradas como una es- pecie única. Sin embargo, la divergencia de nucleótidos es del 11%, cifra muy alta, cuando se compara a la divergencia de 5% entre C. gigas (Aleutianas) y C. ariakensis ( Japón) (Lapègue et al. 2002).
Distribución: C. rhizophorae es la especie más común del género en el Océano Atlántico tropical, extendido des- de el extremo sur de la Florida, hasta Brasil (Orton 1928, Littlewood 1991). En el Mar Caribe se halla viviente desde Cancún (Yucatán) México, hasta la isla de Trinidad (Vokes
& Vokes 1984, Castillo Rodríguez & García Cubas 1986, Von Cosel 1986). Nuestra recolecta demuestra su presen- cia en casi todas las localidades costeras y estuarinas de Ve- nezuela, incluyendo la isla de Margarita, pero no se halla en las islas alejadas de la costa.
Biocrón: C. rhizophorae rhizophorae, en la Cuenca de Falcón, se origina en la localidad F-1338, de la Formación La Vela superior, zona de Turritella cartagenensis, piso Ge- lasiense del Pleistoceno “nuevo” (Peraza 2004). En la cuen- ca de Tuy-Cariaco, se origina en la Formación Aramina, de la misma edad, pero es más frecuente en horizontes más altos del Pleistoceno.
O. Macsotay
Distribución exótica: se cultiva extensamente en las An- tillas Mayores, y ha sido introducida hasta la Nueva Gui- nea (FAO 1999) con fines de explotación comercial.
Hábitat: Nuestra recolecta revela lo siguiente: C. rhizo- phorae rhizophorae es una especie eurihalina, pero adquie- re su crecimiento completo y desarrollo óptimo en áreas estuarinas, como los caños septentrionales del Delta del Orinoco, donde desarrolla el ecofenotipo guyanensis, erró- neamente llamado C. virginica (auctt.). En los ambientes donde hay lagunas con el substrato apropiado, pero con ausencia de una fuente fluvial, se presentan los morfoti- pos guyanensis y lacerata, tal como sucede en las lagunas de Chacopata y La Arestinga. La última, parece estar rela- cionada al bajo tenor de calcio en el leptopel de las aguas estuarinas: la delgadez de la concha, que es reforzada con costilletas en posición radial (Figs. 3-6).
Ostrea parasitica praia Von Ihering 1907: 436.
Crassostrea rhizophorae praia (Von Ihering 1907); Ca- macho 1962: 70, lám. 10, figs. 8a, 8b; Carvalho Rios 1970: 171.
Ostrea cf. virginica (G.); Maloney & Macsotay 1968: 276, t. II.
Ostrea virginica sucrensis Macsotay 1965: 43, nomen nudum.
Crassostea cf. virginica (G.); Jung 1969-a: 349, pl. 21, fig. 7.
Diagnosis: concha moderadamente gruesa, alargada, con dilatación a lo largo de su margen distal. Fijo por la VI aún en la edad madura, con 5-8 costillas radiales estrechas en su mitad distal, y lamelas concéntricas. La VI es cón- cava y más alta que la VD, aplanada y lisa. La charnela de
C. rhizophorae praia es de resilífero recto u prosogirado; la cavidad umbonal es poco profunda (Figs. 5-5, 6).
La huella muscular aductora es axialmente alargada, en forma de anzuelo; la huella muscular de Quenstedt es cén- trica, y cerca del resilífero. Atribuido por la mayoría de los autores como subespecie de C. rhizophorae, por sus carac- teres internos, es más cercana a C. patagonica (d’Orbigny) (Figs. 6-1, 2 y 3). El trazo braquial-pulmonar no se ha ob- servado.
Biotopo: C. rhizophorae praia es una forma “más grande y más sólida que C. rhizophorae rhizophorae que se adhie- re a las rocas por una pequeña parte de su VI”, y el cual habita las costas arenosas y rocosas de Argentina (Parodiz 1948), en donde no existen manglares por razones climá- ticas. Aunque suele fijarse sobre substrato duro, inclusive conchas de otras ostras, la praia es un animal solitario, no gregario como C. rhizophorae. Según Figueiras & Si-
cardi (1968, pp. 272, pl. 2, fig. 34) este taxón adquiere su máxima abundancia en individuos en la parte meridional (austral) de su área de distribución. Lo cual demuestra su afinidad a las temperaturas bajas.
Distribución geográfica: desde Brasil meridional (Santa Catarina) y el Uruguay, hasta Puerto Belgrano, Argentina (Figueiras & Sicardi 1968). En Venezuela, hemos hallado pequeños grupos de individuos anclados entre rocas en La Salina, Puerto La Cruz, Bahía de Cata, y Farallón Centine- la. En Boca de Güeque, viviente en aguas marinas lodosas, adheridos a cascajo y rocas. Su presencia se atribuye a las aguas marinas de surgencia que afectan las costas venezola- nas, y que contribuyen a la supervivencia de faunas relícti- cas. No se ha citado ni del Brasil, ni de las Guayanas.
Biocrón: en Venezuela y Trinidad, ésta subespecie tie- ne su origen durante el Plioceno Tardío (Piacenziense): en las Formaciones Aramina, Coche, La Vela, y el miembro Courbaril de la Formación Morne L’Enfer de Trinidad (Macsotay 2005). Durante el Pleistoceno se torna más abundante, en las Formaciones Caigüire, Cumaná y Rio Salado. Jung (1969a) la describió de las areniscas de Ma- tura, de la Fomación Talparo de Trinidad. En Argentina, abunda en el piso Pampeano (Belgranenese, Pleistoceno) y en el post-Pampeano (Querandino, Holoceno). Se plantea así la posibilidad de que la praia se haya originado en la Provincia Gatúnica del Caribe, para luego migrar hacia el sur, durante las glaciaciones del Cuaternario.
Ostrea braziliana Lamarck 1819: 202; Deshayes 1836:
223.
Crassostrea brasiliana (Lamarck); Singarajah, 1980: 835, fig. 4; Ranson 1967: 189; Lapègue et al. 2002:
233, 238.
Diagnosis original: “Shell delicate, oval, dilated, ful- vous white, subradiate; transverse striations extremely fine. Small size, superior valve slightly convex. Habitat: the coast of Brazil.” La mayoría de los autores incluyeron esta especie en la sinonimia de C. rhizophorae (Von Ihering 1907, McLean 1941, Weisbord 1964, Fairbridge 1976,
Castillo-Rodríguez & García-Cubas 1986; Rios 1994).
Diagnosis: Singarajah (1980: 835) revisó la especie, describiendo e ilustrando el holotipo de C. brasiliana (L.), depositado en el Museo de Historia Natural de París, Fran- cia. Consiste de una VI, de 43 × 29 mm de tamaño, donde se observa claramente el resilífero, tres veces más ancho que alto, y sin cavidad subumbonal en absoluto. En la cara interior de la VI, se hallan adheridos dos ejemplares de la misma especie, uno, de 22 × 18 mm, y el otro, de 17 × 16 mm, juveniles de la misma especie. Sus respectivas VD son
Ostras comestibles de Venezuela
delgadas y aplanadas, encajando bien en sus VI. En las VI, el resilífero es ortogirado, y con surco resiliar estrecho y profundo, difiriendo de C. rhizphorae rhizophorae, el cual es alto y estrecho. La VD tiene el resilífero de la misma forma, pero más pequeño. La huella muscular aductora es reniforme o redondeada, de tonalidades púrpura. La su- perficie externa de las VD, es relativamente lisa, debido a leve desgaste, con líneas de crecimiento apenas percepti- bles. Unos 20 balánidos juveniles se hallan adheridos a la superficie expuesta del holotipo (Fig. 4-3). Los 16 ejempla- res articulados de los que disponemos, corresponden muy bien a la descripción previa de Singarajah (1980), con la diferencia que el mayor de nuestros ejemplares (Fig. 4-1) mide 90 mm de alto, el doble del holotipo. El interior de nuestras VI presentan huella muscular aductora renifor- me, en posición central-posterior. La huella muscular de Quenstedt es central, situada justo debajo del resilífero. La VI es aplanada, con la irregularidad de haber crecido sobre balánidos juveniles. El área de fijación varía de 50 a 90%, definitivamente mayor que C. rhizophorae rhizophorae, y es notable la simetría bilateral que conservan tanto las for- mas redondas como las axialmente alargadas. La VD exhi- be láminas de crecimiento, que desarrollan escamas folia- res. Las VD son más convexas que las VI y son ellas las que alojan la mayor parte de las vísceras del animal viviente. La mayoría de las conchas presentan pliegues moderados en las márgenes, que afectan ambas valvas. No se observan chomata. La VD externamente es de color pardo, mientras que el interior es blanco opaco en ambas valvas. En tres ejemplares se nota algo de coloración púrpura en la inser- ción de la huella muscular aductora.
Singarajah (1980) sugiere semejanza entre C. brasiliana y su nueva especie, C. paraibanensis, siendo ambas simpá- tricas en las costas del Brasil. Un examen de los detalles de la charnela, la simetría y la forma del resilífero, apoyan esta hipótesis. La notable semejanza en forma y grosor relativo de ambas valvas, también sugiere que C. brasiliana evolu- cionó del clado de C. paraibanensis, el cual se halla presen- te en la Provincia Gatúnica (Landau et al. 2008) al menos a partir del Mioceno Medio. Asher (1989) comprobó gran- des diferencias en la rata de crecimiento y de morfología de larvas entre C. rhizophorae y C. brasiliana. Un estudio de las alozimas de ambas especies, demostró la clara diferencia (Ignacio et al. 2000) entre las mismas.
Hábitat: C. brasiliana habita en estuarios y lagunas en- tre las líneas de marea alta y baja, con amplia distribución (Sigarajah 1980). Su superficie de fijación es de rocas duras, muelles y muros de cemento, donde prolifera en aguas de salinidad elevada. Los 16 ejemplares adultos vivientes fue- ron recolectados de las Salinas de Araya, donde se hallan en aguas de salinidad mayor que la de las aguas marinas
circundantes. Al igual que en Brasil los epibiontes detec- tados son balánidos juveniles además de algas calcáreas in- crustantes. No se observaron ni poliquetos ni espiónidos.
Distribución: C. brasiliana es propia de la costa caribe- ña de Suramérica y Brasil (Littlewood 1991) y sólo es par- cialmente simpátrica con la distribución de C. rhizophorae rhizophorae. Este autor menciona La Guajira y la isla de Trinidad, como localidades de recolecta. Ranson (1967) la cita con frecuencia de las costas de Brasil, desde su estación 58, de latitud 12° S, hasta la no. 148, bahía de Zimbros, de latitud 24° S. En Brasil, esta especie ha sido objeto de culti- vo por más de un siglo, aunque las cifras del material extraí- do, se hayan mezclado con las de C. rhizophorae rhizopho- rae, por falta de estudios taxonómicos. Esta distribución, excluye el área influenciada por la descarga de agua dulce del río Amazonas; las aguas de ésta son transportadas hacia el NW por la corriente de Las Guayanas. Sin embargo, la presencia de C. brasiliana en la sub-provincia de Colom- bia-Venezuela-Trinidad (Landau et al. 2008) sugiere que esta especie ya estaba establecida antes de formarse la des- embocadura del río Amazonas durante el Mioceno Tardío. Müller-Karger & Varela (1988), mediante el estudio de pigmentos de fitoplancton por sensores remotos (CZCS) en aguas superficiales del Caribe oriental demostraron la actividad estacional de la corriente de las Guyanas. Su ruta de migración debía ser anterior o simultánea con el inicio del flujo del Río Amazonas. Su presencia en la Formación Socorro, del Mioceno tardío, de la Serranía de Falcón, en horizontes con fauna de alta salinidad, sugieren que ésta especie se originó en el Caribe meridional, y logró migrar hacia las costas brasileñas. No a la inversa, como se sugirió, y evolucionó del stock de Crassostrea trigonalis (Conrad), el cual descendía de la C. gryphoides (Schlotheim).
Ostrea puelchana Maury 1912: 40, pl. 5, figs. 3-5, 9, 10;
Maury 1925: 79-80, pls. 10, 11 & 12 (non d’Orbigny,
1842).
Crassostea paraibanensis Singarajah 1980: 837-846, figs.
2, 3; Harry 1981: 44.
Ostrea crassissima d’Orbigny var.; Macsotay en Vignali 1965: 29.
Diagnosis: concha grande, variable en contorno: ejem- plares adultos de 2-4 años, alcanzan 160–250 mm de al- tura. Son axialmente alargados, con margen ventral muy amplio, no ondulado, bastante liso, delgado y algo frágil. Ambas valvas son muy gruesas, y resistentes en toda su extensión. En condición fresca, las valvas son de color pardo pálido cerca del umbo, y pasan gradualmente a gris oscuro hacia el área ventral. Las valvas son asimétricas y
O. Macsotay
desiguales; la VD es de menor tamaño, ajustándose bien a su correspondiente VI. La VI es mayor, y profundamente cóncavo, con umbo ortogirado, fuerte y con un resilífero bien pronunciado. VD plana o relativamente somera, a ex- cepción de una pequeña depresión en la superficie interna que probablemente acomoda la cámara promyal y el diver- ticulum digestivo. El umbo es reducido, y curvado hacia atrás de la valva. Externamente presenta anillos lamelados, excéntricos, muy delgados y densamente agrupados, exten- diéndose a partir del extremo umbonal. Las valvas de los juveniles (menos de 2 años de edad) poseen conchas casi redondas o solo levemente alargadas.
La superficie interna de las valvas es lisa, blanca y de brillo vítreo a excepción de la huella muscular aductora. Charnela edéntula, sin chomata alguno. El ligamento es dorsal, de color gris oscuro de color gris oscuro, cubriendo el resilium y la tensila. El resilium se extiende casi dentro de la cavidad corporal, de manera que al abrir las valvas, el resilium cabe dentro del resilífero del umbo de la VI. Una extensa descripción de la anatomía, fisiología y el compor- tamiento de la descripción de Singarajah (op. cit.) no se incluyen aquí.
Dimensiones: el holotipo, depositado en el Natural History Museum de Londres (NHMUK 1978114) mide 106 × 96 × 72 mm y pesa en seco 1,005 g. El paratipo NH- MUK 1978115 mide 210 × 110 × 70 mm y pesa 958 g. Otro paratipo, depositado en el Museo Nacional de Rio de Janeiro (MNRJ 3815) mide 250 × 110 × 90 mm, pesando
1,108 g.
Hábitat: estuario del río Paraiba, sobre la costa Atlán- tica del Brasil, a 7º S del ecuador. Los tipos proceden de las lagunas de cultivo de Salinas y Livramento, cuyos pará- metros ambientales son: las temperaturas medias anuales para las dos lagunas, son: 27,8° y 28° C, respectivamente. El rango de salinidad en ambos sitios fue de 5.20 a 22.60 partes por mil (promedio 18.2°) y 2,50 a 22,40 (promedio 16,8) partes por mil. El sedimento suspendido total varía también considerablemente, entre 2 mg/L y 118.2 mg/L. Los vientos alisios fuertes unidos a corrientes de mareas, especialmente durante la estación lluviosa, contribuyen mayormente a la turbidez del agua. Medidas de transpa- rencia, utilizando el disco Secchi en los dos sitios, variaron de 0,32 a 0,40 m, y 0,30 a 0,40 m respectivamente. El pH fue registrado sólo en la superficie de las dos lagunas y varió entre 6,40 y 7,80, valores relativamente bajos, que pueden correlacionarse con la turbidez, la presencia de sapropel, así como la intensa radiación solar. La concentración de oxígeno disuelto, por el método Winkler, varió de 3,21 a 6,25 y 2,12 a 5,52 mL/L, respectivamente. La concentra- ción de oxígeno en general era baja, especialmente durante la marea baja. Además de las ostras, estos estuarios produ-
cen gran variedad de peces comestibles, como Mugil brasi- liensis, camarones y cangrejos.
Hábitat en Venezuela: esta especie se ha hallado en dra- gados del río San Juan, estado Monagas, entre el terminal de Caripito y La Cruz, donde el lodo hidroplástico llama- do “fluff ” sustenta valvas articuladas adultas de hasta 180 mm de altura. Los ejemplares recogidos estaban muertos, pero las valvas seguían unidos por el ligamento (Marcucci 2000). El río San Juan es un estuario de llanura costera, formado por la inmersión de un valle fluvial del Pleistoce- no, debido al aumento del nivel del mar a partir del inicio del Holoceno (Pritchard 1967). Este estuario, de rasgos mesotidales a macrotidales, con ausencia de estratificación vertical de densidades en la columna de agua, se asemeja a las lagunas del río Paraiba.
Biocron: Maury (1912, 1925) describió bajo el nom- bre de Ostrea puelchana unos ostreidos fósiles que en la isla de Trinidad son muy abundantes, en lo que hoy se llama Formaciones Erin, del piso Gelasiense, y Talparo del Cala- briense (Macsotay 2005). Según Maury (op. cit.) “La valva convexa (VI) usualmente muestra su área de adherencia en la región umbonal; en consecuencia, en los ejemplares se- niles, esta área se torna muy gruesa, convexa. La superficie externa de la VI está marcada por numerosas lamelas de crecimiento irregulares; los de la VD son más lisas y re- gulares.” El umbo es frecuentemente extendido y saliente, y la huella muscular aductora es distal, como en C. parai- banensis. La altura de las conchas de Trinidad, alcanza los 115 mm.
En Venezuela, se recolectaron en la Formación La Te- jita, del Mioceno Tardío (península de Araya, localidades MO-170, 171). En la base de la Formación Aramina (177, 463)-Zancliense, y en su tope, donde forma todo un banco de 1 m de espesor (181, Fig. 15) de edad Gelasiense, Pleis- toceno. Las conchas recolectadas en ésta última localidad, llegan a medir 260 mm y más de altura, a la semejanza de los estudiados en Brasil. En Araya occidental, se asocian a horizontes de rizoconcreciones de manglar (Figs. 15 y 16). En cambio, en la Formación Aramina del Bajo Tuy, los lentes con C. paraibanensis, preceden a la instalación de capas con Larkinia grandis patricia, que aquí marcan la hipersalinización de la cuenca en emersión.
En resumen, C. paraibanensis existe en el área del Ca- ribe meridional, desde el Mioceno Tardío, abundó duran- te el Plioceno, para ser luego desplazado por el invasor C. patagonica del piso Calabriense del Pleistoceno. C. parai- banensis representa un stock de Crassostrea originados del Mar de Para-Tethys, de donde migraron hacia las Antillas menores y Brasil, antes de la irrupción del río Amazonas a finales del Mioceno medio. Allí sobreviven en los estuarios de ríos antiguos, a salvo de los sedimentos arcillosos del río
Ostras comestibles de Venezuela
Amazonas. C. paraibanensis representa los sobrevivientes de C. gryphoides que invadieron el Atlántico occidental du- rante el Mioceno temprano (Singarayah 1980: 846, Peraza
& Macsotay 2011). Así, C. paraibanensis y C. brasiliana, conviven en los mismos estuarios: la primera habita fondos lodosos a profundidades de 2 a 3.5 m, mientras que C. bra- siliensis se distribuye ampliamente entre las mareas baja y alta, sobre substratos duros. Son simpátricos, peo difieren en sus condiciones ecológicas.
Ostrea corteziensis Hertlein 1951: 68, pl. 24, figs. 1-2;
pl. 26, fig. 7; Keen 1960: 66, fig. 120.
Ostrea chilensis de otros autores, non Philippi 1845; Dall 1909: 148-149, pl. 26, fig. 1; Contreras 1932:
201, figs. 10-11.
Crassostrea corteziensis (Hertlein); Ramírez & Sevilla 1965: 32, 45, figs. 27, 39, 44, 46 y 50; Castillo-Ro-
dríguez & García-Cubas 1986: 266-267, lám. 7, figs. a, b, c y d; Harry 1981: 42.
Ostrea virginica G. Hodson, Hodson & Harris 1927: 21-22; Van Benthem Jutting 1944: 77, 79; non Gme-
lin 1792.
Diagnosis: según Castillo-Rodríguez & García-Cubas (1986)
“Conchas de formas variables desde suborbiculares (irregularmente redondeado) u oblonga hasta casi triangular, a menudo alrededor de los 75 mm de alto, pero pudiendo alcanzar aproximadamente 120 mm. Es comprimida y de concha delgada. Charnela opis- togirada, el eje charnelar es casi perpendicular al eje axial. La charnela es triangular, relativamente pequeña, pero con área ligamentaria ancha. Umbo agudo, gene- ralmente recurvado. VI profunda, en forma de copa, foliácea, regularmente fija por toda su superficie. VD más pequeña, comúnmente aplanada; parte externa próxima al umbo, con un número variable de costillas radiales, débiles y escamosas. Distalmente desarrolla foliaciones onduladas formadas como proyecciones de las laminaciones concéntricas.
Carece de chomata; músculo aductor reniforme, en posición central-posterior en ambas valvas. Color ex- terno púrpura oscuro, azul negruzco, verde amarillen- to o blanquecino rayado con púrpura. Interior de las valvas blanco con amplio reborde marginal coloreado de púrpura o verde oliva.”
Material de Venezuela: en los ejemplares fósiles recolec-
tados en la Formación El Manglillo de Amuay, Paraguaná, estado Falcón (Fig. 13-3), se observa una huella muscular de Quenstedt bien centrada, a 1/3 de distancia entre la
charnela y la huella muscular aductora. En la concha reco- lectada en la laguna de Chacopata, esta huella esta tapada (Fig. 9-2), pero sugiere que C. corteziensis no pertenece al stock C. virginica-C. rhizophorae, del Océano Atlántico, sino a algún grupo no determinado del Océano Pacífico. Las valvas de Chacopata presentan bien desarrolladas las foliaciones onduladas, sin que se formen plicaciones comi- surales. La cavidad sub-umbonal está bien desarrollada en el ejemplar de Chacopata, pero ya no se observa en el ejem- plar senil de Paraguaná.
Hábitat: se encuentran principalmente en el nivel me- dio de las zonas de marea, adheridos a substratos duros como rocas, manglares, en fondos someros o directamente sobre el fango en las costas Pacificas de México (Castillo- Rodríguez & García-Cubas 1986). Chacopata es una de las pocas lagunas costeras de Venezuela, donde en ausencia de arroyos, la masa de agua es holomarina, con tendencia a la hipersalinidad leve.
Distribución geográfica: desde Punta Peñasco, Golfo de California (México) hasta Perú (Keen 1960), siendo moderadamente común; por el contrario, en la costa Pacífica de Panamá es abundante. En el mar Caribe, ha sido citado en Sinamaica y Punta Caimán, del Golfo de Venezuela, como Crassostrea cf. rhyzophorae (sic) G. por Princz (1978b: 58). Su presencia en la laguna de Chaco- pata, es la primera identificación de esta especie en el mar Caribe.
Biocron: en Venezuela, se halla frecuente en los aflora- mientos de la Formación El Manglillo de Paraguaná, (lo- calidad 1506 de Hodson et al. 1927) y en los afloramien- tos de la isla de Margarita y Macanao, de edad Pleistoceno Tardío. Frecuentes valvas mal preservadas se han recolec- tado en los afloramientos de la Formación La Eminencia (Macsotay & Cáceres 2005) en Punta Galera, Margarita, de edad Pleistoceno medio. En la costa Pacífica, se halla en las terrazas de Talara y Mancora del Pleistoceno Medio y Tardío en Perú (Dall 1909).
C. corteziensis es una especie típicamente Pacífica, cuyo biocrón parece coincidir en los dos océanos: Pacífico y Atlántico (Caribe). No se ha observado ninguna especie semejante en Venezuela o Trinidad en sedimentos de edad Neógena. La única explicación es la invasión durante los lapsos isotópicos interglaciales 11, 9 y 5, del Pleistoceno Medio y Tardío (Macsotay & Vivas 2010, fig. 5), desde el Pacífico hacia el Caribe meridional.
Ostrea iridescens Hanley 1854: lám. 22, figs. 6-7; Keen
1960: 66, fig. 122; Olsson 1961: 174, pl. 22, fig. 7;
pl. 23, figs. 2, 2a.
O. Macsotay
Crassostrea iridescens (Hanley 1854); Castillo-Rodrí- guez & García-Cubas 1986: 268-269, lám. 11, figs. a, b, c y d.
Ostrea virginica G. Hodson, Hodson & Harris 1927: 21-22; Van Benthem Jutting, 1944, p. 77 (partim,
non Gmelin 1792).
Diagnosis: concha grande, pesada y gruesa, desde ovalado irregular, hasta casi rectangular. Los ejemplares adultos alcanzan 162 mm de altura, y 90 mm de ancho. La charnela opistogirada es casi recta, amplia y relativa- mente cuadrada, con área ligamentaria ancha y elevada; resilíferos alargados. El eje charnelar forma ángulo rec- to con el eje axial de la concha. VD es casi plana, ligera- mente abovedada; la VI es poco profunda. La superficie externa es de textura subcórnea, de color púrpura o bron- ceado con láminas concéntricas finas cubiertas de estrías radiales más finas. Superficie interna de textura densa, co- loración aporcelenada blanquecina, con un lustre iridis- cente o metálico. La huella muscular aductora es grande, reniforme y de posición subcentral (Castillo-Rodríguez y García-Cubas 1986). La plataforma charnelar ancha y la forma rectangular de ambas valvas, son distintivas de la especie. En ambas márgenes, presenta catachomata en las VI y anachomata en la VD, escasas, pero de tamaños desusados en un Ostreidae.
Comparaciones: esta especie se distingue fácilmente por su gran tamaño, ausencia de costillas radiales y la exis- tencia de chomata laterales a la charnela. Las chomata nos han sugerido relación con el Género Saccostrea, pero el for- mato de la charnela, la posición de las huellas musculares aductoras, así como la falta de pliegues comisurales, la in- cluyen en Crassostrea en la cual deben representar un stock particular del Océano Pacífico.
Hábitat: C. iridescens habita desde las costas de la Baja California (México) hasta el norte del Perú (Keen 1960), adherido a superficies rocosas expuestas al mar abierto. En México actualmente es un recurso ostrícola impor- tante en la costa del Océano Pacífico, especialmente por el tamaño que alcanzan las valvas (Castillo-Rodríguez & García-Cubas 1986). No se ha citado viviente en el Mar Caribe.
Biocrón: se hallan frecuentes valvas de hasta 180 mm de alto, en la Formación El Manglillo (Macsotay & Cáce- res Hernández 2005) de las localidades de Amuay, Para- guaná, y en la península de Macanao. La edad de estas lo- calidades es de 130 Ka, del Pleistoceno tardío (Macsotay
& Moore 1975). En Venezuela, no se ha hallado viviente aún. Pero si la C. corteziensis llegó como invasivo, y sub- sistió, es probable que C. iridescens también lo hubiese logrado.
Ostrea gasar Adanson 1757. Histoire Naturelle du Séne- gal. Coquillages.
Ostrea tulipa Lamarck 1817; Lamy 1929-1930. Jour.
Conchyl. 73 (sér. 4, vol. 27), Nº 1.
Crassostrea gasar (Lamarck) Lapègue et al. 2002: 232- 240, t. 1 a 4.
Diagnosis: concha grande, axialmente alargada, donde el eje charnelar forma un ángulo agudo con el eje axial. De forma subrectangular, de extremos ovalados, con la- melas de crecimiento irregulares pero poco prominentes en ambas valvas. Charnela opistogirada, resilífero alarga- do, y socavado en la VI y moderadamente prominente en la VD. Umbo curvado lateralmente. No hay chomata en las márgenes. La VI es cóncava con cavidad subumbonal poco profunda, cuyo músculo de Quenstedt es pequeño y está situado algo posterior al resilífero. La huella muscular aductora es reniforme, en posición distal y posterior. Ex- teriormente, se constata un área de fijación menor al 25% de su superficie, cuya respuesta xenomórfica se constata en la VD. VD menor y menos inflada que la VI, con huella muscular aductora de mayor tamaño que la contraparte, pero igualmente en posición distal y posterior.
Distribución: C. gasar, es especie endémica de la costa occidental de África, (entre Senegal y Nigeria) donde su potencial de producción en acuicultura ha sido estudiado (Marozowa et al. 1991). Recientemente se ha señalado su presencia de la Bahía de Cananeia y cerca de Salvador de Bahía (Brasil). En la Bahía de Paranaguá habitan solo sobre rocas, mientras que en Monte Sinery de la Guyana francesa, se colectaron de rizóforos de mangle (Lapègue et al. 2002) al igual que nuestros ejemplares de San José de Amacuro, de Venezuela. En la isla de Martinica (Antillas menores) se hallaron de nuevo sobre substratos rocosos. La identidad de los ejemplares americanos de C. gasar con los de África occidental, ha sido ampliamente demostrado por análisis de ADN mitocondrial y pruebas kariológicas. Lapègue et al. (2002) propusieron la migración por larvas desde África a la América del Sur, siguiendo los sistemas de corrientes superficiales conocidos como corriente de las Guyanas. Pero no pudieron justificar esta migración, ni su fecha.
Se propone aquí como oportunidad de migración, el descenso glacioeustático del nivel de mar, durante el Pleis- toceno Medio y Tardío. El nivel oceánico experimentó cinco descensos globales del nivel del mar, en los últimos 500 Ka (Méndez Baamonde 1997c, fig. 9) o sea, el Pleisto- ceno medio a tardío. La mayoría de estos descensos, hasta los 120 metros debajo del nivel actual, expusieron amplias
Ostras comestibles de Venezuela
plataformas continentales e insulares. Las islas meso-oceá- nicas del Océano Atlántico no fueron la excepción, y algu- nas especies con vida larval larga, pudieron hacer al viaje, como veremos más adelante con las Saccostrea.
Comparaciones: C. gasar presenta cierta semejanza con la C. rhizophorae rhizophorae, morfotipo guyanensis (Fig. 2-5) pero la platafoma charnelar ancha que forma un ángulo agudo con el eje axial y el resilífero opistogirado la distinguen claramente. La concha en sí, es consistente- mente más gruesa, en ambas valvas, aunque nunca tanto como en C. paraibanensis. También posee semejanza su- perficial con la forma lacerata (Figs. 3-3 y 3-5) que pre- sentan formas subrectangulares, pero la concha es aún más delgada y la huella muscular aductora es distal, y no central-posterior, además de que nunca desarrolla costille- tas radiales en la VI. Su forma subrectangular y escultura lamelar, la distinguen fácilmente de C. brasiliana; el espe- sor constante de sus valvas la distingue de C. paraibanen- sis. C. gasar está documentada de sedimentos del Mioce- no Medio y Tardío de Francia, de donde migró hacia las costas de África occidental en tiempos Plio-Pleistocenos. La paleontología documenta así dos vías migratorias del género Crassostrea: la Indo-Pacifica de C. gryphoides, que llegó a las costas americanas durante el Mioceno Tempra- no (Figs. 17 y 18), y la C. gasar, cuya llegada a las costas americanas es Pleistocena.
CRASSOSTREA MARCADORA DE LA GLACIACIÓN AUSTRAL
El paleontólogo Alcide d’Orbigny en su viaje alrededor el mundo a bordo de la goleta “Astrolabe” (1838) observó un banco de ostras de gran tamaño, de decenas de km de extensión a lo largo de las costas de Argentina. La denomi- nó Ostrea patagonica, y la consideró como marcadora de las glaciaciones del Período Cuaternario. Esta observación fue confirmada por estudios posteriores, en Argentina y Uru- guay. La sorpresa fue el identificar esta especie, como fósil en los sedimentos Pleistocenos de Venezuela. La citamos como material de comparación con las Crassostrea que se estudian aquí.
Ostrea patagonica d’Orbigny 1842: 133, pl. 7, figs. 14-
16; Ortmann 1897: 356, pl. 11, fig. 4; 1902: 110, pl.
20, figs. 1a-d; Camacho 1966: 68, lám. 10, figs. 5a, 5b.
Ostrea virginica G. var. a; Díaz de Gamero 1968: 35, pl.
2, fig. 6; pl. 3, fig. 1.
Crassostrea patagonica (d’Orbigny); Macsotay 2005: 89; Macsotay & Cáceres 2005: 95; Peraza & Macso- tay 2011: 2, figs. 2-2a, 2b, 2c.
Diagnosis: VI grande, pesada, gruesa, axialmente elon- gada, externamente subconvexa a aplanada. Umbo grande, con cavidad subumbonal grande y moderada; resilífero generalmente opistogirado, ancho. La huella muscular aductora en forma de lágrima, con tendencia a elongarse axialmente (Fig. 6-1) en posición postero-distal. Huella de inserción del músculo de Quenstedt, pequeño e inme- diatamente debajo del resilífero. La superficie de adhesión (Fig. 6-2) no se restringe al área de la charnela, sino que se extiende hasta 1/3 de la valva, mostrando contacto con otra valva de Crassostrea patagonica. La VD es más corta, aplanada-cóncava, de resilífero más corto. La ornamenta- ción externa es de lamelas concéntricas gruesas (Fig. 6-3). Ambas valvas son de grosor semejante, el cual solo dismi- nuye gradualmente hacia el extremo distal. Esta es su dife- rencia con la C. paraibanensis, la cual adquiere su grosor máximo hacia el área umbonal.
Dimensiones: El ejemplar completo más grande de la Formación El Veral, medía, de alto: 313 mm, de ancho: 142 mm y 58 mm. La VI más grande de la Formación Ara- mina, de Araya, midió: de alto, 245 mm, de ancho, 105 mm y de semidiámetro 32 mm. La VI recolectada del tope de la Formación Cumaná (Figs. 6-1, 2, 3) mide, de alto, 220,5 mm, de ancho, 88,2 mm y de semidiámetro, 44,1 mm.
Biocrón: en Argentina, aparece en el piso Entrerriense, de edad Mioceno Tardío, pero forma sus mayores bancos durante el Pleistoceno. En Venezuela, C. patagonica se ha hallado hasta ahora en las Formaciones El Veral, Tucupido, San Gregorio y Araya, del piso Gelasiense, del Pleistoceno Temprano. En el área de Cumaná, en Aramina superior, Caigüire y Cumaná, del Pleistoceno Temprano a medio. En Trinidad, frecuenta la Formación Erin – Gelasiense– donde se asocia a C. paraibanensis. Deducimos su origen en relación a la Glaciación Antártica, y migración hacia el norte, con las corrientes frías llegando a Trinidad y Vene- zuela, justo con la llegada de la malacofauna criofílica, al área del Caribe meridional.
Biotopo: el rasgo más llamativo de los bancos de C. pa- tagonica en Venezuela y Trinidad, es la ausencia casi total de epibiontes sobre las valvas. Si se tratara de aguas holo- marinas, se tendría balánidos y algas calcáreas incrustantes, en especial en ambientes de alta energía, a juzgar por las localidades de recolecta. Las biohoradaciones que se ob- servan sobre nuestras conchas de C. patagonica, son la de esponjas (Clione sp.) y vermes espiónidos, en ausencia total de algas calcáreas y de foraminíferos incrustantes. Por ello,
O. Macsotay
atribuimos el hábitat a extensas lagunas o ensenadas some- ras semicerradas, con aguas marinas frías, de baja energía y arcilla en suspensión. Es posible que estas ensenadas, estuvieran alimentadas por un río de flujo estacional. La especie se extingue durante el Pleistoceno Medio (piso Io- niense) cuando comienza el recalentamiento de las aguas marinas del Mar Caribe, con las etapas interglaciales.
Fauna asociada: el muestreo del banco de Crassostrea patagonica aportó como evidencia la presencia de gaste- rópodos pequeños, como única fauna asociada: Tegula (Agathistoma) puntagrdana Weisbord, Calliostoma punta- gordanum Weisbord y Nerita fulgurans Gmelin, la única especie del género Nerita del Mar Caribe, que vive también en aguas de salinidad reducida, (hasta 28-32 ppm) según Von Cosel (1986).
Género Saccostrea Dollfus & Dautzenberg 1920 Propuesto como género para el taxón Ostrea (Saccos-
trea) saccellus Dujardin (1835: 272), el cual es sinónimo de la Ostea cuccullata Born (1778: 100).
Según Stenzel (1971) (1971: N1134-N1135, figs. Jl04, J105, J106) Concha pequeña, a tamaño medio, de contorno variable, incluyendo dos ecomorfos: 1) Ostreiforme, de con- torno vertical-oval o espatulado, semejante a Ostrea (Ostrea) s.s.; 2) Rudistiforme, con VD operculiforme y VI cónico- delgado a tubular, con área ligamentaria alta y delgada.
Es un género incubatorio, con cavidad umbonal muy profunda, en general. Ambas valvas con chomata fuertes, que normalmente rodean la valva entera, interiormen- te. Una línea paleal de inserciones musculares conecta el musculo de Quenstedt con el aductor posterior. Difiere de Crassostrea en su cavidad umbonal más profunda, presencia de chomata fuertes, y una tendencia a desarrollar un área li- gamentaria mas alargada. Su biocrón va del Mioceno Tem- prano al Reciente, y es de distribución circumglobal en cli- mas tropicales. Los rudistifomes forman colonias en aguas marinas de baja energía, y proliferan en plataformas sub- marinas. Los ostreiformes habitan adheridos sobre rocas en acantilados de baja energía.” Otra diferencia entre Saccos- trea y Crassostrea consiste en que el primero se ve favoreci- do por aguas holomarinas, y no necesariamente estuarinas. Entre los caracteres distintivos en la VI de Saccostrea se halla la estructura almohadillada que refuerza la huella muscular aductora en su mitad distal; asimismo, el margen interior engrosado de toda la periferia, aparte del resilífero.
ESPECIACIÓN DEL GÉNERO SACCOSTREA
DOLLFUS & DAUTZENBERG 1920
El género Saccostrea se origina durante el Mioceno Tem- prano en el Mar Para-Tethys (combinaba el actual Océano
Indico con el Protomediterráneo) proliferando en la cos- ta oriental de África y Madagascar, para posteriormente durante el Mioceno Medio invadir la costa occidental de África y el Mar Caribe. De carácter euhalino circumlocal en mares tropicales (Stenzel 1971) los representantes del género Saccostrea no habitan en ambientes estuarinos, tal como lo hacen las especies del Género Crassostrea. A Ve- nezuela solo arribó el ecofenotipo ostreiforme Saccostrea distans (White 1887) (=Ostrea insularis Pilsbry & Brown 1917) a finales del Mioceno Temprano, que se extendió a República Dominicana, y Brasil. Para el Mioceno tardío, evoluciona S. cujiensis en la Formación Socorro, y de ésta evoluciona a S. palmula durante el Plioceno, que pasa a ser anfiamericana en el Pleistoceno. S. cuccullata es anfiameri- cana, pero su arribo al Caribe meridional, es del Holoceno.
Ostrea ¿? conchaphila var. palmula Carpenter 1857: 163, 550.
Ostrea palmula (Carpenter); Hertlein & Strong 1936: 55, pl. 1, fig. 14; Dall 1921: 18; Keen 1960: 66, 68,
fig. 124.
Crassostrea palmula (Carpenter); Ramírez & Sevilla 1965: 1-36, 8 figs.; Castillo-Rodríguez & García- Cubas 1986: 269-270, lám. 13, figs. a, b, y d.
Ostrea democraciana chiriguarana F. Hodson 1927: 20, pl. 10, fig. 5; pl. 11, figs. 1, 2, 3; Vignali 1965: 33. Ostrea (Ostrea) pannucea Weisbord 1964: 177-178, pl.
22, figs. 1, 2.
Crassostrea rhizophorae (G.); Bitter 2003: 87, fig. (non Guilding, 1828)
Diagnosis: es una de las especies más variables de Os- treidae de la Povincia Panámica, donde la VD varía de convexa a cóncava y la VI es cóncava, en forma de copa. Su contorno es semilunar-trigonal, equivalva pero no equi- lateral. Umbo y área ligamentaria opistogirados, charnela más o menos amplia, área ligamentaria pequeña, con el resilífero a menudo inclinado hacia atrás. La inserción del músculo aductor es reniforme a semicircular, ubicada en el área postero-distal y de coloración azul violeta o verde- amarillento. Presenta chomata en el 1/3 proximal a la plataforma charnelar (Figs. 14-2, 14-5), en nuestros ejem- plares del estuario del Lago de Maracaibo. Los ejemplares ilustrados de San Blas, Nayarit, México, se observan nume- rosas chomata más pequeñas y dispersas en la mayor par- te de las márgenes (Castillo-Rodríguez & García-Cubas 1986, lám. 13-c y 13-d). En el ejemplar de Panamá, casi no se observan chomata (Keen 1960, fig. 124). C. pannucea Weisbord, es un ejemplar juvenil de S. palmula. La superfi- cie de la VD es casi lisa, con líneas de crecimiento lamelares
Ostras comestibles de Venezuela
hacia las márgenes, con bordes ornados con 6 a 17 pliegues comisurales. Coloración externa varía de blanco ceniza a verde, con venas transversales violáceas. El tamaño prome- dio de doce ejemplares, varía de 50 a 75 mm de altura.
Comparaciones: S. palmula es fácilmente diferenciable de las otras especies de Crassostrea por sus pliegues comisu- rales y la presencia de chomata a lo largo del borde interno. La semejanza es mayor con Ostrea (Ostrea) lixula Weis- bord, especie común en la Plataforma de Margarita (Figs. 12-6 al 9, 12-16) el cual también posee chomata en las val- vas, pero sus umbos son opistogirados, y la huella muscular aductora es muy diferente.
Distribución geográfica: en la costa Pacífica desde Pu- get Sound (EEUU) y Baja California, hasta Ecuador y las islas Galápagos (Hertlein & Strong 1946, Olsson 1961). En Venezuela occidental, abunda en la Boca La Cañonera, Bahía de El Tablazo, estado Zulia, y alrededor del delta del Río Mitare, en el Golfo de Venezuela. En el oriente, se han hallado juveniles adheridos a algunas conchas de Crassos- trea, en la Laguna de Chacopata.
Hábitat: S. palmula en la costa Pacífica, es relativamen- te abundante en las zonas supralitoral y mesolitoral supe- rior, de áreas rocosas expuestas al oleaje. También penetra moderadamente en los esteros y áreas de manglar resistien- do aguas salobres (Castillo-Rodríguez & García-Cubas 1986). También habita sobre arrecifes coralgales expuestos a la resaca, hasta los 7 m de profundidad (Olsson 1961). En Venezuela, en Boca La Cañonera, habita en aguas algo salobres, turbias, sobre fondo lodoso, donde las VI se fijan sobre las conchas desarticuladas de Protothaca pectorina (Lamarck 1818). En Punta Caimán, utiliza como super- ficie de fijación, conchas varias de moluscos, algunos hasta fósiles. Por su tamaño reducido y relativa escasez no tie- ne valor comercial (Castillo-Rodríguez & García-Cubas 1986). En Maracaibo, se le observó a la venta, con fines alimentarios, en el mercado de los Guajiros.
Biocrón: en Venezuela, se conoce desde el Pleistoceno Temprano (Gelasiense) en las Formaciones La Vela, Tu- cupido y de Mare (W-4, según Weisbord 1964) como O. pannucea. De la Formación “Barrigón” también del Pleis- toceno Temprano se citó como O. democraciana chirigua- rana (Vignali 1965). En la Formación El Manglillo, del Pleistoceno Tardío, es escasa, aunque de amplia dispersión. Es un taxón endémico.
Ostrea (Ostrea) caraboboensis Weisbord 1964: 180-11,
pl. 22, figs. 9, 10; pl. 23, figs. 11, 12.
Ostrea (?) caraboboensis Macsotay & Campos Villarroel 2001: 154.
Diagnosis: traducción de la descripción de la VI de las arcillas de Goaiguaza, Edo. Carabobo, por Weisbord (1964):
“Concha pequeña a mediana, ovalada, arqueada, fija por su cara posterior, la cual está irregularmen- te aplanada. El ápex es alto, el umbo opistogirado, y la escultura externa consta de lamelas concéntricas y plicaciones radiales. Interiormente con catachomata pequeños, hasta la mitad distal. Huella muscular aduc- tora grande, ovoidal y posterior. El resilífero es bajo, corto y ancho, cruzado por numerosas lamelas de cre- cimiento. El Holotipo mide, 21 mm de alto, 12,3 mm de ancho y 9,5 mm de semidiámetro.”
La VD de los ejemplares vivientes, se describen así:
“Plano-cóncava, ovoide, y de contorno triangular, siendo de menor tamaño que la VI correspondiente. Internamen- te presenta anachomata subrectangulares, extendidos en la mayor parte de su margen. Huella muscular aductora amplia, ovoidea, en posición postero-central. La escultura externa, semejante a la VI, de lamelas concéntricas y plica- ciones radiales cortas.” Esta descripción se realizó en base a tres ejemplares articulados y vivientes recolectados de la Ensenada de La Guardia, donde la VI más grande, medía 32 mm de alto.
Tres VI y dos VD recolectadas en la misma localidad en el Cerro Barrigón, Península de Araya (Fig. 12-12, 13) de época Calabriense del Pleistoceno Temprano, son los más antiguos que se conocen. Estos ejemplares son de contorno externo más irregular que los tipos de Goaiguaza, debido a su esfuerzo por fijarse a un substrato más expuesto a las corrientes fuertes. La VD es aplanada, de escultura seme- jante a las VVII, con charnela muy corta; la huella muscu- lar aductora es muy amplia, en posición posterior. La VD mayor, medía de alto, 28,6 mm, de ancho, 24,3 mm, y de semidiámetro, 16,3 mm. Corresponden al miembro Barri- gón de la Formación Cumaná.
Comparaciones: el taxón más semejante a S. carabo- boensis es S. cf. S. cuccullata (Born) (Figs. 12-1, 12-5) en su aspecto externo y ornamentación. La VI es cóncava y carente de catachomata, pero presenta el engrosamiento tí- pico de Saccostrea. La VI de S. caraboboensis es pleurotética y fuertemente opistogirada.
Biocrón: la originación es durante la época Calabrien- se, Pleistoceno temprano y persiste hasta el Holoceno, siempre en Venezuela. El holotipo fue descrito de las arci- llas de Goaiguaza, actualmente incluidas en la Formación La Eminencia, del Pleistoceno medio. Forma parte de la fauna criofílica, que invadió el mar Caribe meridional, y subsiste en áreas donde las corrientes de surgencia, apor- tan aguas marinas de baja temperatura, en el oriente de Venezuela.
O. Macsotay
Distribución geográfica: Macsotay & Campos Villa- rroel (2001) la citan de las ensenada de Manzanillo, Mar- garita y frente a Chacopata, Estado Sucre. Ha sido sembra- do por error en las gabarras de ostricultura en el Golfo de Cariaco.
(Macsotay & Campos Villarroel 2001)
Lopha (¿) gibsonsmithi Macsotay & Campos Villarroel 2001: 154-155, lám. 26, figs. 1, 3, 5, 6.
Diagnosis: concha grande, pentagonal en contorno, in- equivalvas e inequilaterales; opistogirados, con plataforma charnelar ancha y eje charnelar perpendicular al eje axial. Huella muscular aductora distal y posterior, (diferente de S. palmula, al que recuerda por su contono externo) además de carecer de chomata, y de poseer el músculo de Quenstedt. Esta especie, hallado hasta ahora sólo en el banco carbonático de La Sola (C-21), constituye un taxón enigmático el cual reúne caracteres externos de Lopha y Crassostrea. No se le conocen taxones que puedan relacio- narse en el Plio-Pleistoceno del Mar Caribe meridional, ni en la costa pacífica de Centroamérica. Interiormente, se asemeja a Saccostrea, y en especial, a S. palmula. Habita aguas holomarinas.
Figs. 12-1 al 5
cf. Ostrea cuccullata Born 1778: 100; 1780: 114, pl. 6,
figs. 11, 12; Nickles 1950: 182.
cf. Saccostrea cuccullata (Born); Stenzel 1971: N1134, figs. J105, J106; Rosewater 1975: 31, fig. 23.
Discusión: nuestros ejemplares coinciden con los eco- morfos ostreiformes de S. cuccullata, caracterizados por su área ligamentaria alta, con resilífero ancho, y huella mus- cular aductora redondeada, con cavidad subumbonal pro- funda. El margen de las conchas es ondulante, con la VD convexa u cóncava y la VI profundamente cóncava. Huella muscular aductora subcircular de mayor tamaño que en
S. cuccullata, y que carece de chomata en el interior de las valvas.
Distribución: ensenada de La Guardia, al oeste de Juan Griego (D-18, Estado Nueva Esparta) entre 9 y 13 m de profundidad, atrapados en dos nasas. Seis ejemplares vi- vos, además de 8 valvas izquierdas desarticuladas, en aguas holomarinas. Dos ejemplares juveniles de Los Cachicatos, Golfo de Cariaco, adheridos a manglares.
Dimensiones: el ejemplar más grande, de S. cf. S. cuccu- llata, la VI mide, de alto, 44 mm, y su VD correspondiente, 39 mm.
Biocrón: S. cuccullata, el tipo del Género Saccostrea, se originó durante el Mioceno medio en Francia y España,
y aún se halla viva en el Océano Indico, desde Australia a Madagascar, y las costas sudeste y oeste de África (Lapègue et al. 2002). Ésta es la primera cita de la especie de las costas americanas o del Caribe.
Ostrea democraciana cujiensis Hodson 1927: 20-21, pl.
12, figs. 1-3; Tello 1975: 275.
Diagnosis: concha de contorno semilunar, ambas valvas aplanadas y muy delgadas. VI muy somera y ornada con plicaciones radiales poco prominentes. VD es aplanada o subconvexa, ornado solo con lamelas de crecimiento. VI con huella muscular aductora reniforme, en posición pos- terior y central. Opistogirado, interior con chomata solo en la porción 1/3 proximal de la charnela, semejante a S. palmula, con área de fijación semejante en la VI. Defini- tivamente es una Saccostrea, siendo la especie ancestral de ésta. No hay parentesco con Ostrea democraciana democra- ciana, especie que corresponde al género Cubitostrea.
Biocrón: originado durante el Mioceno medio, en la Formación Socorro de Falcón norcentral y en las capas de El Porvenir (Gibson Smith & Gibson Smith 1979) de la península de Paraguaná. Durante el Mioceno Tar- dío, frecuenta las Formaciones Caujarao y Urumaco, de la Serranía de Falcón. El holotipo procede de la localidad 1855, cerca de Cují, al sureste de Urumaco. Se asocia a malacofauna marina, altamente biodiversa. Se cita a esta especie extinta, porque es el ancestro de S. palmula, la cual de aquí, invade la Cuenca de Panamá, durante el Plioceno, mientras que permanece en refugios relícticos hasta nues- tros tiempos.
ESPECIES DE OSTREIDAE HALLADOS ASOCIADOS A CRASSOSTREA Y SACCOSTREA
El autor de estas líneas laboró como investigador cien- tífico (y submarinista) en el Instituto Oceanográfico de la Universidad de Oriente, en Cumaná, Venezuela, entre los años 1967 y 1972. Se realizaron labores de recolecta de ostreidos de criaderos naturales en manglares para realizar con ellos, investigaciones varias: alimentación, reproduc- ción, uso de juveniles para sembrado, composición quími- ca de las vísceras, etc. Lo cierto es que fueron clasificados todos como Crassostrea rhizophorae (Guilding 1828). En- tre el material, de gran semejanza estaban ejemplares de las siguientes especies:
Ostrea (Ostrea) lixula Weisbord 1964 Figs. 10-7; 12-6 al 9, 10, 11, 14 al 16
Concha que posee concavidad interna en su VI, pero carece de de cavidad sub-umbonal. Descrita como un fósil
Ostras comestibles de Venezuela
pleistocénico, fueron descubiertos por Macsotay & Cam- pos Villarroel (2001) como abundantes en la Platafoma de Margarita y en el Golfo de Cariaco, donde se adhieren a substratos duros. Es holomarino, pero se asocia a C. rhizo- phorae rhizophorae en manglares de aguas no salobres. Es endémico de Venezuela.
Ostrea (Ostrea) puelchana d’Orbigny 1842. Figs. 10- 4, 5, 6
Este ostreidae presenta grandes semejanzas con algunas de las especies que nos ocupan. Por su forma, y lamelas concéntricas en ambas valvas, se asemeja a C. paraibanen- sis, (fig. 13) pero su resilífero es corto, sus huellas muscu- lares son grandes y reniformes, y posee el mismo grado de inflación en ambas valvas. Posee chomata como O. lixula, pero carece de plicaciones en su márgenes. Habita sobre fondos de conchas, arena y grava, entre 3 y 40 m de pro- fundidad; es holomarina (Macsotay & Campos Villarroel 2001).
Ostrea (Ostrea) cristata Born 1778 Figura 10-8.
Esta especie citada con el nombre O. equestris por Lo- deiros et al. (1999) al igual que O. (O) puelchana, forma bancos sobre fondos duros, preferentemente en la platafor- ma media o externa (Macsotay & Campos Villarroel 2001, mapas 27 y 28). Su margen distal crenulada, la asemeja a O. lixula (Fig. 10-7), pero carece de chomata.
CONCLUSIONES
Aún dentro de familias supuestamente estudiadas como las Ostreidae, se puede hallar varias especies en cada géne- ro. Así, dos o tres especies de Crassostrea pueden coexistir en un mismo estuario como lo reportaron Nascimento (1991) y Singarajah (1980) de las costas del Brasil. Dos o más especies pueden ser simpátricas, desmintiendo esa hi- pótesis de la especie única (Orton 1928) en una localidad particular. De hecho, las estadísticas de cultivo de Cras- sostrea de países como Brasil, México, Perú y Venezuela, incluyen casi siempre dos o tres especies, aunque se hayan identificado como una única (FAO 1999). Para ello, se requiere estudios de taxonomía morfológica y molecular, para lograr diferenciar y así optimizar los cultivos para la marinicultura.
Las costas de Venezuela, albergan nueve taxones de Crassostrea, y cinco de Saccostrea, cifra superior a la de las costas de México o de Brasil. Estas asociaciones multiespe- cíficas son posibles en áreas que son “refugios relícticos”, donde las condiciones oceanológicas son lo suficientemen- te variadas y que lo hayan sido por 6 ó 12 millones de años
en el pasado geológico (Petuch 1982, Landau et al. 2007). Nuestras conclusiones son válidas para la vecina isla de Tri- nidad, y la Península de La Guajira, en Colombia.
Han contribuido a esta biodiversidad, los cambios pa- leogeográficos, como el haber estado bajo la influencia del Océano Pacífico desde el Mioceno Temprano al Plioceno Tardío, y luego, bajo la influencia del Océano Atlántico, durante toda la época Pleistocena. La Historia Geológica del área es imprescindible para la comprensión de la biodi- versidad actual en costas e islas de Venezuela. Finalmente, se desea resaltar la utilidad de estos Ostreidae especializa- dos, para definir parámetros paleoambientales, habitual- mente difíciles de determinar en sedimentos antiguos.
AGRADECIMIENTOS
El autor agradece a Régulo Campos Villarroel la dona- ción de su colección de ostras pertenecientes a la familia Ostreidae. Asimismo, recibimos ejemplares adiciona- les de H. Taissoun, (Universidad del Zulia), Julio Pérez (Universidad de Oriente), Manuel Gil y Roberto Uran- ga. Se agradece a Rafael Martínez Escarbassier (Universi- dad Central de Venezuela) la lectura crítica y oportunas sugerencias al manuscrito. Por numerosas referencias bi- bliográficas inaccesibles, se agradece a A. Seilacher (Uni- versidad de Tübingen), Helen E. Vokes (Universidad de Louisiana), Franck Wesselingh (Natuurhistorisches Mu- seum de Leiden) y a Mercedes Socas Basssons. El autor desea expresar su agradecimiento a la Sra. Laura Ricolfi y el Sr. Felice Rivalta, por facilitar las circunstancias rela- tivas a los envíos de bibliografía. Este trabajo se vio me- jorado por la revisión crítica y de estilo de Marcelo Sán- chez-Villagra (Universidad de Zurich), Ángel L. Viloria (Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas) y Gilson Rivas (Universidad del Zulia).
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Ostras comestibles de Venezuela
Figura 1. Crassostrea rhizophorae rhizophorae (1-10). Vista interna y externa de la VI (1, 2) y de la VD (3, 4) de un ejemplar articulado proveniente de la Laguna de Chacopata. Nótese la superficie de adhesión de la valva izquierda al rizóforo del mangle, al que corresponde el abombamiento xenomórfico (4) de la valva derecha. Ambas valvas poseen como epibiontes, valvas juveniles de la especie. Correspon- de al morfotipo lacerata. Vista interna y externa (5, 8) de una valva izquierda típica, donde la superficie de adhesión al rizóforo ocupa menos del 50 % de la altura total de la valva. Se observa la base de un balánido como epibionte. Ejemplar proveniente de Chichiriviche, estado Falcón. Vista interna y externa de la valva derecha (6, 10) y la valva izquierda (7, 9) de un ejemplar recolectado en la laguna de Chacopata. Corresponde al morfotipo guyanensis, mostrando un 75% de la superficie de adhesión a un rizóforo en la valva izquierda; la valva derecha presenta la deformación xenomórfica correspondiente. La superficie externa de la valva derecha presenta juveniles de Ostrea (Ostrea) lixula y balánidos juveniles adheridos.
O. Macsotay
Figura 2. Variaciones morfotípicas de Crassostrea rhizophorae rhizophorae de fijación arborícola, observadas sobre valvas izquierdas
(VI) con cavidad umbonal presente.
ÜSTRAS COMESTIBLES DE VENEZUELA
VI
C. rhizophorae forma guyanens is,
Caño Ajíes , Edo.
Sucre
Caño Ajíes, Edo.
Suere
Is rhizophorae ,
forma lacerata Caño Moina,
Edo. Zulia
C. rhizophorae, forma guyanens is, Caño Ajíes, Edo . Sucre
. rhiz9phorae
torma lacerata
-.
,. Co j or o, Edo.
Zulia
Figura 3. Variaciones morfodpicas de Crassostrea rhizophorae rhizophorae de fijación arborícola, con poca cavidad umbonal preseme.
O. Macsotay
Figura 4. Crassostrea brasiliana de la Salina de Araya, estado Sucre (1-6). Vista interna (1, 1-a) de una VI, correspondiente a un ejem- plar adulto de contorno redondo; el dibujo de la charnela (1-a) mostrando el resilífero ortogirado. La huella muscular aductora es reniforme y en posición central-posterior, como en C. r. rhizophorae. 2, 5. Vistas interna y externa de la VD de 5-1, donde se observa la escultura foliar diferente de C. r. rhizophorae. En ella se observa la huella muscular de Quenstedt. 3. Holotipo de Crassostrea brasiliana (Singarajah 1980: fig. 4) donde se observan dos juveniles adheridos al interior de la VD (no izquierda) de un ejemplar de mayor tamaño. 4-6. Vistas interna y externa de una VD de un adulto alargado axialmente. Nótese la plataforma de adhesión de un balánido en su mitad distal. El resilífero (4-a) es ortogirado, pero más bajo que en la VI.
Ostras comestibles de Venezuela
Figura 5. Crassostrea brasiliana de la Salina de Araya, estado Sucre (1-6). Vista interna y externa de una VI, con huella muscular aduc- tora, postero-central. La superficie de fijación es de más de 45%. 3-4. Vista interna y externa de una VI, que a diferencia de la anterior, presenta una huella muscular de Quenstedt, en posición anterior con respecto al resilífero. Su área de fijación es del 60%. Corresponde a la VCD de la figura 4 (4-6). 5-6. Vistas interna y externa de una VI cuya área de fijación es del 75%.
O. Macsotay
Figura 6. Área tipo Formación Cumaná, Pleistoceno Temprano a Medio. (1-3) Crassostrea patagonica. Vista interna de una VI, donde se observa la charnela larga y ortogirada. Nótese las biohoradaciones de espongiario (Clione sp.) extendidas en el área peri-umbonal
(1) pero ausentes del interior de la valva. Vista interna de la misma valva anterior (2), cuya superficie con lamelaciones concéntricas, de halla biohorodada por vermes espiónidos. Nótese el área de fijación reducida. Vista externa (3) de la VD correspondiente a la VI (1- 2). Al igual que en la vista anterior, externamente se halla biohorodada por vermes espiónidos. No se observa xenomorfismo en el área umbonal. Las imágenes corresponden a un ejemplar articulado recolectado in situ, en posición de vida, con la charnela hacia abajo, en la quebrada María de la Cruz, capa superior de la Formación Cumaná. El ejemplar formó parte de un banco de Crassostrea, que murieron por asfixia con sedimentos limo-arenosos, durante una tormenta tropical, ya que en su interior no hay biohoradaciones ni epibiontes.
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Figura 7. Formaciones El Manglillo y Mamporal, dos facies del Pleistoceno Tardío. (1-12) Crassostrea rhizophorae praia. Vista externa
(1) e interna (2) de una VI, mostrando la ornamentación radial de dos categorías y un resilífero mucho más ancho que el de C. rhizo- phorae rhizophorae. Vistas externa (3) e interna (4) de la VD correspondiente. Vista externa e interna (5, 6) de una VD con frecuentes biohoradaciones de pequeños espiónidos en la superficie externa. Vista externa (7) e interna (8) de la VI correspondiente a 5 y 6. El área de fijación ocupa el 30% en la porción proximal. Los epibiontes consisten en bivalvos y serpúlidos, recolectados en la Formación Mamporal, laguna de las Marites, Isla de Margarita. Vista externa (9) e interna (10) de una VI. Nótese el área de fijación restringida a la porción temprana de la valva. Su acostillado radial se asemeja al del ecomorfo lacerata de Crassostrea r. rhizophorae, pero desarrollado sobre la valva opuesta. Vista externa (11) e interna (12) de una VD correspondiente a 9 y 10. Las valvas fueron recolectadas en la For- mación Mamporal, laguna de las Marites, Isla de Margarita, donde se encuentran asociadas a la fauna de aguas hipersalinas.
O. Macsotay
Figura 8. Material procedente de las costas de Brasil Suroriental y donados por Julio Pérez. Los ejemplares de Venezuela que iban a ser usados en este estudio, procedentes del Delta del Orinoco, tenían la charnela fracturada. Crassostrea gasar (1-8). Vista externa (1) de una VI que mide 75 mm (alto) x 46.5 mm (ancho), donde el único epibionte es un balánido. Vista interna (2) de la misma valva del 1, aumentada en 1,2 donde se observa el resilífero ancho, con el surco resiliar estrecho en el medio y su músculo de Quenstedt subcentral. Vista interna de dos VI que miden respectivamente (3) 90 mm x 61,8 mm (individuo con el resilífero ortogirado) y 73 mm (alto) x 53,7 mm (ancho). Nótese el resilífero opistogirado. El margen completo de las valvas es más gruesa a todo lo largo del borde que en Crassos- trea r. rhizophorae. En la VD (5) se observa esta misma relación, la huella muscular de Quenstedt se encuentra en posición posterior. Dos VD, miden 64,6 mm (alto) x 48,6 mm (ancho) (4) y 75 mm (alto) x 48 mm (ancho)(6), observándose en este último dos grados de curvatura del eje axial. En el interior de una VD (7) el resilífero es ortogirado hacia atrás.
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Figura 9. Crassostrea corteziensis. Laguna de Chacopata, estado Sucre. Vista externa e interna de una VI. Obsérvese la forma y posición de la huella muscular aductora y el margen interior acolchado, especialmente en el sector distal (2). Externamente presenta lamelas de crecimiento bien diferenciadas con crenulación independiente en cada lamela (1). Crassostrea rhizophorae rhizophorae (3-6) Vista exter- na e interna (4, 6) de una VI procedente de las Salinas de Araya, donde habitaba sobre un substrato de roca y balánidos, que corresponde al ecofenotipo guyanensis. Su área de fijación es de 60%, semejante a la de C. brasiliana, con la que cohabita en esta localidad. El dibujo (6-a) de la charnela de la VI ilustrada (6) es opistogirado.
O. Macsotay
Figura 10. Crassostrea iridiscens. Vista externa (1) e interna (2) de una VD bien preservada de la Formación El Manglillo de Amuay, Península de Paraguaná. Obsérvese la huella muscular aductora central y las anachomata prominentes, características de esta especie. Crassostrea rhizophorae (3-9). Vista interna (3) de una VI bien preservada de la Formación Coche, Pleistoceno Temprano (límite Gelasiense-Calabriense). Un grupo de conchas vivientes (9) muestreadas, donde las conchas no sólo se adhieren al sustrato, sino que unen sus valvas también. Sobre fondo rocosos, cerca de la Isla de Los Lobos, estado Sucre. Crassostrea (Ostrea) puelchana (4-6). Vistas interna y externa de una VI (4, 6) y vista interna de otra VI (5) donde se muestra la presencia de chomatas en las márgenes cerca de la charnela, la forma y tamaño de las huellas musculares aductoras y la ausencia de las huella de los músculos de Quenstedt. Formación Cu- maná, Pleistoceno Temprano a medio, de los cerros de Caigüire, estado Sucre. Se ilustraron las conchas fósiles, ya que las vivientes son de menor tamaño y más delgadas. Ostrea (Ostrea) lixula (7) Vista interna de una VI de una especie endémica común en áreas costeras de Venezuela. A menudo hallada en asociación con Crassostrea r. rhizophorae. Ostrea (Ostrea) cristata (8). Vista interna de esta especie, una de las más comunes en la costa Atlántica y del Mar Caribe.
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Figura 11. Crassostrea rhizophorae praia (1, 2). Vista interna de dos VI, que nos muestran las semejanzas con Crassostrea r. rhizophorae, pero cuyas superficies de adhesión umbonal, confirman su afinidad con la subespecie praia. Recolectadas en la misma localidad de la Formación El Manglillo de las figuras 3 y 4. Crassostrea corteziensis (3, 4). Vistas interna y externa (reducido a 0,6 X) de una VI adulta, proveniente de la Formación El Manglillo. Pleistoceno Tardío de Amuay, Península de Paraguaná, estado Falcón. Crassostrea cahoba- sensis cahobasensis (5-7). Esta especie ocupó hasta el Plioceno Tardío (Piacenziense) el nicho ecológico de Crassostrea r. rhizophorae de la actual Provincia del Caribe. Se ilustra como comparación. Formación Inferior-Pliocena de la Península de Araya, estado Sucre.
O. Macsotay
Figura 12. Saccostrea cf. S. cuccullata. Ejemplares recolectados vivos sobre rizóforos de mangle en Los Cachicatos. Golfo de Cariaco. Vista interna y externa (1, 2) de una VI. Concavidad umbonal y resilífero alto y carente de chomata. Nótese la presencia de acostillado radial tosco y la ausencia de epibiontes. Vista interna y externa de la VD (3, 4) correspondiente a la anterior. Se nota la ausencia de acostillado radial, a estilo de Ostrea (Ostrea). El resilífero es alto y ancho en ambas valvas. El xenomorfismo (x) de la VD refleja el área de adhesión de la VI. Las mismas valvas (1-4) articuladas y vistas desde el margen anterior (5) mostrando la ausencia de chomata. Ostrea (Ostrea) lixula (6-9, 16). Ejemplar vivo recolectado por buceo al Este de Punta Charagato, isla de Cubagua, a 8 metros de profundidad en el cuadrante 18-E (Macsotay & Campos 2001) fijada sobre una roca calcárea. La VD (6, 7) es de menor talla que la VI (8, 9). A: anachomata; y C: catachomata. Nótese que los epibiontes consisten en algas calcáreas incrustantes y briozoarios. Las mismas valvas articuladas (16) vistas desde el margen anterior. Nótese la semejanza superficial con Saccostrea cf. cuccullata de la figura 12-5. Ostrea (Ostrea) lixula (10-11, 14-15). Vistas externa e interna (10, 11) de la VI y de la VD (14, 15) de un ejemplar adulto, capturado vivo en el cuadrante E-21 (ver Macsotay & Campos 2001) entre 16-22 metros de profundidad. Nótese la superficie de adhesión a un objeto cilíndrico (10). Saccostrea caraboboensis (12-13, 17). Aspecto interno de dos VI (12, 13) donde se observa el umbo fuertemente opis- togirado, muy distinto a las demás especies del género. El aspecto externo (17) de la misma VI del No. 12, donde se destaca el carácter pleurotético: 2/3 partes están adheridas a un fragmento de bivalvo, mientras que el 1/3 restante presenta acostillado radial. Fueron recolectadas en el Miembro Barrigón de la Formación Cumaná, edad Calabriense, Pleistoceno Temprano.
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Figura 13. Crassostrea paraibanensis (1-12). Aspectos de ambas valvas articuladas, donde se observa la escultura lamelar concéntrica. La VD es menor que la VI (5) donde el área de fijación en el área umbonal es pequeña. Vista lateral (7) observable en posición de vida, espe- cializado para vivir sobre fondos lodosos. Nótese el umbo saliente, apuntado y a menudo curvo. Reproducción del holotipo (Singarajah 1980: fig. 2), el cual mide 206 mm (alto) x 96 mm (ancho), mientras el diámetro de ambas valvas articuladas es de 72 mm. Fue hallado a 2.8 metros de profundidad en el estuario de Salinas, Paraiba, Brasil oriental. (2-4) reproducción de conchas juveniles, recolectadas en sedimentos de edad Pleistoceno Temprano de Trinidad (tomados de Maury 1912: pl. 5, figs. 3-5). Fueron identificados como Ostrea puelchana Maury non d’Orbigny, 1842. (6) Copia simplificada del aspecto interno de una VI ilustrada, recolectada viva en el estuario de Livramento, Brasil. Mide 182 mm (alto) x 100 mm (ancho) y posee un grosor de 80 cm (Singarajah 1980: fig. 3). (8-9, 11-12) Aspectos interno y externo de una VD y una VI (8-9) de 90 mm (alto) x 60 mm (ancho); y de una VI y VD (11-12) de 105 mm (alto) x 65 mm (ancho), provenientes del campo Petrolero Vessigny, cerca de Pitch Lake, Trinidad. Formación Morne L’Enfer, edad Pliocena. (10) Aspecto lateral de un ejemplar articulado de 180 mm de alto, muestreado en la capa de Crassostrea paraibanensis de la figura 15. Nótese el grosor sostenido por ambas valvas y la prominencia de los umbos donde resalta la VI.
O. Macsotay
Figura 14. Saccostrea palmula. Vista externa (1) e interna (2) de las VI y VD correspondientes (4, 5). Las mismas valvas articuladas vis- tas desde atrás (3) y desde adelante (6) para mostrar la asimetría bilateral y el carácter de las aplicaciones comisurales. Note la expresión xenomórfica (x) en la VD de la superficie de adhesión de la VI. Bahía de La Cañonera, estado Zulia. Capturado vivo. Saccostrea guppyi (7-8). Reproducción de las figuras originales de Woodring (1925, pl. 7, figs. 1, 2) en la que se muestra la vista externa e interna de la VD. Formación Bowden, Pleistoceno Tardío (Piacenziense), Jamaica. Saccostrea gibsonsmithi (9). Vista interna de la VI del holotipo de la especie, viva en la plataforma externa de Margarita. Saccostrea palmula (10-12) descrita originalmente con el nombre de Ostrea democraciana chiriguarana por H. Hodson (1927) de las formaciones Socorro y Urumaco, Mioceno Medio a Tardío, en facies marina de aguas someras, turbias, con abundante materia orgánica y de influencia salobre. El stock de Saccostrea palmula se inició en la cuenca de Falcón, (Venezuela) para luego migrar a la costa Pacífica de América Central.
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Figura 15. Banco de Crassostrea paraibanensis en la parte superior de la Formación Aramina del Grupo Cubagua, de edad Plioceno Tardío. El afloramiento se halla a 1,5 km al Oeste-Suroeste del cementerio de la población de Manicuare, Península de Araya, estado Sucre. El banco consiste en areniscas calcáreas y asperón de cuarzo, en el cual se hallan ejemplares articulados adultos del bivalvo. Parte del banco se halla en posición de vida (recostados con su VI sobre el sedimento) y parte de las valvas desarticuladas, sugiriendo una depredación regular. Foto: Manuel Gil.
Figura 16. Horizonte de rizolitos de manglar fósil en la parte superior de la formación Aramina-. Este paquete de areniscas ferruginosas suprayace el horizonte de la figura 15, con el banco de Crassostrea paraibanensis. Representa la fosilización de los rizomas de mangles en posición de vida. El tope del horizonte de rizolitos de manglar, lo marca una capa centrimétrica de ferrolita, una arenisca firmemente cementada con Fe2O3. Este nivel marca la emersión del manglar y se halla cubierta por una arenisca calcárea conteniendo gasterópodos de un paleoambiente de bosque húmedo. En la parte inferior de la foto se observan nódulos dolomitizados de galerías de Thalassinoides, icnofósil, originado por actividad de crustáceos.